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jueves, 6 de marzo de 2025

LA BANDA QUE REVOLUCIONÓ EL PUNK: “LO QUE VELVET UNDERGROUND NUNCA FUE Y LO QUE DYLAN NO PUDO SER, ESO ES TELEVISION”

Mirko Racovsky

Infobae, 06/03/2025



Aunque Marquee Moon marcó un hito en la música, el grupo de Tom Verlaine no logró el reconocimiento en su país, enfrentando indiferencia, tensiones internas y fracasos comerciales, recuerda Mojo

En 1977, cuando Television lanzó Marquee Moon, el impacto fue inmediato en la escena musical británica, pero en su país natal, Estados Unidos, el recibimiento fue mucho más frío.

La banda, liderada por el enigmático Tom Verlaine, redefinió el sonido del punk y la nueva ola con un virtuosismo inusual para la época.

Sin embargo, como menciona Mojo, su trayectoria estuvo marcada por tensiones internas, fracasos comerciales y el inquebrantable perfeccionismo de Verlaine, un hombre con una visión artística que iba más allá del rock convencional.

A pesar de haber grabado solo tres discos de estudio y un cuarto álbum inédito, Television dejó una huella imborrable en la música.

Su historia es una de talento descomunal, ambiciones truncadas y una lucha constante contra la industria.

Los comienzos de Television y la escena neoyorquina

A inicios de los años 70, Tom Verlaine y Richard Hell, amigos desde la adolescencia, llegaron a Nueva York con la intención de formar una banda que desafiara los estándares del rock.

Junto a Billy Ficca en la batería y Richard Lloyd en la guitarra, fundaron Television en 1973. Su punto de partida fue CBGB, el legendario club donde también surgieron The Ramones, Patti Smith y Talking Heads.

David Bowie y Alan Betrock, críticos e influyentes figuras de la época, reconocieron a Television como una banda revolucionaria. “Lo que The Velvet Underground nunca fue y lo que Dylan no pudo ser, eso es Television”, escribió Betrock.

Sin embargo, las tensiones entre Verlaine y Hell por el control creativo llevaron a la salida de este último en 1975, dejando la banda con una estructura más definida bajo el liderazgo de Verlaine.

El impacto de Marquee Moon

Después de años de ensayos y presentaciones en vivo, Television grabó Marquee Moon en 1976 con el ingeniero Andy Johns, conocido por su trabajo con Led Zeppelin y The Rolling Stones.

El disco se grabó prácticamente en vivo, reflejando la intensidad de la banda sobre el escenario. La canción que da título al álbum, una pieza de diez minutos con solos de guitarra hipnóticos, se convirtió en un emblema del rock de vanguardia.

Sin embargo, el público estadounidense no supo qué hacer con Television. Durante su primera gira por Estados Unidos en 1977, abriendo para Peter Gabriel, fueron recibidos con indiferencia e incluso hostilidad. En Texas, un DJ de radio se negó a poner su música, desestimándola como “mierda neoyorquina”.

En contraste, en el Reino Unido la banda fue recibida como la gran promesa del rock experimental. La prensa los comparó con The Velvet Underground y John Coltrane por su enfoque innovador de la guitarra.

La caída y la disolución de la banda

En 1978, Television lanzó su segundo disco, Adventure. Si bien contenía grandes canciones como Ain’t That Nothin’ y Foxhole, no logró capturar la magia de Marquee Moon.

Durante una gira en el Reino Unido, la banda escuchó el álbum debut de The Cars, un grupo con un sonido más accesible y comercial.

“Pensamos: ‘Ahí está el Television que venderá discos y que sonará en la radio’. Fue desmoralizante”, recordó Lloyd.

Las tensiones internas aumentaron. Verlaine, frustrado con la industria y con la rutina de giras, decidió que era momento de terminar con la banda.

En julio de 1978, después de un show en Nueva York, acordó con Lloyd separarse. Así, Television dejó de existir en su primera encarnación.

El regreso en los años 90 y la lucha contra la industria

Mientras Verlaine iniciaba una carrera solista caracterizada por su experimentación sonora, la industria musical redescubría a Television. En 1992, el grupo volvió a reunirse para grabar un tercer disco homónimo.

Más contenido y atmosférico que sus predecesores, Television exploraba nuevas texturas, pero llegó en un mal momento comercial. Capitol Records, más interesada en artistas multiplatino como Garth Brooks, no le dio el apoyo necesario.

Las giras se volvieron esporádicas y el grupo, aunque nunca anunció su disolución, dejó de ser una banda activa. En 2007, Lloyd dejó el grupo y fue reemplazado por Jimmy Rip.

Television siguió tocando en vivo de manera intermitente hasta 2020, cuando la pandemia detuvo sus actividades.

Tom Verlaine y su obsesión por la perfección

Verlaine nunca dejó de crear. Su vida estuvo dedicada a la música, pero sin compromisos comerciales. Rechazó entrevistas, evitó la promoción y acumuló un archivo inmenso de grabaciones inéditas, guitarras y libros.

Tras su muerte en 2023, se descubrieron cinco depósitos llenos de material, incluyendo cuadernos con letras sin terminar y más de 7.000 válvulas de amplificadores, cada una etiquetada con notas sobre su sonido.

En su último año de vida, su colaborador Patrick Derivaz le preguntó por qué nunca había lanzado muchas de sus canciones. La respuesta de Verlaine fue simple: “Quizás podría hacer cuatro compases mejor”.

El legado de Television

A pesar de su breve existencia y sus limitados lanzamientos, Television sigue siendo una referencia obligada en la historia del rock.

Su influencia se extiende a bandas como Sonic Youth, Radiohead y The Strokes, quienes adoptaron su enfoque de guitarras entrelazadas y su rechazo a las convenciones.

Hoy, con la reedición de sus álbumes y el descubrimiento de material inédito, la figura de Verlaine sigue creciendo.

Su muerte no ha sido el final de su historia: su legado sigue resonando en cada nueva generación de músicos que descubre la magia de Marquee Moon.

lunes, 5 de febrero de 2024

TOM VERLAINE Y EL EXTRAORDINARIO “MARQUEE MOON” DE TELEVISION

Jesús Sanz Morales

Plásticos y decibelios, 28/02/2024

Tom Verlaine, excelente guitarrista y cantante y líder de la banda norteamericana Television, falleció hace un año año en la ciudad de Nueva York tras una breve enfermedad.

La larga trayectoria de Verlaine en solitario quedó marcada a fuego por el emblemático álbum debut de su grupo Television en 1977, el extraordinario “Marquee Moon”, aclamado como uno de los mejores LPs de la década de los setenta, una auténtica obra maestra.

A Television se les asoció al punk, y aunque ayudaron a definirlo – más por la estética desmañada y rota de su colega Richard Hell que por la música en sí misma-  lo suyo era otra cosa más compleja,, elaborada y sofisticada, tal vez un adelanto del “post punk” en plena era punk.

Nacido como Thomas Miller en Nueva Jersey en 1949 y criado en Wilmington, Delaware, asistió a la Sanford School, un internado privado en Hockessin, Delaware donde conoció a Richard Meyers, más tarde conocido como Richard Hell. Los dos amigos huyeron juntos de la escuela y se establecieron en Nueva York a finales de los años sesenta.

