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martes, 26 de septiembre de 2023

THE CRAMPS: EL TRIUNFO DE LOS NERDS

Eduardo Bravo

GQ, 08/09/2023


Lux Interior y Poison Ivy volcaron en The Cramps su pasión por el rock and roll, los tebeos, el novelty, las películas de serie B, el punk y les dieron una lección a todos los aficionados a la música: cualquiera puede hacerlo.

En plena explosión punk, una pareja de aficionados al rock and roll más salvaje, ruidoso y lúbrico decidieron imitar a sus ídolos y montar su propia banda de música sin haber tocado antes una sola nota. Su propuesta fue tan inclasificable que, ni siquiera cuando los grupos punks empezaron a grabar discos, las discográficas entendieron quiénes eran The Cramps. Cuatro décadas después, la editorial Liburuak ha publicado Viaje al centro de los Cramps, de Dick Portes, en el que se explica cómo Poison Ivy y Lux Interior se convirtieron en leyendas del rock.

El destino los unió

Poison Ivy y Lux Interior se conocieron cuando cursaban estudios en la Universidad de Sacramento, institución educativa en la que no tardaron en darse cuenta de que eran dos bichos raros que no encajaban del todo con el resto de compañeros. “La primera vez que la vi estaba caminando calle abajo, haciendo autostop, e iba vestida con un top halter (top sin mangas que deja al descubierto parte de la espalda) y unos pantalones cortos con un gran agujero en el culo por el que asomaban unas bragas rojas”, recordaba Lux Interior, que también causó una potente impresión en su compañera de grupo y pareja sentimental. “Pensaba que era extremadamente exótico cuando le veía por el campus. Llevaba unos pantalones con cada pierna de un color diferente. Ese tipo de cosas me fascinaban”, comentaba Ivy, que puso todo su empeño en forzar un encuentro en una de las clases a las que acudían juntos: "Yo estaba sentada cuando vi entrar a Lux. Era una clase muy grande porque todo el mundo sabía que el profesor se colocaba. Yo estaba mandando ondas cerebrales psíquicas en plan: ‘¡Siéntate a mi lado! ¡Siéntate a mi lado! ¡Siéntate a mi lado!’. Y lo hizo. Vino directo hacia mí y se sentó a mi lado (…). No sé si son vidas anteriores o qué, pero sentí como si le conociera de toda la vida».

Aficiones compartidas

Lux Interior y Poison Ivy no tardaron en darse cuenta de que tenían muchas aficiones compartidas como, por ejemplo, las películas de serie B, los tebeos pre-code y, por encima de todo, los discos de rock and roll que, a finales de los 60 y después de la aparición de la psicodelia, el progresivo, el glam y a punto de que aparecieran las primeras bandas punks, no eran demasiado apreciados por los aficionados. Aprovechando esa coyuntura, la pareja se dedicó a recorrer tiendas, locales del Ejército de Salvación, almacenes y mercadillos para hacerse con una envidiable colección de discos. “Por entonces, solo había una manera de conseguir buen material. Lo tenías que encontrar en algún mercadillo o algo así (…). La gente no tenía ni idea de la magnífica música que había, ni del rockabilly en particular, porque nada se había reeditado. Exceptuando a Jerry Lee Lewis y Elvis, no había muchas cosas que la gente hubiera escuchado. Era un material bastante desconocido”, relataba Lux Interior. “A través del coleccionismo de discos nos estábamos volviendo más y más apasionados, estando expuestos a música a la que la mayoría de la gente no lo estaba”, concluía Ivy.

“Si ellos lo hacen, nosotros también”

Para guardar su enorme colección de discos, Lux e Ivy alquilaron en Akron, estado de Ohio, una casa de tres plantas tan espaciosa, que decidieron que podrían dedicar el ático para empezar a tocar y montar su propio grupo. “Le compré a Lux el pedal de fuzz que usamos, un Univox Superfuzz, en una tienda de empeños. Su hermano le mandó una guitarra Student Prince y yo le enseñé Baby Strange de T.Rex”, contaba Ivy, para la que el grupo fue una consecuencia natural de sus relación de pareja, de sus gustos compartidos y de su falta de pudor. “Decidimos que debíamos formar nuestra propia banda. Estábamos obsesionados con nuestro pequeño mundo, no teníamos a nadie que nos dijera que no podíamos hacerlo, o que éramos unos locos, así que sencillamente, lo hicimos”. En caso de que aún albergasen alguna duda, un concierto de T-Rex se las disipó por completo: “Los vi en Cleveland, donde Bolan salió pesando 135 kilos, con un disfraz de murciélago y golpeando su guitarra con un látigo. ¡Hostia puta!, pensé, ¡este tío es mi ídolo! Yo cantaba mejor que él, así que tratar de crear una banda parecía factible”, contaba Lux Interior.

