lunes, 31 de enero de 2022

NEIL YOUNG: LAS MIL BATALLAS DE UN LLANERO SOLITARIO

Andrés Del Real

La Tercera, 28/01/2022

El cantautor canadiense, cuyo catálogo fue eliminado de Spotify esta semana tras protestar contra el podcast de un antivacunas, tiene un extenso historial en su lucha contra la industria de la música. MTV, los sellos discográficos, el MP3 y hasta Michael Jackson han sido parte alguna vez de su lista de enemigos.

El 23 de febrero de 1971, un delgado, pelilargo e inspiradísimo Neil Young llegaba hasta los estudios de la BBC Four para presentar algunas de sus primeras grandes canciones como solista. Entre ellas, una entonces inédita Old man, dedicada a Louis Avila, el viejo cuidador del rancho Broken Arrow que él mismo había comprado un año antes en el norte de California. El silencio -británico, rotundo- que acompaña la interpretación hace pensar que, de alguna forma, la audiencia era consciente de estar presenciando el estreno de una obra mayúscula, en la que el canadiense declara su admiración y proyecta su propia vida en la del humilde y resuelto granjero.

Hoy Young debe tener una edad parecida a la que tenía Avila para ese primer encuentro. Y como en una profecía autocumplida, también un rol similar en el mundo: a sus 76 años y tras casi medio siglo instalado en Broken Arrow -hoy se cree que volvió a su natal Ontario junto a su esposa, la actriz Daryl Hannah-, el legendario cantautor vive como el protagonista de Old man, “solo en su paraíso”, publicando discos nuevos y antiguos a su particular manera, enfrentado a los códigos de la industria y sin transar en sus convicciones, “como una moneda que no será lanzada”.

Es debido a esas convicciones que, desde esta semana, los usuarios de Spotify no pueden escuchar en esa plataforma ni Old man ni ninguna otra canción de Harvest, su célebre LP de 1972. Tampoco otros discos gigantes como After the gold rush (1970), On the beach (1974) o el sólido Barn, lanzado hace sólo un mes. Tras amenazar con quitar su discografía de la plataforma, a modo de protesta por la presencia del podcast del antivacunas Joe Rogan entre los contenidos de la app, desde el jueves el catálogo de Young en el servicio se reduce a un par de piezas de su autoría presentes en compilados y bandas sonoras para cine.

“Pronto mi música vivirá en un lugar mejor”, amenazaba días atrás en una carta abierta el canadiense, quien cual llanero solitario acumula varias batallas contra la plataforma de música digital más usada del mundo y sus 172 millones de usuarios pagados. Lo mismo hizo en su momento con los CDs -por años se rehusó a publicar On the beach en ese formato-, el iPod y el MP3, hastiado por la compresión del sonido y lo que considera la pérdida de calidad de la música contemporánea. Incluso en 2015 retiró temporalmente su discografía de todas las plataformas y creó Prono, su propio servicio de música digital en alta resolución, hoy descontinuado y rebautizado como The Neil Young Archives.

“Descarga esto, suena como la mierda”, canta en Fork in the road (2009), otro disco que no podremos escuchar en Spotify. Tampoco Life, el disco de 1987 junto a Crazy Horse en el que dispara contra la política exterior de Reagan y asegura que los sellos discográficos son “payasos” que sólo buscan “arruinar nuestra banda” (Prisoners of rock n’ roll). Fue el último álbum que el ex Buffalo Springfield editó con el magnate discográfico David Geffen, quien ya había demandado al cantautor tras los fracasos comerciales del sorprendente Trans (1982) -cargado a la electrónica tipo Kraftwerk- y Everybody’s rockin’ (1983). “Geffen quería ganar un millón de dólares y yo estaba en otro mundo”, declaró después.

Luego vino This note’s for you (1988), otro LP que Spotify eliminó esta semana, cuyo single homónimo y videoclip surgieron como una crítica explícita contra la entonces todopoderosa MTV y una parodia a Michael Jackson, Whitney Houston y otras estrellas pop de la época que, en opinión de Young, se habían vendido a las marcas. “No canto para Pepsi, no canto para la Coca Cola”, declara en su primera estrofa. El clip, inicialmente vetado por la cadena, terminó siendo el gran ganador de los Premios MTV de 1989. “Todavía no puedo creer que una pequeña canción tan tonta ayudara a resucitar mi carrera”, dijo el músico al escritor Nick Kent.

Tres décadas después, cuando fue contactado para actuar en el Desert Trip junto a Paul McCartney y Bob Dylan, demostró la misma vehemencia al ser consultado por Rolling Stone por el repertorio que tenía en mente. “Me importa un carajo, no me importa lo que la gente quiera escuchar, no es por eso que hago música. No soy un entretenedor en el sentido clásico”, respondió.

La salida del canadiense de Spotify es celebrada por su competencia y desde ayer Apple Music se promociona orgullosa como “el hogar de Neil Young”. Para Hipgnosis, la empresa que el año pasado desembolsó 150 millones de dólares por los derechos editoriales de la mitad del catálogo del músico, lo de esta semana es su primera derrota.

