domingo, 22 de mayo de 2016

LOS 75 HIJOS DE SCREAMIN' JAY HAWKINS

Sergio S. Olguin
Página12, 08/01/2002



Todos recuerdan que entraba al escenario dentro de un ataúd en llamas, que era venerado por los Stones, que actuó en películas de Jarmusch y Alex de la Iglesia y que reinventó el blues en tiempos del rock. Lo que pocos saben es que, antes de su muerte en febrero de 2000, Screamin’ Jay Hawkins legó su inmensa fortuna a todos sus hijos. Asunto que sería sólo un trámite si no fuese porque la cifra es incalculable: ya aparecieron más de 75 en todo el mundo y hay un sitio en Internet para seguir buscando.

Hay muchas más posibilidades si uno es negro, pero si se tiene la piel blanca, amarilla o de cualquier otro color, no hay que perder la esperanza. Cualquiera puede ser hijo del bluesman Screamin’ Jay Hawkins. El mítico cantante falleció el 12 de febrero de 2000. Tenía 70 años y dejaba, además de algunos discos del mejor blues, más de 75 hijos no reconocidos que ahora sus abogados buscan por el mundo. Algunos ya fueron ubicados en distintos estados de Norteamérica y hasta en Honolulu. Pero hay quienes dicen ser hijo suyo en lugares tan disímiles como México, Finlandia, Inglaterra, Yugoslavia, Australia y Corea. Negros la mayoría pero también blancos, mulatos y orientales. Si alguien cree que es uno de los herederos del gran cantante, no tiene más que ir a la página en Internet dedicada al tema (www.jayskids.com) y ponerse en contacto. Una búsqueda digna del gran Screamin’, loco y desbordante.

Cuestión de hechizos

Cuando todos creían que el hombre molesto del blues terminaba sus correrías en un hospital de Neuilly-sur-Seine, en Francia, víctima de una aneurisma, Screamin’ Jay Hawkins multiplicó la apuesta. Y cómo. La multiplicó en principio por 57, pero ahora ya son más de 75 los hijos posibles del creador de “I Put a Spell on You”. En los últimos años de su vida, Screamin’ había repetido a todos los que quisieran escuchar que había echado mucho más que un hechizo en las mujeres que se le habían acercado a lo largo de cuatro décadas de carrera musical.

Cuando murió, lo acompañaba su sexta esposa oficial, una camerunesa con la que había compartido sus últimos años. Se había trasladado a las afueras de París empujado por un amor francés anterior y por su rechazo hacia los Estados Unidos: “Odio Norteamérica porque soy negro”, declaró en una entrevista. “Allá, si sos negro no sos nada. Norteamérica es nuestro peor enemigo. Todos los grandes artistas negros estuvieron bajo el control de los blancos: Nat King Cole, Duke Ellington, Count Basie...”. Su quinta esposa oficial, de la que se separó en 1994, era una parisina de 30 años. Cambiaba de esposa fácilmente y no cuidaba mucho los detalles de la paternidad, pero no se separaba nunca de sus dos relojes (uno con la hora de la Costa Oeste norteamericana) ni de su colección de calaveras. “He llegado a un momento de la vida donde me pagan sin que tenga que trabajar”, afirmó por entonces mientras se reía con la misma carcajada con la que se reiría el diablo si supiera reír.




Músico y pirata

Mientras en 1929 el mundo vivía el Crack de la Bolsa, en Cleveland (Ohio) nacía Jalacy J. Hawkins, a quien la historia del blues le tenía guardado el nombre de Screaming. O más precisamente: Screamin’ Jay Hawkins. Un hombre que clamó, gritó, aulló y lloró el blues como nadie.

Hawkins: el apellido remite a dos prestigios bien distintos que marcaron, de alguna manera, el destino de Screamin’. Existía ya entonces Coleman Hawkins, el famoso saxofonista de jazz, pionero del bebop, que triunfaría en las décadas del 40 y 50. Pero mucho antes había existido John Hawkins, un bucanero que asoló las costas de América en el siglo XVI y que llegó a ensombrecer la fama del pirata Drake. Screamin’, haciendo honor a su apellido, adoptaría a la música como destino y se mostraría con un cierto espíritu fuera de la ley, un “look” que alimentó en casi medio siglo de carrera musical.

Sus problemas con la paternidad se remontan a cuando él estaba del otro lado del mostrador. Screamin’, como muchos de sus hijos, jamás conoció a su padre y su madre lo abandonó a los 18 meses. Se crió con una vieja india que, según el mito que él mismo alimentó, lo educó en los secretos de la magia. Su vida transcurriría en la calle y seguramente habría terminado como delincuente si no se hubiera ido con los Marines cuando era apenas un adolescente de quince años. Participó del final de la SegundaGuerra Mundial, fue herido y volvió desengañado de la vida militar a su Cleveland natal donde abundaban los problemas raciales y económicos. 

