viernes, 13 de junio de 2025

UN SIGLO DE CLIFTON CHENIER

 Miquel Botella Armengou

Ciudad Criolla, 25/04/2025

El Rey del Zydeco cumpliría 100 años el próximo 25 de junio. Para celebrar la efeméride, el 27 de junio se publicará el álbum A Tribute to the King, en el que recrean sus canciones artistas destacados de blues, country, americana y tex-mex… y, qué le vamos a hacer, también The Rolling Stones.

La figura del cantante y acordeonista Clifton Chenier (1925-1987) fue decisiva en la evolución del zydeco después de la Segunda Guerra Mundial, al introducir en ese estilo característico de Luisiana elementos de blues y de rhythm’n’blues. Por eso se le conocía como el Rey del Zydeco.

El próximo 25 de junio, Chenier cumpliría 100 años y, para conmemorar ese hito, Joel Savoy —el fundador del sello de Luisiana Valcour Records— y Steve Berlin —el productor y saxofonista de Los Lobos— han unido fuerzas para lanzar A Tribute to the King el 27 de junio.

Como afirman los productores, “Clifton Chenier fue un embajador internacional que dio a conocer el zydeco al mundo. Para celebrar su centenario, hemos reunido a un elenco estelar de músicos e intérpretes de Luisiana y de todo el país que deben parte de su estilo al hombre que unió al público negro y blanco, a los tradicionalistas y a los rockeros, y a Luisiana con el resto del mundo”. 

A ver: que el álbum empiece con The Rolling Stones y Mick Jagger cantando en francés Zydeco sont pas salés podría incitar a pensar en uno de esos artefactos de homenaje plagados de estrellonas del rock que se apuntan a todo a golpe de talonario (ya sabéis: Bono, Springsteen, Sting, Elton John… esos personajes).

Por suerte, la presencia de los británicos es la única nota discordante. Entre los participantes encontramos a intérpretes de country (Charley Crockett), de blues (Jimmie Vaughan, Taj Mahal, Jon Cleary, Marcia Ball), de americana (Lucinda Williams, Steve Earle, Shannon McNally, John Hiatt) y de tex-mex (Ruben Ramos with Los Texmaniacs, Augie Meyers).

Naturalmente, no falta una nutrida representación de artistas de zydeco, cajun y swamp pop, empezando por el hijo de Clifton, CJ Chenier, para seguir con Steve Riley, Keith Frank, Tommy McLain, Geno Delafose, Anthony Dopsie, Roddie Romero y el que fuera guitarrista del Rey del Zydeco, Sonny Landreth.

Todos los fondos generados por la venta de A Tribute to the King servirán para financiar la recién creada Beca Conmemorativa Clifton Chenier, que ofrecerá asistencia económica a los estudiantes de música tradicional, específicamente de acordeón zydeco, en la Universidad de Luisiana en Lafayette.


La lista de canciones incluidas en la versión en CD es la siguiente:

1. Zydeco sont pas salés – The Rolling Stones y Steve Riley

2. Easy Easy Baby – Charley Crockett y Nathan Williams, Sr.

3. Hey ’Tite Fille – Taj Mahal y Keith Frank

4. Release Me – Lucinda Williams, Tommy McLain y Keith Frank

5. Just Like A Woman – Steve Earle y Anthony Dopsie

6. I’m On The Wonder – Jon Cleary y Curley Taylor

7. Why Did You Go Last Night? – Kam Franklin, A.J. Haynes y Roddie Romero

8. Hot Rod – David Hidalgo y CJ Chenier

9. Tout le temps en temps – Shannon McNally, Keith Frank y Molly Tuttle

10. My Soul – Jimmie Vaughan, Johnny Nicholas y Steve Riley

11. You Used To Call Me – John Hiatt y Roddie Romero

12. Ay Ai Ai – Ruben Ramos with Los Texmaniacs y Augie Meyers

13. I May Be Wrong – Marcia Ball y Geno Delafose

14. I’m Coming Home – CJ Chenier y Sonny Landreth 


jueves, 12 de junio de 2025

MUERE BRIAN WILSON, EL LEGENDARIO VOCALISTA Y COFUNDADOR DE LA BANDA THE BEACH BOYS

BBC News Mundo, 11/06/2025

[Rest in peace, Brian.]

Brian Wilson, el legendario líder y cofundador de The Beach Boys, falleció a los 82 años, anunció su familia este miércoles.

"Nos duele el corazón anunciar el fallecimiento de nuestro querido padre, Brian Wilson", declaró su familia en un comunicado.

"Nos faltan las palabras", añadieron.

"Por favor, respeten nuestra privacidad en este momento de duelo familiar. Compartimos nuestro dolor con el mundo".

Nacido en 1942 y criado en Los Ángeles, California, Wilson formó un grupo junto con sus hermanos menores Carl y Dennis, su primo Mike Love y su amigo Al Jardine.

Y se convirtieron en una de las bandas de rock más importantes de Estados Unidos: The Beach Boys.

Se trata de uno de los grupos de mayor éxito comercial de todos los tiempos, habiendo vendido más de 100 millones de discos en todo el mundo, según su sitio web.

El trabajo de Brian Wilson con The Beach Boys lo convirtió en uno de los verdaderos genios de la música pop.

Sus canciones, incluidas Surfin' USA, California Girls, I Get Around, Good Vibrations y God Only Knows, se convirtieron en clásicos.

Pionero de la música

La revista musical Rolling Stone situó a The Beach Boys en el puesto 12 de su lista de los "100 Mejores Artistas de Todos los Tiempos".

Wilson era especialmente conocido por usar el estudio de grabación para crear sonidos únicos, especialmente en el álbum Pet Sounds, lo que contribuyó a su reputación como pionero de la música.

Perdió a su esposa Melinda en 2024. La pareja llevaba 24 años casada y adoptó a sus hijos: Dakota Rose, Daria Rose, Delanie Rose, Dylan y Dash.

Wilson también tuvo dos hijas, Carnie y Wendy, de su primer matrimonio.

El músico fue diagnosticado con esquizofrenia paranoide en 1984, según Forbes, cuando los médicos encontraron evidencia de que su daño cerebral estaba relacionado con el consumo de drogas psicodélicas.

En febrero de 2024 se reveló que tenía demencia.

Una prisión de la que era difícil escapar

Su forma de trabajar, que incorporaba melodías complejas, armonías intrincadas y temas vanguardistas, marcó un antes y un después en la música popular, alejándola de la narrativa de "chico conoce a chica" que había dominado el género.

Pero la presión de la fama, combinada con la creciente dependencia de las drogas, creó una prisión de la que Wilson encontraba cada vez más difícil escapar.

Contra todo pronóstico, resurgió en el nuevo milenio para deleitar a sus antiguos fans y cautivar a una nueva generación de amantes de la música.

Su padre, dominante y abusivo, animó a su hijo a practicar con instrumentos musicales de juguete; a los 8 años, era un consumado pianista y miembro habitual del coro de la iglesia local.

Wilson solía animar a sus hermanos menores, Carl y Dennis, a cantar con él las complejas armonías que ya estaba creando.

Durante sus años escolares, destacó en los deportes, en la pista de atletismo y como un útil mariscal de campo de fútbol americano.

Pero fue a los 19 años cuando Wilson, sordo del oído derecho, finalmente descubrió el talento musical que definiría su vida.

Le regalaron una grabadora y pronto aprendió el arte de la sobregrabación, parte vital de lo que se convertiría en el sonido característico de los Beach Boys.

Sueños de adolescencia

En casa con sus hermanos Dennis y Carl, mientras sus padres estaban de vacaciones en México, Brian invitó a su primo Mike Love y a su íntimo amigo Al Jardine a ensayar una canción que él y Mike habían escrito.

Los US$250 sus padres dejaron para que los chicos compraran comida se utilizaron para alquilar equipo musical. Así, con la canción Surfin', nacieron los Beach Boys.

Al año siguiente, tras el popular debut de Surfin', el grupo firmó con Capitol Records. Aprovechando el "boom del surf" que entonces cautivaba a EE.UU., los Beach Boys pronto disfrutaron de un éxito espectacular en las listas de éxitos.

Canciones como Surfin' Safari, Surfin' USA, Fun, Fun, Fun, I Get Around y Help Me, Rhonda celebraban los sueños adolescentes de surfear, las carreras de autos y el primer romance.

Si bien la banda operaba con fuerza en la escena surfera californiana, posando con tablas en la playa, solo Dennis Wilson era un verdadero apasionado de este deporte.

Muchos de estos primeros éxitos fueron escritos y arreglados por Brian Wilson, quien también mostró una faceta más madura e introspectiva en temas como In My Room.

Como la única banda estadounidense que rivalizaba con los Beatles, los Beach Boys soportaron una agenda frenética de grabaciones, giras y trabajo promocional, algo que Wilson pronto llegó a despreciar y temer.


Sublime

"Siento pánico escénico en todos los conciertos que he dado", recordó más tarde.

El primer indicio de su frágil estado llegó en 1964, cuando sufrió una crisis nerviosa durante un vuelo. Con tan solo 22 años, decidió dejar de girar con la banda para concentrarse en la composición y la producción.

Tras escuchar fascinado el álbum Rubber Soul de los Beatles, Wilson respondió con su propia obra maestra, Pet Sounds.

El álbum, que incluía los sublimes God Only Knows, Wouldn't It Be Nice y Sloop John B, fue un rotundo éxito de crítica.