Fue en allí donde Tom adoptó su nombre artístico en homenaje al poeta simbolista francés Paul Verlaine. Sus primeras influencias musicales fueron el free jazz, el LP “Five Live Yardbirds” y los Rolling Stones, en concreto la canción “19th Nervous Breakdown”.

Verlaine y Hell formaron su primera banda, The Neon Boys, con el baterista Billy Ficca en 1972. El grupo se disolvió rápidamente, pero resurgieron como Television en 1973 después de reclutar al guitarrista Richard Lloyd. Pasaron los años 1974–75 tocando en los templos del punk neoyorquino Max’s Kansas City y CBGB, hasta que Hell dejó la banda en 1975 y formó The Heartbreakers con Johnny Thunders, que acababa de dejar los New York Dolls. Su sustituto fue Fred Smith, ex Blondie.

Después de sacar un single en 1975 en el sello de su mánager Terry Ork, “Little Johnny Jewel”, Television firmó con Elektra y lanzó su LP debut “Marquee Moon” en 1977 con éxito comercial y de crítica, metiéndose en el Billboard 200.

Su música era tan elaborada y premeditada, en el buen sentido, que cuando se metieron a grabar su LP debut lo hicieron del tirón, se metieron en el estudio con esas canciones sabidas al dedillo. Aparte de llevar tocando mucho tiempo algunas de ellas, habían ensayado antes de la grabación de cuatro a seis horas al día y de seis a siete días a la semana. Canciones prodigiosas como “See No Evil”, “Venus”, “Guiding Light”, “Torn Curtain”, o la monumental canción que dio título al álbum. En el disco sólo tocaron Verlaine, Lloyd, Smith y Ficca, sin un solo músico adicional,

La mayor parte de “Marquee Moon” se grabó en directo en el estudio. Les ayudó en la producción del disco el ingeniero Andy Johns (Led Zeppelin, Jethro Tull, Humble Pie, Free), hermano pequeño del famoso Glyn Johns. Parece ser que le eligieron básicamente por su trabajo en el infravalorado “Goats Head Soup” de los Rolling Stones de 1973.

Sobre su asociación con el punk y el rollo musical en Nueva York en el año 1977, Verlaine dejó muy clara su opinión en “La Edad de Oro” de Paloma Chamorro.

“No sé si verdaderamente había una escena, yo creo que había un club que estaba quizá disponible para un cierto número de personas, pero las personas de los distintos grupos tenían muy poco en común”.

“Entonces creo que la prensa súbitamente aterrizaba sobre ellos y consideraba que eso era un tipo de escena musical, pero yo creo que eran más que nada individuos, personas no relacionadas entre sí y que se odiaban unas a otras”.

Tenían que ver que eran grupos nuevos, underground, que les dejaban tocar en esos sitios y poca cosa más.

A “Marquee Moon” le siguió un segundo “Adventure” en 1978, y TV se separaron poco después. El siempre discutido segundo largo de Television en 1978 fue un trabajo que decepcionó a muchos tras el fuerte impacto de “Marquee Moon”, vieron en él un disco menor a pesar de la indiscutible calidad de canciones como “Glory”, “Foxhole”, “Days” y las largas “The Fire” y “Carried Away”. 

Tom salió con Patti Smith en esos años y contribuyó a sus álbumes “Horses” y “Easter”.

La banda se reformaría brevemente a principios de los 90 para grabar un álbum de estudio homónimo, y más tarde lo volverían a hacer en 2001.

Verlaine lanzó su LP debut en solitario en 1979. Disfrutó de un fructífero período de escritura en los años 80 con los discos “Dreamtime”, “Words From the Front”, “Cover” y “Flash Light”, sacó tres LP más en la siguiente década y se tomó un breve descanso.

Sus dos últimos álbumes en solitario, “Around” y “Songs and Other Things”, fueron publicados en 2006.

También trabajó con el supergrupo Million Dollar Bashers con Lee Ranaldo y Steve Shelley de Sonic Youth, Nels Cline de Wilco, Tony Garnier (Robert Gordon, Bob Dylan), Smokey Hormel y John Medeski, y colaboró en la banda sonora de la película biográfica de Bob Dylan “I’m Not There”, así como con David Bowie, Violent Femmes y James Iha.

Innumerables músicos rindieron homenaje a Tom Verlaine en el momento de su deceso hace un año: la propia Patti, Michael Stipe de R.E.M., Susanna Hoffs de The Bangles y Kim Gordon y Thurston Moore de Sonic Youth, entre muchos otros.



jueves, 23 de febrero de 2023

CUANDO VERLAINE ERA EL REY (DESCONOCIDO) DE NUEVA YORK

Juan Manuel Bellver

The Objective, 12/02/2023

«Era angelical pero ligeramente demoníaco», retrataba Patti Smith en ‘The New Yorker’ a Tom Verlaine

«Iba a ver a Television cada vez que tocaban en el CBGB», recuerda Patti Smith. «Sobre todo para ver a Tom Verlaine, con sus ojos azules claros y su cuello de cisne. Inclinaba la cabeza, agarrando su Fender Jazzmaster, liberando nubes ondulantes, callejones extraños poblados de hombres diminutos, una matanza de cuervos y los gritos de pájaros azules corriendo a través de una réplica del espacio», cuenta la cantante y poetisa estadounidense en un artículo in memoriam publicado en el New Yorker.

El último sábado de enero falleció en Manhattan a los 73 años uno de los artistas más influyentes de la escena underground neoyorquina de los 70, coetáneo de Ramones, Blondie o Talking Heads, bandas pioneras del punk y la new wave con las cuales coincidió en el tiempo y se turnó en el mismo escenario del Bowery, sin tener demasiada cercanía musical.

«Tom Verlaine es un modelo para las nuevas generaciones de guitarristas con un gusto por la violencia punk y la melodía», lo había definido la revista Rolling Stone cuando lo situó en el número 90 de su top 100 de los mejores guitarristas de la historia. «La pureza de su sonido es única en el rock contemporáneo… Donde otros guitarristas liberan un amasijo de notas, Verlaine deja que un simple temblor haga todo el trabajo», había escrito sobre él en 1987.

En los últimos días, no han parado de publicarse obituarios, redactados muchas veces por gente que no le conoció, ni le vio actuar, ni siquiera vivió aquella época enloquecida en que Nueva York era una ciudad violenta y sucia, devastada por las drogas duras, en cuyo inquietante Lower East Side surgió el caldo de cultivo para el punk y otros movimientos alternativos. Y la mayoría de los artículos laudatorios repiten la misma cantinela, citando los homenajes en redes sociales de figuras como Michael Stipe (REM) o Thurston Moore (Sonic Youth).

«He perdido a un héroe», confesaba Stipe. «Bendito seas, Tom, y gracias por las canciones, las letras, la voz. Y más tarde las risas, la inspiración, las historias y la rigurosa creencia de que la música y el arte pueden alterar y cambiar la materia, las vidas, la experiencia. Me introdujiste en un mundo que puso mi vida patas arriba. Te estaré eternamente agradecido».