La supervivencia a fines de los 40 era muy dura para cualquiera y mucho más para un negro supersticioso que no tenía oficio ni estudios. Screamin’ aprendió rápido que debía sobrevivir a golpes, literalmente. Se dedicó al boxeo con bastante éxito llegando a ser un destacado campeón amateur medio-pesado en 1947.

Su destino de boxeador se vio interrumpido por la Guerra de Corea. Esta vez, Screamin’ estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para no volver al frente. Durante la revisación médica se hizo pasar por loco con escenas de vudú que había visto en su infancia. Fue considerado, lógicamente, “no apto” y se trasladó a Virginia donde el blues lo estaba esperando.

Screamin’ tocaba un poco el piano y cantaba ocasionalmente. Su voz grave y algo cascada llamaba la atención, sobre todo porque en cada canción desplegaba un histrionismo inusual para la época. En 1953 cantaba en un tugurio de Virginia: “Había en el público una mujer enorme”, contó Screamin’ en una entrevista del diario francés Libération. “Era obesa, bestial, no paraba de tomar a la vez Black & White y Jack Daniels. No me sacaba los ojos de encima y me gritaba: Scream (aúlla), baby, scream Jay. Yo me dije: Bueno, buscabas un nombre artístico y lo acabas de encontrar.”




De la constipación al éxito

En 1956, Screamin’ y sus músicos estaban absolutamente borrachos cuando registraron un tema compuesto por él mismo: “I Put a Spell on You” (“Te puse un hechizo”). La canción estaba llena de gemidos y de gritos que la convirtieron en objeto de odio de la sociedad puritana. El tema fue prohibido en esa versión y tuvo que ser suavizado para ser emitido por radio. “I Put a Spell on You” no llegó a estar nunca entre los temas más escuchados de Estados Unidos (difícil competir en aquellos tiempos con Elvis Presley o con Jerry Lee Lewis), pero llegó a vender un millón de discos en los años siguientes. Tiene, además, un extraño record: esta balada cuenta con casi cuarenta versiones distintas entre las que se destacan las de Creedence Clearwater Revival, Nina Simone, los Who, David Bowie y una nueva versión grabada en los 80 por el propio Hawkins.

Después de este leve y temprano éxito, la carrera de Screamin’ tuvo un lento pero continuo declive, que se extendió por dos décadas. Su música no era la que más pegaba en un mundo musical dominado por el rock. Siguió componiendo e interpretando temas logrados y levemente humorísticos como “Aligator Wine”, “I Hear Voices” y “Feast of the Mau Mau”. También conseguía continuar con las provocaciones, con temas como “Constipation Blues”, que se ha convertido en un clásico del rythm’ n’ blues y que habla de sus problemas intestinales: “Me encontraba constipado desde hacía cuatro días. Tenía el vientre hinchado como un perro envenenado. Yo gritaba del dolor. Y compuse una canción que me dio buen dinero”.

Si algo seguía llamando la atención de Screamin’ era la puesta en escena de los shows. Cada vez que se presentaba en un recital Hawkins entraba al escenario cargado dentro de un ataúd en llamas. Su acompañante inamovible en todos los conciertos era una enorme serpiente de goma. Screamin’ siempre se presentaba con un bastón que tenía una calavera en el extremo, y con una larga y brillosa capa que le valió el calificativo de “el Drácula del blues”. Desde su aparente fracaso, Screamin’ influía en otros músicos que lo imitaban. El grupo de rock Black Sabbath tomó de él las ideas para su propia puesta en escena.

Sin embargo, la luz de Screamin’ volvió a brillar con la llegada de la década del 80. Fueron los Rolling Stones quienes le dieron la oportunidad de renacer cuando lo invitaron a abrir su serie de conciertos en el Madison Square Garden. Keith Richards le produjo un nuevo disco y lo puso otra vez en carrera. Junto a su música, Screamin’ comenzó a desarrollar en el cine sus dotes actorales convirtiéndose en un personaje de culto en cada una de sus apariciones en la pantalla grande. En 1984, Jim Jarmusch filmaba su primer largometraje: Stranger Than Paradise (Más extraños que el paraíso). En ella, uno de los personajes llegaba de Hungría con un casete en el que escuchaba sin parar “I Put a Spell on You” en la versión original de Screamin’ Jay Hawkins. A Jarmusch lo apasionaba el costado histriónico de Screamin’ y lo convocó para su tercera película: Mistery Train, en la que por primera vez Screamin’ dejaba de lado sus canciones para interpretar a un conserje de un hotel de cuarta en una ciudad de Memphis desolada. Screamin’ no cantaba, pero cuando se reía con su aspecto simiesco su voz recordaba a sus canciones.