Rumbo a Nueva York

Después de viajar con frecuencia desde Akron a Nueva York para asistir a los conciertos que programaba el CBGB y el Max’s Cansas City, Lux Interior y Poison Ivy se dieron cuenta de que, si querían montar un grupo de rock and roll, tenían que trasladarse allí donde estaba la acción. “Teníamos la misión de mudarnos a Nueva York y convertirnos en los nuevos New York Dolls. Estábamos influenciados por su glamur, el asalto de las dos guitarras y su firme comprensión del R&B, pero pensábamos que nadie —desde los primeros Stones o los Yardbirds, hasta los Dolls o T.Rex—, había incluido el ingrediente más letal de todos en sus canciones: el rockabilly”, explicaba Lux, que tampoco obviaba un detalle importante a la hora de abandonar una zona rural como Akron: “Si me hubiera quedado allí, habría acabado con un agujero en la cabeza. No puedo vivir en el Medio Oeste”.

A pesar de todo, Nueva York tampoco fue lo que ellos se esperaban: “Vinimos a Nueva York pensando en la imagen de que todo el mundo iba por ahí paseando vestidos como los New York Dolls. Y por supuesto nadie lo hacía; todo eran aburridos pantalones vaqueros”, comentaba Lux e Ivy añadía: “Descubrimos que los Dolls eran unos freaks, igual que Elvis lo había sido en el sur. En lugar de la intensa subcultura de rock’n’roll que nos esperábamos, lo que nos encontramos fue basura en las calles y gente que se había mudado allí para ser bailarines o actores. No parecía un buen caldo de cultivo para el rock’n’roll”.

Un nombre con gancho

Decididos a subirse a un escenario, Lux Interior y Poison Ivy buscaron un nombre para su banda que, por entonces, solo eran ella a la guitarra y él a la voz. “A Ivy se le ocurrió el nombre hace mucho tiempo, en el 74 más o menos. Quería tener una banda llamada The Cramps porque nos molaban The Kinks y nos parecía que Kinks significaba algo que está mal en la sociedad, algo de lo que la gente se quiere librar o que quieren poner en orden. Tratando de pensar en un nombre como ese, y cuál sería su equivalente americano, se nos ocurrió The Cramps”, recordaba Lux.

Ante los imprevistos, improvisa

The Cramps necesitaban un bajista. Cuando conocieron a Gregory Beckerleg, pensaron que lo habían encontrado. Sin embargo, los planes no salieron como estaban previstos. "Nos quedamos impresionados cuando al día siguiente ya se había comprado una guitarra Gianni en una tienda de empeños y le había grabado el nombre The Cramps en su funda", recordaba Ivy. Para no desilusionar a Greg, The Cramps decidieron prescindir del bajo y tener dos guitarras.

Una banda diferente

En plena eclosión del movimiento punk en Nueva York, lo que menos faltaban eran grupos. Para destacar entre tanta banda, era importante ser diferente y The Cramps lo eran tanto por su imagen como por su falta total de destreza con los instrumentos. “Como nadie sabía tocar en condiciones, era inútil tratar de hacer versiones fidedignas de cualquier canción que la gente conociera. La idea era hacer versiones originales de cosas desagradables, oscuras y con actitud en las que Ivy pudiera añadir una peligrosa frase de guitarra, en las que Bryan pudiera meter fuzz a saco, que yo pudiera aporrear la batería y que Lux verbalizara por encima con sus cuerdas vocales bien engrasadas y su picante imaginación, avivada por horas de programas nocturnos de monstruos en la televisión”, narraba la baterista Miriam Linna. Una reseña posterior de Charles Shaar Murray en New Musical Express confirmaba esa visión: “Nadie lo hace ni mejor ni peor; no lo hacen, y punto. No hay nada comparable a lo que hacen ellos en ninguna parte”.

Get a job!

