sábado, 12 de agosto de 2017

MUERE GLEN CAMPBELL, GRANDE DEL COUNTRY

El País, 09/08/2017

El músico estadounidense, que fallece a los 81 años, fue pionero en unir el género vaquero con instrumentaciones del pop



En España su nombre apenas tiene envergadura, pero en Estados Unidos Glen Campbell era mucho más que un icono del country. Estrella cinematográfica, presentador de televisión y prolífico músico con más de 70 álbumes publicados en 50 años de carrera, este versátil cantante fue uno de los grandes artífices en orillar el género vaquero a aguas del pop, en una visión musical fabulosa, que aunaba lo mejor de ambos universos, creando un sonido que ha marcado a generaciones de artistas hasta nuestros días.

Nacido en Arkansas, Campbell ha muerto en Nashville a los 81 años como consecuencia del Alzheimer, enfermedad que le diagnosticaron en 2011 y que combatió con una entereza y una humanidad extraordinarias. Solo hasta que el mal fue más fuerte que él, decidió recluirse e ingresar en un centro médico. Así, en el último lustro, fue emotivo verle tocar entre 2011 y 2012 con auténticos achaques de desorientación, pero intentando mantenerse activo a través de las canciones. Pero aún más conmovedor fue verle en 2014 en el documental Glen Campbell: I’ll Be Me, donde, bajo el aura de su figura pública tan imponente como adorable, hacía visibles los problemas del Alzheimer, con el fin de concienciar a la sociedad de la necesidad de destinar fondos para investigar la enfermedad. La canción principal de la cinta, I’m Not Gonna Miss You, era una bella balada confesional de despedida que fue nominada al Oscar.

Con su voz caramelosa y su espléndido olfato instrumental, sabía cómo tocar la fibra desde que su padre le regaló su primera guitarra de niño. Se fogueó de joven en garitos de Albuquerque , pero se instaló a los 22 años en Los Ángeles, donde empezó en una banda de rock’n’roll para terminar convirtiéndose en un reputado músico de estudio en Capitol, el gran sello de la Costa Oeste. A la guitarra, Campbell fue un fantástico escudero de grandes artistas como Frank Sinatra, Elvis Presley, Ricky Nelson, The Mamas and The Papas o The Beach Boys – formó parte de la gloriosa Wrecking Crew (cuadrilla de demoliciones), el equipo de instrumentistas de lujo del que se rodeó Brian Wilson, al que sustituyó en una gira en 1964, para dar forma al mágico Pet Sounds-.


Esa escuela en la sombra fue decisiva. En estudios como los de Golden Star, Campbell se hizo un profesional del sonido, un ejecutor nato, una máquina perfecta de la grabación, sin apenas días libres entre colaboraciones y colaboraciones de toda condición. Y algo más: desarrolló un instinto único para mezclar géneros. De esta forma, al poco de volar en solitario a mediados de los sesenta, deslumbró por su personalidad sonora. Traspasó fronteras estilísticas: sus raíces country se fusionaban con elegancia y calidad con cuidadosos arreglos pop, en la línea de la pionera Patsy Cline. En este sentido, sus relatos de carretera se medían dentro de paisajes repletos de orquestaciones, tal y como recogían algunos de sus primeros éxitos como Rhinestone Cowboy, By the Time I Get to Phoenix, Wichita Lineman o Galveston. Fue lo que en EE UU se llama un crossover, de la manera que antes lo fueron Elvis Presley o Bob Dylan rompiendo etiquetas y uniendo estilos.

Trabajador incansable y tipo con carisma, Campbell compaginó su labor de songwriter heterodoxo con la televisión. Llegó a tener un programa propio en el que invitaba a músicos del country, al modo que tuvo Johnny Cash. Su desenvoltura ante las cámaras le permitió dar el salto al séptimo arte y participar en distintas películas de Hollywood.