La sexta aparición de Screamin’ en las pantallas se convirtió en su mejor papel: interpretó al infernal Alfonso en Perdita Durango, la película norteamericana del español Alex de la Iglesia. El personaje le iba como anillo al dedo para acompañar a Javier Bardem y a Rosie Pérez en esa película descontrolada. La última aparición de Screamin’ en el cine ha sido póstuma: hace un par de meses se estrenó Screamin’ Jay Hawkins: I Put a Spell On Me, un documental del greco-norteamericano Nicholas Triandafyllidis donde aparecen Jim Jarmusch, la cantante Diamanda Galas y el propio Hawkins, entre otros testimonios.

Hasta su muerte, Screamin’ Jay Hawkins tomaba unas extrañas pastillas cada quince minutos, se cuidaba el cutis con una máscara facial que le enseñó su madre adoptiva, despotricaba contra sus viejos compañeros de ruta (“James Brown es un boludo analfabeto”), contra los cantantes de rap (“Tipos que sólo piensan en la cana y no tienen nada que ofrecer musicalmente”), reconocía su admiración por Frank Sinatra y preparó el testamento para dejarle su fortuna, bastante considerable por cierto, a sus hijos.

En nombre del padre

Desde la muerte del cantante hasta hoy son más de cien personas las que reclaman su parte de la herencia. Los encargados de comprobar que todo sea legal se toman su tiempo para hacer las cosas: hasta ahora sólo dos hijas no reconocidas por Screamin’ han sido incorporados a la familia Hawkins (en las que también hay hijos legales pero abandonados de un primer matrimonio). Una de las hijas recobradas es Helen Perez, una empleada del subte de Nueva York, y la otra es Melissa Ahuna, una nativa hawaiana que recibe a los turistas bailando el hulahula.

Los que dicen ser sus hijos utilizan todos los argumentos imaginables. Algunos tan tirados de los pelos como que su madre se emocionaba cada vez que escuchaba a Screamin’, o que sienten el blues en su sangre. Un tal BH afirma: “Toda mi vida supe que era un huérfano y siempre hubo algo en lo profundo de mí que me decía que yo era especial de una manera que no podía aún comprender. Recientemente pude ubicar a mi madre Esmeralda, una prostituta hispana que vivía en el Bronx para la fecha de mi concepción. Tuve una larga charla con ella y pudimos acotar la lista de padres posibles a un grupo de mercaderes de pieles rusos, su hermano Carlos y Jay Hawkins en persona. En el fondo, sé que soy su hijo”.

Dayton, de Ohio, ofrece pruebas irrefutables: “Puedo cantar blues y tengo pelo enrulado. Mi mamá nunca me permite escucharlo porque la hace llorar”. En la misma línea, un neocelandés afirma: “Aunque no soy negro americano, creo que soy hijo de Jay. Él estuvo en tour por Nueva Zelanda a mediados de los 70, que es justo cuando nací. Tengo gran habilidad musical que no puede ser atribuida a ninguno de mis padres que no reconocen una nota. Además siempre supe que era negro en mi interior. Tengo soul, baby”.

Un neoyorquino insiste: “Mi mamá fue a Atlantic City en agosto de 1951. Mi papá estuvo fuera de la ciudad ese mes y yo nací con un hueso extra(cartílago verdadero) en mi nariz. Adoro el tema ‘I Put a Spell on You’. Sumo a eso el hecho de que creo que éste es un escenario salvaje. Siento que, en mi corazón, podría ser un hijo ilegítimo de Screamin’ Jay. Además, ¡grito un montón!”.



Y no sólo son hijos los que aparecen, sino también posibles madres: “Yo era una groupie, una muy conocida, y Jay Hawkins me vio en un show y le gusté, y dormimos juntos por un tiempo, quedé embarazada y él se fue. Diez años después volvió a Chicago por un show y yo fui a verlo, él se acordaba de mí, y le dije que había quedado embarazada de él y que mi hija tenía diez años ahora; él se tomó unas vacaciones y cuidó de ella por meses, llamaba y mandaba dinero, pero después paró todo de repente, y había un montón de otras groupies que estaban por ahí conmigo y que eran mis amigas que también quedaron embarazadas de él. Jay Hawkins nunca dijo o hizo nada al respecto; él sabía sobre muchas, pero un montón de esas mujeres están muertas o simplemente prefieren no acordarse”.

