domingo, 17 de octubre de 2021

A BROWN SUGAR LE CABE LA LEY DE ETIQUETADO

Santiago Gallo Bluguermann

Diario Con Vos, 16/10/2021




Los Stones esconden uno de sus grandes clásicos de los ojos de las patrullas de la moral y las buenas costumbres tal vez para siempre.

Mil ciento treinta y seis. Son las veces que los Rolling Stones tocaron Brown Sugar. A 50 años y algunos meses de su edición original en el glorioso Sticky Fingers, la canción, la segunda en la lista de las más interpretadas por la banda detrás de Jumpin´Jack Flash (1173 veces), quedará enterrada en un cajón hasta quién sabe cuando.

La banda decidió esconder uno de sus hits marca registrada porque su letra provocadora al mejor estilo Stone pide VAR según el reglamento con el que juega la música actual. Para algunos una decisión oprobiosa para una banda acostumbrada a escribir sus propias reglas. Para otros una decisión que les evita comprarse un problema cuando todavía intentan reponerse de la muerte de Charlie Watts. O tal vez el temor a que los cada vez más persistentes (y pestilentes) aires de cancelación que escrutan, analizan y sentencian obras artísticas de toda índole les clavaran un hexágono negro con la leyenda “alto contenido de incorrección política”.

“Justo esa tenías que mencionar, eh?”, empezó a enhebrar una respuesta Keith Richards cuando fue consultado la semana pasada por el diario Los Angeles Times. “La verdad que no entiendo. Intento comprender dónde las hermanas ven el problema. Creo que no entendieron que la canción arranca hablando de los horrores de la esclavitud. Pero aún así la quieren enterrar y en este momento no tengo ganas de tener un conflicto por esta mierda. Espero que en algún momento de la gira podamos resucitar a nuestro bebé en toda su gloria” remató con una risa áspera. Jagger eligió salir del laberinto por arriba: “tocamos Brown Sugar todas las noches desde 1970, así que alguna vez pensé que deberíamos sacarla y ver qué onda. Quizás la volvamos a poner en la lista. Armar un setlist para un estadio no es fácil, hay que mantener la atención de miles de personas mientras uno intenta meterse de lleno en la música”.

Creada en Diciembre de 1969 en un sesión de grabación de tres días en los Muscle Shoals Studios de Alabama, la letra serpentea por el filo de la navaja entre juegos de palabras, metáforas y oraciones directas que hablan de venta de esclavos, latigazos, sexo interracial, chicas negras y heroína. Los Stones, por entonces una banda escribiendo su propia leyenda a cada paso corrían el límite una vez más. Por supuesto, no es la primera vez que la canción es catalogada de misógina, racista y sexista y Jagger ha surfeado la ola de las críticas entre la condescendencia y la resignación.

En 1993, en el compilado Jump Back el cantante explicaba que la canción era “definitivamente uno de los puntos altos de la banda. Una canción escrita de manera instantánea que combina doblemente chicas y drogas”. Sin embargo, dos años después en una entrevista con la revista Rolling Stone Mick ensayó una disculpa: “es medio repugnante. Sólo Dios sabe qué quise decir en la canción. Es todo una gran mezcla de cosas. Creo que metí todos los tópicos desagradables de un tirón. Fue una composición instantánea”. Ponía énfasis una vez más en la velocidad con la que fue escrita la letra sin pensar en si ofendía a alguien o no.

En rigor de la verdad, al menos lo de la velocidad es cierto. Los Stones de fines de los 60 y principios de los 70 vivían en el vértigo mismo de una banda gigante a la que casi nadie les marcaba el paso y que estaban en el pico creativo de su carrera. Cuando entraron a los estudios Muscle Shoals el 2 de Diciembre de 1969 tiempo no sobraba. Acababan de terminar una gira por Estados Unidos y sólo 4 días los separaban del concierto despedida: el infame show en el autódromo de Altamont, el festival ideado por la propia banda que terminaría en un caos de proporciones bíblicas con un muerto a mano de los Hell´s Angels y un desborde como pocas veces se había visto. Los Stones habían llevado su propia vorágine hasta el extremo.