Se convirtió en un rostro conocido para el ciudadano norteamericano, pero en ninguna disciplina destacó más que en la música, con ese talante de vaquero del viejo oeste en postales sonoras de una gran profundidad melancólica, muchas de las que cuales debía al compositor y amigo Jimmy Webb. Homenajeó a Hank Williams, padre del country moderno, grabó discos de góspel –era muy religioso-, se codeó con los más grandes cantantes norteamericanos y versionó canciones de todo tipo, desde Greenday a John Lennon. Hace apenas unas semanas se publicó el disco Adiós, un recopilatorio donde se incluyen versiones suyas de temas de Bob Dylan, Fred Neil o Willie Nelson. Adiós es también el título de la última canción del álbum. Una balada tierna a corazón abierto sobre el valor de haber vivido una vida plenamente, con fracasos, éxitos y sueños, y “bebiendo margaritas de noche en una vieja cantina de California”. Una despedida al alcance solo de los más grandes.

sábado, 5 de agosto de 2017

CARTER SAMPSON. "MOCKINGBIRD SING" (2011). Un álbum de americana absolutamente redondo


Carter sampson es una cantautora del estado de la "red dirt", o sea, de Oklahoma. Doy este dato porque a mi se me hace imposible hablar de Oklahoma y no pensar en el dust bowl, los "okies" emigrados y Woody Guthrie. Y de hecho esta chica es una de los muchos artistas de Oklahoma como Levi Parham o Jimmy LaFave que reivindica la fórmula de Guthrie basada en la guitarra acústica y las raíces country y blues. De Carter Sampson puedo decir que todo lo que he oído me ha parecido encantador, pero en especial este disco, donde hay un equilibrio perfecto entre los sonidos acústicos y los eléctricos.


El disco se abre con una preciosa canción de amor, "Be My Wildwood Flower", que tiene claras referencias a las raíces folk al remitirnos a ese tema tradicional titulado "Wildwood Flower" que dio a conocer la Carter Family. Ya desde el principio esta chica deja muy clara su apuesta por envolver el sonido folkie de las guitarras acústicas con rasposa distorsión eléctrica al más puro estilo del ruidoso rock indie de los 90. La siguiente canción "Riverside", tiene un ritmo de vals (ese ritmo, tan tradicional del country, se usa en varios cortes del disco), mezclado con un balanceo bluesy y una textura psicodélica que la acerca a gente como Mazzy Star. Por su parte, el siguiente corte, "Sanctuary", es una de las canciones más directas y radiables del álbum y en este caso me recuerda cosas como el country rock de los 80 de ciertos álbumes de Green On Red (especialmente Gas, Food, Lodging).


Con "Don't Leave Me Stranded" volvemos al tradicional ritmo de vals aderezado con grandes dosis de dulzura melódica. Aquí Carter se acerca a otra grande del nuevo sonido americana: Tiff Merritt. Pero con "Jesse James" nuestra cantautora vuelve a la oscura electricidad de los 90 a pesar de que en las letras recoja el testigo de la tradición al hablar de bandidos y forajidos. En este tema la guitarra eléctrica brilla aquí con luz propia y además un verso suyo da título al todo el trabajo. Como se puede adivinar, después de la tormenta eléctrica, viene la luminosidad acústica de "Tighten Up My String", con un estribillo que tiene algo de los REM más folkies. Vuelve el vaivén del ritmo del vals con "Sweet Sweet Clyde" y también el recurso tradicional a inspirarse en la vida de los "oulaws". "My Whole Dam Life" es más atrevida y tiene un ritmo muy vivo a lo cow punk, de tal manera que podría recordar a alguien a unos Gun Club o unos Dream Syndicate dulcificados. El siguiente tema, "Queen of Oklahoma", es quizá junto con "Sanctuary" el que mejor representa al álbum y a la artista. Con él vuelve el ritmo de vals envuelto en rasposas guitarras eléctricas noventeras y la inevitable referencia a la tierra que vio crecer a esta chica, el estado del dust bowl, de la tierra roja y del cantautor rojo, Woody Guthrie. De ahí por cierto, las referencias al color rojo:  "my red boots"  (las que luce en el vídeo que sigue a este párrafo), "my red heart". Y es que el rojo es el color de Oklahoma, y ello a pesar de ser uno de los estados más conservadores de la unión.



Había que hacer un guiño más directo al pasado y Carter elige versionar, a mi juicio con bastante acierto, "John Hardy" (un trabajador del ferrocarril de West Virginia convertido en forajido). Ya sé que es una de las canciones tradicionales americanas más versionadas pero Carter Sampson le añade mucha frescura y descaro cow punk (pienso también en la versión de Gun Club) y además la pone al día. Quedan para acabar el disco un blues acústico "Better Days", donde Carter se acerca a lo que hace su paisano "okie" Levi Parham y la stoniana "Always Have You" que cierra el este redondo álbum con aires de fiesta. 

Concluyendo: con gente como Carter Sampson la renovación del country y del sonido americana está asegurada.