El último concierto de Screamin’ tuvo lugar en Atenas en 1999, unos meses antes de morir en el hospital francés. No sería raro entonces que dentro de veinte años aparezca un joven griego de apellido largo y de aspecto exótico diciendo que es hijo de Screamin’. Contará una historia de chica seducida por ese demonio gritón y algo decrépito, dirá que todo ocurrió detrás del escenario y que su madre no volvió a verlo. Dirá que nació nueve meses después y que lleva el rythm ‘n’ blues en la sangre. Que le hubiera gustado haberlo conocido. Y habrá que creerle.

jueves, 12 de mayo de 2016

THE TALLEST MAN ON EARTH. "THERE'S NO LEAVING NOW" (2012). Folk luminoso desde umbrías tierras nórdicas





Siempre se había relacionado a los países nórdicos con estilos más cafres del rock, como el metal, el punk o el garage. Recuerdo que en los 80 se estilaba el tópico de que los nórdicos nacían con una guitarra bajo el brazo. Pues bien, en el caso de Kristian Matsson, alias The Tallest Man On Earth, esta guitarra es acústica. En efecto, lejos de los conocidos excesos sonoros escandinavos este músico sueco ha optado por el folk inmaculado, aunque eso sí, de nuevo cuño.


Matsson tiene el mérito de usar los elementos tradicionales del folk, las guitarras acústicas (ocasionalmente también el banjo), el finger-picking, las harmónicas, las letras elaboradas que cuentan emotivas historias, los acentos dylanianos en la voz, etc. y hacerlos sonar tremendamente modernos. Unas gotas de luminoso pop indie en la pócima son las responsables. En este sentido el disco que nos ocupa, There's No Leaning Now, de 2012, es paradigmático. Abre el LP la sensibilidad hiriente de "To Grow Away", donde la cálida voz de Matsson hace llorar hasta a las piedras con letras de perdidos paraísos infantiles. Más dylaniana es "Revelation Blues" donde la voz nasal de Matsson, que recuerda a la del maestro de Duluth, Minnesota, se alía con un alegre finger-picking y una desdibujada guitarra eléctrica que no molesta a la esencia acústica y folkie del tema. Pero para finger-picking el que Matsson se marca en el siguiente tema, "Leading Me Now," sobre un fondo de acompañamiento con trémolos (que recuerdan al particular estilo del malogrado Elliott Smith). Sin duda es el virtuoso manejo del finger-picking con afinaciones abiertas lo más sobresaliente de Matsson como guitarrista.



No está tocado con los dedos sino con la púa, sin embargo, el siguiente tema "1904", un tema pop absolutamente pegadizo y redondo que si no viviéramos en un mundo rematadamente hortera habría sido canción del verano. Además es una de las canciones del disco en las que la voz de este cantautor sueco recuerda más a la de Bob Dylan. Más lenta y evocativa es "Bright Lanterns", tema que quizá remite más a la obra mas barroca (Pleasures of the Harbor, Rehearsals for Retirement), de otro de los grandes del folk americano, Phil Ochs. Y con la sexta canción, la que da título al LP, el disco llega a su clímax emocional con Matsson al piano exprimiendo toda su melancolía.



A partir de ahí el disco tiene que renacer de sus cenizas. Y lo hace con "Wind And Walls", donde The Tallest Man On Earth retoma los aires dylanianos y la guitarra a la que le imprime con la púa un ritmo irresistiblemente pop. Otra canción del verano, de un verano paradisíaco. Por su parte, el finger-picking de "Little Brother" recuerda al de "Power and Glory" de Ochs aunque el tema de Matsson es menos épico y mucho más íntimo, de hecho es otro prodigio de sensibilidad. Le sigue "Criminals" donde Kristian Matsson conjura por enésima vez a Dylan y se dedica a picar con los dedos una guitarra eléctrica en este caso. El broche final lo pone "On Every Page", donde la guitarra tiene un toque más bluesy o jazzy y The Tallest Man On Earth se acerca más a Tom Waits (¿quizá estaba pensando en el "Blue Valentines" del californiano?).



Quién iba a decir que en las duras tierras nórdicas, las del invierno perpetuo alguien pudiera tocar una música tan dedicada, luminosa y primaveral. Ya lo decía mi abuela: "en todos sitios cuecen habas".


miércoles, 4 de mayo de 2016

TOP 40 SURF MUSIC INSTRUMENTAL

Didac Piquer Puigdemont

Este Top 40 de temas de música surf instrumental ha sido confeccionado bajo baremos completamente subjetivos. Las reseñas son de piezas que se publicaron entre 1961 y 1965.
/.../


1.- DICK DALE & HIS DELTONES – Misirlou: Manual del perfecto surf instro. La pieza que toda banda de surf versioneó. El arreglo de todos conocido se lanzó al mercado en formato de single en la primavera de 1962, y fue la primera vez que se utilizó el reverb en una pieza de instro surf. En ese mismo año apareció el Lp "Surfer's Choice" grabado (según dicen) en la legendaria sala de baile Rendez-vous en Newport Beach. “Misirlou” aparece en este Lp retitulado "Miserlou Twist" con un arreglo más largo y con pinceladas del "Malagueña", pero sin reverb esta vez. Oda al punteo en doble stacatto, con una melodía de origen griego. Lástima que las florituras de piano del single no fueran fuente de inspiración para siguientes producciones de surf rock.