Pero el cambio de rumbo artístico que representó y la naturaleza angustiosa de algunos de sus temas desconcertaron a muchos oyentes.

Cuando los Beatles respondieron con Revolver en 1966, Brian Wilson se embarcó en la composición de lo que él llamó su "sinfonía adolescente a Dios".

Pero el álbum resultante, Smile, que tardaría 37 años en completarse, provocó un colapso mental total en Wilson y, de hecho, puso fin a su relación con los Beach Boys.

Una sesión de grabación caótica

Escrito en colaboración con el letrista Van Dyke Parks y grabado con un amplio grupo de músicos de sesión, el álbum original de Smile incluía canciones innovadoras como Good Vibrations, Heroes and Villains y Surf's Up.

Wilson, cada vez más paranoico, instaló un gran arenal en su sala y trabajó en el álbum con la ayuda de un piano en la arena.

Las caóticas sesiones de grabación incluyeron un cubo de fuego y músicos comiendo verduras.

Los demás Beach Boys descartaron el trabajo por ser demasiado experimental.

Lo más mordaz de todo es que Mike Love, coautor de Wilson en muchos de los grandes éxitos de los Beach Boys, calificó a Smile como "un álbum lleno de locura de Brian".

Desanimado por la acogida de Smile y aquejado por una enfermedad mental, Brian Wilson abandonó este proyecto en curso en 1967.

A pesar de una participación limitada con The Beach Boys, incluyendo su exitoso sencillo de 1968 Do It Again, Wilson se recluyó en casa, en la cama, con sus pensamientos y su cocaína.

El regreso

En 1976, cada vez más preocupados por su hermano, Carl y Dennis contrataron a Eugene Landy, un controvertido terapeuta psiquiátrico.

Al mudarse a casa de Wilson, Landy implementó un programa de vigilancia antidrogas las 24 horas, supervisado por un grupo de fornidos cuidadores.

Al principio, los resultados fueron alentadores: Wilson perdió gran parte de su exceso de peso y se recuperó parcialmente de su adicción a las drogas.

ero, tras establecerse como socio comercial de Wilson y actuar como productor ejecutivo de sus álbumes, Landy fue declarado culpable de romper la relación médico-paciente y abandonó rápidamente el mundo del espectáculo.

Sin embargo, durante la década de 1990, las cosas empezaron a mejorar.

Wilson se casó por segunda vez (su primera esposa, Marilyn, lo había abandonado en 1978), regresó al estudio con poco éxito al principio y se reconcilió con sus hijas Carnie y Wendy.

Pero fue su descubrimiento de una joven banda californiana, The Wondermints, lo que finalmente le daría a Wilson un nuevo reconocimiento, tras inspirarlo a revisitar tanto Pet Sounds como Smile.

Tras 30 años de lucha contra sus demonios personales, tuvo un regreso espectacular con versiones de sus clásicos de los Beach Boys y el resurgimiento del legendario y perdido álbum Smile.

Complejo

Wilson ofreció el primer concierto en vivo de Smile, sustancialmente reelaborado, en el Royal Festival Hall de Londres en 2004 y deleitó al público de todo el mundo.

Lo que impresionó a la crítica y a los fans fue la evidente alegría en el rostro de Wilson mientras actuaba.

El hombre que había dejado de girar a los 22 años por su incapacidad para afrontar las presentaciones en vivo finalmente había superado sus miedos.

Esto marcó un regreso a la forma creativa, ya que, en los años siguientes, se embarcó en una serie de grabaciones, incluyendo una interpretación de clásicos de Gershwin que alcanzó el número uno en la lista de jazz de Billboard.

"Gershwin me inspiró mucho. El concepto de That Lucky Old Sun se inspiró en Rhapsody in Blue", dijo Wilson.

En 2012, se reunió oficialmente con los miembros sobrevivientes de los Beach Boys, tanto para una gira como para un álbum, That's Why God Made The Radio, que representó sus primeras grabaciones originales con la banda en más de 15 años.

La reunión también estuvo acompañada por el lanzamiento de The Smile Sessions, una caja de cinco CD que incluía una colección completa de grabaciones y tomas descartadas del legendario álbum "perdido", dando por fin a los fans la oportunidad de imaginar cómo podría haber sido el disco.

La compilación fue un éxito de crítica, ganándose un lugar en la lista de los 500 Mejores Álbumes de Todos los Tiempos de la revista Rolling Stone de 2012 y ganando el premio al mejor álbum histórico en los Grammy de 2013.

Sin embargo, la reunión duró poco, y para 2014 Wilson ya grababa las canciones que había compuesto para el siguiente disco de los Beach Boys como solista, con la ayuda de estrellas invitadas como la actriz Zooey Deschanel y la estrella country Kacey Musgraves.

Una película biográfica sobre su vida y carrera, protagonizada por John Cusack y Paul Dano interpretando a Wilson en diferentes etapas, se estrenó con gran éxito de crítica ese mismo año.

Continuó de gira hasta bien entrados sus 70 años, pero sufrió un duro golpe en 2024 cuando su esposa, Melinda, falleció a los 77 años.

Poco después, el músico fue puesto bajo tutela, y su familia declaró que era "incapaz de cubrir adecuadamente sus propias necesidades personales de salud física, alimentación, ropa o vivienda".

Este hecho reforzó la imagen del músico como una figura frágil, casi infantil, que, sin embargo, inspiró a miles de músicos a seguir sus pasos.

La combinación de su creatividad como escritor y sus habilidades técnicas en el estudio lo convirtieron en una de las grandes figuras de la música popular del siglo XX.

sábado, 31 de mayo de 2025

RUTA POR LAS CIUDADES MUSICALES DE ESTADOS UNIDOS: DESDE LOS ORÍGENES DEL ROCK AND ROLL HASTA LA MECA DEL COUNTRY

Sara Andrade Abad

El País, 24/04/2025

Chicago, Nashville, Nueva Orleans... Te acercamos una oportunidad de lujo para recorrer la historia de la música en primera fila.



Elvis Presley, James Brown, Dolly Parton, Johnny Cash, Bob Dylan o Taylor Swift son solo una pequeña lista de artistas norteamericanos que nos llevan a entender cómo ha sido para el mundo la música de Estados Unidos. Su alcance mundial y los diversos géneros musicales nos llevan a un viaje único y diverso en el país, una oportunidad de recorrer algunas de sus principales ciudades para conocer los orígenes del blues, del soul, del jazz, del country o del rock and roll.

Este viaje te llevará a través de las ciudades más emblemáticas de la música, desde la exquisita Chicago hasta la histórica Nueva Orleans, y lo hace de la mano de un experto en la materia, el guía Álvaro Planchuelo, con el que un grupo de viajeros recorrerá el país y sus mejores localizaciones musicales del 1 al 14 de octubre. EL PAÍS Viajes es el encargado de organizar este viaje por Estados Unidos, que contará con un máximo de 20 personas. De momento, y antes de hacer maletas, te mostramos algunas de las paradas musicales más increíbles del viaje. ¡Sube el volumen!

Chicago y una rica escena musical

Chicago es una de las ciudades más importantes de la música de Estados Unidos. Prácticamente no hay estilo que se le resista: desde la música house, pasando por el gospel, el blues o el jazz, que es, seguramente, el estilo de música más arraigado. Se entiende cuando se revisa su historia: durante los primeros años del siglo XX, la Gran Migración hizo que muchos músicos afroestadounidenses de blues y jazz avanzaran por el río Mississippi hasta las ciudades del norte. Así fue como se empezaron a abrir los primeros clubes de música jazz. En la actualidad, la ciudad celebra muchos eventos relacionados con el jazz, aunque sobresalen dos: el Chicago Jazz Festival y el Hyde Park Jazz Festival.

Los años sesenta y setenta del pasado siglo fueron muy relevantes para la historia musical de la ciudad, ya que fue cuando se asentaron las bases de lo que estaba por llegar. Se cree que, por ejemplo, la música house se empezó a escuchar en el club nocturno de Chicago The Warehouse, y de ahí su nombre. Por supuesto, no podemos dejar de mencionar el rock and roll, que fue especialmente prolífico en estos años, cuando se crearon numerosas bandas. Los años ochenta serían, con total seguridad, el mejor momento para escuchar rock en la ciudad.

Hay muchos lugares para explorar Chicago en clave musical: algunos de los más famosos e históricos son el teatro Arcada, que abrió sus puertas en 1926; el Byline Bank Aragon Ballroom; el Teatro de Chicago, construido en 1924; el Empty Bottle (este de los años noventa), Jazz Showcase, uno de los clubes de jazz más antiguos de la ciudad; Thalia Hall, una sala pionera en la música acústica, el espectacular Jay Pritzker Music o la Ópera Cívica.

Para saber más sobre la historia del soul de Chicago y la historia de Chess Records, una de las principales compañías musicales de la ciudad, hay que visitar el Blues Heaven Museum, así como el restaurante y sala de conciertos Buddy Guy’s Legends, todo un emblema del soul americano.

Nashville, la capital de la música ‘country’

Bristol, Virginia y Tennessee son la cuna de la música country, y eso es un hecho. Sin embargo, viajamos hasta el Estado de Tennessee para conocer la capital de la música country popular, Nashville, también conocida como Music City USA. Una ciudad que ha visto crecer a antiguas leyendas del country, pero también a nuevas, como la cantante Taylor Swift. Para conocer su historia deberás dirigirte al templo de la música country donde han dado conciertos este icono milenial y otros más antiguos. En el Ryman Auditorium se ofrecen recorridos diarios y, con suerte, verás alguna actuación.