El propio Young espera una caída del 60% en sus ingresos por streaming, lo que se suma a su negativa histórica de vender sus canciones para publicidad y de volver tocar en vivo hasta que la pandemia esté controlada. Su último concierto oficial fue en septiembre de 2019.

martes, 25 de enero de 2022

RONNIE SPECTOR, LA REINA DEL ROCK AND ROLL (Y DEL EYELINER)

Mar Padilla

Jot Down, enero 2022



Primero te atravesaba la voz de Ronnie Spector, un vibrato salvaje y dulce a la vez, como un rayo de luz oscuro, eléctrico, que interrumpía las charlas, las risas y besos en cualquier bar lleno de humo, en cualquier casa donde sonaran las Ronettes. Carnosa y extraña, esa voz conseguía el milagro del instante suspendido, un efecto que, ahora escuchando algunos de sus primeros discos, aún perdura en el tiempo. 

Enredada entre las notas de la canción, inmediatamente después, se intuía la presencia de Ronnie: menuda, bellísima, una chica de barrio orgullosa de serlo, una mujer que consiguió inundar el mundo de chicas con eye liner y pelo cardado. En Ronnie fueron muchas las que encontraron una hermana lejana, la amiga más cool que puedas tener, una tipa entera, terrenal, que mira la realidad de frente. Y han sido legión las que han querido ser como ella. También Amy Winehouse quien, además de adorar la música de las Ronettes, consiguió clavar su peinado de dos palmos y esas líneas negras, dos signos de interrogación que te interpelan desde sus parpados tristes.

A la hora de su muerte, la familia de Ronnie habla de su presencia mágica, de su actitud valiente, del brillo de sus ojos y de su sentido del humor malvado. Ella y toda su extensa familia eran de Spanish Harlem, de Nueva York. Fue en el suelo del comedor de la casa de sus padres en Harlem donde durmieron los Rolling Stones en su primera gira por Estados Unidos. Entonces casi unos pardillos londinenses, alguna de esas noches Ronnie se llevó a Keith y a Mick al Apollo Theatre, donde ella había actuado por primera vez con catorce años. Allí vieron a muchas de las estrellas del rhythm & blues, entre ellas a James Brown, a cuya sombra —cómo cantaba, cómo bailaba, cómo mandaba— tanto se arrimó Jagger después. Ronnie y las Ronettes también fueron amigas de los Beatles, pero en la gira de 1966 de los de Liverpool en tierras americanas, su novio, el productor Phil Spector y artífice de sus primeros éxitos, enfermo de celos, decidió sustituir a Ronnie por su prima. Así evitaba imaginarse noches de tentaciones de jovenzuelos inmortales.

Ahora Ronnie ya no está viva, y Brian Wilson, de los Beach Boys, ha declarado: «Acabo de escuchar la noticia sobre Ronnie Spector y no sé qué decir». Una repetición cruel, medio siglo después, de una de las muchas leyendas de la escena del rock, esa que cuenta que Brian iba una tarde de verano conduciendo y oyendo la radio y que cuando sonaron los primeros compases de «Be My Baby» y escuchó la voz de Ronnie tuvo que parar el coche porque temió estrellarse. Aquel meteorito musical lo dejó mudo, sin habla. 

«Be My Baby», escrita por la compositora Ellie Greenwich, Jeff Barry y producida por Phil Spector, es considerada una de las mejores canciones de la historia de la música popular. Su publicación en agosto de 1963 llevó a tres chicas de barrio —a Veronica Bennet (Ronnie Spector), a su hermana Estelle Bennett y su prima Nedra Talley— a un estrellato planetario instantáneo.

Terror en Beverly Hills

El hilo invisible entre canciones, músicos y sueños húmedos es un rompecabezas entretenido, casi una paranoia digna del productor Spector. Por ejemplo, poco después del shock de «Be My Baby», Brian Wilson escribió «Don’t Worry, Baby» —interpretada por los Beach Boys en 1964— pensando en Ronnie. El título de la canción parece recoger las palabras de Marilyn Rovell, la novia de Wilson cuando, aquella tarde de verano de 1963, este le dijo a Marilyn que jamás podría superar una canción como «Be My Baby». Yendo un poco más allá, «Don’t Worry, Baby» parece la inspiración de «(Just Like) Starting Over», de John Lennon, que en su juventud intentó ligarse a Ronnie, sin éxito alguno, siendo Lennon y The Beatles otra de las obsesiones musicales de Brian Wilson —junto con Spector—, y Lennon un gran amigo de Phil. 

En cualquier caso, «Don’t Worry, Baby» canta a esa sensación de que algo va a ir mal en el futuro. Es como si Wilson hubiera anticipado las palabras de Ronnie tras su terrorífica experiencia de matrimonio con Phil Spector: «Soy una superviviente». Esa frase no era una metáfora, era una realidad, porque Ronnie vivió en sus carnes una película de terror. Su novio y después marido le prohibía hablar ni relacionarse con nadie y la mantuvo encerrada en su casa de Beverly Hills durante mucho tiempo. Una vez la llevó hasta el sótano para enseñarle un ataúd de oro con tapa de cristal y fue allí, ante ese artefacto mortuorio, donde le advirtió que ese era su destino último si no obedecía sus órdenes. 