Lo cierto es que Television, el grupo que dio a conocer a Tom Verlaine entre la crítica y el público iniciado de aquellos días, era uno de los favoritos del cuarteto de Athens, que en sus giras de los 80 solían regalar en los bises una versión de See No Evil, el primer corte de Marquee Moon (1978),álbum de debut de los neoyorquinos considerado una de las obras maestras del rock. Al final, el fan terminó haciéndose amigo del maestro y hasta llegaron a colaborar en 1996, cuando Patti Smith decidió volver a los escenarios -tras un retiro artístico de 15 años en los que se dedicó a criar a sus hijos- y aquella gira de Gone Again recaló en el Doctor Music Festival, en los Pirineos, con Verlaine y Stipe como insignes miembros de la banda.

«Te echaré de menos, Tom. Descansa en paz», ha publicado por su parte el líder de Sonic Youth. ¿Qué ignota influencia musical habría ejercido el finado en la banda pionera del noise y el indie? Seguramente poca. Pero su relación era la de dos vecinos que vivían en la misma ciudad y se cruzaban habitualmente en Strand, la famosa librería de Broadway esquina con la calle 12, donde ambos eran asiduos de la sección de poesía.

¿Poesía hemos dicho? Por supuesto. ¡O acaso alguien cree que el apellido afrancesado le venía a Tom de familia! Nacido como Thomas Miller en Nueva Jersey y educado en Wilmington (Delaware), donde su padre se dedicaba a reparar aires acondicionados, nuestro hombre decidió adoptar el nombre artístico de Tom Verlaine, en homenaje al poeta simbolista francés Paul Verlaine del siglo XIX, cuando llegó a la Gran Manzana huyendo de la grisura del Medio Oeste. 

«Era un tiempo en el que todo parecía posible», rememora Patti Smith en el texto de despedida a su amigo. Efectivamente Nueva York no podía estar peor, devastada por la delincuencia y la corrupción, y el Lower East Side donde aterrizó nuestro protagonista era un barrio lleno de locales y pisos abandonados, con alquileres a precio ridículo por la falta de habitabilidad de algunas viviendas. 

En un edificio de la calle Bowery que funcionaba como asilo de marginados, un extravagante empresario de nombre Hilly Kristal regentaba, desde 1973, un bar con escenario, bautizado como CBGB respondiendo a la idea inicial de programar actuaciones de música Country, Blue Grass y Blues (iniciales de CBGB). El lugar estaba medio en ruinas, la cocina parecía una pocilga y había que ser muy valiente para usar los baños del fondo. “Tener un club en aquel sitio, debajo de un albergue de indigentes, tenía sus ventajas. La renta era razonable. Además, los vecinos vestían de forma más extravagante que los músicos que venían al local y no parecía preocuparles el ruido de la música o los gritos de la gente”. Para redondear la jugada, el cierre del Mercer Arts Center en augusto de 1973 había dejado a la mayoría de los grupos nóveles neoyorquinos sin un lugar donde tocar en directo. Y así se forjan las leyendas…

En este caldo de cultivo de apartamentos ocupados, barras de mala muerte, camellos y putas por doquier que tan notablemente ha descrito la serie televisiva The Duce, Tom Verlaine se encontró con un viejo compañero de aulas, Richard Myers, al cual el patronímico artístico de Richard Hell le iba de maravilla por su carácter irascible y su tendencia a todos los excesos. Juntos, formaron The Neon Boys, que poco después se convertirían en Television. Pero pronto surgió el conflicto entre ambos. El indómito Richard, precursor en la estética del pelo corto con tijeras de esquilar y la ropa cogida con imperdibles que luego copiaría en Londres Malcolm McLaren, se fue a formar Richard Hell & The Voidoids, con quienes grabaría el icónico Blank Generation (1977), a base de «riffs discordantes, sonido áspero y violento, la banda sonora de una irascible insatisfacción que reclamaba paroxismo como suero básico», como la describió en cierta ocasión Antonio de Miguel.

En cuanto a Verlaine, aquel chico pálido y larguirucho que, en sus inicios, era más poeta que músico, pronto aprendió a componer melodías hipnóticas y a rasguear las seis cuerdas con un estilo propio inimitable, respaldado por Billy Ficca a la batería y Fred Smith al bajo -en sustitución de Hell-, a los que luego se unió Richard Lloyd como segundo guitarrista.

En 1974, se subieron varias veces al entarimado del CBGB con una propuesta estética y musical muy diferente del raka-raka imperante. Grabaron maquetas , con productores reputados como Brian Eno o Allen Lanier que no condujeron al ansiado contrato discográfico. Se auto editaron el single Little Johnny Jewel (1975), cuando los sellos independientes estaban aún en pañales, y terminaron logrando firmar por Elektra, donde publicarían el imprescindible Marquee Moon (1977).

Aquel sorprendente álbum de debut, caracterizado por el trenzado lírico de sus dos guitarras y unas estrofas enigmáticas, ha pasado a la historia por su influencia en bandas posteriores -desde REM hasta The Strokes- y, en la clasificación de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos que la revista Rolling Stone efectuó en 2003 ocupa un honroso puesto 128.

«Apenas vendieron unos miles de discos, pero todo el que se compró uno tuvo ganas después de formar un grupo». Esta frase apócrifa atribuida al legado de la Velvet Underground se puede aplicar igualmente a Big Star y, en el caso que nos ocupa, a Marquee Moon, el elepé que Flea, a la sazón bajista de Red Hot Chili Peppers, afirma haber escuchado al menos mil veces. 

El primer corte, que da título al disco, es una auténtica joya de 10.38 minutos de duración -en contraste con los temas anfetamínicos de dos minutos de sus compañeros generacionales-, que arranca con una sucesión de acordes reconocibles para cualquier melómano y mezcla patrones repetitivos con sonoridades orientales, consiguiendo generar una especie de estado de trance, sobre el cual Verlaine entona con su voz aguda estrofas sobre oscuridad y rayos evocando “el beso de la muerte y el abrazo de la vida”. ¡Ahí es nada!

«Verlaine toca la guitarra con un estilo desgarrador e hipnótico, como una sucesión de pesadillas, y canta todos sus versos como un pollo al que están estrangulando», opinó entonces el crítico Ken Tucker. Por supuesto, Marquee Moon no tuvo ningún éxito en su momento. Simplemente, se había adelantado a su tiempo.

Tuvieron mejor acogida su segunda entrega, el flojo Adventure (1978), pero la magia ya se estaba agotando y ambos guitarristas querían volar por su cuenta. Tras la disolución, Roir Tapes publicó en formato cassette el directo The Blow-Up (1982), testimonio de sus excepcionales conciertos. Y no volvieron a reconciliarse hasta diez años después, lanzando un disco homónimo que les permitió volver a salir de gira y reafirmar su estatus de grupo de culto, con ventas escasas y excelentes críticas.

En cuanto a aquel estilo guitarrero, afilado pero melódico, descrito una vez por Patti Smith como «miles de pájaros azules aullando», que alguno periodistas sesudos han relacionado con el saxo de John Coltrane o la versatilidad de Eric Dolphy, en realidad todo es más simple y hasta naif.