También son importantes en Nashville el Country Music Hall of Fame y el Johnny Cash Museum, además de clubes tradicionales de country como Robert ‘s Western World y tiendas que venden ropa del Oeste como Boot Barn. La calle de Broadway siempre ha sido un punto de reunión del country de la ciudad, así que no te la puedes perder. Un lugar especial en la ciudad es Bluebird Café, un espacio con capacidad para 90 personas que ha acogido algunas de las actuaciones de los mejores compositores de los últimos años. Las fotografías que cubren sus paredes incluyen artistas de la talla de Willie Nelson, Faith Hill, James Taylor y Neil Young.



Memphis, cuna del ‘rock and roll’

Memphis, la ciudad más grande de Tennessee, es un destino imprescindible para los fanáticos de Elvis, la música, la historia y la barbacoa: no en vano cuenta con más de 100 restaurantes con esta especialidad. Y es que la ciudad de Memphis, aunque también sea importante por la presencia del blues, es sobre todo conocida por el rock. Quizá tenga mucho que ver que es el hogar de Elvis, el rey del rock and roll. Se puede visitar su antiguo hogar, Graceland, para recordar a esta figura legendaria; aquí vivió durante 20 años. Además, justo al lado de la casa se encuentra el edificio de premios, donde puedes maravillarte con la gran cantidad de discos de oro que Elvis ganó, como también sus famosos trajes.

Desde Graceland, puedes conducir hasta el Sun Studio, el lugar donde Elvis, Jerry Lee Lewis y Johnny Cash grabaron sus primeros discos en la década de 1950. Si quieres conocer la historia de este género musical, debes hacer una visita a Memphis Rock ‘n’ Soul Museum y al Stax Museum of American Soul Music.

Toma nota, porque el corazón de la escena musical de Memphis se encuentra en Beale Street, donde cualquier día de la semana puedes disfrutar casi cualquier tipo de entretenimiento en vivo que se te ocurra. Allí también encontrarás la Gibson Guitar Factory, donde hay visitas guiadas y es interesante conocer el proceso de creación de las guitarras eléctricas. Johnny Hallyday es uno de los músicos famosos cuya guitarra se fabricó aquí; también puedes ver muchos artículos de colección firmados por los nombres más importantes de la industria musical. Quédate en esta calle y disfruta del ambiente nocturno; siempre hay música callejera, buena cerveza y comida excelente.

Clarksdale, el corazón del ‘Delta Blues’

Es posible, a no ser que seas un experto, que no hayas escuchado hablar demasiado de la ciudad de Clarksdale. Se encuentra escondida en el corazón del Misisipi y rodeada de kilómetros de campos de algodón. Pero ¿por qué es conocida y por qué deberías hacerle una visita si te gusta la música? Pues porque aquí comenzó el blues. The Crossroads es la meca para los seguidores del este género, porque es aquí donde una de sus figuras más importantes, Robert Johnson, vendió su alma al Diablo para aprender a tocar blues.

Aquí la música en vivo suena por todas partes: dirígete a Red’s Lounge, donde la experiencia es realmente auténtica, para escuchar a nuevos talentos; o a Ground Zero Blues Club, que es copropiedad del actor Morgan Freeman. En el Hopson Plantation Commissary también se presentan excelentes espectáculos y cuenta con una antigua plantación convertida en motel, llamada Shack Up Inn. Asiste al Juke Joint Festival en abril, al Sunflower River Blues and Gospel Festival en agosto o al Deep Blues Festival en octubre.

El Rock & Blues Museum y el Delta Blues Museum son buenos lugares para adentrarse en la historia del Delta Blues y del blues.



Nueva Orleans, la casa del jazz

Terminamos esta breve ruta por las ciudades musicales de Estados Unidos en Nueva Orleans, el paraíso para los amantes de la música y la cuna de los géneros de jazz, zydeco, R&B y soul, y que ha aportado a gigantes de la música como Louis Armstrong, y artistas contemporáneos como Trombone Shorty, Jon Batiste, Branford Marsalis y Harry Connick Jr.

Para descubrir todo este legado musical, hay lugares muy interesantes, como Frenchmen Street en Faubourg Marigny, un vecindario criollo original que es una meca de clubes nocturnos, bares y restaurantes, y la calle de Bourbon. Podrás encontrar música en vivo todos los días y noches del año. Otro lugar imperdible es el Preservation Hall, dedicado a conservar la tradición de jazz de Nueva Orleans. También podrás encontrar lugares más íntimos, como Spotted Cat Music Club y Tipitina’s, ambos con artistas locales de soul y funk de la ciudad. Por supuesto, el New Orleans Jazz Museum es una obligada visita para conocer todos los detalles de este género musical, ubicado en un edificio histórico del siglo XIX, la Antigua Casa de la Moneda de Estados Unidos.


PULP, EL GRUPO QUE CANTÓ LOS ROMANCES DE LA CLASE OBRERA, CULMINA CON SU REGRESO EL RETORNO DEL BRITPOP

Francisco Gámiz

elDiario.es, 19/05/2025

La banda, que se alejó de la escena musical en 2002, vuelve esta primavera con 'More', su primer álbum en 24 años


Cuando el verano del año pasado Oasis anunció su vuelta al escenario, una mecha se encendió en el mundo de la música: el britpop estaba de vuelta. El grupo, compuesto por los hermanos Liam y Noel Gallagher, ha sido uno de los máximos representantes del género durante su surgimiento unas décadas atrás, lo que era una inesperada y también ilusionante noticia para sus seguidores. Pero no ha sido la única banda que ha vuelto a tomar las riendas de los conciertos tras la pandemia, pues Blur y Suede ya daban señales de que el britpop se planteaba vivir para siempre. Si podía quedar alguna duda, el regreso musical de Pulp supone toda una confirmación, con concierto en España en el Bilbao BBK Live el próximo 10 de julio.

“Este es el primer álbum de Pulp desde We Love Life en 2001. Sí, el primer álbum de Pulp en 24 años”, declara con orgullo su líder Jarvis Cocker en un comunicado de prensa, que hace oficial lo que supondrá uno de los lanzamientos más esperados de este año: More, el octavo trabajo discográfico de Pulp, llega a las tiendas el próximo 6 de junio. La banda, que ha vendido a lo largo de su carrera más de 10 millones de álbumes, está preparada para volver a la escena musical y al ojo público. Su single principal, Spike Island, ya está disponible. Dicho tema supone el regreso de un grupo que revolucionó la escena pop alternativa durante los 90, enamorando con su sonido hasta que, en 2002, tomó la decisión de parar para un largo descanso.

Si entendemos la música como el maravilloso arte de hacer magia, podría decirse que Pulp dio con la receta del hechizo en Sheffield (Inglaterra). Allí, en 1978, Jarvis Cocker (15 años) y su compañero de clase Peter Dalton (14 años) fundaron la banda en The City School, adoptando inicialmente el nombre de Arabicus Pulp, inspirado por el grano de café Arábica, que aparecía en el índice de materias primas del Financial Times. Poco a poco, Cocker fue dando forma al grupo que hoy asociamos con Pulp: en 1983 se unió Russell Senior, aportando guitarras y violín; en 1984 llegó Candida Doyle para ocuparse de los teclados, consolidando el sonido atmosférico del grupo; unos años después se sumarían Nick Banks y Steve Mackey —que falleció en 2023 tras unos meses hospitalizado—, a cargo de la batería y el bajo respectivamente, y en 1998 se incorporó Richard Hawley como guitarrista.

Ya en plena euforia del britpop, en 1995, se incorporó a la banda Mark Webber como segundo guitarrista, dando lugar al sexteto que grabó sus discos más emblemáticos. Esta época estuvo marcada por la intensa cobertura de la prensa musical, que convirtió en acontecimiento la rivalidad entre bandas como Blur, Oasis, Suede, Elastica o incluso Pulp, que nacen como respuesta a la decadente escena del rock alternativo inglés en una industria que se había quedado sin referentes en el rock. Estas causas fundamentales, que Ángel García Piñán recoge en su investigación La contracultura musical como referente social en la segunda mitad del siglo XX para la Universidad de Valladolid en 2021, dieron motivo a la creación del género, al que finalmente se le acuñó el término de britpop.

Un grupo con conciencia de clase

Fue durante la cúspide del britpop cuando Pulp publicó su quinto álbum de estudio, Different Class (1995), considerado el más importante de su discografía y atravesado por la desigualdad social. De hecho, canciones como Common People o I Spy diseccionan con ironía la brecha entre ricos y pobres, así como la mercantilización de la cultura, apuntando a las tensiones socioeconómicas de la Gran Bretaña de los 90. Lucía Lijtmaer, periodista y traductora de Jarvis Cocker al español, destaca que sus letras tienen un “tono muy irónico”, jugando con la “imagen del perdedor” y el “orgullo de clase”. Además de tener temas personales sobre el amor, la envidia, los celos o el deseo, Pulp también abordaba la “conciencia de formar parte de un grupo social” y radiografiaba “momentos colectivos puntuales”.

La banda siempre ha acostumbrado a elevar lo cotidiano hasta convertirlo en algo épico: Disco 2000 (1995) rescata la nostalgia juvenil fantaseando con el amor de una persona cuya “casa es muy pequeña”, mientras que Mis-Shapes (1995) es un canto a los “inadaptados”, describiendo el conformismo que se ha apoderado de la sociedad actual: “Nos gustaría ir a la ciudad, pero no podemos arriesgarnos porque solo quieren mantenernos fuera, podrías acabar con una bofetada en la boca solo por destacar”. Cocker también se reía del despertar sexual en la adolescencia, e incluso en Babies (1992) lo lleva a esconderse en el armario de su hermana mayor para observarla. Su composición triunfaba por retratar vidas tragicómicas y aspiraciones frustradas con una mezcla de humor y hasta melancolía.