Ronnie sobrevivió a la violencia y las amenazas de Phil Spector, y se las arregló para zafarse de esa vida de miedo y paranoia. Entre otras cosas, empezó beber compulsivamente para ir a las reuniones de alcohólicos anónimos y salir de aquella mansión infernal de veintitrés habitaciones. Acabó huyendo de allí descalza, con lo puesto. 

Consiguió volver al mundo de los cuerdos, pero limpiando casas para sobrevivir, porque apenas vio un dólar de su fulgurante carrera al lado de Spector. Como explica su familia, era una mujer valiente, sin miedo. Cuenta Keith Richards que Ronnie le gritó a Phil un día en los estudios Gold Star de Los Ángeles, en plena sesión de grabación: «¡Cierra el pico ya, sé perfectamente como tiene que sonar!».

De Karina a Johnny Thunders

Pocos años después de su huida de Bevery Hills, Ronnie escuchó su propia voz por la radio. Resolvió volver a cantar, y ya no paró. En ese tiempo, publicó discos —algunos malos—, viajó y fue muy querida y reconocida por los jóvenes punks, algunos tan significados como Joey Ramone. Consiguió parecerse a sí misma, y a nadie más, en sucesivas versiones de Ronnie Spector a lo largo de las décadas. Y ganó la partida. Desde su meteórico hit de 1963 fueron muchos los solistas y bandas que versionaron temas de las Ronettes: de Karina a los Devil Dogs, de Johnny Thunders a The Spice Girls, de Travis a Yo la Tengo. Incluso los Monty Python tienen un sketch en el que el que se supone que las de Nueva York tienen un elepé ficticio titulado The Ronettes Sing Medieval Agrarian History.

Dicen que Ronnie Spector fue una diva, de esas que sea rodean de guardaespaldas y piden cosas absurdas en el camerino. Seguro que es verdad. Al fin y al cabo, ostentaba el título de reina del rock n roll —un poco underground, lo que es aún mucho más rock n roll— desde que las Ronettes se convirtieron en el grupo de chicas más famoso del mundo.   

Sumado a todo esto, Ronnie tenía un don especial más. Era también la chica que cantó como nadie ese espeso deseo por los chicos, ese anhelo sexual. En el imaginario popular Ronnie vive casi atrapada en el deseo de hornadas de chicos —y chicas— en el mundo. Pero en los quiebros de su voz, en canciones como «So Young» o «When I Saw You», sabemos reconocer esa presencia encendida, activa. No nos equivoquemos: ella era un sujeto deseante. 

De uno y otro lado, desde cualquier ángulo, Ronnie Spector sobrevivirá. Ella, que venció a la juventud, ha muerto algo mayor, de una enfermedad. Un final común para una chica extraordinaria. 

sábado, 15 de enero de 2022

JEFF TWEEDY ESCRIBE UNA GUÍA DE AUTOAYUDA PARA EL APRENDIZ DE MÚSICO

Elena Cabrera

El Diario, 07/01/2022

El líder de Wilco publica en español 'Cómo componer una canción', un libro que sorprendentemente ofrece lo que su título sugiere

"Quiero ser alguien que anime a otras personas a tener momentos íntimos de creatividad", escribe Jeff Tweedy como resumen de por qué ha escrito el libro Cómo componer una canción (Contra, 2021) sobre cómo lo hace él. "Creo que no hay nada que mole más en este mundo que cuando alguien se sale de lo que se da en llamar su condición para permitirse un momento de realización personal de 'el arte por el arte'", continúa en esa misma página. Tweedy, el cantante y compositor del grupo de rock alternativo Wilco, en activo desde 1994, ha escrito un libro en ese tono: un hilo de sinceridad coloquial —y que suena terriblemente afectado debido tanto a la traducción como al estilo— con poca ambición literaria, más cercano a lo que sería un monólogo de varias horas en un bar donde el músico cuenta todo lo que se le viene a la cabeza en relación al hecho creativo.

Cómo se crea una canción es un misterio. El libro lo aborda de una manera tan sencilla y directa que acaba por hacerlo asequible. En el mes de diciembre y en el último minuto Jeff Tweedy suspendió las entrevistas que tenía apalabradas con los medios con motivo de la publicación en español de su libro, por lo que el monólogo que acaba en la página 166 no puede continuar más allá en formato conversación. No obstante, puede que todo lo que tenga que decir al respecto, ya esté escrito.

Tweedy equipara el hecho creativo a un "desahogarse", y afirma que es "lo más puro" a lo que alguien puede aspirar. Baja la creación a la tierra, le quita cualquier atisbo de divinidad y endiosamiento e invita a los lectores a que lo hagan, con una actitud de raíces punk y populares. Tweedy, de 54 años, es de los que creen más en la disciplina que en la inspiración. Pone como ejemplo de ello una anécdota que le sucedió cuando entregó a la discográfica Reprise (Warner) su disco de 1999 Summerteeth. Los ejecutivos le dijeron lo que el músico considera "el mayor cliché que cualquiera se pueda imaginar": "Falta un single". En lugar de enfadarse, ya que consideraba que todas las canciones eran buenas, les contestó que efectivamente tenía "la canción perfecta" pero la había dejado fuera del disco. Era mentira. No tenía nada en la recámara. Le pidió al sello que le enviaran de vuelta a Los Angeles para grabarla: "Pensé que sería interesante fingir cómo sonaba una canción pop que arrasa en las listas de éxitos". En el mismo avión compuso Can't Stand It, la resultona canción que abre el disco. "La inspiración está sobrevalorada", dice.