2.- STARFIRES – Hand Full Of Blood: ¿Por qué en segundo lugar? El címbalo atmosférico, el hipnótico ritmo de tom-tom, el calenturiento riff reverberado y surfer’s glissandos reverberados. Ideal para quemarse en la playa de San Onofre un día de julio de 1963, de hecho el single fue lanzado en ese mismo mes y en ese mismo año. Surf instro en su máximo exponente, y como sucede en tantos casos, la banda que la perpetró cayó en el olvido más cetrino.


3.- LIVELY ONES – Night & Day: Buena muestra de que todo tema puede ser surfsonorizado, en este caso gracias a las maestras manos de Jim Masoner. El insigne compositor Cole Porter fue filtrado por los amplis Fender de los Lively Ones. Tema completamente pictórico que evoca puestas de sol, arenas doradas y olas de cristal verde surcadas por tablas coloreadas de tonos pastel. Tema de esta banda que ya estaba en el repúsculo de su carrera.  De hecho, este single fue el último que lanzaron (justo a principios de 1964). Jim Masoner.. You’re the one!!!

4.- EDDIE & THE SHOWMEN – Scratch: Acordes frenéticos, y digitaciones rápidas. Pieza surf bailable. Buena muestra de porqué Eddie fue el aspirante más firme al trono de rey de la guitarra surf, que siempre estuvo en poder de Dick Monsour (alias Dick Dale).

Clásico del verano de 1963. Versionado por los Lively Ones pero sin la energía adolescente de los de Eddie.

5.- BEACH BOYS – Moon Dawg: En realidad esta es una pieza de la proto surf band The Gamblers. Nick Venet estuvo involucrado en esta producción de 1959/1960. El mismo Nick Venet fichó a los Beach Boys en 1962 para Capitol Records. En su primer álbum “Surfin’ Safari”, se necesitó de material de relleno, y Venet tuvo la idea de incluir este instro. Cual fue mi desgracia cuando Domenic Priore –historiador y documentalista del género- dejó caer que esta versión de “Moon Dawg” está apoyada por el gambler origina Derry Weaver. ¡Llevaba pensando desde mi adolescencia que era el teenager Carl Wilson que dejaba caer los surfer riffs en esta pieza!

6.- SURFMEN – Paradise Cove: Escuchando bellezas como esta uno se da cuenta del surf instro aséptico que se hace hoy día (www.montjuichstuff.com se hace responsable de esta última opinión). La primera balada del surf instro, lanzada por esta pionera banda del género en enero de 1962. Después que Ray Hunt (lead guitar) dejara la banda, se incorporó a la misma Jim Masoner formando los famosos The Lively Ones.

Paradise Cove es el nombre de la cala californiana donde se rodaron muchas secuencias de beach party movies y donde se hicieron las fotos de la portada del primer larga duración de los Beach Boys “Surfin’ Safari”.

7.- DICK DALE & HIS DELTONES – The Victor: Antes que el concepto fusión fuera sinónimo de modernitos y pelos largos, Dick Dale, cogió la iconografía exótica musical filtrada por el tamiz hollywoodiense y se marcó está oda surf sonora a lo Lawrence de Arabia. Genial en sus arreglos y apoyada por los mejores músicos de estudio de Los Angeles de 1964. Dick Dale en su pináculo como rey del sonido surf.

8.- NOBLES – Earthquake: Línea de bajo hipnótica. Percusión lobotómica. Efectos de sonido del espacio sideral. Mas que a un terremoto, el tema evoca a lo que pasó en Roswell en 1947, traspolado a la imaginería de la California del Surf. Otra vez es la simplicidad, la virtud más loable que provoca que un surf instro se convierta en objeto de culto. Clara influencia de Dick Dale.

9.- FENDER IV – Margaya: Tanto el ritmo como la estructura de la canción, aun siendo típica del surf instro de 1964, está a años luz de su época y más cercana a la generación punk de 1977. La linea melódica repetitiva y machacante simplemente no casa en esos tiempos. La violencia de los tambores pertenecen a un universo paralelo que simplemente no fluyó por los años 60. Y todo ello destilado por una Fender Jaguar y sendos amplis del gurú del sonido de válvulas de Santa Ana.

Uno se pregunta como debían bailar los púberes californianos al son de este tema, sino lo hacían al estilo pogo.

10.- NEW DIMENSIONS – Cat On A Hot Foam Board: Políticamente incorrecta furia juvenil al estilo de "Miserlou".

Aquí el punteo en doble stacatto nos lo brindan hasta en la línea del bajo. La batería queda ahogada por una omnipresente lead guitar de cuerdas gordísimas. Es una pena que este santo grial del surf instrumental haya sido ignorado por bandas actuales en favor de clásicos mucho más fofos. El título del tema está prestado de un surf film de Bud Browne de 1959, protagonizado por Phil Edwards.