Para Eduardo Rabasa, traductor de las memorias de Jarvis Cocker tituladas Buen Pop, Mal Pop (2023), el grupo se diferenciaba de las “bandas más icónicas del britpop” por su “transfondo” de “lucha de clases”, lo que lo hacía “un poquito menos mainstream” aun cuando conquistaba a un “gran sector de gente marginada”. El escritor mexicano cuenta a este periódico que, cuando conoció al vocalista con motivo de la obra, le sorprendió que fuera “particularmente consciente de ser amable” en lugar de tener aires de “superestrella”. “Son detalles que no esperas de un músico de tan alto perfil”, declara Rabasa, contrastando con la imagen que se ha labrado Cocker a lo largo de su trayectoria, sobre todo después de uno de los momentos más controvertidos de la cultura pop de los 90.

En los premios Brit de 1996, en los que Michael Jackson se presentó para cantar Earth Song, Jarvis Cocker irrumpió en el escenario, se puso de espaldas al público y se bajó los pantalones. Michael Jackson declararía después que se sentía “repugnado” y “apenado”, pero “orgulloso de que los extras mantuvieran su profesionalidad y el show continuara”. Cocker, por su parte, alegó en el programa TFI Friday que, mientras veía la actuación, se sintió “un poco mal porque [Jackson] estaba ahí, haciendo como si fuera Jesucristo, y tal vez había otra mucha gente que también lo encontraba desagradable”: “Entonces pensé: ‘El escenario está ahí, yo estoy aquí, y si quiero puedo hacer algo y decir que esto es un montón de basura’”.

Este momento en los premios Brit, junto a la batalla de Oasis y Blur en las listas de éxitos, es uno de los recuerdos del britpop que persisten en las redes sociales. Sin embargo, dado que internet “carecía de contenido de britpop más allá de las cosas obvias”, el aficionado James Tanner creó en 2016 la cuenta @britpopmemories en Twitter. Este se hizo amante del britpop porque fue la escena musical que experimentó durante su adolescencia: “Tenía 14 años en marzo de 1994 cuando Oasis debutó en televisión y, tras años escuchando la colección de música de mis padres, había encontrado mis propios grupos favoritos”. Tanner comenzó la cuenta en Twitter compartiendo “artículos aleatorios de revistas antiguas de música”, pero luego decidió que “tenía más sentido” dedicar más tiempo a “grupos y eventos pequeños a veces olvidados”.

James Tanner resalta la vinculación de Pulp con Sheffield, una ciudad que “tiene una gran historia como centro industrial —sobre todo, siderúrgico— de Inglaterra”: “A medida que la industria siderúrgica disminuía, la ciudad empezó a sufrir un declive en los años sesenta y setenta. Los miembros de Pulp crecieron en esos tiempos difíciles, y puede decirse que la ciudad los moldeó de la misma manera que Liverpool moldeó a los Beatles”. Pronto, la ciudad empezaría a sonar a ellos y no tanto al revés. Eduardo Rabasa señala que supieron combinar “letras muy inteligentes, mordaces y agudas” con un “pop muy melódico y pegajoso”, algo con lo que concuerda Lucía Lijtmaer, que describe sus canciones como “himnos pop” cuyos ritmos son “superpegadizos”.

Como muchas bandas de britpop, James Tanner explica que Pulp “sufrió un desgaste provocado por las altas expectativas de la industria y el estilo de vida de celebridad del que Jarvis formaba parte”. Tanto fue así que el álbum que publicaron a finales de los 90, This Is Hardcore (1998), supuso “una advertencia de que la banda se encontraba en una situación más oscura que antes”, resultando ser “el principio del fin”. Muchos años después de la retirada de Pulp en 2002, un anuncio conmocionó a los seguidores del grupo, que se dieron cuenta de que no conocían a sus componentes tanto como creían: la teclista Candida Doyle había sido diagnoticada con artritis reumatoide en la adolescencia. Habló de ello públicamente en un documental sobre la banda que se estrenó en 2014, dirigido por Florian Habicht y disponible en Filmin, en el que reconoció que le daba vergüenza abordar el tema.

Más allá de su enfermedad, la presencia de Candida Doyle ha sido importantísima en Pulp, y Lucía Lijtmaer indica que “es muy bonito y demuestra mucho el espíritu del grupo que hayan respetado su proceso”. La periodista reconoce el valor de su figura, pues Doyle es “una de las pocas mujeres que hay en el britpop”, así como lo fue Elastica durante su auge. “En un ámbito que se volvió muy machirulo, su presencia siempre era muy tranquilizadora para las chicas a las que nos gustaba la música pop”, dice Lijtmaer. James Tanner subraya que, mientras que “el britpop tuvo mala reputación en Reino Unido” al ser tildado de “sexista y retrógrado”, “en los últimos cinco años, esta narrativa ha ido cambiando poco a poco y el britpop se aprecia más justamente por la gran música que generó y el ambiente optimista y divertido que lo rodeaba”.

Aunque Pulp siempre se ha distanciado del término de britpop, Tanner considera que “eso cambiará esta vez”: “Su regreso probablemente no redefinirá el britpop, pero, junto con la reciente reunión de Blur y la muy esperada gira mundial de Oasis este verano, ayudará a llevar el britpop a una nueva audiencia más joven y le dará a su renacimiento un gran impulso de energía y exposición”. Jarvis Cocker confesó en el Jonathan Ross Show que la idea de hacer un nuevo disco surgió cuando decidieron “ver cuántas canciones” podían “escribir”. “Os merecéis más, y nosotros tenemos más. De hecho, tenemos Más”, bromeó el vocalista en el comunicado de prensa de la gira, meses antes de anunciar que, efectivamente, había un nuevo álbum en camino y Más sería su nombre. Así, el próximo 6 de junio habrá más canciones, más britpop y más Pulp.

lunes, 12 de mayo de 2025

MUERE IÑAKI FERNÁNDEZ, CANTANTE ÁCIDO DEL GRUPO GLUTAMATO YE-YÉ E ICONO DE LA MOVIDA MADRILEÑA

Diego A. Manrique

El País, 11/05/2025

[Que la tierra te sea leve, Iñaki.]

El vocalista de 63 años era un iconoclasta que colaboró en mil grupos y compuso inteligentes himnos

Iñaki Fernández, universalmente conocido como Iñaki Glutamato, falleció este sábado de madrugada en un hospital de Madrid, víctima de un cáncer, con 63 años. Uno de los personajes más característicos de la Movida, en su vertiente underground, encabezó numerosos grupos, aunque siempre se le identificaba con Glutamato Ye Yé, grupo participado por otros ilustres réprobos como los hermanos Recio o Eugenio Haro y fundado en 1979.

Nacido en Bilbao en 1961, hijo de asturiano y vizcaína, Iñaki pronto se demostró un culo de mal asiento. Era técnicamente menor de edad cuando se escapó hacia los paraísos contraculturales de Ibiza y Formentera. De vuelta en Madrid, con su íntimo colega Luis Vida El Bomba, enseguida descubrieron que su aspecto no se adecuaba a una ciudad que comenzaba a sentir la fiebre de la nueva ola. Encajaba en la tropa hippy de El Retiro pero decidió cortarse la melena y adoptar como signo de identidad un bigotillo, que creaba confusión: “¿va de Hitler o de Chaplin?”.

Su repertorio tampoco se podía encasillar fácilmente: una gema pop como Corazón loco convivía con el surrealismo cotidiano de Hay un hombre en mi nevera. Competía con Siniestro Total en Holocausto caníbal y se burlaba del impulso benéfico de las megaestrellas con Todos los negritos tienen hambre y frío. Provocaba sonrisas y cantos de estadio con Soy del Atleti (que partía del himno de la Legión). Se encuadró a Glutamato en Las Hornadas Irritantes, subgrupo que se enfrentaban a los que denominaban Los Babosos (Iñaki insistía que ese calificativo no era aplicable a Nacha Pop o Mamá, como se solía creer, sino a la tendencia a la ñoñería). Carecía de una voz convencional, algo que compensaba con su carisma y su inagotable humor. No sabíamos muy bien si había voluntad paródica en su versión del éxito posconciliar de Voces Amigas: “canto al amor sincero, canto al fuego del hogar/ canto a la verdadera libertad.”

En un ambiente marcado por la frivolidad, Iñaki destacaba como genuino buscador de experiencias psicodélicas e investigador de la pulsión religiosa: había sido hare krishna y había algo más que provocación cuando salía en una portada como Cristo con corona de espinas. No fue ninguna casualidad que tuviera grupos como Los Beatos o Los Pecadores. Muchos años después, lamentaba no haber coincidido con Abogados Cristianos, “que son lo menos cristiano del país.”

