viernes, 8 de agosto de 2025

FUE LA VOZ DEL PUNK EN LOS AÑOS 70, LLENÓ ESTADIOS Y HOY VIAJA EN TREN PARA TOCAR CON SU BANDA

Infobae, 29/07/2025

John Lydon, exlíder de los Sex Pistols, reniega del glamour de la industria musical y usa el ferrocarril para recorrer Europa con Public Image Ltd. Lejos de las giras millonarias, vive con lo justo, evita la nostalgia y mantiene viva su rebeldía desde escenarios pequeños

Mientras los miembros originales de Sex Pistols decidieron regresar a los escenarios, John Lydon, ex-vocalista de la banda, contempla la situación con distancia. En simultáneo, recorre Europa junto a Public Image Ltd (PiL), su nueva banda. Una escena en una estación de tren de Milán, donde Lydon espera el tren en compañía de sus músicos, refleja su alejamiento consciente de los estereotipos de celebridad y su arraigo en lo cotidiano. Esa vida itinerante y sencilla define la manera en que el legendario cantante enfrenta su madurez artística.

John Lydon expresó abiertamente su malestar por la decisión de los miembros restantes de Sex Pistols de reactivar la banda con el cantante Frank Carter en el rol protagónico. “Cuando me enteré de que los Sex Pistols iban a hacer una gira este año sin mí me cabreó. Me molestó. Simplemente pensé: ‘Van a acabar absolutamente con todo lo bueno de los Pistols, eliminando el sentido y el propósito de todo’. No escribí esas palabras a la ligera”, declaró el músico a agencia de noticias PA.

Las declaraciones de Lydon revelan heridas abiertas y posiciones difíciles de reconciliar. Según detalló The Independent, el artista se muestra convencido de que sus excompañeros trivializan el pasado y desvirtúan el mensaje original del grupo. “Están intentando trivializar todo el espectáculo para salirse con la suya con su karaoke, pero a largo plazo creo que se verá quién tiene valor y quién no. Nunca he vendido mi alma para ganar un dólar. Es el católico que hay en mí, esa culpa con la que no quiero tropezar”, agregó Lydon, quien mantiene una postura ética y artística bien definida.

En contraste, la actividad de Public Image Ltd refleja una manera diferente de vivir la veteranía en el mundo de la música. Mientras el nuevo show de Sex Pistols recurre a grandes recintos y apuestas mediáticas, Lydon y sus compañeros recorren el continente con una puesta escénica sincera y un espíritu cercano al público.

En la red social X, John Lydon compartió una foto desde una estación de tren en Milán junto a los miembros de Public Image Ltd (PiL), acompañada del texto: “Aviones, trenes y automóviles, pero PiL sigue camino de Génova….”

Su gira durante el verano boreal incluye paradas en Reino Unido, Alemania, Francia, España e Italia, con planes para presentarse luego en Polonia, República Checa e Irlanda. Con cada concierto, Lydon desafía las expectativas tradicionales sobre el retiro y la pasión por el escenario. Los viajes en tren subrayan esa elección por la normalidad y la autenticidad, lejos del glamour impuesto por el mercado musical.

A la polémica por la reunión de Sex Pistols se suma la ruptura personal entre Lydon y sus excompañeros. El vocalista descartó la posibilidad de una reconciliación. En conversación con la agencia PA, sentenció: “Nunca, no después de lo que considero sus malas acciones. Dejaré que se regodeen en las expectativas ‘woke’ de Disney”.

Según informó The Independent, la relación se deterioró durante la disputa legal por el uso de temas de la banda en la serie “Pistol” de Disney+. A juicio de Lydon, ese episodio marcó un quiebre definitivo al considerar que “han matado el contenido o, al menos, lo han intentado, y han convertido todo en un acto infantil y sin sentido”.

Históricamente, la distancia creativa entre Lydon y sus antiguos socios fue profunda. El vocalista compartió que escribió la canción “Religion” durante su etapa en Sex Pistols, pero la banda rechazó explorar nuevos géneros. “Realmente quería experimentar con los Pistols. Escribí Religion, famosa en PiL, mientras estaba en ellos, pero lamentablemente no quisieron acercarse. Era frustrante. No es culpa suya carecer de talento y no ser capaces de evolucionar”, comentó Lydon.

Tras el final de los Pistols, PiL emergió como una de las formaciones más influyentes del post-punk. La banda abarca registros muy diversos y ya lleva publicados diez discos de estudio, con uno más en preparación. La gira actual de PiL, bautizada “This Is Not The Last Tour”, alude al clásico del grupo “This Is Not a Love Song” y busca evidenciar que el retiro no está entre los planes de Lydon.

“Me comparo con el conejito de Duracell. Pienso seguir así”, aseguró. En lo personal, el año pasado enfrentó pérdidas irreparables: su esposa Nora Forster falleció tras una larga lucha contra el Alzheimer y también perdió al jefe de seguridad de la banda, John ‘Rambo’ Stevens. El músico admitió haber atravesado un período de profunda tristeza, sólo mitigado por el vínculo con el público en su gira de charlas “I Could Be Wrong, I Could Be Right”. Este contacto lo ayudó a recuperarse y tomar fuerzas para continuar sobre el escenario.