«Muchos piensan que nuestro sonido de guitarras fue el producto de algo mágico», explicaba Verlaine en una entrevista con Santiago Delucchi de la revista Los Inrockuptibles. «Pero es más bien, como decía Edison, un 1% de inspiración y 99% de transpiración. Es sobre todo trabajo, arreglos muy estudiamos, piensa que ensayábamos cinco días a la semana. Cuando nos tocó ir a grabar al estudio, tocar el set-list completo de nuestros recitales un par de veces y luego corregimos alguna pista. Eso bastó. Lo más curioso es que la mayoría de los primeros discos de los grupos neoyorquinos de nuestra generación, véase el Horses de Patti Smith o el debut de los Ramones, se hicieron así: en un par de tardes, quizá porque no había presupuesto para más».

¿Y la tontería de los pájaros azules? Nuestro protagonista lo aclara: «Salió de una de las primeras canciones que escribí cuando aún era un chaval. Se llamaba Bluebird y estaba basada en un tema country de Hank Williams con pocos cambios de acordes. Lo tocábamos en los primeros días de Television hasta que nos cansamos porque era muy simple. Patti lo escuchó y a ella le fascinó. De ahí viene este dicho suyo».

Tom y Patti fueron algo más que amigos durante aquellos años inocentes y atolondrados. Él puso los guitarreos en el primer single de ella, Hey Joe, y también toca en la canción Break it up de Horses. Más tarde, se le puede escuchar en discos de la poetisa underground como Gone again y Gung Ho. 

Para entonces, ya nadie se acordaba de su nombre, a pesar de haber firmado algunos trabajos en solitario bastante notables, destacando Dreamtime. Poco importó que David Bowie le reivindicase con una versión de su Kingdom Come, en el que para mí es su último gran album, Scary Monsters. Ni que el propio Verlaine participase en los discos de jóvenes admiradores como Luna (Penthouse) o Violent Femmes (Hotel Last Resort). NI que el malogrado Jeff Buckley grabase con él las primeras maquetas de su segundo -y póstumo- elepé. Para la historia, quedará siempre como el líder de Television y el creador de Marquee Moon: un bicho raro, discreto y talentoso, en la era más salvaje de Nueva York, que no se sabe cómo llegó a conquistar a los frikis que poblaban el CBGB. 

«Nuestra relación con el punk fue algo desafortunada», recordaba. «Por un lado, los fans del punk se sentían decepcionados cuando nos venían a ver… Decían: ‘¡Esto no es punk!’. Y, por otro lado, la gente a la que no le gustaba esa música no venía a nuestros conciertos porque creía que hacíamos punk». 

«Era angelical pero ligeramente demoníaco», le retrataba Patti Smith en The New Yorker. «A veces parecía soñador y lejano y, de repente, se echaba a reír a carcajadas, como un personaje de dibujos animados con la gracia de un derviche… Poseía el don infantil de transformar una gota de agua en un poema. Al no tener descendencia, en sus últimos días, agradeció el amor que recibió de mi hija, Jesse, y mi hijo, Jackson». Con él se va una época de Manhattan que nunca volverá y un pedazo de nuestra juventud.

martes, 31 de enero de 2023

PSICÓTICO, VAGABUNDO, CHAPERO... LA INCREÍBLE HISTORIA DE RICHARD LLOYD

Ulises Fuente

La Razón, 13/01/2020

El miembro de Television, casi fundador del CBGB y alma del Nueva York de los 70 ha sido también paciente de una institución psiquiátrica, vagabundo, muerto y chapero. En ese orden. Lo cuenta en “Material inflamable”, sus apasionantes memorias que se editan ahora en castellano

Si decimos que las memorias de Richard Lloyd (Pittsburgh, 1951) son increíbles, lo decimos literalmente. No se trata de un juicio de valor, es que esta historia sería imposible de digerir en una novela, una serie o una película. Sin embargo, como el guitarrista de Television ha llamado memorias a lo que cuenta en “Material Inflamable” (Contra), haremos como se debe, desconfiar de la memoria, y dar por sentado que la mitad de lo que cuenta es mentira. Da igual. Sigue siendo una narración alucinante, irreal. “No sé si he vivido la misma vida 100 veces o si cada vez que me he despertado me he convertido en una persona nueva. He pasado muchos años dentro de mi cuerpo y también he conseguido salir de él”, dice Lloyd al teléfono desde Estados Unidos con voz cavernosa y lenta dicción.

Lloyd aprendió a vivir experimentando. Privándose a sí mismo de la vista, el habla o el oído, electrocutándose para sentirlo, consumiendo lo que estuviera a su alcance, jugando con la respiración como un yogui aficionado. Hasta que una vez decidió “experimentar” y arrojar el arsenal de pastillas legales de sus padres por el retrete y anunciar que se las había tomado para suicidarse. El resultado fue dramático: conoció las mieles del tratamiento psiquiátrico de los años sesenta y se volvió maníaco completamente cuando trataban de curarle exactamente la supuesta demencia.

Psicofármacos y tranquilizantes en vena, aislamiento, paredes acolchadas y electroshock fueron algunos de los “remedios” que le aplicaron. “Ese fue el principio de un historial psicótico que reaparecerá después cuando empiece a abusar de las drogas y de la falta de sueño”, rememora Lloyd sobre lo que tendría que haber sido el diagnóstico de su bipolaridad y en realidad fue un choque de crueldad. “Opté por la automedicación con las drogas que me eran conocidas: marihuana, hachís, barbitúricos e inhalantes”, que no hicieron sino aumentar su trastorno maníaco depresivo.

Las más alucinantes anécdotas

A la salida del manicomio su principal misión en la vida fue convertirse en guitarrista y en el camino sucederán las más alucinantes anécdotas, como recibir de Jimi Hendrix consejos para tocar la guitarra por persona interpuesta (su amigo Verlvert Turner) y tras encajar de los propios puños del autor de “Purple Haze” tres ganchos una noche que Lloyd trataba de insuflarle confianza. Según cuenta, después de que sucediera el ataque, Hendrix le esperó dentro de su Corvette estacionado en la calle para disculparse sollozando.

O la noche que se coló en el “backstage” de John Lee Hooker, quien también le dio una clase de punteo y que además le invitó a salir a tocar durante su concierto sin tener ni la menor idea de lo que estaba haciendo. Y cuando suministró hachís a Robert Plant, pero el joven Lloyd vomitó en el camerino y el resto de la noche el cantante se quedó sin costo. O sus encuentros con Keith Moon, Buddy Guy y su amistad con Keith Richards, todas, labradas antes siquiera de formar Television.

El autor atribuye estos encuentros a un “realismo mágico” de su pensamiento. “He contado estas historias tantas veces que por eso decidí escribir el libro, agrupando las anécdotas que duraban un par de páginas e hilándolas al final”, cuenta el guitarrista, que se siente “liberado de escribirlas. Ya no necesito recordarlas. Pero tengo tantas que no he contado como para escribir un segundo volumen”.

Asistió a Woodstock solo porque quería ver a Ravi Shankar. Después fue vagabundo, viajó a San Francisco y a Los Ángeles y, tras probar las relaciones homosexuales, se buscó la vida como chapero. En Los Ángeles y en Nueva York. Una vez, trabajando de prostituto cerca de la Librería Hollywood, le encañonaron. “Yo iba mucho con Dee Dee y creo que es al que más quería de todos los Ramones. Los dos habíamos trabajado de chaperos en la esquina de la 53 con la tercera, pero nunca nos cruzamos, así que fue divertido averiguar que teníamos aquello en común”, escribe en las notas del volumen.