Tenía una idea épica de la existencia y participaba de la utopía de cambiar el mundo; había militado en el Partido Comunista en tiempos estudiantiles. Era inevitable que su breve estancia en una discográfica multinacional no fuera feliz: “me reían las gracias pero no entendían lo que yo planteaba.” Sabía buscarse la vida: llegó a montar en Malasaña una tienda de artesanía magrebí, Tan-Tan. Pero le tiraba la música: en complicidad con su fiel guitarrista Manuel Patacho Recio, animó los grupos ante mencionados además de a Buenas Vibraciones o Coctelera Sónica. En sus últimos años, trabajó en la protección forestal y llevaba mal que algunos de sus compañeros no estuvieran orgullosos de “luchar en primera línea por la ecología.”



domingo, 27 de abril de 2025

EL MISTERIO DE THE RESIDENTS, LA BANDA DE CULTO SIN ROSTROS NI NOMBRES QUE SE BURLÓ DE LOS BEATLES

Jaime Lorite Chinchón

El País, 23/04/2025



‘Doctor Dark’, ópera sobre el suicidio asistido, es el nuevo álbum del hermético grupo que lleva 50 años defendiendo que el verdadero arte solo se puede dar desde el anonimato y del que durante décadas han surgido cientos de teorías que lo acercan a ‘Los Simpson’ y a los Beatles

La teoría de la oscuridad aboga porque el autor de una obra se mantenga en el anonimato, para evitar que el ego del individuo y la ansiedad de reconocimiento adulteren la pureza del hecho artístico. Se dice que la formuló un compositor bávaro de nombre N. Senada, cuya identidad, por supuesto, está en entredicho. Al misterioso N. Senada se le atribuye además la teoría de la organización fonética, principio para construir música yuxtaponiendo sonidos únicos, en lugar de melodías o armonías. Ambas rigen la filosofía de los vanguardistas The Residents, inquietante banda de artistas originaria, según los relatos oficiales, del sur de Estados Unidos (concretamente, de Shreveport, Luisiana) e instalada desde finales de los sesenta en California. Sus primeras actividades se remontan a esa época y el nombre de las personas involucradas se ha mantenido más o menos oculto en las ya casi seis décadas transcurridas.

La suma de álbumes de estudio del grupo, trabajos colaborativos, bandas sonoras de películas nunca realizadas o ficciones sonoras cruza holgadamente la sesentena. Acaban de añadir una nueva pieza al lote, Doctor Dark, disco de 16 cortes entre el thrash metal y la electrónica presentado como “ópera moderna”, cuya historia se inspira en el juicio por los presuntos mensajes subliminales en las canciones de Judas Priest (aquí renombrados The Greasy Weasels, las comadrejas grasientas). El proceso tuvo lugar después de que, en 1985, dos jóvenes de 18 y 20 años fanáticos del grupo heavy pactaran suicidarse y el primero muriera. Fue uno de los episodios más sonados de la fiebre estadounidense conocida como pánico satánico, que llevó a sectores conservadores a fiscalizar música y juegos de rol por miedo a que el diablo encontrase una puerta de entrada en el ocio adolescente.

El personaje del título, el doctor Anastasia Dark, se inspira en otra figura real: Jack Kevorkian, conocido en los medios sensacionalistas como Doctor Muerte, médico defensor de la eutanasia y el suicidio asistido encarcelado en Míchigan entre 1999 y 2007 por ayudar a morir a cerca de 130 enfermos terminales. The Residents, por su carácter impenetrable, no conceden entrevistas, aunque ICON ha hablado por correo electrónico con su portavoz Homer Flynn, de The Cryptic Corporation, organización responsable de las relaciones públicas de la banda. “Uno de [los miembros de] The Residents vio la película Dream Deceivers [1993] poco después de su estreno y describió las entrevistas con James Vance como un choque de trenes del que no podía apartar la vista”, explica Flynn. Dream Deceivers es el documental del caso Judas Priest, mientras que Vance fue el adolescente superviviente del doble suicidio, con el rostro terriblemente desfigurado por el arma de fuego con que intentó matarse. Falleció tres años después.

“Al grupo le pareció fascinante todo el incidente, así como el absurdo juicio, pero no supieron cómo contextualizarlo. No les bastaba con recrear los hechos, así que lo descartaron hasta que [la historia de] el doctor Kevorkian, junto al suicidio asistido de Hardy Fox, les proporcionó la inspiración que buscaban”, explica. Flynn se refiere a la única grieta públicamente aceptada dentro del enigma de The Residents, la de su antiguo miembro Hardy Fox, presidente de The Cryptic Corporation durante varias décadas, que, después de jubilarse, confesó que era el alter ego de uno de los músicos. Aquejado de un tumor cerebral, murió en 2018. “Supongo que se podría considerar que Doctor Dark es un homenaje a Hardy, pero fue tan decisivo a la hora de dar forma al grupo, así como a muchos de sus valores creativos, que nunca podría haber un homenaje definitivo. Su sensibilidad para combinar sonidos y su sentido único de los arreglos marcarán para siempre la obra de The Residents”, dice su colega.

El tercer Reich del rock & roll

Si bien el portavoz de The Residents no ofrece detalles sobre la identidad de los miembros del grupo, sí que cuenta que “en general, no son tipos alegres, lo que no significa que sean excesivamente serios o solemnes”. “Después de 50 años prefieren una actitud de relativa neutralidad, dejando que el tema de un proyecto estimule las emociones que luego amplifican con su trabajo. Siguen teniendo energía”, abunda Homer Flynn.

Desde su emergencia, han circulado rumores sobre quiénes eran las personas que se escondían bajo los ilustres cascos en forma de globos oculares, su famoso distintivo estético. Se especuló con que podía tratarse de un proyecto secreto de George Harrison, una gran broma para desandar por el lado oscuro el legado de su antiguo grupo. La portada de su debut, Meet The Residents (1974), se burlaba directamente de Meet The Beatles (1964), mientras que en otro álbum incluyeron un manifiesto llamado Por qué The Residents odian a The Beatles. También se señaló a otros iconoclastas, los integrantes de Talking Heads, como posibles cerebros del asunto. Quienes han colaborado, como Black Francis (Pixies), Les Claypool (Primus), Andy Partridge (XTC) o el mago Penn Jillette, se han asegurado de no soltar prenda o agigantar la leyenda. “Cené hace 20 años con un tío que decía ser mánager de The Residents y lo único que hizo toda la noche fue presumir de lo grande que tenía el pene”, afirmó Partridge en 2015.

El gran sumario de datos inicial sobre The Residents lo escribió el creador de Los Simpson (1989), Matt Groening, bajo el título The True Story Of The Residents, dentro de una guía difundida en 1979 por su club de fans. En ella se explicaba que The Residents obtuvo su nombre a raíz de enviar una maqueta anónima al ejecutivo de Warner que fichó a Captain Beefheart –ídolo para la banda, cuya música consideraban afín– y que este la devolviera a la misma dirección, con “los residentes” como destinatarios. La guía también difundió las primeras imágenes de la película inédita Vileness Fats, fantasía expresionista y surrealista que el grupo pasó años rodando y nunca terminó. De atmósfera enfermiza y pesadillesca, con decorados y vestuarios artesanales, solo 37 minutos de metraje han visto la luz.

En Never Known Questions: Five Decades Of The Residents (2015), del periodista británico Ian Shirley, tal vez el libro más completo sobre el grupo, amigos cercanos ofrecen otra mirada a sus peculiares personalidades en aquellos años fundacionales. El guitarrista Roland Sheehan, que intervino al principio en algunas canciones, les recordaba como gente creativa e impulsiva a la que podía darle por cualquier cosa: “Acompañé una vez a varios de ellos y a sus novias a un bosque. ¡Iban a rodar una peli porno! No era algo profesional, simplemente decidieron ‘qué demonios, vamos a grabar una porno”. Como Vileness Fats, el resultado nunca fue comercialmente distribuido.

Aunque lo más apasionante de esos orígenes fue la velocidad a la que The Residents creó toda una mitología a partir de conceptos. Su segundo álbum oficial, Not Available, cuarto en orden de publicación, se basaba en la no disponibilidad anunciada en el nombre: solo podría publicarse cuando los miembros olvidasen que lo habían grabado (lo hicieron en 1974 y salió en 1978). Antes lanzaron The Third Reich ‘n Roll (1976), versiones enrarecidas de éxitos de los cincuenta y sesenta, desde la premisa de que el rock & roll, igual que Hitler, había “lavado el cerebro de la juventud”. Mezclando la imaginería nazi o del Ku Klux Klan con la de figuras como Elvis, crearon una pieza audiovisual para promocionarlo, hoy considerada antecedente del formato videoclip, que en Estados Unidos se programó en sesiones de cine nocturnas junto a la película de David Lynch Cabeza borradora (1977).

El disco que terminó de ganar para The Residents la devoción de fieles de la contracultura y de la prensa musical alternativa fue el estremecedor Eskimo (1979), repleto de sonidos ambientales, chillidos o voces cavernarias. Tomando el mundo esquimal como referencia, el trabajo en su conjunto, con textos de información etnográfica incluidos en el librillo del disco, satirizaba la ignorancia estadounidense, el colonialismo y el capitalismo (sus letras acababan formando eslóganes publicitarios por proximidad fonética con el lenguaje inuit). La narrativa del grupo fue que su gurú, N. Senada, les llevó al estudio una botella térmica con aire del ártico y pidió que grabaran su aire, así como que compusieran dentro de una cámara frigorífica.

Arte puro, leyenda pura

Para Ian Shirley, autor de Never Known Questions, “el misterio de las identidades de The Residents es como un espejo, puedes mirar en él y ver tu reflejo o algo más”. Inspiradores de otros enmascarados como Daft Punk o los dibujos animados de Gorillaz, Shirley expresa en el libro su preocupación porque el debate en torno a las identidades eclipse el valor e interés de su obra, pero dice a ICON que cree esa oscuridad les ha permitido “ser la fuerza musical más creativa del mundo en muchos aspectos”. “Han hecho lo que han querido cuando han querido y han dejado un legado duradero”, sostiene.