Sobre sus gustos musicales actuales, Lydon reveló su admiración por Lady Gaga y elogió sus producciones más recientes. Aunque mantiene un vínculo reservado con la radio y la música contemporánea, reconoció el valor del espectáculo ajeno y la importancia de explorar diferentes estilos. Nunca se ha sentido atrapado por los límites del punk y suele citar su aprecio por el álbum Aqualung de Jethro Tull, grupo asociado al rock progresivo. “Para mí la variedad es la clave. Escucho cualquier cosa que me parezca interesante o fascinante. Si uno no explora, sólo imita un género y termina metiéndose en una caja. Yo no trabajo con cajas”, señaló.

La figura de Lydon, lejos de encarnar el arquetipo del exrockero nostálgico, proyecta la imagen de un artista que, casi siete décadas después de su nacimiento, se mantiene activo y alineado con sus convicciones más profundas. Su postura ante la industria y frente a la herencia de Sex Pistols ofrece una mirada singular sobre el paso del tiempo en el mundo del rock. Mientras el debate por la autenticidad y el valor de las reuniones de bandas emblemáticas sin sus integrantes originales sigue abierto, Lydon sigue recorriendo Europa, subiendo y bajando de trenes, escribiendo el capítulo más reciente de una carrera forjada a base de rebeldía y constancia.

jueves, 31 de julio de 2025

EL BLUES: LA ETERNA SUPERVIVENCIA DE UN GÉNERO QUE SIEMPRE SE RESISTE A MORIR

Alberto Bravo

La Razón, 14/07/2025



El libro 'Esto no estaba en mi libro de historia del blues', de Mariano Muniesa, indaga en las claves de un estilo todavía vigente siglos después

«Escucha, muchacho. La historia de estados Unidos es la siguiente... Un chico sin un centavo en el bolsillo sale de su casa, camina por la calle sin nada más que una guitarra y conquista el mundo. Y lo hemos hecho una y otra vez: Johnny Cash, Hank Williams, Bob Dylan, Bruce Springsteen, Jimmy Rogers, Howlin’ Wolf o Muddy Waters. Esta es la historia de América. Y es también la historia del blues». La cita corresponde al músico, productor e historiador musical T-Bone Burnett y expone con tan breve como extraordinaria precisión la trascendencia de un género que, como muchos de los esclavos que lo cantaron, tras siglos y siglos de persecución se mantiene libre y todavía radiante, trascendiendo más allá de los tiempos y las modas.

No hay un estilo tan singular como este. La mayoría tiene una pieza o un nombre que marca el inicio del camino. No ocurre aquí. Antes que las leyendas llegaron los momentos. Todo comienza en el siglo XVII, cuando desde el África Occidental desembarcó en penosas condiciones una masa de esclavos para trabajar la tierra. Tenían la voz y luego la guitarra, el gran instrumento del blues. De nuevo, surgiría la canción como método de expresión y terapia para canalizar la necesidad de exteriorizar la añoranza, la opresión, la desesperanza, el amor, el abandono, la fe... Los primeros prototipos de blues irían moldeando lo que después constituirían las leyes básicas del género. Lo importante no era la técnica ni la melodía, sino la expresión. Eso daría fuerza al mensaje y, de paso, lo pondría a disposición de cualquiera, incluso si no se dominaba un instrumento. El resto llegaría por añadidura, vinculada a la evolución de los tiempos y al surgimiento de talentos mayores.

Robert Johnson

Son muchos los nombres legendarios asociados a algunas de las primeras grabaciones del blues. Gente reivindicada con el tiempo como fueron Mamie Smith, Charley Patton, Son House, Skip James, Leadbelly, Bukka White... Pero ningún nombre alcanzaría tanta trascendencia a lo largo de los años posteriores como el de Robert Johnson. Por muchas razones, todas ellas definitorias del género: la forma de tocar y cantar, la emoción de la interpretación, el mensaje, la historia construida en torno al personaje...

Nació en 1911 y murió a la tierna edad de 27 años. Como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Brian Jones, Jim Morrison, Kurt Covain o Amy Winehouse. Sus grabaciones de 1936 a 1937 siguen conformando a día de hoy la Biblia del blues. Todo está ahí. Temas como «Sweet Home Chicago», «Cross Road Blues», «Come on in my kitchen», «Ramblin’ on my mind» o «Love in vain» continúan interpretándose hoy con devoción. Si se escucha ahora, sigue siendo un prodigio, una especie de milagro. ¿Cómo podía este tío tocar y cantar así? Él solo era toda una orquesta y su técnica ha sido producto de estudio durante todo este tiempo. La leyenda cuenta que era un músico mediocre cuando vio cómo su mujer y la hija que esperaba morían en el paritorio. Desapareció durante un año y cuando volvió nadie se podía creer que aquel muchacho torpe e insoportable se hubiera convertido en el mejor músico de blues del país. Dicen que hizo un pacto con el diablo en un cruce de caminos. Solo compuso 29 canciones y realizó 43 grabaciones antes de morir envenenado por un marido celoso. El blues contemporáneo viene de aquí.

