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miércoles, 24 de abril de 2024

ROKY ERICKSON: EL ROCK PSICODÉLICO LO INVENTÓ ÉL

Rafa Cervera

Culturplaza, 21/04/2024


El invento del rock psicodélico se le suele atribuir a Roky Erickson, músico tejano que falleció hace casi cinco años, por causas que su familia nunca aclaró. Erickson es también uno de los genuinos artistas de culto del siglo xx, alguien tan singular que podemos calificarlo de legendario sin riesgo de sonar ridículos. Su trayectoria artística halló una dirección definitiva en 1965, cuando conoció al estudiante de psicología Tommy Hall, cuyo objetivo era crear una música que ayudara a expandir los límites de la mente. Montaron el quinteto llamado 13th Floor Elevators y se dedicaron a perseguir esa meta bebiendo, ellos y su música, de la fuente mágica del LSD, por entonces una sustancia todavía legal. El sonido del grupo nació empapado de aquel compuesto químico; rock primitivo y alucinógeno, pero con canciones tan arrebatadoras como “You’re Gonna Miss Me”. The Psychedelic Sounds Of The 13th Floor Elevators, aparecido en 1966, fue el primer álbum que hizo referencia a la psicodelia en el título. En la funda interior del disco el grupo firmaba un alegato a favor del consumo de LSD para favorecer “una nueva manera de relacionarse con la vida y sus problemas de una forma más cuerda”.  Los Elevators tuvieron éxito en su ciudad natal, Austin, estado de Texas y también en San Francisco, donde los hippies desarrollarían a conciencia las posibilidades del ácido. El mánager de Jimi Hendrix quiso que los Elevators lo telonearan en una gira, pero quedarse en casa les facilitaba ponerse ciegos, por lo que declinaron la oferta. Hubo pocos conciertos en los que el grupo no saliera a escena colocado de ácido. Sacaron dos álbumes más, Easter Everywhere (1967) y Bull Out Of The Woods (1968) antes de implosionar. Cuando eso ocurrió, Erickson ya estaba internado en un penal de máxima seguridad para criminales con problemas mentales.

Roger Eynard Erickson nació el 15 de julio de 1947 en Austin y fue el hijo mayor de cinco hermanos. Su padre era un arquitecto alcohólico que maltrató a su madre y, posiblemente, también a sus hijos. Roky comenzó a tocar el piano a los cuatro años. Creció leyendo tebeos, viendo películas de terror y escuchando rock & roll, especialmente el del también tejano Buddy Holly. La música le permitió exorcizar sus miedos y luchar contra los demonios a los que había estado enfrentándose desde niño. Unos meses antes de graduarse abandonó la universidad para tocar rock & roll con The Spades. En 1965 tuvieron un éxito local con “We Sell Soul” y luego Erikson se fue con Hall para montar los Elevators. La reputación drogadicta de la banda hizo que estuvieran constantemente en el radar de la policía de Texas. En 1968, Erikson fue víctima de un ataque nervioso durante un concierto. Fue internado y sometido a terapia electroconvulsiva. Poco después la policía lo detuvo. Le encontraron un porro y fue juzgado por posesión de drogas. Lo condenaron a diez años de prisión. Su abogado le recomendó que alegara locura para evitar la cárcel y cumplió la pena en un centro psiquiátrico del cual intentó escapar varias veces. Acabó recluido en la unidad de máxima seguridad del Hospital Rusk de Texas. Allí estuvo confinado con asesinos y violadores, y también tuvo la oportunidad de conocer a un admirador de los Elevators que había asesinado a su familia bajo los efectos de un colocón de pegamento. Hasta que recobró la libertad en 1972, estuvo sometido a tratamientos experimentales y a más sesiones de electrochoque.