The Residents, pese a todo el secretismo, lleva dando conciertos desde los ochenta, con las caras convenientes tapadas y un número variable de intérpretes. Entre sus filas pueden seguir miembros originales o puede haberse producido un relevo total. Su primer espectáculo mundial, The Mole Show, que pasó por España y se grabó íntegramente en La Edad de Oro, de TVE, se saldó en una ruina por la parafernalia de la puesta en escena o las precauciones exigidas al equipo: todo su equipo tenía que llevar bigotes, narices falsas y otros accesorios de incógnito para que nadie supiera quiénes eran The Residents. El grupo abandonó temporalmente los conciertos e intentó abrir un cine en San Francisco especializado en películas de ciencia ficción para tener otra fuente de ingresos. El proyecto se paralizó cuando la comunidad cristiana local, debido al aura de misterio, se movilizó creyendo que estaban abriendo una sala de porno gay.

De ritmo prolífico, el grupo ha innovado cada vez que un formato les ha dado la oportunidad. En 1995, usaron el CD-ROM para crear una aventura gráfica, mientras que el advenimiento de las redes sociales les permitió retorcer su idea con una aparente salida a la luz de su cantante, que llevó por un tiempo un videoblog de confesiones con una prótesis facial y el nombre ficticio de Randy Rose. Si los grupos en sus biografías se nutren de una adecuada combinación de leyendas y verdades, The Residents han conseguido prescindir del elemento terrenal: solo hay mito. Después de años realizando giras de álbumes nunca presentados en directo, este 2025 se preparan para poner en escena Eskimo. “Un programador de Londres llegó a proponer que se hiciera Eskimo Sobre Hielo, pero obviamente no se llevó a cabo”, cuenta Homer Flynn, que anuncia que el grupo ha encontrado la fórmula para representarlo de manera menos complicada. N. Senada no estará para dar instrucciones: el huidizo gurú murió en 1993. Flynn asegura que nunca lo conoció y que su última aparición pública fue seis años antes, por el funeral del guitarrista y violinista Snakefinger, otro amigo de la banda. “De inmediato, volvió a desaparecer. Personalmente, no estoy seguro de si el del funeral fue el verdadero N. Senada o alguien de The Residents haciéndose pasar por él”.

sábado, 26 de abril de 2025

BRIAN BAKER, GUITARRISTA DE BAD RELIGION: “EL PUNK ES DISCREPANCIA Y VIGILANCIA, PERO NO ALEJARSE DE LA EMPATÍA Y DE LAS PREOCUPACIONES DE LOS DÉBILES”

Andrés Portero

Deia, 22/04/2025

La gira de celebración de los 45 años de Bad Religion, pioneros del punk melódico estadounidense, recalará en el BEC el próximo 9 de mayo

Sin canciones frescas, veloces, potentes y contestatarias como American Jesus o Punk Rock Song quizás nunca habrían existido Green Day, NOFX o SUM 41. Las firman los veteranos y pioneros Bad Religion, el grupo de punk melódico liderado por la voz de Greg Graffin y las composiciones de Brett Gurewitz, que se embarcará en mayo en una gira estatal, 45 Years Doing What You Want, con parada en el BEC el día 9.

La velada será “un mini festival” en el que actuarán también Agnostic Front, Strung Out, Belvedere y Crim. “El punk es vigilancia y discrepancia, pero no tiene que ver con alejarse de la empatía y la preocupaciones de los más débiles”, asegura en esta entrevista Brian Baker, uno de sus guitarristas, un melómano tatuado, reflexivo y con pinta de profesor universitario cercano a la jubilación que contesta la video llamada desde casa, en un amplio salón con guitarras colgadas de las paredes. “Sonamos como una bomba nuclear”, advierte.

Nueva gira llamada ‘45 Years Doing What You Want’. Claro ¿verdad?

—Tal cual, es una realidad.

Tienen 13 conciertos, la mitad de ellos en el Estado. Puede que sea la gira más larga que han hecho por aquí, quizás porque su éxito ha ido incrementándose con los años.

—No sé si es la gira más larga, ya que vamos allí desde hace 30 años, pero sí sé que es el mejor sitio al que viajar. Podríamos hablar de la comida y de cómo es un buen sitio para pasar un tiempo de vacaciones (risas). Es un lugar maravilloso y no creo que esta gira tenga que ver con la popularidad, sino con que este año tenemos bastante tiempo para el grupo. Y que la gente quiere que vayamos, claro.

Más que un concierto al uso, podría decirse que es un festival que dura una jornada.

—Sí, están los Agnostic Front de Roger Miret, tan veteranos como nosotros y viejos amigos de Nueva York. Son increíbles y divertidos. ¿Cómo se escribe Crim, como el Cream de Eric Clapton? ¿Son catalanes? No, no los conozco, pero sí a nuestros amigos californianos Strung Out. Giramos mucho con ellos en los 90, pero hace tiempo que no coincidimos. Y descubrí a Belvedere hace años. Es posible que Greg produjera alguno de sus discos o canciones. Sí, tienes razón, será como un mini festival porque, a excepción de los catalanes, hemos tocado muchas veces con el resto de bandas en diferentes escenarios mundiales. Estaremos contentos de presentar nuestras variadas propuestas de punk rock.

Aunque discípulos como Green Day siguen en activo, otros han arrojado la toalla, caso de NOFX y Sum 41. ¿Qué les hace seguir adelante cuatro décadas y media después? ¿Tienen algún secreto?

—Se resume en dos cosas: somos buenos amigos y componemos grandes canciones. Tenemos la suerte de tener a Brett y a Greg, que han escrito multitud de ellas y todavía perviven, aguantan el paso de los años y son relevantes desde un punto de vista político y humano en 2025. Así que vamos a continuar todo lo que podamos ofreciendo este mensaje porque somos afortunados de querernos tanto. Somos muy buenos amigos y lo pasamos muy bien no solo tocando, sino el resto del día. Esta es la historia del grupo: charla amigable y conseguir un buen café. Podría ser un buen título para un disco (risas).

¿Cómo es salir de gira a los 60 años? ¿Se guarda esa comunión suicida que surge cuando eres joven y coges una furgoneta para ir a tocar?

—Pienso que es más divertido ahora. Creo que es porque siento que soy afortunado de seguir tocando. De joven no sabes apreciar lo bonito que es ir de una ciudad a otra, ni te das cuenta de lo precioso que es el tiempo. Antes ibas dos semana de gira y te parecía muy duro porque echabas de menos a tu novia, no veías la ciudad ni conocías gente. Ahora que somos más mayores, cada día es un regalo y disfruto mucho más que en los últimos 30 años. Siento que pertenezco a este oficio y que aprendo algo cada día. No lo doy por sentado y quizás por eso me siento tan bien. Tengo ya lugares y ciudades favoritas, y hemos hecho amigos en ellos. Ir de gira es como unas vacaciones molonas; y puedo tocar la guitarra (risas).

Varios tienen aventuras paralelas. ¿Ayuda a la continuidad del grupo?

—Totalmente. Tocar con otra gente es parte del viaje, algo interesante. De hecho, yo toco en un par de proyectos y Greg publica en solitario. Si sigues intentando aprender constantemente necesitas tener tantas influencias como puedas, así que cada vez que toco con un músico nuevo aparece algo novedoso. Es algo que contribuye a mejorar a Bad Religion.

Hace más de un lustro que editaron ‘The Age of Unreason’, su último disco. ¿Hay ya esbozos del futuro?

—Tenemos varias canciones listas que serán parte de un nuevo disco que grabaremos este año. Y sí, es muy importante seguir haciendo música y canciones porque el fin es seguir sintiéndonos curiosos. Somos estudiantes de lo que sucede en el mundo y en una banda como la nuestra siempre está sucediendo algo nuevo en él que merece algún comentario y tiene nuestro interés. No puedo imaginar no componer, es algo natural y parte de la experiencia global del grupo. Espero tener siempre algo que decir.

¿Brett sigue comprometido y colaborando en la composición?

—Sí, claro. Hace la mitad de las canciones y forma parte de la banda de una u otra manera. Eso sí, no le apetece viajar sino quedarse en casa con sus hijos. No hay problema. Brett escribió Better Off Dead, una de nuestras mejores canciones, así que puede quedarse en casa. Y se ocupa del sello discográfico, lo que le ocupa mucho tiempo. No creo que Epithaph se hubiera convertido en ese gran sello independiente sin su gran trabajo.

A la espera del disco nuevo, ¿el repertorio es el mismo de la gira anterior? Con más de 200 canciones para elegir, ¿se mueve el ‘setlist’?

—Cambiamos de canciones dependiendo de la noche, todo el tiempo. Vamos a hacer un grupo de canciones que no hemos tocado allí hace tiempo. Nos gusta desafiarnos para divertirnos, así que tocamos canciones nuevas después de cinco años sin hacerlo, por ejemplo; y tenemos media hora para decidir cómo hacerlo (risas). Hemos hecho muchas giras y tenemos la habilidad de recordar si hicimos tal canción en España o no; la película debe ser distinta, una experiencia nueva. Los fans lo aprecian.