La consolidación del género

Con el paso de los años surgirían varias corrientes, desde el blues del Delta (más acústico, con el uso del slide y tremendamente rítmico) al blues de Chicago (más eléctrico y urbano, muy sensitivo y emocional), con figuras tan míticas como las de John Lee Hooker, Muddy Waters, Howlin’ Wolf, B.B. King, Albert King Elmore James y muchísimos más. Sin embargo, y a pesar de su trascendencia y hasta difusión comercial, sus héroes pocas veces podían hacer otra cosa que malvivir por lo que todo el mundo imagina: pésimos contratos, rapiña, engaños, codicia ajena y todo eso. Se tardaría muchos años en reivindicar la autoría y repartir algo de dinero entre los autores de aquellas legendarias canciones.

De Elvis a los jóvenes británicos

El rock and roll fue una evolución natural y prácticamente «blanca», más amable en todos los sentidos, del viejo blues. Naturalmente, Elvis Presley y las viejas grabaciones de Sun hicieron mucho por popularizar el blues junto a otros emparentados con él como eran el folk y el country. Lo que nadie pensaba era que a mediados de los años 60 iba a resurgir el estallido definitivo del blues -al menos en términos de audiencia- de la mano de unos jóvenes crecidos a varios miles de kilómetros. Ocurrió en Gran Bretaña, y principalmente en la ciudad de Londres, donde gente como Rolling Stones, Yardbirds, Animals, Fleetwood Mac y demás reivindicarían a sus héroes del blues reinterpretando muchos de los clásicos del género y poniendo en circulación no solo canciones desconocidas, sino añadiendo una técnica muy personal y extraordinaria.

De aquí surgirían nombres tan sensacionales como los de Eric Clapton, Keith Richards, Mick Jagger, John Mayall, Peter Green, Mick Taylor, Eric Burdon, Jimmy Page, Jeff Beck... «Esa generación, esos músicos que en torno a locales como el Ealing Club en Londres conocieron y compartieron sus experiencias en torno al blues fueron el motor que hizo posible que el blues en fusión con el rock adquiriese desde mediados de los años 60 una nueva personalidad, una dimensión de nuevo lenguaje para toda una generación y una fuente de inspiración inagotable de la cual surgió un caudal de música como tristemente no se ha vuelto a generar desde entonces», explica Mariano Muniesa. Muchas de las leyendas del blues viajarían a Inglaterra para grabar y celebrar sesiones y giras junto a aquellos muchachos y para una audiencia que demandaba ese estilo.

Mainstream, repunte, éxito comercial y nuevas figuras

Los años 70 traería una buena época comercial para aquellas leyendas, que entraría en el circuito de giras por Estados Unidos y principalmente por Europa. Para los más puristas, muchos de ellos entrarían en el mainstream alejándose un poco de la autenticidad de tiempos primigenios. Si así fuera, ¿quién podría culparlos? Mientras tanto, surgirían nuevas corrientes como el blues-rock, el rock sureño y el poder de las jam-bands que llenaban estadios. En los 80 y 90, el blues seguiría gozando de una excelente salud y gente como Eric Clapton o Bonie Raitt lucharían para que los autores vieran dinero de sus viejas composiciones. Y llegarían nuevos renovadores del género, como por ejemplo Robert Cray o Stevie Ray Vaughan. Otro hecho contribuiría al auge del género: la edición en 1990 de un doble CD con todas las grabaciones de Robert Johnson por parte de Columbia. Todo el mundo pudo tener acceso a aquella maravilla y se vendió un millón y medio de copias.

Entre tanta música de IA y estilos urbanos decadentes, el blues ha conseguido sobrevivir a estos tiempos de insustancialidad sonora gracias al poder de la autenticidad. Pocas cosas hay como ese pellizco del blues, esa nota al aire que captura un momento mágico, ese toque que se tiene o no se tiene. Y en estos años han ido surgiendo nuevos héroes, gente como Warren Haynes, Derek Trucks, Ben Harper, Charlie Starr, los hermanos Robinson o el propio Marcus King, quien a sus 29 años ya es invitado a festivales multitudinarios, incluido Glastonbury. «Y aquí en España, sin duda Susan Santos, la figura de nuestro blues con mayor proyección internacional», recuerda Mariano Muniesa. Ya lo dice la canción: «Nothing but the blues».

miércoles, 23 de julio de 2025

THURSTON MOORE, FUNDADOR DE SONIC YOUTH: “LOS ARTISTAS NO ALZAN LA VOZ POR MIEDO AL CONTROL FASCISTA QUE SE ESTÁ IMPONIENDO”

Jordi Sabaté

El Diario.es, 04/07/2025

El músico estadounidense, uno de los guitarristas más influyentes de la historia del rock, publica 'Sonic Life', un libro autobiográfico donde relata los años de la explosión de la escena musical de EEUU

Thurston Moore (Coral Gables, Florida, 25 de julio de 1958) es, sin duda, uno de los músicos de rock más influyentes del último cuarto del siglo XX y principios del XXI. De hecho, la revista Rolling Stone lo sitúa como uno de los 100 guitarristas más importantes de la historia del rock. Con la banda que creara en 1981 junto a su entonces pareja, Kim Gordon, y el guitarrista Lee Ranaldo, y a la que él bautizó como Sonic Youth, sentó las bases de movimientos musicales posteriores tan fundamentales como el indie rock o el grunge.