11.- SENTINALS – Latinia: El latin surf tenía que estar presenta más tarde o más temprano en esta lista, y no podía ser de otra manera que con esta bellísima pieza de surf chicano. Un poco de Santo & Johnny, más un poco de pseudo flamenco, más un poco de sonido proto surf estilo Revels y ya tenemos a esta preciosidad de sonido de válvulas.



12.- ASTRONAUTS – Baja: Lee Hazleewood, antes que convertirse en el partenaire musical de Nancy Sinatra compuso algunos himnos minimalistas al surf siguiendo la linea que marcó con su pupilo Duane Eddy. La magnitud de los estudios RCA en Los Angeles, amplifican el tono del tanque de reverb de las tres guitarras de estos chicos de Boulder (Colorado). El dicho sajón “less is more” se aplica a la perfección en este tema de dos minutos y medio. Hipnótico y atmosférico.

13.- TRASHMEN – Bad News: Garrulez reverberada a cargo de los basureros de Minneapolis. Toman prestado el “Church Key” de los Revels para ser filtrado por los dedos de Tony Andreason. La actitud punk del difunto batería Steve Wahrer le dan el toque de personalidad en cuanto a tom-toms y a berridos etílico-tribales.

14.- EDDIE & THE SHOWMEN – Squad Car: Dramatismo surfsónico estilo Orange County y alusiones al cuerpo de policía pocos años antes que se impusiera el vocablo “pig” para denominarlos. Paul Johnson, expartenaire de Bertrand y los Belairs, fue el compositor de la pieza que fue publicada por Eddie y su panda en Liberty Records (sello de los surf-vocales Jan & Dean) en julio de 1963.

15.- TORNADOES – The Gremmie (part II): El uso del efecto Echoplex fue una de las marcas de fábrica de esta banda de Redlands (California), hasta que adoptaran el tanque de reverb con el paso del tiempo. Tema obligado en cualquier record hop surfer. Bailable y alegre, con trama narrativa incorporada: un gremmie (nomenclatura para designar a los chavalines novatos en el surf) le pide prestado la tabla a un surferote de tomo y lomo. Después de alguna negativa, el surfer cede y le presta la tabla al principiante. Los socorristas son precisados después del wipe out del gremmie. Ok, gremmie, take it! TWANG, TWANG TWANG, TWANG!!!

16.- SUPER STOCKS – Midnight Run: Efluvios latinos a la californiana mezclados con las enseñanzas de “Pipeline”. Pese a ser un tema grabado con banda de estudio en contraposición de la más habitual versión adolescente y garajera del surf instro, esta producto a cargo de Gary Usher se defiende más que bien. Como tantos surf instros, la sencillez y sonido cristalino lo convierte en un tema clásico del género.

17.- SURFARIS – Dune Buggy: Otra vez simplicidad contundente apoyada en un estacatto persistente de guitarra rítmica reverberadamente hipnótica.

Los Surfaris de Glendora, como buena instro band, podían hacer mucho con una estructura bien básica. Dinamismo sonoro que evoca a la naciente escena de dune buggies que se aposentaba en la costa central de California. Lanzado como single en julio de 1964 en Decca Records.

18.- DICK DALE & HIS DELTONES – Surfin’ Drums: En este caso, sí que se puede clamar que Bo Diddley goes surfin’. Mr. Richard Monsour nos obsequia con un compendio de florituras y fullerías que seguro fue deleite de los aspirantes a guitarristas surf de acné a flor de piel que religiosamente iban a tomar nota del rey en el Rendezvous Ballroom. Lástima que nuestro rey, se tomara al pie de la letra lo que dice la vieja ranchera, “mi palabra es la ley” y en los créditos del disco no se mencionara almenos como coautor a Bo Diddley.
Siempre me dió la impresión y conociendo los derroteros pseudo-renacentistas de Dale, que quien interpreta el solo de batería al final del tema es él mismo, ya que gustaba mucho de mostrar su talento con diferentes instrumentos.

19.- CHALLENGERS – K-39: Si Dick Dale fue el rey de la surf guitar, la corona de rey de la batería surf se podría disputar entre Adrian Lloyd (los primeros Rumblers, Adrian & the Sunsets), Ron Wilson (Surfaris) y como no, Hal Blaine, baterista de estudio que aporreó los timbales en multitud de hits de los años 60.



En este caso, Blaine sustituye los patrones rítmicos de la surf guitar por un muro de redobles a prueba de bomba. Richard Delvy, exBelair y productor de este ente musical, como si quisiera engendrar el surf instro perfecto nos brinda el primer verso con guitarra surf a lo twang estilo South Bay, verso con piano amplificado, solo de saxo y verso último con guitarra tocada con doble estacatto. 