A pesar de la buena a cogida de The Cramps, que fueron teloneros de Suicide y los Ramones en varias ocasiones, el grupo no era rentable, por lo que Ivy y Lux tuvieron que buscar empleos alternativos. Después de trabajar como camarera, Ivy comenzó a trabajar en The Victorian, un establecimiento del centro de la cuidad que ofrecía servicios de bondage y dominación a su clientela. “Estaba ganando mucho más dinero que cualquier otro en la banda. Era el trabajo apropiado para mí. No lo pasamos tan mal como lo habríamos pasado si hubiera seguido sirviendo mesas. Nos permitía ser independientes… yo estaba hecha para ese trabajo”. Por su parte, Lux consiguió trabajo en una tienda de discos a la que llegó para comprarle un regalo a Ivy. Cuando comenzó a charlar con el propietario y este comprobó el enciclopédico conocimiento que tenía sobre discos oscuros y raros de rock and roll, le ofreció el puesto.

Del escenario al estudio

Las experiencias de The Cramps con las discográficas no fueron precisamente buenas. Además de tardar más que el resto de los grupos de la escena neoyorquina en conseguir un contrato, los desencuentros con compañías, productores e ingenieros de sonido fueron frecuentes. Durante la grabación del que iba a ser el primer disco de la banda, por ejemplo, Ivy recuerda que, “el ingeniero nos hacía repetir las tomas muchas veces y no sabíamos lo que quería”. Al final, hartos de tanta repetición, Lux le espetó: “Si estás esperando a que toquemos bien, entonces espera sentado”.

Con ellos llegó el escándalo

The Cramps siempre tuvieron claro que un ingrediente esencial del rock and roll era el sexo y la provocación. Cuando se trasladaron de Nueva York a Los Ángeles siguiendo la nueva escena punk de los 90, Lux e Ivy decidieron visitar Disneyland con ningún éxito. “Cumplíamos con el código de vestuario, pero no nos dejaron entrar”, recordaba Ivy. “Yo llevaba un pendiente y nos pusieron como excusa que Ivy llevaba demasiado maquillaje. Imagino que ya tenían cubierta su cuota de gente loca para ese día”. A pesar de esos encontronazos con la sociedad más pacata, The Cramps no renunciaron a las provocación y el escándalo ni cuando empresas como MTV se interesaron por su música. El vídeo de Bikini Girls With Machine Guns, por ejemplo, tuvo que ser recortado porque los responsables de la cadena de televisión consideraron que la escena en la que a Poison Ivy se le caen las bragas mientras dispara una ametralladora no era adecuada. “Nos gustaba bastante la idea de tener una versión censurada”, reconocía Lux interior que, por otra parte, tenía claro que por muchos cortes que hicieran, “a no ser que les pagues 200.000 dólares, no van a poner tu video”.

domingo, 30 de marzo de 2014

THE CRAMPS: EL CLUB DE LOS MONSTRUOS (Entrevista de 1984)

Por Alan Lewistone



En el número 1 de Rockdelux, en noviembre de 1984, se publicó esta entrevista de Alan Lewistone con los entonces ya míticos The Cramps. Y, entre otras cosas, Lux Interior y Poison Ivy hablaron de asesinos en serie con una naturalidad pasmosa... Una muestra más de que las leyendas tienen su razón de ser. Aquí está la familia Munster del psychobilly contando, a través de una espeluznante charla, historias de depravados, maníacos y psicópatas desde las profundidades de la cripta. Un incunable recuperado para satisfacción de los fans de estos maestros de la serie B.

“La gente habla de ‘I Was A Teenage Werewolf' pensándose que es una canción inspirada en la película del mismo título. Y eso no es cierto. Se refiere explícitamente a ser un hombre-lobo quinceañero, a esa clase de monstruos que son los que vienen a nuestros conciertos. Los ciudadanos normales se horrorizarían si supieran que sus hijos vienen a vernos. Es una canción que trata un hecho real, no es una estupidez pop. Mira, yo odio cualquier cosa que sea normal, pero, al mismo tiempo, no sé qué es exactamente ser normal. A veces, las personas que tú crees que son normales pueden ser asesinos de masas. En lo que a Cramps concierne, creo que la gente nos toma por algo muy superficial. Y nosotros no hacemos nada superficialmente”.