Su estilo, adscrito a la no wave y experimental, sucio, ruidoso, mestizo del hardcore de ambas costas y heredero del proto punk de formaciones setenteras como los Ramones, los New York Dolls o, sobre todo, los Stooges de Iggy Pop y los MC5 de Wayne Kramer y Fred “Sonic” Smith, fue como un taladro que reventó las costuras del rock clásico que habían apuntalado leyendas como Neil Young o Jimmy Page de Led Zeppelin. Gracias a Sonic Youth, y otros pioneros del noise rock como Dinosaur Jr, Pixies o Pavement, la música anglosajona tuvo a medidos de los noventa una nueva bocanada de oxígeno para sobrevivir al auge del pop electrónico y la música de baile.

Moore publica ahora una detallada y reveladora autobiografía bajo el título de Sonic Life (Contra Ediciones, 2025) en la que describe la vida del ambiente bohemio neoyorkino, y posteriormente angelino, desde finales de los setenta, cuando el punk y el hip hop se consolidan como los estilos hegemónicos de las calles de Manhattan y el Bronx.

Con gran precisión en el recuerdo, Moore explica casi paso por paso su periplo desde Connecticut hasta el Village neoyorkino, que a finales de los 70 era una de las zonas más degradadas y peligrosas de Estados Unidos. Detalla las duras condiciones de vida de la mayoría de artistas con los que se relacionaba –nombres como Arto Lindsay, John Lurie, Jim Jarmusch, Jean Michel Basquiat o Keith Haring– pero también el vigor y la vitalidad que tenía la escena del rock alternativo de aquellos años.

Con el mismo estilo de memoria casi fotográfica nos cuenta después el despegue de Sonic Youth y el contacto con la movida del hardcore en Los Ángeles y en Washington D.C., tratando a leyendas como Ian Mackaye (Fugazi) o Henry Rollings (Black Flag). Y finalmente, ya en los días en que Sonic Youth es una banda consagrada, Moore nos relata las giras con Iggy Pop o Neil Young, pero también con Nirvana, Soundgarden o Mudhoney, esencia del grunge de Seattle.

Su libro tiene un gran nivel de documentación, ¿llevó un diario durante todos estos años?

Pues la verdad es que no he llevado nunca un diario, pero sí he guardado mucho material de nuestros viajes que era en apariencia intrascendente, como billetes, facturas de hotel, tickets de sitios donde tocábamos y cosas así. Solía meterlo en cajas por giras o por el disco al que correspondía la actuación. Lee [Ranaldo] sí que llevaba un diario de todo a principios de los 80 y se los pedí prestados; me ayudaron mucho.

Luego he realizado una tarea de recopilación de información bastante ingente, acudiendo a bibliotecas aquí en Londres, donde llevo años residiendo, y fotocopiando ejemplares de antiguos diarios y revistas. Luego he metido toda la información en archivos por años y así he ido reconstruyendo para dotar de contexto a lo que recordaba. Tampoco he querido hacer algo con sumo detalle, como si fuera un historiador, pero sí que he querido que Sonic Life fuera una conversación coherente y fiel. La verdad es que me he tirado casi tres años para informarme, pero podría haber estado diez tranquilamente, porque son 30 años de carrera [risas].

Intuyo que si usted no hubiera sido músico, le habría gustado ser periodista musical o algo similar.

Ya lo creo. De hecho, en los pocos años que estudié en la universidad anduve metido en las revistas mi colegio universitario y escribía de mis ídolos de entonces, que eran Patty Smith, Lou Reed, Neil Young o Iggy Pop, algo que en los setenta sonaba muy raro porque no eran artistas de masas. Recuerdo que me ofrecieron escribir de deportes en lugar de hacerlo sobre esos bichos raros y me negué. Yo quería ser como Lester Bangs, periodista y músico a la vez. Y al final salté a la música.

Mucha gente puede pensar que Sonic Youth es un grupo de estrellas del rock a tenor de la fama que alcanzó, pero en el libro explica que su vida era bastante austera y los ingresos no eran grandes. ¿Es común esta situación en muchos músicos?

Así es. Nosotros en nuestros primeros diez años tuvimos que dormir en casas de amigos en las giras, comer canapés de los caterings y alternar la música con trabajos de mala muerte. Luego en los noventa llegamos a un punto que empezamos a vivir de Sonic Youth, pero vamos, nada de aviones, mansiones y todo eso. También he de reconocer que jamás lo pretendimos, siempre que pudimos evitamos a las discográficas majors [grandes] y el mainstream.