Tweedy defiende la figura del músico como artesano de la canción, con un horario de trabajo y una metodología. La composición de canciones como hábito. Uno de los primeros consejos que da en esta especie de libro de autoayuda para compositores debutantes es enfrentarse "a las dudas e inseguridades que te van a bombardear despiadadamente a diario. En plan: '¿Quién te crees que eres?' o '¿Me estás tomando el pelo con esta mierda?'". Se trata de saber contestarse adecuadamente en el diálogo interior.

Ante el "no tengo tiempo", hay que evaluar cuánto pasa uno jugando al Candy Crush o viendo "videos de carreras de canicas en YouTube". Aunque sea cinco minutos, hay que probar qué sale de "la escritura libre" o del coger una guitarra "y gritar como un puto loco". Frente al "no soy capaz", Tweedy, con una carrera de una docena de discos y 25 años a sus espaldas, admite que ese pensamiento nunca le ha abandonado del todo. El músico aconseja que hay que hacer las cosas, aunque sean mal, sin tener siempre presente el juicio de que lo que es "bueno". Hay que intentarlo. "El fracaso puede ser ese tipo de dolor que no deberías desaprovechar, al menos mientras te encuentres en el lugar adecuado a nivel mental". Aquí el líder de Wilco trae a colación la reacción de los ejecutivos de la discográfica Warner, que detestaban todas las canciones del disco Yankee Hotel Foxtrot (2002). ¿El resultado? Les echaron, pero otro sello del mismo grupo compró el disco. "Fue liberador darme cuenta de que era capaz de sobrevivir al peor de los casos al que se puede enfrentar un artista: ¡que te digan directamente y sin tapujos que eres una mierda!", escribe.

Y si componer una canción es un acto de artesanía, ¿cómo se hace? Jeff Tweedy enseña un método sencillo en tres pasos. Primero hay que hacer acopio de palabras, por medio de la escritura libre o de la escritura de poemas. Después se hace acopio de música: grabando retazos sueltos que vienen a la mente, aprendiendo a tocar canciones de otros. Y, por último, se trata de emparejar palabra y música, encontrando las correspondencias entre el material almacenado.

En la segunda parte del libro, Tweedy crea un verdadero manual de la composición desde el punto de vista no profesional y de una manera que cualquier no músico puede acometer. Disecciona cada uno de los tres pasos. Respecto al primero, emplea la metáfora de "hacerle un puente al lenguaje", como se arrancan los cables de los coches robados para que se encienda el motor. "Otra analogía sería pensar que damos un rodeo a tus hábitos lingüísticos", añade. Se trata de extraer las capas que hay por debajo de lo obvio, de darle intencionalidad a las palabras, que estas "irrumpan en la sala, reclamen tu atención y te recuerden lo emocionantes que pueden ser las cosas". Pero con un lenguaje sencillo, al que se llega haciendo "escaleras" de palabras, robando, recortando, adjetivando, extractando de conversaciones o rimando.

La creación musical diseccionada llega en la tercera parte, partiendo de riffs de guitarra, de trozos de melodías vocales, progresiones de acordes o sonidos. El compositor de Wilco no duda en recordar una y otra vez que la música no es una creación aislada, que hay que escuchar a los otros e incluso "robar". "No creo que debas tener miedo de usar la influencia directa del trabajo de otra persona, aunque nos hayan enseñado que está mal apropiarse de algo sin permiso", escribe. Y añade: "Todo el mundo al que podrías robar en este momento de la evolución humana es un ladrón".

Y el último paso de la composición se asoma en la cuarta parte de libro, "cuando las cosas rozan lo místico". Quizá la parte más difícil de explicar, la unión de una letra y una música. Aquí Tweedy también tiene sus consejos muy concretos e incluso cómo superar el bloqueo de escritor. El momento final de la narración de esta especie de larga y útil TEDTalk llega con la pregunta de qué hacer con una canción compuesta. ¿Grabarla? La recomendación es: "Toca tu canción al menos una vez para una persona que no seas tú" para sentir "la intimidad y la vulnerabilidad" de cantar la composición propia en voz alta.

viernes, 14 de enero de 2022

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN RADIO 3?

 Mónica Zas Marcos

El Diario, 27/12/2021



Radio 3 pasó de ser una sección nocturna de herencia franquista en RNE a convertirse en la emisora de la juventud contestataria de los años 80 y en el altavoz de la Movida. Su rápida adaptación a los nuevos tiempos, su vocación independiente y las voces que representaron este cambio le dieron la categoría de institución de la música y la cultura españolas.