En 1975 se declaró, por medio de un documento legal, como un ser de otro planeta. La ciencia ficción y el terror se convirtieron en inspiración para sus letras y para todo en general, porque bautizó a su nuevo grupo de acompañamiento como The Aliens.  Fue otro tejano ilustre, Doug Sahm, uno de los primeros colegas en acudir a su rescate. Produjo el primer disco de Erikson en solitario, un sencillo con dos de sus temas clásicos, “Two Headed Dog” y “Starry Night”, que publicó en su propio sello, Mars Records. A lo largo de los años venideros y hasta su muerte, Erikson obtuvo el apoyo de otros músicos que le ayudaron a seguir trabajando o le ayudaron económicamente. Stu Cook, de Creedence Ckearwater Revival le produjo un disco. Henry Rollins le pagó una dentadura nueva y le publicó el libro de letras Openers II. The Black Angels fueron su grupo cuando volvió a los escenarios en 2007 y Okkervil River le acompañaron en el que fue su último disco, True Love Cast Out All Evil (2010). En 1990 se organizó un disco de homenaje que buscaba recaudar fondos para ayudarlo y también dar a conocer su obra a nuevas generaciones. Primal Scream, Julian Cope, REM, The Jesus & Mary Chain, sus paisanos y fans ZZ Top y The Butthole Surfers participaron en el disco. Su título era Where The Pyramid Meets The Eye, donde el ojo se encuentra con la pirámide, la frase con la cual Erikson solía contestar si le preguntaban qué era la psicodelia. Los años en los que estuvo bajo la tutela legal de su madre era fácil verlo caminar sin rumbo por los aledaños de su casa. La gente lo tomaba por un vagabundo, pero su espíritu errante supo cómo transformar todo aquel caos interior en canciones arrebatadoras o en soberbias piezas de rock & roll: “You Don’t Love Me Yet”, “Burn The Flames”, “I Walked With A Zombie”, “Don’t Slander Me”...



En 2001 su hermano Sumner puso orden en el caos legal que había impedido que a Roky le llegara dinero de sus discos; a continuación, le cedió el control sobre todo ello. En un reportaje aparecido en 2009 en la revista Uncut, Sumner declaró: “Roky tiene mucha paciencia con el mundo que le rodea. No cae en la trampa de intentar explicarse a sí mismo. Es como si estuviera dispuesto a esperar a que llegue el día en que será comprendido porque sabe que ese día llegará”. En aquel mismo artículo, Jaan Uhelzski contaba que el Volvo de Erikson lucía una pegatina donde podía leerse: “No todos los que deambulan quieren ser encontrados”. En aquel momento, su regreso a los escenarios parecía garantizado. Había hecho una gira que lo había llevado a tocar en Coachella y  Londres, donde había sido invitado a participar en el Meltdown Festival que se año organizaba Jarvis Cocker. Su leyenda empezaba a dejar paso a la realidad. Era cierto que Erikson dormía con varias televisiones y una radio conectadas para intentar acallar las voces que oía en su cabeza. Pero también era cierto que el tópico del músico enajenado por las drogas no se ajustaba a su caso. En aquellos tiempos se tendía a meter a Erikson, Syd Barrett, Peter Green o Skip Spence en el compartimento de los genios que un día se fueron de viaje psicodélico y no pudieron encontrar el camino de regreso a casa. Su problema era una esquizofrenia que seguramente se fraguó al filo de las experiencias traumáticas de su infancia. Las canciones que surgieron como causa de aquel conflicto han inspirado a varias generaciones de músicos. Una de las más conmovedoras dice esto: “Ya no caen rayos, pero no puedo hacer que llueva / porque eso sólo me causaría dolor / porque todavía no me amas”. Eso hace tiempo que cambió. Hoy somos muchos los que amamos a Roky Erickson.

viernes, 18 de junio de 2021

THE 13TH FLOOR ELEVATORS Y EL GRAN TRIP TEJANO

Kike Turmix.