Pero fueron una de las primeras bandas alternativas en tener un vídeo en MTV...

Cierto, pero no fue una relación fluida o cordial; ellos nos consideraban áridos y nosotros a ellos un instrumento puramente comercial. Por ejemplo, el vídeo de la canción Cool Thing, del disco Goo, lo hicimos específicamente para que pudiera salir en MTV, pero se negaron a mostrarlo. Al final lo mostraron una o dos veces, y luego oímos que los directores dijeron: “No queremos mostrar este video. Esta banda es demasiado... Es demasiado rara, ¿sabes? Y hay algo en este video que no... no es nuestra estética”. Ahí terminó nuestra relación con MTV.

¿Qué siente al mirar atrás y ver que crearon un grupo de gran influencia en el rock indie de los 90 y la primera década del siglo XXI?

A decir verdad, me encanta esa sensación. Creo que si hay algo a lo que puedo aspirar en mi vida es a tener ese reconocimiento, ser influyente. Nosotros representamos una liberación total de expectativas. En la industria musical siempre nos presentamos como un desafío a la noción estandarizada de lo que puede ser la música pop o el rock, incluso en el contexto del punk rock o el post-punk.

Y creo que ejemplificamos este tipo de democracia creativa de cuatro o cinco personas en el escenario, trabajando de una manera que implicaba medidas poco ortodoxas y experimentaba con afinaciones, con la estructura de las canciones, con una presentación políticamente vocal, expresando el poder político de la alegría, el poder político del intelecto y abrazando la idea de la exclusividad pero también de la inclusividad.

Nos dimos cuenta de que, como grupo, ejemplificamos la idea de que se puede crear algo completamente único, a partir de las nociones atípicas de la cultura, pero respetando la tradición. Este respeto por la tradición y la aceptación de la experimentación dentro de ella son los factores que influyeron a Sonic Youth.

¿Cuáles son las bandas sobre las que cree que más ha influido Sonic Youth?

Creo que Radiohead tomó mucho de lo que hacíamos por aquel entonces, porque empezaron como una banda de pop bastante directa, con un toque grunge, pero pude ver que les interesaba más lo que hacía una banda como Sonic Youth con la música de guitarra experimental. Y lo incorporaron a aspectos de su sonido. Pero no éramos los únicos, también trabajamos simultáneamente con mucha gente que trabajaba en la misma línea, como Birthday Party, donde estaban Nick Cave y Rowland S. Howart, o los alemanes Einstürzende Neubauten, los Butthole Surfers y los Meat Puppets. También los Pixies pueden considerarse más o menos contemporáneos.

¿Y Nirvana?

Bueno, Nirvana eran amigos. Tocamos con ellos en varias giras cuando no eran conocidos, pero por edad, sin duda, les influenciamos. Recuerdo que después de que saliera Nevermind, estaban dando un concierto en Nueva York y Kurt se acercó a mí en los camerinos y me dijo: “Nuestro próximo disco será más como vosotros”. Fue algo genial. Es lo que te decía antes: si Kurt Cobain te dice esto es que lo que has hecho con Sonic Youth ha merecido la pena.

¿Podemos soñar con una futura reunión de Sonic Youth o es imposible?

Creo que no tengo tiempo para eso... [risas] Creo que Sonic Youth ha tenido una buena carrera, eso es seguro, pero de ahí a resucitarlo... No siento que tenga los minutos para ello porque estoy ocupado escribiendo y componiendo música nueva para la movida que hago ahora. Además, sería un asunto muy serio, llevaría un par de años más o menos levantar el proyecto y supondría alejarme de mi actual vida, cosa que no estoy dispuesto a hacer.

En los festivales como el Primavera Sound apenas tocan unas pocas bandas de rock de la escuela alternativa. ¿Ha muerto el rock?

Puedo decirte ahora mismo un montón de bandas jóvenes de rock, tal como lo entendemos, que merece la pena escuchar. El rock está en forma. Otra cosa es que me hables del mainstream que contrata ahora el Primavera Sound: grandes nombres, grandes escenarios, grandes montajes y una música que no deja de ser la que siempre incluye la MTV...

También hay que comprender que estos festivales tan grandes tienen que atraer una gran cantidad de gente para ser rentables; pagar los sueldos, pagar a los artistas, los transportes, etc. Es un negocio muy grande que precisa de nombres como Charlie XCX o Sabrina Carpenter porque hacen de imán. De lo contrario, no son viables. Pero, oye, si el Primavera quiere volver a tener la filosofía de sus inicios, que me llamen y les paso ahora mismo un mail con un centenar de bandas de rock de primer orden.

Enfatiza en Sonic Life la actitud de izquierdas y de protesta ante el mandato de Bush padre que se vivía en los 90 en el mundo del rock, en especial por la primera invasión de Irak. ¿Por qué hoy en día los músicos jóvenes ya no se meten en política?