Ahora hay quien dice que corre peligro. Que Radio 3 ha perdido el rumbo y su grandeza, y que todo viene motivado por la "venganza" de algunos directivos. En la bancada contraria se sientan los defensores de una radio pública camaleónica, como fuera la que se deshizo del tufo de la dictadura hace 40 años.

La emisora está en pleno proceso de renovación de talentos, eliminando de un día para otro programas que llevaban décadas en las ondas y a sus locutores de referencia, y sustituyéndolos por nuevas voces y otros formatos. Las críticas hacia este movimiento se entremezclan con la justificación de que la radio de las minorías ahora busca horizontes más ambiciosos, nuevos y jóvenes. Pero el tono de la trifulca excede al del típico relevo generacional.

¿Qué está pasando en Radio 3? El debate no es nuevo, pero volvió a coger fuerza el pasado noviembre con la jubilación "forzosa" de Juan Pablo Silvestre, uno de sus míticos locutores y cabeza del programa más escuchado de la emisora. De un día para otro, Silvestre recibió la llamada definitiva: Mundo Babel se cancelaba después de 21 años y sin la oportunidad de grabar un episodio de despedida para sus 200.000 oyentes. "Aparte de no tener modales, es una falta de respeto al profesional y a la audiencia", criticó el profesional de 73 años en una entrevista con Vertele.

La empresa justificó la decisión acogiéndose al III convenio colectivo, firmado en octubre de 2020 durante el mandato de Rosa María Mateo. Este permite a la corporación prescindir de trabajadores que superen los 63 años o que hayan alcanzado un 100% de la cotización de la pensión. Silvestre defiende que su caso no cumple con los requisitos, pero además alega que "se inserta en una política de descapitalización de talento, conocimiento y experiencia".

El locutor se refiere a quienes durante el último año le precedieron en su jubilación: Javier Tolentino (Séptimo vicio), Julio Ruiz (Disco Grande) o José Miguel López (Discópolis). Por lo menos ellos tuvieron la oportunidad de despedirse, aunque con sus voces también se apagaron las de los equipos que trabajaban con ellos tras los micrófonos y que no estaban en edad de jubilarse. En cuanto los locutores salieron por la puerta de RNE, sus programas fueron sustituidos en la parrilla, a pesar de que muchos hubieran preferido ceder su legado. "Espero que el público pueda elegir y que nadie lo haga por él", confiaba Silvestre. 

No fue así y, de nuevo, la reacción se dividió entre los indignados con la desaparición de los espacios más queridos y los que defienden un relevo generacional, como es el caso de Ángel Carmona, uno de los jóvenes locutores al frente del programa Hoy empieza todo. Se lamentó en directo de la poca deferencia hacia Juan Pablo Silvestre, pero aseguró que las nuevas generaciones están haciendo "una Radio 3 a pulmón". 

Diego Manrique, a quien cesaron en 2010 por razones distintas a las de sus compañeros, es mucho más duro respecto a las jubilaciones. No duda en calificarlas de "edadismo" y algo "tan aberrante como expulsar a gente por su orientación sexual o el color de su piel". Cita a la BBC como ejemplo de emisora de éxito que mantiene a sus grandes locutores hasta los 70, 75 y hasta 80 años. "Es un disparate cargarse a las voces reconocibles y de prestigio por querer reinventar la rueda", piensa, "es suicida".

En lugar de convertirlo en una guerra entre los nuevos talentos y los veteranos, apuesta por señalar hacia arriba. "Lo que más pena me da es que se ha hecho de la peor forma posible, cosa que tampoco me sorprende, ya que el director actual es un manipulador y un mentiroso". El que fuera la voz de El Ambigú se refiere a Tomás Fernando Flores, director de Radio 3 desde 2012.

Las rencillas con Tomás Fernando Flores

Fernando Flores llegó en los años 80 a Radio 3 de la mano del entonces jefe de programas, Victorino del Pozo. Sustituyó a Diego Manrique en Diario Pop, el programa más importante de la emisora que este había dejado para embarcarse en un espacio propio. Al frente se mantuvo el locutor Jesús Ordovás, que se quejó del "dedazo" pero no tuvo más remedio que acatarlo. 

Tomás empezó con pequeñas secciones dentro del programa, mientras que la parte nacional e internacional se la repartían entre Ordovás y otro de los veteranos, Chema Rey. "Tomás y Chema se pusieron de acuerdo y me dijeron que no querían que yo fuera el director. Les dije que pidieran sus propios programas y eso hicieron", explica Ordovás a este diario. Así, Fernando Flores empezó a hacer Siglo XXI, que rápidamente se convirtió en una marca de la casa.

"Quizá en ese momento adquirimos una desconfianza hacia Tomás, porque venía recomendado por el aparato franquista, pero él nos ha pagado vengándose", añade Manrique. "Lleva años con este tipo de jugarretas", dice la última voz de Diario Pop. La dirección de Radio 3 intentó quitarse de encima a Jesús Ordovás en varias ocasiones, según sus propias palabras. Él fue a juicio y lo ganó, pero asegura que el modus operandi es siempre "deleznable": "Te llama una persona de la secretaría diciéndote que mañana no tienes programa y que pases a firmar el despido". 