Artículo publicado en Ruta 66, nº 9, julio de 1986

Dicen las crónicas más oscuras del Necronomicón Psicodélico que los miembros de The 13th Floor Elevators tenían el cerebro calcinado por el peyote, que eran víctimas de venenosas visiones místicas, que poseían extrañas facultades para materializar sonidos de fuego puro. En uno de los primeros números de Ruta 66, Kike Turmix (Bilbao 1957-Madrid 2005)) ingresó como sacerdote supremo en la Orden del Cactus y exploró con entusiasmo una de las leyendas de la Gran Era Garage-Rock. ¿Estás dispuesto a perder la cordura mientras suena «You’re Gonna Miss Me»? El infierno te espera en Texas.

Texas, llegando al Ecuador de la década de los sesenta. Resulta muy difícil ser un joven en la onda en el estado de la Rosa Amarilla. Este es, sin duda, uno de los estados más conservadores de la Unión en aquellos momentos. Recordemos que fue en la ciudad de Dallas donde caería asesinado en el 63 el tímidamente liberal presidente Kennedy. Las escenas de vaqueros más o menos enriquecidos por el petróleo, o sin enriquecer, persiguiendo a ‘’esos asquerosos maricas de pelo largo’’, tan bien plasmadas en la película Easy Rider, debían ser el pan de cada día. Aún así, la escena tejana de aquel momento, resulta una de las más interesantes de toda la historia del rock’n’roll. Efectivamente, el desquicie que crea en las mentes juveniles americanas la British Invasion y, sobre todo, la imagen de Mick Jagger retorciéndose como un reptil en el televisivo The T.A.M.I. Show, también hace mella en Texas.

La situación económica bastante exuberante de los tejanos medios, y por tanto la disponibilidad monetaria más o menos buena de los jóvenes hijos de esas familias, permite a estos últimos la adquisición por correo —no hay tiendas buenas de instrumentos en todo el estado— de las últimas maravillas de la técnica en instrumentos musicales: órganos Farfisa, guitarras Vox o Rickenbaker, pedales de distorsión fuzz… A esto debemos sumar la influencia definitiva que debido a la cercanía geográfica y los muchos chicanos que viven allí, tiene la cultura mexicana en la sociedad tejana. Y, en un momento en que la cultura juvenil comenzaba a rendir culto a las drogas, por mera influencia mexicana una de ellas hacía furor desde San Antonio a Austin: el peyote, el cactus alucinógeno de los chamanes indio-mexicanos por excelencia. Mezclamos todos los ingredientes citados: rebelión juvenil, Farfisa y fuzz, peyote, lo metemos en un garage, subimos el máximo volumen, se le añade, además del imprescindible fanatismo para con los Stones, unas gotas de salvajismo aún mayor si cabe, vía Them y Yardbirds, se agita, y… voilá!… aquí están los psycho-punks tejanos del 65. ‘’You’re gonna miss Me!!!’’…

Tres sellos discográficos son los que en aquellos momentos trabajan a las bandas más jóvenes: Sconobeat, International Artists y Jeff Beck/Cee Bee. Las bandas son muchas, procedentes de Austin, Dallas, Corpus Christi, San Antonio, Fort Worth… Sus nombres: Red Crayola, Fever Tree, Kenny & The Kasuals, Sir Douglas Quintet, Mouse & The Traps, Zakary Thaks, Bad Seeds, Liberty Bell, los Moving Sidewalks de Bill Gibbbons (ZZ Top), y así hasta tres mil nombres. Pero si entre todos ellos hubo uno que destacó y es leyenda, ese fue el de Los Ascensores del Piso Trece, The 13th Floor Elevators, nombre curioso y provocador donde los haya para una sociedad tan supersticiosa con el número trece como la americana. Y en ellos me voy a centrar.

