West Virginia es un estado del este de EE.UU., que está ubicado en el corazón de los Montes Apalaches. West Virginia es 100% Appalachia. Casi todo es bosque montaña y... minas de carbón. Los que lo han visitado o han vivido allí (como el que esto escribe) recuerdan ese paisaje ondulado salpicado por antiguas minas. Y digo antiguas porque Virginia Occidental ya no es lo que solía ser. El Mountain State un día estuvo lleno de levantiscos mineros, que en las primeras décadas del siglo XX, animados por prominentes figuras del movimiento obrero como Mother Jones, formaron un ejército proletario de hasta 20,000 mineros para enfrentarse al orden imperante. Sin embargo, el proceso desindustrializador vivido en el mundo desarrollado en los últimos años del siglo pasado cerró las minas y dejó la zona en una situación muy precaria. Y para colmo con el siglo XXI vino el fracking, que apenas creó puestos de trabajo pero que machacó ese paraíso natural que son los Apalaches ("Almost Heaven", solía ser la divisa del estado.) Pues bien, ahora (el disco salió al mercado el pasado día 22) Steve Earle, un veterano de la Americana Music y una auténtica institución en el género, ha querido rendir homenaje a tan maltratada tierra que, recordemos, contribuyó como pocas a la Revolución Americana durante la Guerra de la Independencia, con esas guerrillas de "overmountain men" de los que descienden los actuales "rednecks". Toma así Earle el relevo de destacados músicos de West Virginia que cantaron a los mineros como Hazel Dickens o Carl Rutherford, quien trabajó como minero toda su vida y murió de silicosis..
El disco abre de una manera típica para un disco de orientación folky: con un gospel ejecutado "a capella". Esto me recuerda a ese "Mining for Gold", que abría el maravilloso The Triniry Sessions de los canadienses Cowboy Junkies y que también tenía temática minera. Solo que este gospel, "Heaven Ain't Going Nowhere", es un gospel descreído que supuestamente canta un minero harto del embrutecedor trabajo. El siguiente tema ya recupera la cuerda acústica, típica del bluegass, con la guitarra, el fiddle y la voz de tipo duro de Steve Earle. Y si en el primer tema la protagonista era la guitarra, en el segundo es el banjo, probablemente con una de esas oscuras afinaciones usadas por gente como 16 Horsepower o Woven Hand, pues el tema culpa al diablo de poner el carbón sobre la faz de la tierra ("Devil Put the Coal on the Ground").
Más luminoso, el siguiente tema ("John Henry Was a Steel-Driving") rinde homenaje al "folk hero" afroamericano John Henry, una especie de superhombre que taladraba con su martillo más rápido que cualquier máquina y quien, según dice la leyenda, murió en un túnel en West Virginia, cuando se estaba introduciendo la vía férrea en el estado. El corte, en realidad, es un remake de un viejo tema de bluegrass que ya tocaban los Stanley Brothers en los 50 y que Earle contribuye a poner al día.
Con "Time Is Never on Our Side" el disco toma un aire más Springsteeniano, más propio de la mezcla de rock y folk que hace habitualmente Steve Earle. También el tono de la grabación se torna más meloso y sentimental. El disco redunda en su faceta rockera con "It's About Blood", donde domina la guitarra eléctrica y la voz de recitador más que de cantante de Earle. Y con "If I Could See Your Face Again" volvemos al country meloso, esta vez cantando por la delicada voz de Eleanor Whitmore, cantante y violinista del dúo de alt-country The Mastersons, con los cuales colabora en ocasiones Steve Earle.
Pero "Black Lung" (o sea, "silicosis") nos devuelve al bluegrass añejo y a las cuitas de los mineros de los Apalaches. A destacar la estupenda mandolina y la voz curtida por el moonshine de Earle. Para mí, éste, junto con el tercer corte, es uno de los mejores temas del disco.Y, como no podía faltar el rock and roll, Steve nos obsequia un impecable "Fastest Man Alive", que le hace guiños tanto a la Creedence como a los Flying Burrito Brothers. Y para terminar, qué mejor tema que uno dedicado a la mina, "The Mine". Sentimental y meloso, y con una voz rota que, más que a Springsteen (con quien a menudo se le compara), recuerda a Tom Waits.
Aunque uno no sea fan del bluegrass ni sepa situar West Virginia en el mapa éste es un disco del que puede disfrutar porque hace que suene actual esa música ancestral, una de las fuentes de las que manó el rock, que llamamos hoy día bluegrass. Tiene además mucha cohesión interna (está hecho para ser escuchado de un tirón) ya que es un disco concepto sobre un tema que es abordado por Earle y su banda de manera muy respetuosa, dignificando a esos galeotes de la sociedad industrial que son los mineros. Lo único malo que puedo decir de él es que se hace corto, porque de hecho lo es (29:50). ¡Steve, nos has dejado con ganas de más!