Un club cutre

En Nueva York, cuando Television estaba en fase embrionaria, buscaban un lugar para tocar. Un club cutre acababa de abrir las puertas con el objetivo de programar country, blue grass y blues. El acrónimo de esos géneros es CBGB, y el día que su nuevo dueño, Hilly Krystal, estaba colocando el emblemático toldo con las nuevas (y un poco cutres) letras del nombre subido a una escalera, fue interrumpido por Lloyd y Terry Ork, máganer de Television.

Krystal se negó cuatro veces a que tocasen allí aduciendo que “nada de rock”. Solo country y blues. Finalmente, porque podían ser muy pesados, les concedió el domingo para hacer su ruido, pero les pidió ayuda con el fin de decidir dónde colocar el escenario. Hasta ese punto estará Lloyd implicado con el local y con los cimientos de la escena punk-rock de la ciudad. Pronto pasará a ser quien programe las actuaciones de la sala, como las primeras de Talking Heads o los Ramones, entre muchas.

“Hay quien ha insinuado que el éxito del CBGB y de Television fue una mera cuestión de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, y eso me irrita porque están banalizando mi nivel de implicación, del que apenas saben nada”, dice Lloyd, que no está cansado de hablar de ello: “Es como haber vivido una guerra. Forma parte de ti. Y se puede decir que soy un superviviente”.

Había una mezcla de elementos única. Una combinación perfecta de artistas, ganas y falta de prejuicios. Aunque hablando de químicas, la que había en Television no era precisamente buena. Tom Verlaine, líder “de facto” del grupo, se muestra, en el relato de Lloyd, arrogante (trata de firmar él solo como Television y quedarse con el nombre del grupo) y repugnante (viste como un indigente y lo lleva todo en bolsas de plástico) a partes iguales.

La banda se disolvió en 1978 y se volvió a reunir de 1992 a 2007. Lloyd cuenta que, justo antes de fundar a los Sex Pistols, Malcolm McLaren se ofreció a ser el mánager del grupo, que vestían camisetas desgarradas sujetas por imperdibles. Según dice, fue de ellos de quien copió la vestimenta para su futuro grupo en Inglaterra. “Nos podría haber hecho millonarios –se lamenta–. Pero Tom Verlaine dijo que no”.

Un yonqui olímpico

En los años venideros, y tras la corta trayectoria de Television, el guitarrista se convirtió en un yonqui olímpico. Todas, insistimos, todas las drogas legales e ilegales pasaron por el filtro de ese organismo. “Sí, bueno, todas hasta que me desenganché en 1983, claro. Por eso no he probado nunca el éxtasis, por ejemplo”, ironiza con un punto de lamento el músico.

Compartió las mejores sustancias con Keith Richards, drogas químicamente puras que separaban el alma de su cuerpo. Después de un número indeterminado de horas y de gramos, ambos caían desplomados como carcasas boqueantes. Y también está la vieja historia de tratar de desengancharse de la aguja con un cóctel de pastillas. “He tenido unas cuantas sobredosis”, confiesa en el libro, y relata haberse despertado en el hospital después de un rato muerto.

Quedan fuera de estas líneas un millón de anécdotas a cual más inverosímil que conforman unas memorias alucinantes. Pero con algo de tragicomedia, claro: “De más joven, vivía en la extrema pobreza y tenía una enfermedad mental. Era neurótico y a veces psicótico. Me di cuenta de que estaba esperando que una mujer me salvara (…). Era una réplica de unos problemas de abandono que nunca superé”, reconoce.

Al teléfono, desde el presente, Lloyd sabe, como los budistas, que el sufrimiento es inevitable. ¿Y cuál es la causa? “La identificación –dice despacio–. Con mi guitarra, por ejemplo, con el libro que he escrito, con mis gafas, con mi teléfono, con Richard Lloyd. Todo es un teatro. Yo interpreto el papel de Richard y tú haces el tuyo. Hay que explorar qué significa estar vivo, ¿quién soy? ¿qué se supone que debo hacer? Son buenas preguntas a las que hay que enfrentarse, y... bueno, yo lo he hecho escribiendo”. Pues esta es la historia de un tipo que se empujó a sí mismo constantemente contra el límite.

Lou Reed lo intentó copiar

Aunque su contribución como creador a la historia de la música haya podido ser relevante pero modesta, sin él no habrían sucedido las cosas igual. Su papel fue determinante en la formación de una escena, la de Nueva York, que hizo historia. En las memorias cuentan cómo a Television les dan el chivatazo de que Lou Reed (The Velvet Underground) va a ir a su concierto con una grabadora para robarles algunas ideas. Antes de empezar, Lloyd le confronta: “Lou, no puedes grabarnos sin permiso”. Él niega que tenga una grabadora, pero se la descubren. Dice que no tiene cinta, aunque la lleva. “Nos la tienes que dar. Luego te la devolveremos”. Sea la anécdota cierta (no hay por qué dudarlo) o inventada, es deliciosa. Lloyd no siente nostalgia. “En absoluto. Pienso que el CBGB simplemente cerró y está bien. Aquello se terminó y llegó otra cosa. Los tiempos cambian y echarlo de menos sería un sufrimiento gratuito, sería convertirme en preso de esos recuerdos, identificarme con ello y ser eso, ser pasado. Mucha gente viene y me dice que es una gran pena que se haya terminado, pero yo no siento la menor tristeza ni melancolía. Así se escribe la música popular”.

domingo, 29 de enero de 2023

TOM VERLAINE, POETA DE LA GUITARRA Y LÍDER DE LOS INFLUYENTES TELEVISION, MUERE A LOS 73 AÑOS

Alejandro Santos Cid

El País, 29/01/2023

[Mal mes: David Crosby y Tom Verlaine se nos van en menos de quince días. Adiós a uno de mis guitarras favoritos.]

El sonido de Verlaine, en la lista de los mejores guitarristas de la historia de la ‘Rolling Stone’, fue descrito una vez por su vieja compañera Patti Smith como “miles de pájaros aullando”

El Nueva York que alumbró una de las escenas más explosivas de la historia de la música está de luto estos días. Tom Verlaine, guitarrista, poeta y compositor en Television, una de las más influyentes bandas de rock y punk seminal surgidas a principios de los setenta al calor del icónico CBGB, falleció el sábado en Manhattan a los 73 años. La noticia fue confirmada a Rolling Stone por Jesse Paris Smith, hija de la también poeta y cantante Patti Smith, vieja compañera de Verlaine en aquellos vertiginosos y bullentes años en el Lower East Side neoyorquino. Paris Smith no especificó la causa de la muerte, aunque indicó que el músico sufrió una “breve enfermedad”.

De nombre real Thomas Miller, adoptó como nombre de guerra el apellido de Paul Verlaine, poeta simbolista francés de finales del siglo XIX, por el que el músico sentía devoción. El líder de Television consiguió destilar un estilo único en la guitarra, descrito una vez por Patti Smith como “miles de pájaros aullando”. Bebía de influencias tan diversas como el rock and roll de los primeros Rolling Stones, el saxo de John Coltrane o la versatilidad del clarinetista, flautista y saxofonista Eric Dolphy, una mezcla que derivó en una personalidad etérea, marcada por un sonido afilado pero melódico, lírico pero directo, artístico pero callejero.