Ruleta rusa

Roky Erickson nació en 1947, en Dallas, pero poco después sus padres se trasladan a Austin. Y es allí donde el adolescente Roky comienza a cantar, bajo una influencia fundamental: James Brown. Cuentan las crónicas que contaba solo 14 años, y en su primera banda The Roulettes, allá en el 61, compuso el mítico «You’re Gonna Miss Me». Pero Las Ruletas se disolverían al poco tiempo sin grabar nada. Corre el verano del 65 y una banda de Austin, The Spades, que había publicado un single ese abril en el sello local Zero Records («I Need A Girl/Do You Want to Dance»), llama a Roky para el puesto de cantante, grabándose en noviembre de aquel mismo año un single para la misma compañía con la versión original de «You’re Gonna Gonna Miss Me» en una cara, y «We Sell Soul» en la otra.

Sin embargo, la base musical de los Elevators se encontraba en otra banda, The Lingsmen. Procedentes de una población cercana a Austin, Port Arkansas, se habían ganado una sólida reputación en los alrededores de Austin ayudados de muchas y muy buenas presentaciones en directo. Se formaron a mediados del 65, cuando Max Range, tras abandonar Max & The Penetrates —con quienes hizo un single: «Playing Till Then/Kurl»— se une a Stacy Sutherland, John lke Watson y Benny Thurman. Poco después Range abandona la banda para formar Max & The Laffin Kind, dado que le habían prometido grabarle un sencillo, promesa, por cierto, finalmente incumplida. Es entonces cuando los Lingsmen ofrecen a Roky unirse a la banda. Él no duda ni un instante y, abandonados los Spades, se une a lo que resultará el embrión de los Elevators.

La guinda definitiva, que convierte a los Lingsmen con Roky de cantante en los Elevators, es la llegada de un curioso tipo llamado Tommy Hall. El será el letrista alucinado de la banda; junto con su mujer Clementine escribirá la mayoría del material. Pero también será el que le dé su sonido característico a los Elevators. Tommy entra en la banda como ‘’jug-player’’, un tipo que toca varios instrumentos, pero con la particularidad de que son caseros: tabla de lavar, cencerro, cacerolas, peine con un papel de fumar (todavía se ven en Estados Unidos jug-bands, orquestas formadas únicamente por este tipo de instrumentos). El instrumento, si se le puede llamar así, usado por Tommy Hall era un gran botellón del que extraía ese curioso ‘’tucu-tucu-tucu’’ que impregna las canciones de los Elevators y les da ese sabor propio tan original. Precisamente el nombre del grupo fue elegido por Clementine, la mujer de Hall, pensado en que la M de marihuana, es la treceava letra del alfabeto inglés, pero que también, y dada cierta superchería, los rascacielos en EE.UU. carecen de décimo tercer piso, pasando su numeración del doce al catorce. Vamos, todo un juego de palabras.

Formado ya el grupo, a finales del 65 se publica el primer sencillo, en el pequeño sello Contact. En él repescan la composición de Roky que habían grabado los Spades, «You’re Gonna Miss Me», y en la cara B colocan un tema de Sutherland y Hall, «Tried to Hide», con un riff calcado al «Come on Now» de los Kinks. Este sencillo llega a manos de un tal Lelan Rodgers, un cazatalentos de la zona, que se convierte en su ‘’descubridor’’ y les consigue un contrato con la discográfica, International Artists. Esta reedita el single, y costea la grabación en Dallas del primer álbum del grupo, en el que se incluirán los dos temas del single, «Tried to Hide» en una versión nueva.

The 13th Floor Elevators son la primera banda en autocalificarse de psicodélica, precediendo incluso a los Grateful Dead. El título de su primer elepé no es otro que The Psychedelic Sound of The 13th Floor Elevators, y desde la portada, un barroco ojo donde en medio de una explosión de colores se lee el nombre del grupo, a las demenciales notas de contraportada, pasando, por supuesto, por el contenido de las dos caras, es un auténtico clásico del género. Aparte de los dos temas ya citados, perlas como «Splash 1», «Reverberation», «Fire Engine», «Don’t Fall Down», «Roller Coaster» o «You Don’t Know», auténticas obras maestras y, tanto musicalmente como en sus letras, arquetípicas para lo que se dio en llamar Psychedelic Sound. Un álbum fundamental para comprender el estilo de aquella época, y uno de mis diez álbumes favoritos de la historia. En 1978 fue reeditado por el sello inglés Radar, y gracias a esa reedición los Elevators comenzaron a ser más conocidos. La mayoría de los que ahora hablamos de ellos los conocemos gracias a esta reedición y, por supuesto, a la inclusión de «You’re Gonna Miss Me» en la biblia de la primera época psicodélica recopilada por Lenny Kaye en Nuggets.