"A mí me parece perfecto que nos vayamos jubilando. Yo me prejubilé porque las cosas no pintaban nada bien en Radio 3. Había un ambiente de quitarse los programas unos a otros, de maniobrar para quedarse con los mejores horarios y de gente como Tomás intentando hacerse con el poder", admite Ordovás, que finalmente se alejó de las ondas en 2007 a los 60 años, cinco antes de que Fernando Flores fuese nombrado director. "Radio 3 es una emisora que ha ido dando bandazos y Tomás es el único que ha logrado el milagro de estar ahí con el PP y con el PSOE", añade Diego Manrique.

El ambiente no pintaban nada bien en Radio 3: de quitarse los programas, de quedarse con los mejores horarios y de gente como Tomás intentando hacerse con el poder

Por su parte, Fernando Flores afirma que "no hay rencores en la programación de ninguna emisora del mundo, tampoco en Radio 3". "Si fuese por venganza, el mismo día que llegué a la dirección habrían dejado el programa y se han mantenido hasta que la empresa los ha jubilado", defiende en conversación con elDiario.es.

Asegura que su criterio personal no ha influido en las últimas salidas, sino que "la empresa jubila a personas por cuestiones con las que yo puedo estar más o menos de acuerdo". También dice haberse quejado del trato que recursos humanos dio a Juan Pablo Silvestre porque "aparte de compañeros son amigos". No obstante, termina admitiendo que "los programas no son vitalicios en ninguna emisora del mundo".

Episodio Carne Cruda

Si bien él lo niega, algunos ven la mano de Fernando Flores detrás de estos movimientos por asemejarse a lo que ocurrió con el programa Carne Cruda en 2012. Una de las salidas que causó más revuelo de Radio 3. "Se cargaron a Javier Gallego diciéndole un día antes que se fuera tranquilamente de vacaciones porque tenía su lugar reservado", recuerda Diego Manrique. "Mi caso es distinto porque influyeron razones tanto políticas como internas; una inquina que yo desconocía hasta que me dieron la patada", relata Gallego a este diario. 

Su despido fue "improcedente, fuera de tiempo y con una llamada telefónica", cuando solo pedía "un poco de caballerosidad". No obstante, a Javier Gallego le parece más escandaloso lo que está ocurriendo ahora. "Lo que le pasa a RNE es una falta de memoria histórica, no es consciente de la historia que atesora", se lamenta. 

"En Radio 3 los locutores han tenido una implicación personal y emocional, se consideran una familia y dentro de ella son los popes", opina el director de Carne Cruda. Julio Ruiz recordaba que su Disco Grande fue el altavoz de "la movida indie", con grupos como Los Planetas, Mercromina y Paulina en la playa: "Artistas que empezaron con sus primeras maquetas en Radio 3 y hoy llenan pabellones y festivales". El Discópolis de José Miguel López buceaba por los archivos del ente público para ofrecer sonidos inéditos, como el concierto completo de Extremoduro en el Festimad de 1997. Mundo Babel puso en marcha el primer concurso de podcast de España. En definitiva, son historia viva de un país.

Sin embargo, como toda "familia", también tuvieron sus dramas. "Radio 3 ha sido un reino de taifas. Eran las mismas personas conviviendo y compitiendo por audiencia, resonancia y prestigio. No ha habido una renovación que ayudase a que las rencillas no se enquistasen o que no se radicalizasen los odios", expresa Javier Gallego.

Otro asunto peliagudo es que no exista un relevo generacional como tal. "Los mayores no han dado el testigo a los jóvenes ni han puesto bajo su ala a los nuevos valores", dice el locutor. "La transición no se ha dado por relevo, sino por ruptura", resume Crudo. Diego Manrique lo reconoce, pero opina que la dirección tiene su parte de culpa por no favorecerlo. Por su parte, Tomás Fernando Flores aporta sus razones para no mantener los mismos espacios que entonces. 

"Son programas de autor, y creo que hay que respetar lo que han aportado. Puesto que es mucho y eran grandes profesionales, me pareció que lo más adecuado era no continuar con ellos y que permaneciesen en nuestra memoria emocional significándose a sus autores", opina. Además, mantiene que los nuevos programas gozan de la misma acogida y que los datos de audiencia suscriben su reforma.

Relevo generacional ¿y precario?

El carácter independiente de Radio 3 le ha reservado un lugar seguro y fiel en el Estudio General de Medios (EGM), pero alejado de emisoras de radiofórmula como los 40 principales, Cadena 100 o Kiss FM, que en ocasiones triplican sus métricas. No obstante, la masa ha fluctuado en los últimos años. En el informe del EGM publicado este mismo diciembre, Radio 3 alcanza los 410.000 miles de oyentes diarios, que le recuperan un poco del bajón de julio. Por eso su director pone en duda que las últimas salidas hayan afectado a los datos.

"Hay que fomentar el relevo generacional, saber quitarse de en medio y generar contenidos nuevos, que es lo que prima en una emisora creativa y que fomenta la cultura como Radio 3. No podemos hacer los mismos programas que en los 80 y los 90, lo que se deduce que pretenden algunos con sus comentarios", critica Tomás Fernando Flores. Pide fijarse en los datos de los nuevos programas con mayores índices de audiencia: Generación Ya, Bandeja de entrada, el fin de semana, con Capitán Demo y programas de autor como el Niño de Elche e Isabel Coixet. 