La revista Rolling Stone lo colocó en el número 90 de su lista de los 100 mejores guitarristas de la historia, donde lo definió como “un modelo para las nuevas generaciones de guitarristas con un gusto por la violencia punk y la melodía”. El crítico del New York Times Robert Palmer escribió sobre él en 1987: “La pureza en el sonido de la guitarra de Verlaine es única en el rock contemporáneo (...) Donde otros guitarristas liberan un amasijo de notas, Verlaine deja que un simple temblor haga todo el trabajo”.

Verlaine fue de esos músicos con un halo de malditismo que nunca triunfó comercialmente. No le hizo falta: se movió siempre en los márgenes de la historia de la música, con el pedigrí de haber sido uno de los primeros artistas que intuyó el advenimiento del punk rock, un género que sacudiría los cimientos de la industria. Con Television solo grabó dos álbumes de estudio en los cinco años de vida del grupo (1973-1978), aunque luego se reunirían en los noventa para algunos conciertos y un tercer disco, Television (1992).

Marquee Moon, editado en 1977 por Elektra Records y considerado por la crítica como una obra maestra, marcó un antes y un después en la escena subterránea de Nueva York y en toda la música independiente global. Su principal single, de idéntico nombre al disco, es una pequeña joya de 10:38 minutos de duración que empieza con uno de los caracoleos, a dos dedos y cuatro notas, más singulares de la historia del rock. Su sonido, con reminiscencias orientales, y sus patrones repetitivos hasta la saciedad, consiguen generar una sensación de trance, mientras Verlaine canta versos que hablan de una oscuridad creciente, rayos que caen sobre sí mismos o “el beso de la muerte y el abrazo de la vida”.

En 1977, Ken Tucker, de la Rolling Stone, en una reseña comparada con el primer trabajo de Blondie y el segundo lanzamiento de los Ramones, bandas hermanas de escena, calificó el álbum de Television como “el más interesante y audaz de los tres”. Sobre Verlaine, escribió: “Toca la guitarra con un estilo desgarrador e hipnótico, como una sucesión de pesadillas, y canta todos sus versos como un pollo inteligente siendo estrangulado”. El segundo disco de la banda, Adventure, editado también por Elektra en 1978, consiguió menor éxito comercial todavía que el anterior, aunque fue alabado por la crítica.

Ese mismo año, la banda se separó y Verlaine se lanzó en pos de una carrera en solitario con un perfil más discreto. Grabó una decena de discos, el último en 2006. Aunque de gran calidad musical, sus nuevos trabajos ya nunca recobrarían la influencia de los dos primeros álbumes de Television.

Los años del CBGB

Verlaine, nacido en 1949 en Wilmington, Delaware, fue compañero de colegio de otro peso pesado en la historia del rock, Richard Hell, considerado el modelo primigenio de la estética punk. Los dos se reencontrarían a principios de los setenta en Manhattan, donde empezaron a compartir riffs y poemas antes de acabar formando Neon Boys, el estado seminal de Television, que se completaría con Richard Lloyd a la guitarra, Billy Ficca a la batería y Hell al bajo. Tras varios desencuentros con Verlaine, Hell salió de la banda poco después para formar The Voidoids, siendo sustituido por Fred Smith.

Era un tiempo en el que todo parecía posible, ha escrito Patti Smith en la despedida a su viejo amigo. Nueva York era una ciudad abandonada a su suerte: saqueada, en llamas, podrida de corrupción, drogas, suciedad y delincuencia. El Lower East Side, plagado de edificios vacíos que nadie quería habitar, se convirtió en el epicentro de una joven escena artística y musical de chavales que se mudaron a la zona por los baratos o inexistentes alquileres.

Era el caldo de cultivo ideal para que brotara una escena cruda y sin destilar. Hilly Kristal, un estrafalario empresario que venía de un par de fracasos comerciales, supo ver la dirección en la que soplaban los nuevos vientos. En 1973 abrió el CBGB, originalmente pensado para acoger conciertos de Country, BlueGrass y Blues (de ahí su nombre), pero acabó refugiando a aquel puñado de jóvenes extravagantes que trataban de abrir grietas a guitarrazos en los anquilosados muros de la industria musical.

El mismo año que Kristal inauguró el bar —cerrado en 2006 y considerado como un templo musical, parada obligatoria para melómanos y mitómanos—, Television empezó su andadura, curtiendo y macerando durante años su sonido en aquel antro que acabó asociado a su nombre para siempre. Allí fueron ganando, concierto a concierto, un público no demasiado masivo pero leal —entre ellos, rostros conocidos como David Bowie o Nicholas Ray, director de Rebelde sin causa—. No solo ellos: entre aquellos muros pintarrajeados se coció una escena única en la que dieron sus primeros pasos Blondie, los Ramones, Patti Smith, Talking Heads, la Velvet Underground o los Dead Boys, entre muchos otros que hicieron del lugar parada habitual, como Iggy Pop o Sid Vicious.

El mundo de la música se ha volcado en recordar a Verlaine. “He perdido un héroe”, ha escrito Michael Stipe, cantante de R.E.M., en las redes sociales de la banda. También se han sumado a la despedida Chris Stein, de Blondie, Flea, bajista de los Red Hot Chilli Peppers o Kim Gordon y Thurston Moore, de Sonic Youth. Este último escribió: “Pasé ayer por los puestos de libros fuera de Strand pensando que te vería como siempre, me fumaría un cigarro y hablaría de raros hallazgos poéticos durante un par de horas. Te echaré de menos, Tom. Descansa en paz”. Algunos de los grupos más influyentes de los últimos tiempos rindiendo homenaje a uno de los guitarristas que empezó todo. “Gracias por abrir el camino”, añadió Jesse Paris Smith.

Verlaine, un tipo que aparece en viejas fotos en blanco y negro como un joven larguirucho, despeinado y de facciones afiladas, ha cerrado su último capítulo después de haber escrito algunas de las páginas más importantes de los últimos 50 años de la historia de la música. Moldeó a su gusto un género, jugó con las seis cuerdas sin apuros ni virtuosismos, le cantó de una manera tremendamente personal a las calles de Nueva York, quizá la ciudad de la que más se ha escrito, y dejó un legado incalculable en forma de versos sugerentes y riffs inmortales. La herencia para el mundo del hombre cuya guitarra aullaba con la fuerza de mil pájaros.

miércoles, 9 de enero de 2013

TELEVISION: EMISIÓN IRREGULAR DESDE NEW YORK CITY

Enrique Martínez


Todos sabemos lo que pasa cuando las aguas se estancan. Todos hemos visto como cambian de color y de textura, hemos sentido como su olor se torna en algo repulsivo. Como lo que una vez resultaba un nutriente vital y necesario, se convierte en el alimento de las formas más rebajadas e innobles de vida y el veneno de las otras. Como el lugar en el que antes bañarte te transmitía una refrescante sensación de plenitud, ahora te repele con sólo aproximarte más de la cuenta.

En cierto modo la evolución del rock es, o debiera ser, un fluido, algo maleable y en perpetuo movimiento, una corriente que viene de lejos y de la que no debería tampoco intuirse su desembocadura. Pero en ocasiones tropieza con diques que van entorpeciendo su paso hasta restarle impulso, hasta detener su discurrir y provocar las primeras señales de muerte. Y entonces se convierte en una labor colectiva romper esos diques, liberar todo ese preciado líquido. 