Hoy los artistas tienen pavor a criticar en voz alta a los gobiernos por miedo a que les impidan actuar y les arrebaten su medio de vida. Sabrina Carpenter o Charli XCX no dicen nada en el escenario y es lógico. Es un miedo al control fascista que se está imponiendo en todos lados. Lo hemos visto recientemente con Kneecap, encausados por denunciar el genocidio cruel que Israel está llevando a cabo en Gaza.

Y si esto pasa en el Reino Unido, ni te cuento en Estados Unidos... Entonces, si el resto de artistas ven que te pasa esto, es lógico que se asusten, porque viven de esto ellos y los que les rodean. Yo la verdad es que sigo diciendo lo que pienso en redes sociales, no me callo, pero claro, tengo a mi hija en Estados Unidos y si quiero ir a verla debo poder entrar. Y las noticias de que Trump mira los comentarios en redes de los estudiantes extranjeros me inquietan... Tal vez mañana sea yo el vetado, pero, por el momento, prefiero no callarme.

Para terminar, discrepo de sus memorias en la valoración que hace del disco LAMF de los Heartbreakers de Johnny Thunders, pero también le agradezco que mencione el War Pigs de Black Sabbath, porque para mí es la canción que define lo que será después el metal más alternativo.

Bueno [risas], Tienes razón en que LAMF es un disco que escuchado con perspectiva y sin la producción que le metieron, si escuchas las demos, tiene un aire mucho más interesante, con canciones muy notables. En cuando a War Pigs es cierto que es una canción importantísima e innovadora en su momento. Nosotros grabamos un cover en una cinta, pero no la llevamos al disco, no obstante solíamos tocarla en muchos conciertos. Recuerdo que la peña se quedaba alucinando, rollo: “¡Cómo podéis tocar esta mierda antigua!”. Pero a nosotros nos encantaba tocarla.

martes, 22 de julio de 2025

¿Y SI PAVEMENT FUERA EL GRUPO MUSICAL MÁS INFLUYENTE DEL MUNDO?

Nando Salvà

El Periódico, 07/06/2025

El cineasta Alex Ross Perry rinde homenaje al quinteto estadounidense, celebrado exponente del 'indie-rock' de los 90, con una película atípica que mezcla la reverencia y la parodia

Al principio de su metraje, el nuevo trabajo de Alex Ross Perry nos hace saber que va a hablar de "la banda musical más importante e influyente del mundo" a pesar de que su asunto no son ni los Beatles ni la Velvet Underground. No, el grupo protagonista de 'Pavements' -ya disponible en España a través de Filmin- no es sino Pavement, uno de los exponentes más icónicos del 'indie-rock' de la década de los 90, y un objeto de estudio de lo más improbable para una película. "Supongo que ahí radica parte de la gracia del proyecto", opina el director estadounidense.

Afirma que, cuando se le ofreció la posibilidad de rodar un largometraje sobre el quinteto, lo primero que hizo fue plantearse sus opciones. Podía, claro, hacer un documental sobre su historia, o uno que retratara los conciertos que la banda tenía previsto dar en 2022 tras reunirse de nuevo. También podía rodar un 'biopic', o montar un espectáculo musical basado en las canciones más significativas de su repertorio y filmar su proceso de creación. ¿Y por qué no contar la historia de un museo dedicado a la 'memorabilia' generada por Pavement? Finalmente, en lugar de escoger una de esas ideas, decidió usarlas todas. "Quería que 'Pavements' fuera tan absurda como las letras de sus canciones, y que tuviera su misma mezcla de ironía y sinceridad", explica Perry. “La idea era llegar a la verdad del grupo a través de falsedades, y a la autenticidad a través de la fabricación". El resultado es una obra tan jovialmente idiosincrásica y tan recelosa del éxito comercial como sus protagonistas.

Liderados por el cantante y compositor Stephen Malkmus, Pavement ayudaron a revolucionar lo que se conoce como el rock alternativo a través de cinco discos publicados entre 1992 y 1999, una discografía prácticamente perfecta que obtuvo elogios casi universales de la crítica y sirvió de base para numerosas giras y participaciones en los más grandes festivales; desde su separación, su estatura y popularidad no han hecho más que crecer. Cuando Perry empezó a trabajar en la película en 2020, la banda iba a dar dos conciertos aquel año en el marco del Primavera Sound para celebrar su 30º aniversario, pero entonces llegó la pandemia y aquel plan se canceló; es entonces, durante el confinamiento, que deserraolló su singular enfoque para 'Pavements'. También en aquella época, la banda se hizo extrañamente viral en TikTok gracias a 'Harness Your Hopes' -canción que iba a haberse incluido en el cuarto álbum del conjunto, 'Brighten the Corners' hasta que Malkmus decidió descartarla-, y eso no solo granjeó nuevos fans entre la generación Z sino que reavivó el amor que los padres de esa chavalada sienten por ellos.