Y fue en esa vorágine donde Brown Sugar cobró forma. El estudio, que estaba más cerca de ser un aguantadero que un sitio de lujo, vio a los Stones arremeter primero con You Gotta Move, el clásico del bluesman Mississippi Fred McDowell y luego Jagger y Richards se sentaron en dos sillas plegables en medio de la sala para redondear Brown Sugar, una letra que Jagger había garabateado mientras estaba en Australia actuando en la película Ned Kelly el verano anterior y cuyo origen es materia de análisis.

Aunque luego sería firmada por ambos músicos tal como era la norma de la banda, Brown Sugar es obra de Mick. Originalmente titulada con el poco metafórico título de Black Pussy, la canción fue cobrando su forma definitiva con el correr de las horas. Posteriormente, las interpretaciones de la letra no se harían esperar. Según Claudia Lennear, cantante negra de soul (coros en la banda de Ike & Tina Turner) con la que Jagger mantuvo una relación en aquél entonces, la canción está inspirada en ella. El bajista Bill Wyman en su libro Rolling With The Stones sostiene que parte de la letra tiene a Lennear como musa. Marsha Hunt, también cantante, también pareja oficial de Jagger en ese entonces y madre de su hija Karis, reclama ser la musa inspiradora. Por su parte Jim Dickinson, músico oriundo de Memphis y el encargado de haberles sugerido aquéllos legendarios estudios fue testigo del momento creativo: “he visto a muchos compositores de los buenos pero nunca vi a alguien hacer lo que Jagger estaba haciendo ahí”.

Lo que más llamaba la atención de Dickinson era la habilidad de Mick para tomar los modismos y pronunciaciones sureñas, imbuirse de la atmósfera que lo rodeaba y acomodar todo en la letra. Según cuenta Dickinson el Skydog que aparece mencionado al comienzo de la letra es una referencia directa al sobrenombre del legendario Duane Allman, de por entonces 22 años y aún empleado del estudio, que llevaba el mote por vivir de la nuca todo el día. En su biografía Life Richards ensaya una teoría particular: al transcribir la letra para la edición del disco, el encargado de la compañía mandó fruta y escribió “Scarred old slaver“ en lugar del “Skydog Slaver“ que canta Mick, condenando a millones de fans a repetirla mal y a acrecentar la polémica racial. En el libro Up And Down With The Rolling Stones, el autor Tony Sánchez apuntala la teoría de Keef. Escribe que toda esa primera parte de la canción que habla de esclavitud y latigazos no es más que una alegoría sobre los peligros de ser domado y sometido por la heroína, conocida en la jerga justamente como Brown Sugar, por el color que toma la sustancia al ser calentada en una cuchara antes de ser inyectada. De cualquiera manera, los Stones de 1969 no andaban con tiempo de ponerse a explicar y tampoco nadie andaba pidiendo una.

El primer intento por grabar las voces no fue satisfactorio, por lo que Jagger tuvo que volver al día siguiente para completar la tarea ya cuando al reloj le quedaban pocas vueltas. Keith acompañó a su socio con una botella de bourbon. La energía fluía pese a las intensas jornadas y entre la banda y los presentes estaba claro que Brown Sugar y Wild Horses (otro de los temas grabados en Muscle Shoals) deberían ser editados como singles cuánto antes. Pero pasaría bastante tiempo hasta que las canciones vieran la luz en un vinilo por problemas legales por regalías impagas que los Stones tenían con su antiguo manager Allen Klein.

La banda dejó los estudios y voló para internarse en la pesadilla de Altamont (donde estrenaron Brown Sugar por insistencia de Mick Taylor) mientras en Inglaterra se editaba Let it Bleed, el disco anterior a Sticky Fingers.

Diecisiete meses después, ya en 1971, Brown Sugar fue finalmente lanzada y aterrizaría directamente en el número 1 del ranking americano, lugar que conservaría por dos semanas. Si bien hubo otras mezclas y versiones refaccionadas en Inglaterra, la que quedó plasmada en Sticky Fingers es la original de 1969.

A lo largo de sus más de mil apariciones en vivo, Jagger le ha ido podando la letra, sobre todo en la parte que habla de “black girls” cambiada por un más aséptico “Young girls” y los escándalos y cuestionamientos parecían tema del pasado. Pero 50 años después, los Stones deciden retirarla acaso por prudencia. Cuando el futuro de la banda es incierto, sobrevuela la incógnita si los célebres acordes del comienzo y la picante letra de Mick verán la luz una vez más o quedarán sepultados para siempre.