Lux Interior, cantante de The Cramps, habla mientras acaricia un ejemplar del libro “The Only Living Witness”. Lux perpetra la conversación mientras conjura espectros enfermizos, espíritus desolados que hechizan sus canciones. “Estamos muy interesados en los asesinos de masas porque cuando lees algo sobre ellos, o escuchas algo que les afecta de cerca, es muy fácil que también te identifiques con ellos. Puede ser cualquier colgado, que viva en cualquier parte, ese tipo de gente que corre por ahí violando y asesinando chicas. Esto me interesa muchísimo más que cualquier persona que haya tenido una carrera brillante, o que se maquille para cantar canciones sobre lo estúpido que puede llegar a ser. Al mismo tiempo, esto me asusta… pero me encanta. Me gustan las cosas que parecen normales. ‘The Only Living Witness’ es un libro sobre Ted Bundy, un chico estupendo. Asesinó a cuarenta mujeres y, sin embargo, era un ejemplar perfecto del chico ideal americano. Un individuo perfectamente normal. Era la mano derecha del Gobernador del Estado de Washington. Después de matar a veinticinco muchachas, fue designado por una comisión para investigar el caso y saber por qué todos los cuerpos eran abandonados en lugares muy determinados. Toda una contradicción. Ahora está en Florida, a la espera de que el jurado se decida por una pena de muerte que pesa sobre él. Este tipo es pura maldad envuelta en una fachada de chico agradable que puede estrechar la mano de cualquiera. Para mí, el mundo se rige por este tipo de cosas. Bundy es lo más salvaje que haya sucedido jamás”

Lux está interesado en el horror que habita en cada uno de nosotros. Pero no es ese horror que puede mostrarnos cualquier film de la Hammer sobre un mundo de cerebros perturbados. El horror que estudia Lux es esa recóndita convulsión diabólica que de vez en cuando se agita en nuestro interior. La visión que los Cramps tienen del mundo es una experiencia psicótica que se desarrolla entre una mente racional y las más brutales y amorales posibilidades del subconsciente. “Creo que la vida carece de sentido para quienes no estén interesados en su lado secreto y prohibido. La gente que me fascina es la que ha explorado en profundidad ese lado. Hubo un tipo que existió realmente. Le llamaban Ed Gein y su vida inspiró películas como ‘La matanza de Texas’ o ‘Psicosis’. Era un caníbal y un profanador de tumbas. Fue capturado después de doce años cometiendo este tipo de barbaridades. Para mí es sencillamente una persona encantadora. No creo que estuviese realmente loco, y lo digo porque actualmente está encerrado en una institución para enfermos mentales. Concebía la vida del mismo modo que yo lo hago. Ese chico vivía entre montañeses, que son tipos increíblemente vulgares y hacen las mismas cosas cada día. Él sabía que aquello era estúpido y quería hacer algo diferente. Por eso decidió asesinar gente, vender embutidos cuando en realidad se trataba de despojos de sus víctimas. Gein, una vez, desenterró a su madre e intentó devolverle la vida… exactamente igual que sucede en una escena de ‘Psicosis’”.

Lux me explica después que, recientemente, el grupo visitó el antiguo hogar de Gein, aprovechando que actuaban cerca de allí, en Madison, Wisconsin. Solo encontraron los cimientos, ya que el resto de la casa había sido incendiada por orden de las autoridades. Pero de todas maneras se hicieron con una piedra de 75 libras, que pertenecía a la base de la vivienda, y se la llevaron como su souvenir. Poison Ivy también se siente fascinada por el tema: “Lo que sorprendía en ese tipo es ver cómo explicaba a la gente lo que hacía con la mayor naturalidad. Para él era lo más natural del mundo, aunque no le creyese nadie. Cuando la policía estaba buscando a una mujer desaparecida preguntó a Gein si sabía algo al respecto. Y este les contestó ‘Oh, sí. Tengo su cadáver colgado en el cobertizo de mi granja’. Eso es ser ‘cool’. Él sabía que ellos podían creer que estaba bromeando, pero era la única persona que sabía la verdad de todo. Entonces, ¿quién estaba loco?”.




Lux concluye el tema: “Mucha gente va a Texas para ver los sitios donde se filmó la película. Pero yo tengo fotos de la casa auténtica. ¿Sabes ese gordo que lleva una máscara de piel en la película? Bueno, pues eso está sacado de Gein. Él cogía diversas partes de cuerpos humanos de las tumbas, se ponía una máscara de piel humana, se ataba vaginas y pechos en todo el cuerpo y bailaba desnudo a la luz de la luna. Menuda experiencia… es más acojonante que los Beatles en el show de Ed Sullivan o cualquier otra cosa”.

“Me gusta cualquier cosa que esté exactamente en los límites. Eso significa que no se puede reconocer la diferencia que hay entre bien y mal. Estando con Ivy, ha habido veces que me ha parecido estar en el cielo, y estoy seguro de que para otras personas hubiera sido como estar en el centro del mismísimo infierno. Cielo e infierno son extremos que para mí significan lo mismo. Al igual que la belleza y el sexo son las cosas más importantes para mí. El sexo es limitado, como cielo e infierno al mismo tiempo”.