Las obligadas no faltarán, de ‘Punk Rock Song’ a ‘Fuck You’, ‘You’, ‘American Jesus’…

—No estamos locos, claro, las tocaremos porque son los temas favoritos de la gente. No nos cansamos de tocarlas, como sucederá también con Digital Boy, por ejemplo, que nos dio a conocer entre tanta gente. Cuando los fanas las oyen rememoran la primera vez que lo hicieron, es como un viaje en el tiempo; y como esto va de hacer a la gente feliz, nunca minusvaloraremos los éxitos (risas).

¿Cómo está de salud la banda? ¿Suena, como se oía en su canción ‘Generator’, como “una bomba atómica”?

—Sonamos mejor que nunca y la voz de Greg resulta perfecta, pero otros miembros como Jay y yo mismo hemos mejorado. Hace 30 años lo hacíamos horrible (risas). No, ya en serio, el grupo está mejor que nunca y suena impresionante; como una bomba nuclear, sí.

Los Ángeles se quemó hace unos meses, literalmente, como en su canción homónima, y metafóricamente lo hace también el mundo. “It´s going insane”, cantaban.

—A nadie le gusta Nostradamus, pero podemos comprobar cómo la historia nos enseña que algunas predicciones no resultan desacertadas. L. A. siempre ha estado al borde del desastre y resultó terrible verlo, pero es fruto de un gran experimento en el diseño urbano que no debería existir en el siglo XXI. Creo que no tocaremos esa canción en la gira, puede que cuando pase un tiempo sí lo hagamos.

Podrían componer varias canciones con los desmanes de Trump al frente de la Casa Blanca.

—Seguro que sí, pero no queremos desperdiciar nuestro poder con él. Quizás sí escribir sobre el verdadero presidente en la sombra, Elon Musk, aunque no sé si tendrá relevancia durante mucho tiempo. Sus decisiones cambian cada noche. El caos y la falta de preocupación por la Humanidad de quienes dirigen en estos momentos Estados Unidos resultan descorazonadores. No quiero pensar en eso a la hora de componer música porque lo importante es que la gente necesita mantener la esperanza y entender que estas cosas las hemos vivido infinidad de veces a lo largo de la historia… y aquí seguimos.

Trump busca un cambio de alianzas y Putin sale ganando de él. ¿Cómo están de preocupados ustedes y los estadounidenses?

—Estamos horrorizados también, como todo el mundo (duda). Lo que vemos aquí es que existe indignación entre los estadounidenses y que la Administración está ahí porque la mitad del país no está capacitado para gobernarse a sí mismo. Veremos qué sucede, son tiempos difíciles. La cosa es que los estadounidenses tienen que entender que no son especiales y que este pensamiento autoritario está envenenando a muchos países. Es equivocado pensar que somos diferentes, lo he visto al viajar tanto.

Redes sociales, mass media, desinformación… El grupo lo advertía en ‘21st Century (Digital Boy)’.

—Tal cual, y ahora ya es realidad.

Algunos piensan que la ultraderecha actual mola, que es el punk del siglo XXI. El enfrentamiento con el sistema del punk verdadero defendía otros valores.

—No hay nada punk en alejarse de la empatía y de las preocupaciones de la comunidad y de la gente que es más débil que tú. Y ese uno de los componentes principales del mensaje terrorífico de la extrema derecha. El punk no es buscar el éxito y conseguir el número uno. Si tuviera una solución fácil sería el primero en ponerla sobre la mesa, pero creo que la vigilancia y la discrepancia siempre han alimentado al punk.

¿Hasta cuándo estará la banda en carretera? ¿Se ve como los bluesmen tocando con 80 tacos?

—Me encanta esto y tocaré hasta que sea capaz de hacerlo con la dignidad suficiente. Resulta un privilegio y un milagro hacerlo todavía a este nivel.

¿Un buen epitafio para Bad Religion debería incluir palabras como libertad, pensamiento crítico, energía, velocidad y buenas melodías?

—¡Eso suena tremendo! Muchas gracias, de verdad. Me gustaría ser recordado con esa frase. Es perfecta, gracias por hacer el trabajo por mí (risas). Yo no habría podido definirlo mejor.


viernes, 25 de abril de 2025

JOE STRUMMER: LA LEYENDA QUE TRANSFORMÓ EL PUNK, ESTABA OBSESIONADO CON LA CUMBIA

Celín Cebrián | @celincebrianvaliente

Nueva Tribuna, 11/04/2025


Tras su muerte, llegó a las tiendas Streecore, un disco formado por muchas primeras tomas, por la maravillosa versión de Bob Marley, más el tema que ofreció sin respuesta a Johnny Cash.

El que fuera líder de la mítica banda británica The Clash, este mes cumpliría 73 años. Murió a los 50 años, de un ataque al corazón. El 22 de diciembre del 2002, Joe Strummer salió a pasear con su perro Bloomfield y cuando regresó a su casa tuvo un fallo cardiaco, fruto de una enfermedad congénita no diagnosticada. Tras su muerte, llegó a las tiendas Streecore, un disco formado por muchas primeras tomas, por la maravillosa versión de Bob Marley, más el tema que ofreció sin respuesta a Johnny Cash, incluso por un tema instrumental que sus compañeros completaron usando trozos de voz de Joe…. No es un álbum imprescindible de Joe Strummer, pero es un buen disco. Es… su testamento. 

Como asegura Ángel Mora Ródenas en su libreta de notas, dos temas de su primer disco en solitario (Tropic of Pico y Filibustero) éste último que lo había hecho para la banda sonora de Walker (1987), pues esos dos discos, además de no tener desperdicio alguno, sobre todo Tropic, nos dan a entender que Strummer fue otro de los héroes de la música, con un legado tan fecundo que su semilla sigue dando sus frutos en las bandas venideras. Un músico imprescindible para todo lo que vino después, ya que éste abrió el camino, desde Mano Negra hasta todo aquello que acabó llamándose “Música étnica o de raíz”. Y por incidir en el tema, vayamos, por ejemplo, a un par de canciones de su disco (Ride your donkey y Sleepwalk), así como a alguna que otra de su último disco, “Mondo Bongo” o, por qué no, a esa joya que grabó con Johnny Cash, Redemption Song, del que Bob Marley hizo una versión, que terminaría siendo su testamento y que cada vez que lo escuchamos, como diría nuestro referente y amigo, Ángel Mora, “se nos ponen los pelos como una mata de aliaga”.

Fue miembro fundador de The Clahs en el que hacían canciones con letras muy nihilistas, cegados por los efectos de las drogas, pero con una crítica social dura y contundente, que en más de una ocasión fueron acalladas por el establishment. Sin embargo, la fama se la llevaban los Sex Pistols o Los Ramones. Pero, aun así, ellos no dejaron de buscar, de nadar, de bucear en todos los ritmos mestizos posibles. Y aunque solo fueron reconocidos por temas tan populares como London Calling, hay que decir que su música abrió el camino a otros grupos para que triunfaran. Valga la pena citar a The Cure o a Red Hot Chili Peppers. 

Pero no nos adelantamos y volvamos al hilo conductor, volvamos a la historia y a la música de Strummer. John Graham Mellor, nació en Ankara (Turquía). Hijo de una escocesa y un hindú de ascendencia británica, que a su vez eran hijos de armenios y judíos alemanes. Durante esos años, Strummer vio poco a sus padres. A los 9 años, junto a su hermano David, comenzó a asistir a la escuela City de London Freemen´s School de Surrey. A pesar de no haber tenido una relación muy estrecha con su hermano, el suicidio de éste cambió de una manera brutal su forma de ver la vida. Por el trabajo que tenía su padre, fue ingresado en un internado. Y sería en aquel internado elitista donde descubriría la música de Little Richard o The Beach Boys, un grupo, este último, que, a la postre, fue el verdadero amor de Strummer. Tras graduarse, se matriculó en la Escuela de Arte y Diseño de Londres con la idea de hacerse dibujante, al mismo tiempo que también se hacía vegano y comenzaba a interesarse por la música y la política. A principio de los 70 empezó a tocar con The Vulture, donde cumplió con el rol de cantante y segundo guitarrista. A la vez, por circunstancias, tuvo que trabajar de sepulturero para solventar gastos. En 1974 el grupo se separó y Strummer regresó a Londres donde se encontró con Tymon Dogg. Fue entonces cuando ambos comenzaron a actuar como músicos callejeros. Después, formaron The 101ers, una banda de rockabilly cuyo nombre tenía que ver con la calle en la que había vivido de okupa (Waterton Road 101, en Maida Hill), con la que que tocaban covers de canciones populares de blues norteamericanos en distintos pubs de Londres. Fue cuando decidió cambiarse el Mellor por Strummer, más artístico, si cabe, sobre todo porque este apodo tenía mucho más que ver con su forma de tocar, que era rasgueando, con mucho estilo rítmico, además de ser el momento en el que comenzó a escribir temas originales, siendo el primero de ellos uno inspirado en su novia de entonces, la baterista española del grupo The Slits Palmolive. Al resto de los miembros les gustó la canción, que se titulaba Keys to You Heart, y la eligieron primer sencillo. Corría 1975 y el grupo iba cogiendo cierto peso en el circuito de la capital inglesa, compartiendo escenario con los Sex Pistols, con los que actuaron un 3 de abril de 1976. Tras aquel concierto, aparece en escena un personaje fundamental en la vida del músico y en el panorama de la cultura punk, y ése no es otro que Bernard Rhodes, que consiguió una audición de John Lydon para los Pistols, además de cruzar los caminos un año más tarde de Joe Strummer, Mick Jones y Paul Simenon, que junto a Keith Levene y Terry Chimes, fundaron The Cash, ayudando a definir la sonoridad del punk e impulsando el género a nivel internacional. Textualmente, estos se acercaron a Strummer y le dijeron: ―”Eres bueno, pero tu grupo es una mierda”. 