Tras grabar el disco surgen pequeños problemas con el bajista Bennie Thurman, que se saldan con su sustitución por un ex Max & The Penetrates, Ronnie Leatherman. Con esta confirmación, y tras abundantes conciertos en clubs de Austin como el Jade Room o el New Orleans Club, la banda marcha a San Francisco, donde en el club AvaIon compartirán cartel con Jefferson Airplane, Grateful Dead y Big Brother & The Holding Co. De esas actuaciones procede un pirata, Avalon 66, aparecido en 1979. Su estancia en San Francisco dura apenas dos meses, ya que las presiones del sello para que regresen a Texas son muchas. De todos modos, esta estancia sirve para que los Elevators se afirmen como eslabón entre las escenas tejana y la de la Costa Oeste.



Let's Go Trippin’

A todo esto, el grupo se va metiendo más y más en las drogas. Todos toman ácido y todo tipo de sustancias que les hagan viajar, menos el batería, John Ike Watson, con el que empiezan a mosquearse, ya que le consideran un elemento más del sistema establecido y al que ‘’invitan’’ a abandonar la banda. cosa que también hace Ronnie Leatherman. Los que se empiezan a mosquear de verdad con la banda, por pasarse con el tema de las drogas, son los agentes de la policía de Austin, sección narcótica, que llegan a encarcelar a toda la banda en aquel año 1966, aunque luego saldrían en libertad vigilada. Agobiados por el estrecho control policial, se retiran a Kerrville, un pequeño pueblo en las montañas, donde se les une el bajista Dan Galindo y el batería Danny Thomas. Con esta nueva formación vuelven a trabajar.

Todavía en 1966, International Artists publica un single extraído de su primer elepé, «Reverberation (Doubt)/Fire Engine», y ya en el 67 dos singles de adelanto de su segundo larga duración. El primero con «l’ve Got Levitation» y una versión del tema de Bo Diddley «Before You Accuse Me», y el segundo con otro tema propio, «She Leaves», y otra versión, esta vez «It’s All Over Now, Baby Blue» de Dylan. El nuevo álbum se titula Easter Everywhere, producido al igual que el anterior por Lelan Rodgers, ayudado esta vez por un ingeniero de sonido llamado Frank Davis, que también trabajó con Fever Tree. Easter Everywhere, es un álbum más tranquilo y reposado que su anterior trabajo, pero igualmente superpsicodélico. Pero no tuvo tanto éxito como su anterior trabajo, debido, me figuro, a la incomprensión por parte del sello hacia aquella pandilla de ‘’acid-freaks’’.

Ya es 1968, International Artists edita un disco en directo titulado simplemente Live. Contiene cinco temas de los álbumes de estudio: «Before You Accuse Me» (Bo Diddley), «I’m Gonna Love You Too» (Buddy Holly), «Everybody Needs Somebody to Love» (Solomon Burke), y dos fantásticas composciciones propias, «You Can’t Hurt Me Anymore» y «You Gotta Take That Girl». Aparte del aliciente de esos cinco temas, no deja de ser buen disco en directo recogiendo el ambiente de un concierto de los Elevators.

