Conocí a este pintoresco combo ácido del San Francisco de los últimos 60's por casualidad, al confundirlos con una banda psicodélica actual con la que creo que no tienen nada ver. Los Serpent Power de los que voy a escribir fueron una banda de Frisco de corta (1967-1968) pero interesante vida. Sacaron su peculiar nombre de la mística india tan de moda en la época y entre sus componentes contaban con todo un poeta, un poeta Beat: David Meltzer. Contaban igualmente con la presencia de Jean-Paul Pickens, un músico tejano que transformó al banjo en un instrumento psicodélico. Y por si fuera poco contaban con la voz de Tina Meltzer, esposa del poeta, que a menudo era comparaba por su estilo vocal con Nico de the Velvet Underground. De hecho, parte de la crítica hablaba de The Serpent Power como una Velvet de la costa oeste. Y en cierta forma no les faltaba razón: ambas eran bandas de culto. Solo que The Serpent Power grabó incluso menos que la Velvet, ya que únicamente les dio tiempo a registrar un disco durante su breve existencia. Eso sí, dicho disco, el álbum autotitulado de 1967, es una auténtica perla del folk-rock psicodélico.
El disco bebe de aquí y de allá, de todo ese abanico de influjos disponibles en la California del flower-power, del folk, del blues del jazz, del raga indio, del avant-garde pero de manera absolutamente personal e intransferible. Se abre este artefacto sonoro con un cañonazo de rhythm'n'blues acribillado por toques de órgano que recuerdan a los inmortales Animals de Eric Burdon, "Don't You Listen to Her". Pero enseguida el álbum va cogiendo consistencia psicodélica y nos encontramos con una soberbia pieza de raga-rock llamada "Gently, Gently", que no tiene nada que envidiar al mismísimo "The End" de The Doors. El juego de voces chico-chica de los Meltzer es maravilloso y recuerdan a sus paisanos Jefferson Airplane. Y los solos jazzísticos de guitarra de Denny Ellis hacen levitar al oyente. Por su parte el folk-blues ácido de "Open House" recuerdan a los momentos más lisérgicos de Country Joe & the Fish, también paisanos y con los que los Serpent Power tenían buena relación (el manager de aquéllos presionó al sello Vanguard para que grabara a la banda de los Meltzer). Y qué decir del siguiente corte, "Flying Away", donde Tina más que nunca suena como la alemana Nico, y derrocha ternura y magia. Otra cima del disco.
Del plácido letargo en que deja el tema anterior al oyente nos saca "Nobody Blues", una pieza de blues lisérgico que remite al Electric Music for the Mind and the Body de los citados Country Joe, aderezado con una armónica narcotizada. Vuelve la voz hipnótica de Tina a sonar en el siguiente corte, uno de los más alegres del disco, en la línea del sunshine pop de la época. Le sigue otra descarga de blues-rock llamada "Sky Baby", en la mencionada línea de los Country Joe o de los Doors. Retorna la voz femenina y el folk-rock con "Forget" y con ella esa magia crepuscular de esta inspirada banda. "Dope Again", en cambio es menos sutil a la hora de difundir su mensaje (drogótico) y hace de preludio de la colosal pieza psicodélica que culmina el álbum. En efecto, el disco se cierra con los gloriosos 13 minutos de "Endless Tunnel", una ambiciosa suite de raga-rock alucinado con un mensaje existencialista con un tren de incierto destino como metáfora. Es algo así como el "The End" o el "Interstellar Overdrive" de The Serpent Power. Como curiosidad se podría mencionar que se oye en la mayor parte del corte el banjo de J. P. Pickens, instrumento que contribuye a tensar el ambiente surreal del tema. Antológico.
Lo dicho: un disco magnífico que demuestra que el periodo de finales de los 60 en San Francisco fue fecundo hasta límites insospechados. Cuando ya cree uno que lo había oído todo surge un disco como éste y comprende por qué a la década de los 60 se le llama la década prodigiosa.