"Todas las personas que se han jubilado tienen más de 65 años, algunas muchísimos más. ¿Y pretenden hacer radio joven?", se pregunta. "Que ponga programas que no tienen gran altura intelectual hace pensar que quizá esté organizando una plantilla que le debe el trabajo, pero que en muchos casos están un poco verdes respecto al nivel que se exigía anteriormente en Radio 3", contesta por su parte Diego Manrique.

El gran problema, para Manrique, es que mientras tanto "estén encogiendo la masa salarial". "Quitan a la gente que tiene unos derechos laborales para meter a otra que cobra muy poco y que por la propia naturaleza del contrato están obligados a ser muy fieles. Es una jugada maquiavélica, pero que no ocurre solo en RNE, sino en todo tipo de empresas", explica. Él mismo fue forzado al cese por negarse a renegociar su contrato y perder beneficios.

Esta cuestión está en mano de los sindicatos de RNE. Fernando de la Fuente, secretario de organización de CCOO, asegura que "el 22% de la programación que se hace en Radio 3 la hacen colaboradores o gente con contratos en prácticas, frente al 67% indefinidos". Y muchos de estos últimos han conseguido formalizar esta situación mediante sentencia de un tribunal. "Eso también demuestra el amplio nivel de fraude de esta empresa", añade.

Respecto a las jubilaciones "forzosas", reconoce que se podrían haber hecho excepciones y que tendrán que analizarlas. Sin embargo, la prioridad del sindicato está en detectar a los falsos autónomos o los contratos en fraude de ley. "Esto viene del pasado, porque Radio 3 al principio era gente que se acercaba ofreciendo ciertos programas o especialidades musicales y se iban contratando por esa vía", recuerda de la Fuente.

Oyentes huérfanos o audiencia nueva

Tomás Fernando Flores resume la estrategia actual en tres pilares: "Radio 3 tiene una programación convencional con tendencia a rejuvenecerse, una programación innovadora con lenguajes audiovisuales, que es Radio 3 Extra, y una acción voluntariosa y decidida de aportar a la gestión cultural". ¿Le gustaría mantener esa audiencia minoritaria pero fiel que siempre ha acompañado a Radio 3? "Por supuesto, pero somos una emisora pública, no vendemos cuñas, y necesitamos un mayor nivel de prescripción para apoyar el mundo de la cultura. Y eso significa que hay que cambiar los programas, no dejarlos eternamente con personas que perdieron la perspectiva hace muchos años", concluye.

"El argumento es que el público está envejeciendo, pero sigue teniendo el mismo derecho que cualquier otro oyente", cree Diego Manrique. "Ahora lo que hay es una inclinación a las músicas de multitudes, pero el público de Radio 3 posiblemente sea opuesto a ellas, y me preocupa lo que vaya a ocurrir a la larga", confiesa. 

También Javier Gallego piensa que "a Radio 3 les va a costar años hacerse una nueva personalidad, a la que ya están aportando gente como Marta Echevarría o Virginia Díaz". Además, "Radio 3 compite con una realidad musical muy distinta a la primigenia". Pero, el director de Carne Cruda confía "en la mayoría minoritaria".

"La radio pública es la única que puede permitirse hacer la radio de minorías y atender a gustos más allá del mercado, que es donde brotan las novedades que luego llegan a un público más amplio. Debe apostar por lo que no apuestan otros y dar visibilidad a lo que está escondido", diferencia. "Menos mal que existe Radio 3: no queremos que desaparezca, pero tampoco que sea marginal". 


jueves, 13 de enero de 2022

MUERE RONNIE SPECTOR, LA LEYENDA DEL SOUL QUE LIDERÓ THE RONETTES

Luis Pablo Beauregard

El País, 13/01/2022 

Originaria de Nueva York, la cantante alcanzó la fama mundial a inicio de los sesenta con el éxito ‘Be my baby’ junto a su hermana y su prima



“Cuando cantábamos siempre dije que no éramos mejores, éramos diferentes”. Así describió Ronnie Spector en 2007 a Las Ronettes, el fenómeno que ella lideró en los sesenta, un grupo que cambió para siempre el sonido de la época. Amiga de los Beatles, los Stones, corista de Bruce Springsteen, superviviente de un matrimonio infernal, Spector falleció el miércoles tras una “breve batalla contra el cáncer”, según sus familiares. Tenía 78 años.

Nacida en Nueva York como Veronica Bennett, comenzó a actuar en 1959 junto a su hermana, Estelle Bennet y a su prima, Nedra Talley, antes de terminar el instituto. El trío llamado entonces The Dolly Sisters creció cerca del Spanish Harlem, un barrio en el que conocieron de primera mano la exuberante estética y soltura de las puertorriqueñas, y escucharon al niño soprano originario de Harlem, Frankie Lymon, que inspiró para ponerse a cantar a Ronnie, como era conocida.