También sabemos también que hay gente que no aguanta a los demás, que no comprenden ni soportan ni la estupidez ni la mediocridad ajena, que no comprometen sus puntos de vista y que en consecuencia sólo pueden trabajar en solitario. Ellos también sienten la llamada del agua y quieren liberarla, pero no soportan el contacto o los modos de los demás voluntarios. Así que se dedican a picar en zonas apartadas del dique. Pican con tanta o mayor fuerza que los demás, pero lo hacen solos o en compañía de pocos. La mayoría de las veces fracasan, se agotan en su autista intentona. Pero algunos pocos triunfan y abren una vía menor, de más reducidas dimensiones que las de la vía principal que libera el resto. Y todos sabemos que por los espacios angostos el agua circula a presión, y este nuevo discurrir suele ser más virulento, más cargado y explosivo, y termina por reclamar nuestra atención con su estruendo.

TELEVISION picó en su momento una de esas solitarias y apartadas vías de agua, continuadora de una tradición de "outsiders" que siempre encuentra en Nueva York, en esa ciudad que nunca duerme, un enorme predicamento. Cuando las aguas del rock olían realmente mal, ellos vinieron a realizar su disidente labor, y después desaparecieron tan sigilosamente como habían acudido al rescate. Esta es la historia de su fugaz lección, de su sugestiva exposición de lo bien que se pueden llegar a hacer las cosas cuando se siente la necesidad sincera de hacerlas como te apetece. 


En cierto modo la historia de TELEVISION es la historia de lo que su líder TOM VERLAINE quiso que fuera. Él fue el catalizador, el líder que dominó los destinos de la banda con mano férrea, y el que decidió cuando dar fin a su trayectoria con sólo dos L.P´s publicados, hasta que en el año 1992 en el que resucitó el cuarteto para un único disco de estudio y una nueva gira. O hasta el año 2.001 en el que volvió a dar la orden de reagruparse a sus irregulares tropas para una corta gira que les trajo por España. Pero la historia de TELEVISION es, sobre todo, el relato de un fogonazo cegador para aquellos que quisieron, pudieron o acertaron a mirar en su dirección en un periodo repleto de ellos. Y al ser aquél un destello distinto, alimentado de una energía diferente de la de los demás, los documentos que lo recogieron, "Marquee Moon" y "Adventure", siguen resultando algo especial después de tanto tiempo, que todavía consigue cegar y fascinar a los que se acercan a ellos. 

Verlaine en realidad se llamaba TOM MILLER y provenía de Wilmingtom (Delaware) Su primer amor musical fue el saxo y el jazz de JOHN COLTRANE, para después encontrar en el rock´n´roll de los ROLLING STONES y de los KINKS un argumento que le convenciese para tocar la guitarra. Formó sus primeros grupos en compañía del batería BILLY FICCA, que desde entonces le acompañaría en sus aventuras musicales, mientras que en RICHARD MEYERS (futuro RICHARD HELL) encontró un compañero de correrías bohemias y rebeldes, y una caja de resonancia para sus inquietudes artísticas, que incluían un gusto profundo por la poesía.

El primero de los tres en llegar a Nueva York, fue Meyers, persiguiendo sus sueños literarios más que los musicales. En 1968 Tom se une a él en su aventura, y después localiza a Ficca en Boston y le convence para formar un grupo de nuevo. Así los NEON BOYS comienzan su discreta andadura.


El catalizador que llevo a esta formación a algo menos anónimo fue el ingreso del segundo guitarrista de la formación: RICHARD LLOYD. Criado en una familia acomodada, se dejaba llevar por la onda del momento mientras aprendía a tocar la guitarra, en un tránsito que le llevó por Nueva Jersey, Boston y Los Ángeles, hasta cerrar el círculo y volver a Nueva York, donde se había criado, en 1972.

Cuando el cuarteto es rebautizado por Meyers como TELEVISION, y tanto él como Verlaine asumen su alias artísticos, comienza el duro trabajo de convertirse en una banda seria. Después una temporada TELEVISION se convierte en una de las bandas asiduas del GBGB neoyorquino y en una de las estrellas de la escena local de clubs. Los contactos con la potente escena local se hacen más intensos, hasta el punto de que Verlaine comienza una relación sentimental con PATTI SMITH, a la que ayuda en su primer single. Antes Smith había escrito en un artículo aparecido en la prensa musical local ("Rock Scene" 1974) que el estilo de tocar la guitarra de Verlaine era como "un millar de pájaros azules gritando", su cuello "como el de un cisne" y todo él un tipo "por el que merecía la pena perder la virginidad". Lo que sin duda le debió parecer bastante halagador.

Mientras la banda va desarrollando su sonido, las diferencias artísticas entre Hell y Verlaine se hacen cada vez más patentes, pues el primero es un prototípico punk de raza, kamikaze y dejado, con una creciente afición a la heroína y un estilo de vestir cuidadosamente harapiento, que el astuto MALCOM MCLAREN plagiaría para sus SEX PISTOLS. Mientras Verlaine se mostraba austero, seco y adusto, también algo egocéntrico y, sobre todo, centrado en convertir a su banda en una máquina de art rock y que estaba. Harto o desengañado de las drogas, contempla como Hell no progresa en absoluto como instrumentista y no es capaz de convertirse en el bajista adecuado para una banda de densos desarrollos instrumentales como se estaba convirtiendo TELEVISION.

Porque hay que destacar esto, en la escena de lo que es conocido como "Punk de Nueva York" no había una sola banda igual que otra. Escuchar hoy los debuts de BLONDIE, TALKING HEADS, RAMONES, PATTI SMITH o TELEVISION es asistir a una sucesión de músicas que escasamente tienen algo que ver entre ellas, y que de hecho suenan mucho menos uniformes que los primeros discos del punk británico de 1.977. Si algo unía a la mayoría de estas bandas era el intento de volver a lo básico, a la simplicidad del primer rock´n´roll, abandonando el gigantismo de los dinosaurios de la época y de las bandas sinfónicas y progresivas. Y en esto es dónde se diferencian TELEVISION, que era una banda expansiva y basada en la improvisación, aunque a la vez estuviese completamente alejada de los parámetros del rock sinfónico y progresivo de los setenta. 

Así que ante la falta de habilidad de Hell, el pragmático Verlaine procede a despedirlo y a fichar al FRED SMITH, por aquel entonces en BLONDIE. A partir de entonces TELEVISION consiguen convertirse en la mayor atracción en directo del GBGB con unas actuaciones en las que destacaban unas canciones bizarras que eran llevadas al extremo por los solos de guitarras de Verlaine y Lloyd, que se sustentaban en una sección rítmica en la que la exuberancia de Ficca se equilibraba con la solidez pétrea de Smith. Su fama local les lleva a publicar ellos mismos su primer single "Johnny Little Jewel", que se convierte en una sensación loca. En 1975 Island realiza un primer intento de ficharlos financiando unas sesiones de grabación supervisadas por Brian Eno, que culminan en un desastre musical absoluto. Verlaine decide a raíz de esta experiencia dejar madurar a la banda y desconfiar de las discográficas y también de los productores con "visión".