La esencia de los Cramps es como descubrir una versión sangrienta y desagradable de “Malas tierras” de Terrence Malick, con algún feliz psicópata degollando a todo el mundo mientras cruza la América de los ochenta en busca del genio puro y de algo diferente: “La gente suele trivializarnos a raíz de la estética trash que usamos. Creo que hemos sido muy malinterpretados. No lo entendemos como basura. Vale, podemos hablar de lo que nos gusta, una película como ‘Blood Feast’ y todo eso tipo de cosas. Así que, desde este punto de vista, si estás hablando de cómics, rock and roll basura, películas baratas de horror… puede que eso sea basura (como arte). Pero nosotros nos referimos a otro tipo de trash/basura. Trash es todo lo aburrido, cualquiera que sea un estúpido que no ve más allá de sus narices. Trash es algo limitado y sin ningún tipo de valor. Lo común y lo normal es basura”.



Poison Ivy insiste en que los Cramps no han sido comprendidos y, en cambio, han sido ultra-simplificados o ultra-complicados por parte de la gente que los toma como una parodia o algo kitsch. Los cuatro años transcurridos desde el delírium trémens de “Songs The Lord Taught Us” (1980) y su propia imagen pública como necrófagos de tebeo empiezan a dañar seriamente su sueño de crear la última obsesión del rock and roll de los ochenta, la más incandescente bajada a los infiernos desde el “Fun House” de Iggy & The Stooges. “El rock and roll, básicamente, significa joder a alguien o algo. Llegar a los extremos más radicales de las experiencias humanas. Significa estar buscando siempre algo nuevo. Rock and roll es alguien que es un peligro individualmente, que trata de infringir irregularidades en la vida rutinaria. Así, puedes decir que Charles Manson es tan rock and roll como Eddie Cochran, incluso más. Muchos fanzines nos describen como ‘psychotic teen sounds’. En los cincuenta, los quinceañeros eran psicóticos y eran peligrosos. Entonces sucedió algo a un nivel de masas, quiero decir que se masificó. Los ‘teenagers’ siempre han sido gente extremadamente estúpida. Actualmente no creo que haya nada que pueda surgir de la cultura ‘teen’ que pueda llegar a interesarme. Yo no soy ninguna ‘teenager’. Me siento como si tuviera ocho años de edad. Soy muy consciente del hecho de que estoy emocionalmente subdesarrollada, de que algún intelectual estudioso del rock pueda decir eso de mí. Bueno, supongo entonces que él debe estar emocionalmente super-desarrollado”.

“Siempre he sentido aversión por el hecho de crecer. Para que te hagas un idea, cuando era pequeña tenía un disfraz de Peter Pan y corría por las calles con ese traje verde, saltando. Sabía que algún día acabaría en el país de Nunca Jamás. Estar en los Cramps me hace sentir mucho más fuerte y me gusta el hecho de que la gente nos preste atención. No hace mucho tiempo todavía estaba trabajando en algún horrible empleo en Cleveland. La gente creía entonces que era un ser abominable al que tenían que evitar. Pues bien, ahora hay mucha de esa gente interesada en cada uno de mis movimientos. Durante toda mi vida, la gente me ha señalado por la calle, gritándome y burlándose. Pero yo sabía que llegaría un día en que pagarían diez dólares por verme”.

Como maníacos fugitivos de la enfermedad del narcisismo que asola América, los Cramps colaboran a la hora de destrozar el materialismo enfermizo bajo el que se esconde el fraude del Gran Sueño Americano. Quizá por eso su actual inspiración vital sean esos asesinos, esos genios de la perversidad: “Muchos asesinos son auténticos genios”, dice Lux, “porque se resisten a ser arrinconados o masificados. Para mí no son más horribles que esa gente que experimenta con animales en laboratorios. Lo que de verdad aprecio es a esa gente que consagra su vida a algo brillante. Cualquiera que invierta sus energías en algo en lo que de verdad cree. Alguien como un gimnasta; esa clase de devoción es una gran inspiración. Es obsesión. Cuanto más lejos llegan los asesinos, más los admiro. Admiro a los que no han sido capturados. Ellos son los genios de verdad. Quiero decir que yo he incendiado casas y nadie me ha atrapado”.