El título hace referencia a una ola que rompe en México a 39 kilómetros al sur de la frontera con San Diego.

20.- DAVE MYERS & THE SURFTONES – Aquavelva: Esta entrada bien podría listarse en el TOP 40 bizarro de surf music, pero es demasiado grandiosa como para catalogarla de curiosidad. Decían que este tema está inspirado en un anuncio de Tv de colonia o aftershave… De todas maneras, es una de las piezas más climáticas del surf instro.
Escobillas acariciando la caja, bongos, piano, guitarra tocada con bottleneck saturada de eco… Cultura pop-náutica californiana plasmada en cinta magnetofónica. Podría tratarse de la banda sonora de un documental beatnik de fauna marina, aunque a mi me evoca a imágenes de acuarios abandonados de paredes con mosaico verde romano.

21.- ROAD RUNNERS – Road Runnah: El glissando de la intro no deja mucho tiempo hasta que arranca esta carrera reverberada. Frenética y llena de energía.

Pocos meses que “Road Runnah” se publicara en single a finales de 1963, algún avispado ejecutivo discográfico incluyó el tema como relleno para el primer y único Lp de los Pyramids.

22.- BLAZERS – Bangalore: Este atajo de mocosos, eran una de las pocas bandas que le podía hacer sombra al todopoderoso Dale. De hecho, cuentan que el señor Dale, pilló un berrinche de órdago en un concierto donde coincidieron al ver que los niñatos le superaban en fiereza surferoide.

“Bangalore” es una típica composición de pátina pseudo-exótica que encajaba tan bien con el surf instro.




23.- AVENGERS VI – Peter Gunn: Muchos combos la versionaron, pero nadie como esta surf band. Su único single y Lp fue publicado en la curiosa fecha de principios de 1966, en una época donde la música surf tanto vocal como instrumental había muerto. La invasión británica había conquistado California, y las bandas de surf se habían desintegrado o se habían convertido al folk o al garaje.

Los Avengers VI lejos de abandonar el reverb en favor del fuzz, consumaron una simbiosis entre Leo Fender y Henry Mancini, que por cierto, ¿porqué nadie ha surferizado aún su composición “Mr. Yunioshi”?.

24.- VISTAS – Ghost Wave: Porque el surf instro no sería nada sin un piano amplificado eléctricamente con algo de reverb. Los Chantays, Los Original Surfaris, Bruce Johnston y los Vistas dejaron un legado de teclados amplificados eléctricamente para el deleite del surf instro nazi. Para una versión mejorada del tema escuchar a los Untamed Youth.

25.- SURF TEENS – Kalani Wipe Out: Media de edad: 15 años. Lugar: Southern California. Año: 1963. Éstos son los ingredientes básicos, y seguidamente lo aliñamos con amplis y guitarras Fender y algo de jazz ligero. Banda sonora perfecta de cualquier surf film con las olas del South Shore hawaiiano.

26.- CHANTAYS – Pipeline: Sería pecado capital no incluir este tema en este Top 40.  Pese estar más escuchada que el carioco, nunca nos cansaremos de oírla. La intro con surfer’s glissando es surf music de ley. El puente con piano amplificado es tan sencillo y sútil como surferamente orgásmico. Estos chavales de Santa Ana, con su media de edad de 17 años la clavaron en su primer single. En un primer momento fue titulado como “Magnum 44” (¿lo pillas Lalo Schifrin?) y después como”Liberty’s Whip” hasta que vieron un film de surf del cineasta Bruce Brown y cambiaron el nombre haciendo honor a la ola hawaiiana de la costa norte de la isla de Oahu. La versión regrabada en 1976 tampoco está nada mal.



27.- DAVE MYERS & THE SURFTONES – Driftin’: Suena como si Aquaman fuera un guitarrista negro de Chicago, pero en lugar de tocar en una polvorienta esquina, lo hace desde los fondos marinos en algun lugar entre la isla de Santa Catalina y Santa Mónica. Curiosamente Dave Myers y su banda se hacían llamar en un principio los Beach Boys ya que entre sus componentes habían varios socorristas. Myers, al ver y oir a Dick Dale quedó tan impresionado que le quitó el TONES de los Del-TONES para el nuevo nombre de su banda.

28.- IMPACTS – Blue Surf: Más piezas surf con derroteros blueseros. Melancólico instrumental hawaiian style con solo de saxo incluido.

Merrell Fankhauser, líder del combo pasó buena parte de su carrera argumentando que fue el auténtico compositor de “Wipe Out” de los Surfaris, aunque nunca consiguió convencer a los jueces.

Para más info, el combo provenía de Pismo Beach, en la costa central californiana. Típico pueblo costero perdido bañado por dunas de arena.