Cuando tenía 13 años actuó con su hermana y su prima en el famoso teatro Apollo de Harlem, en lo que se conocía como “la hora amateur”. En 1961, lograron ser invitadas a participar en la película Twist Around the Clock. La coreografía de las chicas llamó la atención de Murray K, un popular pinchadiscos, quien les consiguió trabajo en algunas discotecas de la ciudad, entre ellas el famoso Peppermint Lounge, meca del twist y el go-go y que contaba entre sus clientes con Marilyn Monroe, Frank Sinatra, Truman Capote, Audrey Hepburn o Jackie Kennedy.

“Los sesenta fueron tan maravillosos como parecen”, resumió Ronnie. Entre 1963 y 1966 llegaron “los mejores tiempos”, pues fue cuando tuvieron más éxito. En octubre de 1963 salió Be My Baby, un sencillo que cambió la historia de la música esa década. El grupo se había topado con el productor Phil Spector, clave para colocar a The Ronettes en una categoría diferente frente al resto de agrupaciones femeninas de pop vocal de la época.

La llegada de Spector, un loco brillante enfermo de celos, a la vida de Bennet significó también muchos problemas. El productor intentó fichar a Ronnie como solista para su sello, Philles. La cantante se opuso férreamente a disolver la sociedad con su hermana y su prima. El trío puso los coros a otros artistas de la discográfica hasta que el sencillo de 1963 las convirtió en un fenómeno mundial. Luciendo vestidos muy cortos y peinados cardados muy altos las Ronettes eran un acontecimiento en concierto. “Cuando entrábamos al escenario, una de dos o causábamos un alboroto o había chicos revolcándose en el suelo teniendo orgasmos”, contaba Ronnie.

El impacto no se limitó a Estados Unidos. Cuando llegaron a Inglaterra en 1964, en su primera gira en Europa, John Lennon y George Harrison, de los Beatles, pidieron conocerlas. Lennon, según Ronnie, intentó seducirla en una fiesta, pero ella lo rechazó pues había iniciado una relación con Phil Spector, quien se convertiría en su esposo cuatro años después, en 1968.

El matrimonio fue el infierno. Así es como lo describe Ronnie en sus memorias publicadas en 1990, Be My Baby: How I survived Mascara, Miniskirts and Madness. Spector abusaba de ella psicológicamente y controlaba todos los aspectos de su vida, tanto personales como profesionales. No le permitía abandonar la mansión de la pareja en Los Ángeles. “Lloraba todas las noches”, dijo a este periódico hace algunos años. La situación la llevó a beber solo para poder salir de casa a las reuniones de alcohólicos.

La relación con Spector hundió la carrera de Ronnie. En 1971, George Harrison, después de All Things Must Pass, le regaló varias canciones para un álbum que sería lanzado en Apple, la disquera de los Beatles. En las sesiones de grabación, en Abbey Road, estuvieron músicos de Derek and the Dominoes y Badfinger, además de Leon Russell. John Lennon también tocó el piano. Pero todo fue un fiasco. El grupo trabajó en cuatro canciones hasta que un supuesto episodio de salud de Phil Spector forzó a todos a parar. De aquellas grabaciones salieron Try Some, Buy Some y Tandoori Chicken. Ronnie Spector no se sintió cómoda con el primer tema, compuesto por Harrison, pues no entendió de qué trataba. “¿Era sobre religión? ¿Sexo? ¿Drogas? Era desconcertante. Mientras más cantaba George, más me desconcertaba”, escribió. La canción estuvo enlatada 40 años. La experiencia, sin embargo, no eclipsó una amistad de varias décadas que inició cuando los Beatles invitaron a The Ronnettes en 1966 a acompañarlos de gira.

Ronnie, quien finalmente tuvo su primer disco sola en 1981, también fue gran amiga de Keith Richards, el guitarrista de The Rolling Stones, quien apadrinó al grupo cuando entró en el Salón de la Fama en 2007. “Keith, siempre que te veo siento que es 1964. Como tú me has dicho: nunca pensaron que viviríamos para ver esto. ¡Ja, los engañamos!”, dijo. En 2016, en un guiño al pasado, sacó un disco de homenaje a la música de la invasión británica.

Parte del incomprensible retraso de la llegada de las Ronettes al Salón de la fama se debió a Phil Spector. El influyente productor, quien recibió los mismos honores en 1989, operó para evitar el nombramiento de su exesposa, de quien se divorció en 1973. Años después, en 1980, Ronnie llevó a Spector a los tribunales exigiendo años de impagos. El productor les había pagado 15.000 dólares cuando fichó a The Ronettes. Nunca más vieron un dólar más a pesar de los éxitos. El juicio para recibir los royalties duró 15 años. En 2000 un juez les otorgó más de dos millones de dólares, pero la decisión fue revertida en una apelación.

En la ceremonia de 2007 Ronnie se dio el lujo de no mencionar ni una sola vez a su exmarido. “Gracias a Stu Phillips, nuestro primer productor”, subrayó y dejó en el aire un sarcástico silencio dramático. Las palabras llegaban una semana antes de que iniciara el juicio contra Phil Spector por el asesinato de la modelo y actriz Lana Clarkson, en el que fue declarado culpable.