Las drogas empiezan a hacer mella en el grupo. En uno de sus frecuentes ‘’trips’’ Roky Erickson se pierde con su coche durante varios días. Cuando lo localizan, la casa de discos lo envía a un hospital para que haga una cura de reposo. Al salir del hospital, Roky afirma ser un marciano y que, debido a esto, puede eludir cualquier encarcelamiento. La respuesta de las autoridades no se hace esperar: lo envían al Rusk State Hospital bajo la acusación de demencia, y allí se tirará tres años. El guitarrista del grupo, Stacy Sutherland, dará con sus huesos en la prisión del estado, acusado de tráfico de drogas. Tommy Hall emigra a California, donde se irá colgando más y más de las drogas… The 13th Floor Elevators se disgregan a finales del 68. Pero su sello discográfico sigue editando material.

Había olvidado citar que, a finales del 67, publicaron un single, «Slip inside this House/Splash 1». Ya en el 68 publican otro con un tema del Live, «I’m Gonna Love You Too», y un adelanto de lo que sería su elepé póstumo, un obsesionante tema de Erickson llamado «May the Circle Remain Unbroken». Y por fin, en el 69, su cuarto y póstumo álbum, Bull of Woods, del que extraen un single de nula repercusión, «Livin’ On/Scarlet and Gold». Bull of Woods — el grupo hubiera querido titularlo Beauty and the Beast— está incompleto como trabajo de grabación debido a los problemas que condujeron a la separación del grupo. A parte de los temas ya citados, debemos resaltar el demencial «Never Another», firmado por Hall-Erickson; casi todo el resto del material está firmado por el guitarrista Stacy Sutherland, que también haría un buen trabajo de guitarra en dos temas, «Rose and the Thorn» y «Street Songs».

Alienígena

Y hasta aquí la historia de los Elevators en su época. Las aventuras de Roky Erickson tras su salida del manicomio, tanto en solitario como con The Aliens, deberán ser objeto de otro artículo, más ante la probable publicación en España de su nuevo álbum en solitario, Don’t Slander Me (1986).

Resaltar que a raíz de la reedición de los dos primeros álbumes por parte de Radar Records, se desató la fiebre Elevators. De haber sido un oscuro grupo en su época y culto de muy pocos iniciados, pasó a convertirse en uno de los grupos fetiche de todo fan del Sixties Punk y de la psicodelia que se preciara de serlo. Se publicaron discos piratas, como el del Avalon ya citado, uno en el Filmore West del 67, un fantástico EP también en directo, grabado en Austin en el 67, con tres fantásticas versiones: «You Really Got Me» de los Kinks, «Roll Over Beethoven» de Chuck Berry y «The Word» de los Beatles. Pero, sobre todo, hay que destacar el álbum publicado el año pasado (1985) por Texas Archive Recordings, Fire in my Bones, que recoge un tema inédito, el que da título al disco, varias tomas diferentes a las publicadas anteriormente de «Monkey Hand», «Thru the Rhythm», «Roller Coaster» y «Fire Engine», una versión en directo de «She Lives», y, especialmente, lo que puede ser el documento definitivo de los Elevators: un concierto en directo de la formación original para el programa Sump N’Else de la televisión de Dallas WFAA, en el comienzo de 1966. Contiene «You’re Gonna Miss Me», «Fire Engine», «Roll Over Beethoven», «Mercy, Mercy» de Don Convay, «Gloria» de Them, «You Really Got Me» de los Kinks y una pequeña entrevista donde Tommy Hall explica lo del ‘’tucu-tucu-tucu’’.

Toda la nueva generación que ocupa mi tocadiscos en los últimos años, y a veces también mi máquina de escribir, tiene a los Elevators como maestros, y no se cortan a la hora de versionar sus canciones. Si no lo crees, pregunta a Radio Birdman, a Barracudas, a Nomads, a DMZ-Lyres o a los vallisoletanos Fallen Idols. Todos ellos han tenido el buen gusto de tocar esa canción eterna y ya básica en la historia del rock’n’roll que es «You’re Gonna Miss Me».

domingo, 2 de junio de 2019

MUERE ROKY ERICKSON, EL GRAN DAMNIFICADO DE LA PSICODELIA TEJANA

Diego A. Manrique
El País, 01/06/2019

[Descansa en paz, Rocky. Gracias por los buenos momentos que nos has hecho pasar con tu música.]



