El influyente compositor, famoso por sus piezas sinfónicas escritas para guitarra eléctrica y uno de los principales artistas de la vanguardia estadounidense de los últimos cuarenta años, ha muerto a los 69 años de edad
Tras fallecer el domingo a los 69 años de cáncer de pulmón, «mientras dormía», la esposa de Glenn Branca, la también guitarrista experimental Reg Bloor, escribía en Facebook: «Me siento agradecida por haber podido vivir y trabajar con una fuente de creatividad tan increíble durante los últimos 18 años. Su producción musical era apenas una fracción de las ideas que tenía un día cualquiera. Su influencia en el mundo de la música es incalculable».
Muestra de ello es que los principales diarios del mundo, desde «The New York Times» a «The Guardian», se hacían eco el lunes de la pérdida del que es, sin duda, uno de los nombres fundamentales de la música de vanguardia estadounidense de las últimas cuatro décadas. Un camino que el guitarrista inició desde el más profundo «underground» neoyorquino, siendo uno de los principales impulsores de la no wave, aquel movimiento contracultural que surgió como reacción a la colorida new wave.
«Vine a Nueva York en 1976 para hacer teatro, pero también para ver a todos mis héroes del punk», le contaba Branca a la revista «Noisey» en 2016. «Pero todos estaban de gira. No podía ver a Patti Smith, ni a Television ni a los Ramones. No sucedía nada. Las otras bandas de punk eran como power pop, mierda comercial, y yo lo que quería hacer era rock experimental. Quiero decir, realmente experimental. Fue de ese vacío del que surgió Theoretical Girls», añadía el músico sobre su efímera banda, que en apenas cuatro años revolucionó a las mentes más inquietas de la Gran Manzana.
Su trabajo y actitud inspiraron a grupos más jóvenes como los archiconocidos Sonic Youth, que grabaron sus dos primeros discos —«Sonic Youth» (1982) y «Confusion Is Sex» (1983)— en el sello de Branca: Neutral Records. Su primer álbum en solitario, «The Ascension» (1981), fue un desafío a las formas tradicionales de afinación de las guitarras que, de hecho, contó con la participación de Lee Ranaldo.
A partir de ese momento, Branca comenzó a expandir su mundo hasta límites insospechados. Compuso y publicó hasta 13 sinfonías para orquestas formadas solo de guitarras eléctricas y percusión y otras para conjuntos de cámara con los que giró por los escenarios más prestigiosos del mundo. En 1996, The Glenn Branca Ensemble actuó en la Musikhuset Opera House de Aarhus para la Reina de Dinamarca.
También construyó sus propios instrumentos y se erigió en uno de los nombres fundamentales del panorama avant-garde, junto a Steve Reich, Philip Glass o Michael Nyman, escribiendo decenas de piezas para obras de teatro, ballet o cine —como «El vientre del arquitecto», junto a Wim Mertens—, y hasta una ópera. En los últimos tiempos, además de escribir columnas de opinión sobre música para «The New York Times», se había dedicado sobre todo a la composición para orquesta tradicional, aunque se resistiera a dejar de lado completamente la guitarra hasta sus últimos días.
Aún se recuerda el día que interpretó su Sinfonía n.º 13, «Hallucination City», para cien guitarras eléctricas en el World Trade Center, tres meses antes de los atentados del 11-S. Como le describió el respetado crítico y artista Tony Oursler, poco después de publicar sus primeros discos a principios de los 80: «Es como la explosión de una bomba en todo el mundo de la música»