Del 'indie' a 'Barbie'

Por eso, cuando finalmente volvieron a tocar juntos en 2022, Pavement curiosamente gozaban del reconocimiento más masivo de toda su carrera. "Cuando les hablé por primera vez del proyecto, llevaban 10 años sin verse y su intneción era dar dos únicos conciertos; cuando empezamos a rodar, en cambio, tenían casi 50 conciertos agendados", recuerda Perry, por su parte uno de los cineastas estadounidenses independientes más originales e infravalorados de los últimos 15 años. "En 2020, cuando pensé en ellas, ideas como un museo y un musical dedicados a Pavement sonaban mucho más descabelladas que dos años después". Entretanto, además, Malkmus apareció mencionado en 'Barbie' (2023), una anomalía que Perry incorpora en el metraje de 'Pavements'.

Lo cierto es que, a pesar de haberlos concebido como meros dispositivos argumentales de la nueva película, Perry efectivamente escribió y dirigió un musical -representado a lo largo de tres noches en Manhattan, en 2022- y también montó un museo 'pop-up' con una exhibición de objetos tanto reales como falsos vinculados con la carrera del grupo, como pedazos de entradas, fragmentos de letras de canciones escritos a mano y hasta un trozo de uña. El director, además, rodó fragmentos de una ficción biográfica de la película, supuestamente titulada 'Range Life' como uno de los temas más famosos del quinteto, y cuya inclusión en 'Pavements' funciona a modo de sátira del tipo de impulso artístico que hay detrás de 'biopics' como 'Bohemian Rhapsody' (2018) y 'A Complete Unknown' (2024). "Muchas de estas películas son francamente terribles, pero aun así se las toma en serio", lamenta Perry. "Usar actores para que imiten a otros artistas que en muchos casos siguen vivos me parece una estupidez".

Proyectiles de barro

El cuarto ingrediente narrativo de 'Pavements', decimos, es material de archivo real de la banda, compuesto de actuaciones, entrevistas televisivas y ensayos. A través de él la película recuerda que , tras la aclamación lograda por sus dos primeros elepés, 'Slanted and Enchanted' (1992) y 'Crooked Rain, Crooked Rain' (1994), el grupo generó un nivel de expectativas que, en buena medida por su propia actitud, nunca iban a ser capaces de cumplir. Su tercer disco, 'Wowee Zowee' fue recibido con escepticismo en 1995 -hoy es considerado una obra maestra- y ese mismo año, durante su actuación en el festival Lollapalooza, la banda fue víctima de un ataque con proyectiles de barro lanzados por el público que los obligó a abandonar el escenario; la ropa manchada que Malkmus vestía en esa actuación -imposible saber si es la verdadera o una réplica- es una de las atracciones del museo que aparece en 'Pavements'

Tanto el material de archivo como los creados 'ad hoc' para la ocasión se combinan en 'Pavements' de forma siempre intrépida y por momentos a través de la división de la pantalla en dos, tres o cuatro partes, y el resultado de ese proceso está tan lejos del típico documental musical como es posible imaginar. Como la banda a la que rinde tributo, la película destaca sobre todo por su negativa a respetar la tradición, y su voluntad de exhibir reverencia a Pavement a través de la irreverencia. Según Perry, "sería estupendo que la película contribuyera a estimular más innovación en los retratos cinematográficos de los artistas musicales".


viernes, 27 de junio de 2025

LA REINA OLVIDADA DEL SOUL

Diego Fischerman

elDiarioAr, 26/06/2025


A los 16 años grabó su primer disco. A los 17, se convirtió en una de las estrellas del sello Motown. Y a los 22, con varios hits como intérprete y un tema propio que llegaría al Top Ten de los Estados Unidos, viajó a Inglaterra, hizo coros en una de las grabaciones más famosas de Joe Cocker y luego se retiró para casarse con un predicador. Tenía una voz extraordinaria y fue una compositora notable. Esta es la historia de Brenda Holloway. Novedades y rescates en la red, entre las redes.

En 1968, un joven gasista de Sheffield grabó un disco simple –de dos temas– que cambiaría varios destinos, empezando por el propio. La canción principal era una composición de The Beatles. Una pieza liviana. La que el grupo reservó para que Ringo Starr la cantara en Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Y allí donde Ringo parecía bromear sobre sí mismo y su voz acaso destemplada (“Que pensarían si desafinara al cantar?...Oh, lo puedo hacer con una pequeña ayuda de mis amigos…”), Joe Cocker construía, con la ayuda de amigos como Jimmy Page, que allí tocaba la guitarra, un ruego desesperado y expresionista. Pero, sobre todo, rendía tributo a una de las tradiciones más extrañas y fructíferas de la música del siglo XX: la fascinación blanca e inglesa con el rhythm & blues negro y estadounidense.

