martes, 29 de diciembre de 2020

SUNNYBOYS. "SUNNYBOYS" (1981). Power-pop y garage desde las antípodas.

Debe por la distancia pero siempre se ha conocido por estas latitudes peor la escena del pop y del rock australiano (y no digamos la neozelandés) que la británica o la americana. Pero resulta que el punk, el power pop y el revival del garaje de los 70/80 tuvo su correlato en el país de los canguros. Una de esas bandas, lamentablemente poco conocidas en Europa, fueron los Sunnyboys, formados en Sydney en 1979.

Su primer disco, editado en 1981, de título homónimo, merece la pena contarse entre los mejores álbumes de power pop y garage de la década. Y algunos sin enterarnos. La grabación, por cierto, de sonido impecable (nada de excesos con la reverb y la distorsión), es como un grandes éxitos de insolentes bofetadas sonoras llenas de garra y desparpajo, aunque también tiene un lado más sofisticado y misterioso. El disco se abre con un trallazo guitarrero a bocajarro llamado "I Can't Talk to You" que nos remonta a la primera hornada punk de finales de los 70 con The Saints a la cabeza en tierras australianas, aunque también hay paralelismos con Johnny Thunders and The Heartbreakers. Un pildorazo de poco mas de dos minutos y medio, como mandaban los cánones de la época. Mucho más garajero es el siguiente tema, "My Old Friend". De ritmo más lento, con armonías vocales (a veces con efectos de trémolo) y arreglos más sofisticados, está más en la línea del acid punk del emergente en la época paisley underground de la costa oeste de EE.UU. aunque también está cerca del sonido pulido y sofisticado del segundo LP de sus paisanos Radio Birdman. Un tema redondo. 


Con el tercer tema, "Trouble In My Mind" los Sunnyboys pisan el acelerador y nos obsequian una joya power-pop en la vena de The Nerves o Dirty Looks. Una mezcla de urgencia punk y amonía beatleiana. Y con el siguiente tema, "Gone", vuelven al sonido vintage del paisley underground envuelto en un misterioso teclado que hace pensar en Chris Cacavas de Green On Red o incluso en el gran Ray Manzarek de The Doors. Uno de los momentos más sofisticados y más cercanos a la psicodelia del disco. "It's Not Me", el siguiente tema, saca al oyente de las brumas psicodélicas y lo devuelve al nerviosismo del power-pop, con un tema de pegadizo estribillo aderezado con un órgano garajero y que acaba en un frenético crescendo. Y así, como quien no quiere la cosa, llegamos a "Happy Man", el primer single que se extrajo de este LP y uno de los tema más emblemáticos de la banda. Aquí la influencia vuelve a ser el punk del 77, especialmente en su faceta más pop, al estilo Buzzcocks. No obstante, el corte, aún siendo excelente, no eclipsa para nada el resto del disco, como suele pasar en ocasiones.

De hecho, lo que resta de álbum no es como perdérselo. Ahí está "Alone With You" un temazo en la línea del revival del garage que fue el segundo single de este excelente trabajo y que, a decir verdad, a mí me gusta más que el propio "Happy Man" (qué le vamos a hacer, debe ser la edad.) Un cañonazo de acid punk sesentero en toda regla. Pero aún hay más diversión. El siguiente tema, "Tunnel of Love", es otra descarga adrenalínica al estilo Radio Birdman, con cierto regusto a Iggy & The Stooges además. También hay más garage a la paisley con "Liar", un tema que acaba con unos coros casi de cántico gregoriano y que me recuerdan a esa extraña perla psicodélica que es el "Still I'm Sad" de the Yardbirds. Pero mucho más atmosférico es "Let You Go", el tema de ritmo más lento,el de más minutaje y el de textura más brumosa del disco, que sirve de contrapunto a los temas más trepidantes. Y aquí los Sunnyboys llegan al punto álgido de la vertiente sofisticada del LP.

Restan un par de temas, una pieza de elegante power-pop guitarrero llamada "I'm Shaking" y el cañonazo final, "Tell Me What You Say", en el que los australianos tiran de nuevo de los moldes de rock de garage para dejar la mente del oyente llena de electricidad y adrenalina, rematando así esta ignota joya del power-pop y el garage rock de los 80. Todo una medicina para una época como la nuestra en la que debido a la pandemia los conciertos y la música trepidante del directo escasean.