Definitivamente en 1977 firman con Elektra y eligen a ANDY JOHNS como coproductor del disco por sus cualidades como ingeniero de sonido y su estilo aparentemente neutro y nada entrometido, pues a Tom le gusta el sonido de guitarras que ha conseguido para los ROLLING STONES en el disco "Goat ´s Head Soup". Sin embargo Johns no termina de entender algunas de las ideas del grupo, especialmente las de Verlaine con respecto al sonido, concretamente en lo relativo a la batería. La intención de la banda en todo momento era captar su sonido en directo, que en definitiva era lo que había atraído la atención sobre ellos, aunque tal vez controlando su tendencia a desafinar. Finalmente en 1977 se publica "Marquee Moon", su primer álbum que es recibido como un prodigio por algunos críticos ingleses. Incluso una portada del NME hablando del "futuro del rock", que al haber sido de las 1.000 primeras que hicieron debía significar algo más que cuando le tocó a ELASTICA. O una crítica del gurú NICK KENT absolutamente extasiada ("Lo único que tienes que hacer es escuchar y levitar") Pero finalmente no llega muy alto en las listas de ninguno de los dos lados del Atlántico.

Realmente con el paso del tiempo que un disco tan especial como "Marquee Moon" siga siendo un pequeño secreto para "entendidos" es algo que termina por dar igual, porque su calidad está por encima de cualquier consideración de este estilo. Contiene una de las visiones más originales y transgresoras del rock que jamás se hayan recogido. Pertenece, con lugar de privilegio, a los discos que constituyen a su el legado de ese ilustre linaje nueyorquino que han escrito una historia alternativa del rock´n´roll desde la VELVET UNDERGROUND. Ya desde el riff circular de "See No Evil" te introduces en un lugar extraño, pero muy acogedor. 


Por ejemplo, si aparecen listados los solos de guitarra de cada tema en la portada e identificados sus autores se debe a que cada uno de esos solos contiene algo más que exhibicionismos gratuitos de técnica: son parte intrínseca de los desarrollos de las canciones, en la escuela del Be-Bop que tanto le gusta a Verlaine. Escuchar sus ataques a las cuerdas en "Friction" es una experiencia casi violenta. Y, de hecho, sus punteos tienen una cualidad mucho más atonal y extravagante que los de Lloyd, más clásico y rockero, más aferrado a las escalas pentatónicas del blues. Pero se complementan perfectamente, ya que por el contrario cuando llega el momento de realizar el trabajo de guitarra rítmica, cada uno asume la opción inversa: los riffs que toca Lloyd son más excéntricos que los de Verlaine, convirtiendo ese contraste cruzado en uno de los mayores atractivos del disco.

TELEVISION se muestran tan líricos como feroces a lo largo de todo su debut. Las surrealistas letras de Verlaine acompañan delicadas (aunque imprevisibles) baladas como "Venus", "Guiding Light" o "Torn Courtain". Por su parte "See No Evil", "Friction" o "Prove It" contienen un acumulativo y peligroso estado de tensión musical, que parece llevar a las canciones al paroxismo y la autodestrucción, pero que de algún modo consigue sostenerse sobre el alambre.

Como centro del disco y síntesis del sonido está "Marquee Moon" la canción que lo titula. Pieza de extraño lirismo, de casi diez minutos de duración, de estructura circular y cerrada en sí misma (en el caso de la edición en C.D, añade el "fade out" con el riff de apertura, lo que acentúa este aspecto) Los desarrollos resultan impredecibles y los solos de guitarra alternos entre Lloyd y Veraine se dejan llevar por espacio de minutos, pero todo culmina en una canción que difícilmente se puede definir con otra palabra que no sea "perfecta". El riff principal tiene un pulso reggae, el estribillo se construye sobre un equilibrio extremadamente inestable, y paradójicamente son los solos de guitarra los que introducen el contrapunto lírico. Hasta que el crescendo furioso que casi cierra el tema no encuentra otra resolución que el delicado pasaje de teclados que precede a la última aparición del "tema" principal, acompañado otra vez con la letra de primera estrofa, lo que produce una sensación de "eterno retorno", y abre la posibilidad de un apetecible coda completo de toda la pieza. Una obra maestra.



Es desde mi punto de vista uno de los discos más infravalorados de la historia del rock. Obviamente carece de la garra y misterio de "Marquee Moon", o de su capacidad de sorpresa. Pero en las revisiones históricas a TELEVISION sólo se le recuerda por su debut, y sin embargo "Adventure" es un disco excepcional, de una calidad fuera de cualquier duda, y que con facilidad barrería a muchos de los primeros puestos de las listas de lo mejor del año pasado, si hubiera aparecido entonces. Una colección completa y ecléctica de canciones, con una sonoridad distinta que explica Veraline en el siguiente fragmento de una entrevista del año 1981:

"Adventure fue suave como resultado del que el ingeniero con el que trabajamos consiguió un sonido suave [...] Adventure es como un disco flotante, el modo en que se grabó, el modo en el que se tocó. Todos esos elementos conllevan que tenga una cualidad atemporal. Dentro de diez años ese disco va a seguir sonando ajeno a su tiempo. Hay algo que realmente me gusta de él".

Verlaine lo clava: es un disco más atmosférico, más melódico, más "pop", aunque por momentos más punk que su predecesor. Las canciones son más breves, desaparecen los duelos de guitarra y los solos se acortan. El trabajo de estudio se nota en la mayor personalidad en el sonido de cada canción, en una mayor variedad de atmósferas.

En la primera oscila entre la recuperación de la versión más dinámica de la banda, pero en una versión más concisa con la hipnótica "Glory" o las rabiosas "Foxhole" y "Careful" (lo más punky de los dos discos); y una nueva tendencia, de lirismo conciso y ensoñador, con "Days": una preciosa canción escrita por Lloyd al invertir el orden de los acordes de "Eight Miles High" de los BYRDS. 




La segunda cara, sus últimas cuatro canciones son una búsqueda de una atmósfera onírica que culmina (con la interrupción de la enérgica "Ain´t That Nothin´") con "The Dream´s Dream", el tema más extenso de "Adventure", de seis minutos y medio, pero cuyo desarrollo recuerda más a piezas psicodélicas de los años sesenta, que a la propia "Marquee Moon". Y ya antes "Carried Away" y "The Fire" habían ofrecido pasajes de una belleza suficiente, como para desmentir el inexplicable tópico sobre la menor categoría de este disco.

A pesar de que "Adventure" sí tiene un cierto éxito comercial en el Reino Unido, después de la gira promocional y sin ningún motivo aparente ni expreso, Verlaine disuelve el grupo y decide comenzar en solitario. Lo cierro es que su control sobre el grupo resultaba cada vez más intenso y exigente. Tal vez tenía, o creía tener las ideas tan claras que la democracia de un grupo formado desde abajo le resultaba un estorbo. Así que desde entonces, y hasta principios de los noventa, no volvió a convocar a TELEVISION. Y entonces ya no podía ser lo mismo.

Pero si sumamos a estos dos luminosos y atípicos discos, su directo de 1978 "The Blow Up", entonces esta irregular y secreta frecuencia de emisión sigue estando ahí, flotando en las ondas, incitándote a que la sintonices y disfrutes de su peculiar mensaje. Y la verdad es que ya estás tardando demasiado.