Roky Erikson, cabecilla del rock psicodélico tejano, falleció en Austin, a los 71 años. Tras destacar en los 13th Floor Elevators, seriamente perjudicado por el consumo de alucinógenos, fue enviado a un manicomio del que salió aún peor. Personaje muy mitificado, grabó y actuó espasmódicamente. Era algo así como el prototipo del rockero estadounidense de los sesenta. Nacido en el seno de una fundamentalista familia numerosa en Austin, el joven Roger Kynard Erickson encontró una salida en la guitarra eléctrica y en lo que luego se llamaría rock de garaje, irreverentes aproximaciones al rhythm and blues practicado por los conjuntos británicos: como muestra, su gran éxito con los 13th Floor Elevators, You’re Gonna Miss Me (1966). Inmediatamente, comenzaron a experimentar con el sonido y las substancias, mientras grababan un total de tres elepés.


Psicodelizarse en Tejas tenía sus ventajas y sus inconvenientes. Por la cercanía a México, había fácil acceso al peyote, la mota y las drogas de elaboración química. El espíritu tejano también tendía al proselitismo: Tommy Hall, letrista del grupo, quería imitar los colocones colectivos, los “acid tests” que organizaba el escritor Ken Kesey en California. El problema residía en que Texas ostentaba una legislación draconiana al respecto: buena parte de los freaks del Estado de la Estrella Solitaria, de Janis Joplin a Doug Sham, ya habían emigrado, a veces con la policía en los talones.

Roky no tuvo esos reflejos. Tras varios incidentes con los uniformados, fue detenido con una cantidad modesta de hachís y le plantearon una disyuntiva: diez años de cárcel o una temporada de psiquiátrico. Pensando que sería más fácil huir de un hospital, eligió la segunda opción. Un error y una pesadilla: sometido a electrochoques y dosis brutales de medicación, su frágil equilibrio mental se hizo añicos. Su universo se llenó de extraterrestres, zombis, demonios.


Liberado en 1972, estuvo dando tumbos, ajeno a que el mundo musical comenzaba a apreciar sus destellos de grandeza: You’re Gonna Miss Me fue rescatada por Lenny Kaye para su recopilatorio Nuggets, Fire Engine entró en el repertorio de Television y otros grupos. Hasta sus ingenuos tanteos en el estudio de grabación se aceptaron como psicodelia avant la lettre.

En un biopic de Hollywood, habríamos llegado al momento de la gran escena de triunfo, de reconocimiento universal. En la realidad, Roky estaba volando en una órbita particular, a la que pocos tenían acceso. Se montaron grupos alrededor suyo, que grababan discos de 45 rpm que editaban sellos pequeños, a veces impulsados por fans franceses (en Francia, no se resisten ante un auténtico freak estadounidense). Solo en 1980 hubo un intento medio serio de relanzar su carrera: CBS financió Roky Erickson and the Aliens. Producido por Stu Cook, antiguo bajista de Creedence Clearwater Revival, carecía del envoltorio imaginativo que exigían títulos como Noche del vampiro o La criatura del cerebro atómico. Para Erikson, no eran bromas: se trataba de realidades mentales.

La vida de Erikson osciló entre la tragedia y la comedia. Desarrolló una obsesión por el correo, escribiendo a famosos vivos o muertos. Como apenas recibía respuestas, robaba las cartas destinadas a los vecinos. Cuando fue descubierto, explicó que nunca abría las cartas ajenas. Y ese detalle evitó que fuera procesado por un delito federal.

En las décadas que siguieron, Roky fue objeto de todas las atenciones reservadas a los artistas de culto: el documental (You’re gonna miss me, 2007), el disco de homenaje (Where the pyramid meets the eye, 1990) y la publicación de todo lo que grababa, desde directos a sesiones con guitarra acústica. Sorprendentemente, su música se había ido pacificando, aparte de revelar su devoción por Buddy Holly, otro tejano con mala suerte.