El nuevo grupo supo entender la evolución del punk, que despertó a toda una generación, y supo señalar los pecados de aquella sociedad, rompiendo las costuras de la moral reinante. Pronto empezaron a añadir otros ecos como el reggae, ska, rhythm and blues, jazz, funk y dub, que dieron como fruto discos muy notables. El 25 de enero de 1977 la banda firmó un contrato con CBS Records. The Clash pasó a ser la banda, musicalmente hablando, más diversa de la primera ola del rock, también la más politizada, con discos como The Cash (1977), Give ´Em Enough Rope (1978), London Calling (1979), Sandinista (1980) o Combat Rock (1982), una aventura que terminaría en 1986. Luego llegarían The Mescaleros y The Latino Rockbilly War. Pero fue su tercer álbum de estudio junto a The Cash, London Callling, el que vino a definir su carrera y orientar sus pasos hacia la evolución del género. Antes se burlaban de ellos, pero en aquel 1979, a su regreso de la primera gira por los EE.UU, les compraron más de cien mil copias .Fue allí donde la banda descubrió sus raíces y el futuro de su sonido, creando un disco de apertura de estilos como el blues, el rockabilly…, sin renunciar a su raíz y a su rabia. The Cash fue todo un símbolo de la época con su poca fe en la sociedad, aquel sonido de garaje, sus rabiosas letras y su imagen oscura. Una banda activa desde 1976 a 1986 que destacó por su versatilidad musical, las letras de sus canciones, coescritas por Mick Jones y Strummer, muy críticos con la decadencia social, el desempleo, el racismo, y la represión política. Un Joe Strummer que participó en campañas antinazis, cuyo impacto en la música y su cultura es innegable, además de su voz, que sigue siendo una de las más poderosas y más recordadas de la historia del punk. Sentía gran empatía por las personas. Estaba muy preocupado por la raza humana. Su grupo fue uno de los creadores de la personal banda sonora que inundó la Inglaterra de Thatcher.

Entre medias de toda esta etapa, hay una anécdota curiosa a destacar. En el año 1983, John era un desaparecido de la banda, nadie sabía su paradero, excepto su amigo el fotógrafo Steve Rapport, que lo inmortalizó corriendo en la Maratón de Londres. Por aquel entonces, el fotógrafo vivía en Clapham, al suroeste de Londres y de repente recibió una llamada de la revista Rolling Stone en la que le decían: ”Joe Strummer está en Londres y el domingo va a correr la maratón. ¿Podrías conseguir una buena foto”. Pero esto que bien pudiera parecer una broma, solo es el principio. Lloviznaba. El fotógrafo cogió su coche fue desde Clapham a Brackheath. Había congregadas más de 20.000 personas. Fue salir del coche y… ¡Ohh.! Allí estaba Strummer. Todo el mundo iba con chubasquero menos él, que iba en pantalón corto y con una camiseta de manga corta también. Pero toda esta historia, se remonta a cuando Joe desapareció del mapa un tiempo por orden del mánager. Así lo cuenta Rick Pearson. Corría 1982 y el fotógrafo y periodista se desplazó hasta Los Ángele, donde había quedado con el crítico musical Johnny Waller, enviado por la revista Sounds,para hacer un reportaje sobre el grupo Bow Wow Wow, la banda británica de new wave que estaba terminando su gira. Se alojaban en el hotel Sunset Marquee de Hollywood, donde se respiraba aire roncabolero, ya que sus habitaciones habían sido escogidas por The Cash, por lo que, uno de esos días, pudo conocer a Joe Strummer. Incluso una noche salió con él a tomar unas copas. Fueron a un local llamado Barney´s Beanery y se desafiaron a un concurso que trataba de ver quién sabía cuál era el primer álbum que habíamos comprado. Y ambos coincidieron en que había sido Evety Picture Tells a Story, de Rod Stewart. Cuando estaba apunto de largarse del local, vio a Joe avanzando con las piernas combadas. Y sacó unas fotos. Algo le daba en la nariz de que meses después correría la maratón. Así lo cuenta. Y así sucedió.

Como decíamos, líneas atrás, a pesar de su gran acogida, tras el fatídico último álbum, en 1986 llegaba el principio del fin de THe Cash. Fue tal el impacto que el fundador se pasó diez años sin componer nada, tras la disolución de la banda. Y es que el grupo había dejado de ser un grupo hacía mucho tiempo. Por un lado estaban Strummer y Simonon y en otro Mick Jones, que se quejaba por todo: por las giras, por los horarios, por lo que duraba un disco. Joe decía que “Mick era intolerante para poder trabajar con él en ese momento. Nunca aparecía. Cuando lo hacía, era como Elizabeth Taylor de mal humor. Tuvimos que cambiar el equipo porque había una atmósfera terrible. Teníamos mucho trabajo y no podíamos pasarnos el día rogándole a Mick que hiciera el maldito favor de tocar la guitarra”. La disolución fue un duro golpe para Strummer, que, de pronto, se encontró perdido. Así se pasó una década, hasta que encontró la inspiración escuchando a Tonny Bennet en casetes: ”Tenía 47 años y empecé a darme cuenta de que quería tener un cierto ambiente en mi equipo de alta fidelidad y que necesitaba ese ambiente tranquilo que creaba Tonny para seguir tocando, por él se situaba dentro del ritmo. Y así lo planeé”.

Hay un tema que no hemos tocado aún, Y creo que ahora ha llegado el momento de hacerlo. En el año 2013 nos despertábamos con la noticia de que, por fin, Joe Strummer tendría una calle en Granada. De la noticia se hizo eco el diario británico The Thelegraph. Y es que la vida del cantante de The Clash estuvo íntimamente ligada a ella, desde 1979 en el que se publicaron uno de los pilares de la historia del Rock, o sea, London Callling, en el que se puede escuchar la canción Spanish Bombs, en la que el grupo canta a Andalucía, a Granada y a Federico García Lorca. Hasta tal punto que quería tener una ferretería en Andalucía y siempre llevaba en su coche un casete de Manolo Escobar. Joe Strummer era así. Su relación con Granada viene de lejos, ya que se fue a vivir a esa ciudad a mediados de los ochenta, haciendo amigos entre la mítica banda 091, a los que les llegó a producir el disco Más de cien lobos. Atendiendo al libro escrito por Rosario Luna, tal vez la pasión que el guitarrista tenía por esta tierra se debiera a que sus compañeras de piso entre 1976 y 1978 eran dos malagueñas, una de ellas granadina de adopción, que atendía al nombre de Paloma Romero, nombre que fue cambiado por los componentes de la banda por el de Palm Olive. Hay multitud de historias que se cuentan sobre el paso por las tierras granaínas de Joe. Unas serán verdad y otras se quedarán en leyendas. Quién sabe… Cuenta José Ignacio Lapido que, cuando se conocieron el grupo 091 y el británico, recuerda ver a un tipo medio borracho y mal encarado acercándose a ellos con una libreta en la mano con un castellano anárquico para enseñarles unas canciones que tenía escritas. El batería y Lapido no hicieron caso y el guiri, borracho, les siguió, insistiendo una y otra vez que él era Joe Strummer. Pero no creyeron a aquel tipo jipioso. En eso que el camarero puso una canción de los Clash y ambos se pusieron a cantarla. A partir de ahí nació una amistad que unió a 091 y a Joe. Días después quedaron, pero el británico no apareció. Unos meses después, en pleno proceso de grabación de Más de Cien Lobos, Strummer apareció por el estudio y se puso a trabajar con ellos. Así se las gastaba. Otra anécdota es la del vagabundo que estaba tocando el acordeón en una calle de Granada. El guitarrista se quedó alucinado al ver cómo manejaba aquel trotamundos su instrumento, que venía a ser un acordeón. Y se acercó para felicitarlo. El músico callejero le contestó que tocar a Chaikovski no era lo difícil, lo difícil era tocar canciones de Los Ramones o los Clash. Entonces, Joe le dijo que él era el cantante. Aquella misma tarde, ambos terminaron tocando Jimmy Jazz junto al bar de la esquina. Strummer se fue a Granada, tras aquel fracaso rotundo, como un verdadero Washington Irving punk. Le gustaba pasear por el Sacromonte y llenarse de fantasía. Prometió que volvería a ese lugar y dijo: ―Traeremos guitarras acústicas. Compondremos una canción llamada Lorca que hablará de esta tarde, de este silencio, de esta puesta de sol, del grito de los muertos, de este olivo. De ahora mismo. Tú escribe la música y yo la letra. No quiero que esta tarde se me olvide”

En los premios Grammy de febrero del 2003, London Calling fue interpretada por Elvis Costello, Bruce Springsteen, Steeven vanm Zhant, Dave Grohl, Pete Thomas y Tony Kanal. El Sello BMG lanzó “Joe Strummer 002, The Mescalero Years”, una impresionante caja de siete vinilos en donde se recogen, con un sonido impecable, sus tres álbumes de estudio y un buen puñado de rarezas. 

Hoy Lucinda Tait es su viuda y representa para el punk algo similar a lo que Priscila Presley significó para el rock and roll. Strummer fue sin duda el punk rocker más intelectual, político y vanguardista de todos los que asomaron con furia por aquel 1976. De esta experiencia va el documental Dodgel, dirigido por Nick Hall.