El éxito de esa versión de “With a Little Help from My Frieds”, que se mantuvo durante más de tres meses en los primeros puestos de venta en Inglaterra, derivó, a comienzos del año siguiente, en la grabación de un disco de larga duración. Y en los coros del tema que abría el álbum, “Feeling Alright”, estaban Brenda Holloway y su hermana Patrice (que en los créditos aparecía como “la hermana de Brenda”). La canción, originalmente “Feelin’ Alright”, había sido compuesta por Dave Mason e incluida en el primer disco de Traffic, publicado en el 68. Y Steve Winwood, el organista y cantante de aquel grupo, fue uno de los participantes de la grabación del LP de Cocker. Para él, que en 1965 había registrado “Every Little Bit Hurts” con The Spencer Davis Group, el nombre de Brenda Holloway era el de una leyenda. Ella era la que en 1964, con apenas 17 años, había grabado esa canción para el sello Motown. Ese había sido el principio, o casi. Y éste, la estrella haciendo los coros de una grabación que se convertiría en célebre, era el final. O casi.

Cada pequeño golpe lastima, decía esa pieza que inauguró la relación de Holloway con la marca que patentó un estilo para el soul y que, en realidad, no fue el verdadero comienzo. La cantante ya había grabado la canción, en 1962 y con 16 años recién cumplidos, para un pequeño sello llamado Del-Fi. Motown puso allí una orquesta, un arreglo con su estética, la paseó por la televisión y publicó un primer disco de larga duración que llevó como título el del simple. La canción fue un éxito casi inmediato. En Inglaterra, además del Spencer Davis Group, la registraron Small Faces y Cilla Black, y en los Estados Unidos fue grabada por Aretha Franklin y Gladys Knight entre muchas grandes figuras del soul. Mucho después, en 1980, The Clash realizó una versión para el disco Sandinista! Que finalmente no se incluyó allí y fue editada recién en 1991 dentro de la caja Clash On Broadway.

Entre 1962 y la nueva versión del que se convirtió, con el tiempo, en un clásico del género, y en ese primer álbum consagratorio, Holloway, que había cantado en el coro de la iglesia y tocaba también flauta, violín y piano, continuó sus estudios musicales en el Compton Community College y grabó una serie de simples, incluyendo algunos en colaboración con Hal Davis, uno de los productores de Motown, y el grupo The Carrolls.

No obstante, y más allá de la repercusión de sus grabaciones y del hecho de que ella fuera la única artista a la que Motown le permitió permanecer en Los Angeles, utilizando estudios contratados, en lugar de mudarse a Detroit, la relación entre la cantante y el sello se hizo cada vez más conflictiva. El segundo disco se demoraba y Holloway sentía que el sello ponía mucho más énfasis en las carreras de otros artistas que en la suya.

Finalmente, en 1968, hubo un nuevo simple, esta vez con una canción compuesta por ella y su hermana, con cuya orquestación no estuvo de acuerdo, y un nuevo larga duración, al que titularon The Artistry of Brenda Holloway, donde se incluía esa canción, las grabaciones que debían haberse publicado como Hurtin' & Cryin y algún material antiguo, más una nueva reedición de “Every Little Bit…”, a cuya popularidad el sello se negaba a renunciar (la edición que está en las redes incluye ocho pistas adicionales).

Y ese fue el primer final. O lo fue hasta cierto punto. Porque la canción nueva, “You’ve Made Me So Very Happy”, lo último que ella grabó para Motown, arrancó en el puesto 39 de Billboard Hot 100 y, cuando la grabó el grupo Blood, Sweat & Tears, llegó a estar segunda en esa lista, en abril de 1969. Pero para ese entonces Brenda Holloway, con 22 años, ya se había retirado. Su última canción, entre tanto, fue grabada, en ese mismo año, por Cher y por Liza Minelli, además de otros artistas de Motown, como el dúo de Edwin Starr y Blinky. En 1970, se agregaron otros dos grupos del sello,The Temptations y The Miracles, junto con las grabaciones de Lou Rawls, Nancy Wilson, Sammy Davis Jr. y Matt Monro. Mina, por su parte, la registró en vivo en 1972.

Brenda Holloway, que siempre había sentido una cierta contradicción entre su pasado en el coro parroquial y su presente como reina del soul, volvióa Los Angeles, se casó con un predicador, a quien, como es obvio, la vida artística le parecía pecaminosa, y tuvo cuatro hijos. Pero ese tampoco fue el fin de la historia. A mediados de los 80s se divorció y volvió a cantar. Tenía apenas 40 años y la voz intacta.

Lo que había cambiado era el soul. Pero no en todas partes. En el norte de Inglaterra, un movimiento heredero de los mods y llamado literalmente Northern Soul, conformado por disc jockeys, clubs, coleccionistas y artistas retro, la consideraba una heroína. Sus canciones y su estilo, exacto en la afinación, delineado en sus frases como por un cincel, eran allí como himnos. En 1991 grabó un nuevo disco –hoy inhallable– llamado All It Takes. En 1999 llegó It’s a Woman World y ese mismo año grabó en vivo Together, que se editó el año siguiente. Las actuaciones continuaron y recibió premios como el Pioneer Award, entregdo por la Rhythm & Blues Foundation. Pero esta vez sí podría pensarse que lo más importante había quedado en el pasado. Y en el olvido.