29.- ORIGINAL SURFARIS – Surfari: Lo siento Dick, en 1963 habían bandas que te daban mil vueltas, y no sólo los Blazers y Eddie & the Showmen. Al Valdez, a los teclados amplificados aportaba su toque chicano a esta banda del condado de la naranja. La precisión en los trastes de Chuck Vehle convirtió este tema en uno de los clásicos oscuros del surf instro añejo.

30.- DICK DALE & THE DELTONES – Hava Nagila: El rey de los judíos fue Jesús de Nazaret, y el rey del surf klezmer es Dick Dale de Balboa. La tradición musical hebrea parecía a años luz de conceptos como rock’n’roll, instrumental y surf, hasta que vino Richard Monsour. Fiereza poco común para un tema de 1963. En temas como este se deja entrever el grosor de las cuerdas de la Stratocaster de Dale. Un tono tan sólido no se oye tan frecuentemente en temas de este estilo.

31.- NEW DIMENSIONS – Psyche Out: Los niños de papá de Beverly Hills vuelven a la carga con esta composición que tambien fue versionada por los Original Surfaris de buena manera. El título se sacó de un surf film de Walt Phillips del mismo nombre.

32.- AL CASEY – Surfin’ Blues (part I & II): Surf jam session con músicos de estudio. Ritmo pulsante. Después de colaborar con Duane Eddy y otros artistas, finalmente Casey se pudo lucir. Temas extraidos de su Lp de 1963 “Surfin’ Hootennany”. Decían que el material del Lp iba destinado a Duane Eddy, pero después de un berrinche con Lee Hazleewood, Eddy se quedón sin Lp de surf.

33.- GENE GRAY & THE STINGRAYS – Surf Bunny: Sonido tosco de esta banda oscura. Seguramente grabado en un estudio casi amateur con consola de una o dos pistas. Musicalmente se destila enorme influencia de George Tomsco y sus Fireballs.
Nada se sabe de esta banda. Posiblemente proceda del area de Los Angeles.

34.- VENTURES – High Tide: Para que los fans de los Ventures no se me enfaden. De su Lp “Surfing” publicado en una fecha tan apropiada como en junio de 1963. Otra pieza climática de tempo pausado, para superar los calores del verano a la sombra de hojas de palmera en Surfrider Beach.



35.- CENTURIONS – Intoxica: El clásico de los Revels, mancillado por la bravuconería de la pubertad. Los Centurions fueron la modélica banda de adolescentes influenciados por el sonido denso de Dick Dale. De hecho, provenían del area de Newport Beach, donde se ubicaba el Rendezvous Ballroom que tanta fama dio al rey del surf instro.

36.- BEACH BOYS – Karate’: De pocos es conocido que en los primeros conciertos de los Beach Boys, allá por finales de 1961 e inicios de 1962, los chicos de Hawthorne alternaban de forma equitativa sus temas vocales con instros de época. Hay testimonios sonoros haciendo justas versiones del “Mr. Moto” de los Belairs. “Karate” se grabó en febrero de 1962, pero no fue publicado hasta unos 10 años después. El tema no es gran cosa, pero es cruioso escuchar a los genios del surf vocal haciendo un ejercicio de naiveté instrumental. Carl Wilson, hermano pequeño de los Wilson es el lead guitar, un año después versionaría “Misirlou”. En algunas cintas magnetofónicas de la sesión aparece el título alternativo “Beach Boy Stomp”.

37.- RUMBLERS – Volcano: Pieza de surf instro cavernoso que bien podría presidir una ceremonia de logía masónica, o un encuentro con la criatura del “surf lagoon”. Redobles militares, trémolos y patadas a la caja del reverb, con el saxo de Bob Jones cargando con la melodía principal. Grabado en los estudios Wenzel Recorders. Impresionante, impepinable, insuperable...

38.- DAVE & THE CUSTOMS – Ali Baba: Otra oscura banda. Otra revisión del patrón aportado por Dick Dale. Otra melodía de oriente próximo tamizado por la psique californiana. Cara A del single autopublicado por esta banda de Pomona entre 1963 y 1964.

39.- DICK DALE & THE DELTONES – The Wedge: Antes que llegáramos al final de la lista no podíamos omitir “The Wedge”, versionada por no pocas bandas de la época. Esta es la versión que se lanzó en Capitol Records, pero el mismo tema con diferente arreglo fue lanzado en el sello Deltone en enero de 1963. El riff del “Malagueña” del maestro cubano Ernesto Lecuona nunca sonó tan bien.

40.- GENE MOLES & THE SOFTWINDS – Burnin’ Rubber: Otro single oscuro de un guitarrista que sacó un par de plásticos y nunca más se supo. Doble estacatto pickin’ apoyado de órgano en esta pieza de temática hot rod, como se puede suponer por el título y los efectos sonoros de goma quemándose.