domingo, 19 de abril de 2015

COWBOY JUNKIES. "THE TRINITY SESSIONS" (1988). Roots-rock embrujado.


Era la segunda mitad la década de los 80 y el rock no pasaba por sus mejores momentos. El punk y la New Wave quedaban lejos y los sonidos anodinos y convenientemente domesticados para las pistas de baile y/o la radio fórmula dominaban la escena musical. Fue entonces cuando un puñado de grupos miraron hacia atrás para tomar impulso, hacia aquellas épocas en las que el rock era algo que rebosante de emoción y vitalidad. El rock miraba hacia sus propias raíces. Uno de los más exquisitos grupos de la escena roots-rock canadiense eran los Cowboy Junkies, una banda de Ontario que en 1988 publicó una de sus más delicadas joyas musicales: The Trinity Sessions. Como curiosidad se puede citar que el nombre del disco procede de que se grabó en Holy Trinity Church de Toronto, con la banda tocando alrededor de un solo micrófono. Quizá sea esta la razón por la cual el disco tenga ese curioso sonido como procedente del "más allá".

Recuerdo escuchar en el Diario Pop, al poco tiempo de ver la luz este LP, la versión de "Walking After Midnight" de Patsy Cline cantada por la fantasmal voz de Margo Timmins y la indeleble impresión que ello me produjo. Ciertamente este disco no aporta algo innovador a la historia del rock pues buena parte de su material son versiones, algunas de temas clásicos, pero hay que quitarse el sombrero ante la manera tan personal que tienen estos canadienses de poner al día material antiguo de los orígenes del pop y del rock (country, blues, folk, gospel, etc.). El disco se abre con una portentosa muestra del sutil poder vocal de Margo Timmins, que canta a capella una canción folk minera escrita por el cantautor canadiense James Gordon titulada "Mining For Gold". Un buen aperitivo para lo que va a venir una de las canciones más bellas del disco, "Misguided Angel", una canción propia de la banda compuesta por Margo y su hermano Michael, con una letra repleta de resonancias al mito del ángel caído y que habla de aquellas personas que no podemos dejar de amar a pesar de que no nos convienen.


A semejante joya le sigue un standard un tanto trillado, el "Blue Moon" que popularizaran los Marcel, que, no obstante, los Cowboy Junkies reconvierten en algo muy distinto del original (en la primera parte de la canción suena una melodía original de los de Ontario montada sobre los acordes del clásico) y por si fuera poco tienen el atrevimiento de dedicar a Elvis. Volviendo a los temas de cosecha propia, los Cowboy Junkies se despachan a gusto con el blues con "I Don't Get It" en el que la armónica de Steve Shearer, músico usado por la banda para la ocasión, brilla con luz propia.


Margo Timmins en la época del Trinity Sessions

Otro standard, esta vez del country, que los canadienses trastocan es "I'm So Lonesome I Could Die" de Hank Williams, un tema al que le añaden un toque gospel a lo Percy Sledge irresistible. Pero si alguien quiere oír algo verdaderamente hermoso que pruebe a escuchar el siguiente corte, "To Love Is To Bury. Con el molde del mejor Neil Young los Cowboy Junkies construyen un tema memorable, un canto funerario paradójicamente lleno del luninosidad y dulzura en el que en esta ocasión destaca el dobro y la pedal steel de Kim Deschamps (otro músico adicional que durante los 90 fue parte de los Blue Rodeo) y el acordeón de Jaro Czwewinec. Michael Timmings, por su parte, firma el siguiente corte, "200 Miles" otra incursión en el country meloso a lo Hank Williams.


También es una versión de un viejo tema country de Allen Reynolds, "Dreaming My Dreams With You", un tema que popularizó Waylon Jennings y que los de Ontario le dan un cierto toque de psicodelia a lo Doors. Igualmente dejan irreconocible al clásico country "Working On A Building", tema que no aparecía en la versión original en vinilo. Pero si hay una versión que haya hecho famosos a los Cowboy Junkies y a este LP ésa es el "Sweet Jane" de la Velvet Undergound. El secreto de su éxito: la voz fantasmal de Margo y haber escogido una curiosa versión del "Sweet Jane" que se desechó en su día para el Loaded de la Velvet. Dicha versión contiene un puente (en el que Lou Reed canta eso de "Heavenly wine and rose/ seem to whisper to me / when you smile") absolutamente delicioso, que en manos de Cowboy Junkies se convierte en una de las mejores revisiones del clásico de Reed que se hayan hecho jamás. 



Tan solo quedan dos cortes para cerrar el disco: uno es un sugerente blues firmado por el hermano de Margo y otro es el clásico de Patsy, al que he aludido más arriba, con un toque más bluesy de lo normal. Y con ello se cierra uno de las más bellas obras que haya legado el rock canadiense a la posteridad.