Eduardo Bravo
GQ, 08/09/2023
Lux Interior y Poison Ivy volcaron en The Cramps su pasión por el rock and roll, los tebeos, el novelty, las películas de serie B, el punk y les dieron una lección a todos los aficionados a la música: cualquiera puede hacerlo.
En plena explosión punk, una pareja de aficionados al rock and roll más salvaje, ruidoso y lúbrico decidieron imitar a sus ídolos y montar su propia banda de música sin haber tocado antes una sola nota. Su propuesta fue tan inclasificable que, ni siquiera cuando los grupos punks empezaron a grabar discos, las discográficas entendieron quiénes eran The Cramps. Cuatro décadas después, la editorial Liburuak ha publicado Viaje al centro de los Cramps, de Dick Portes, en el que se explica cómo Poison Ivy y Lux Interior se convirtieron en leyendas del rock.
El destino los unió
Poison Ivy y Lux Interior se conocieron cuando cursaban estudios en la Universidad de Sacramento, institución educativa en la que no tardaron en darse cuenta de que eran dos bichos raros que no encajaban del todo con el resto de compañeros. “La primera vez que la vi estaba caminando calle abajo, haciendo autostop, e iba vestida con un top halter (top sin mangas que deja al descubierto parte de la espalda) y unos pantalones cortos con un gran agujero en el culo por el que asomaban unas bragas rojas”, recordaba Lux Interior, que también causó una potente impresión en su compañera de grupo y pareja sentimental. “Pensaba que era extremadamente exótico cuando le veía por el campus. Llevaba unos pantalones con cada pierna de un color diferente. Ese tipo de cosas me fascinaban”, comentaba Ivy, que puso todo su empeño en forzar un encuentro en una de las clases a las que acudían juntos: "Yo estaba sentada cuando vi entrar a Lux. Era una clase muy grande porque todo el mundo sabía que el profesor se colocaba. Yo estaba mandando ondas cerebrales psíquicas en plan: ‘¡Siéntate a mi lado! ¡Siéntate a mi lado! ¡Siéntate a mi lado!’. Y lo hizo. Vino directo hacia mí y se sentó a mi lado (…). No sé si son vidas anteriores o qué, pero sentí como si le conociera de toda la vida».
Aficiones compartidas
Lux Interior y Poison Ivy no tardaron en darse cuenta de que tenían muchas aficiones compartidas como, por ejemplo, las películas de serie B, los tebeos pre-code y, por encima de todo, los discos de rock and roll que, a finales de los 60 y después de la aparición de la psicodelia, el progresivo, el glam y a punto de que aparecieran las primeras bandas punks, no eran demasiado apreciados por los aficionados. Aprovechando esa coyuntura, la pareja se dedicó a recorrer tiendas, locales del Ejército de Salvación, almacenes y mercadillos para hacerse con una envidiable colección de discos. “Por entonces, solo había una manera de conseguir buen material. Lo tenías que encontrar en algún mercadillo o algo así (…). La gente no tenía ni idea de la magnífica música que había, ni del rockabilly en particular, porque nada se había reeditado. Exceptuando a Jerry Lee Lewis y Elvis, no había muchas cosas que la gente hubiera escuchado. Era un material bastante desconocido”, relataba Lux Interior. “A través del coleccionismo de discos nos estábamos volviendo más y más apasionados, estando expuestos a música a la que la mayoría de la gente no lo estaba”, concluía Ivy.
“Si ellos lo hacen, nosotros también”
Para guardar su enorme colección de discos, Lux e Ivy alquilaron en Akron, estado de Ohio, una casa de tres plantas tan espaciosa, que decidieron que podrían dedicar el ático para empezar a tocar y montar su propio grupo. “Le compré a Lux el pedal de fuzz que usamos, un Univox Superfuzz, en una tienda de empeños. Su hermano le mandó una guitarra Student Prince y yo le enseñé Baby Strange de T.Rex”, contaba Ivy, para la que el grupo fue una consecuencia natural de sus relación de pareja, de sus gustos compartidos y de su falta de pudor. “Decidimos que debíamos formar nuestra propia banda. Estábamos obsesionados con nuestro pequeño mundo, no teníamos a nadie que nos dijera que no podíamos hacerlo, o que éramos unos locos, así que sencillamente, lo hicimos”. En caso de que aún albergasen alguna duda, un concierto de T-Rex se las disipó por completo: “Los vi en Cleveland, donde Bolan salió pesando 135 kilos, con un disfraz de murciélago y golpeando su guitarra con un látigo. ¡Hostia puta!, pensé, ¡este tío es mi ídolo! Yo cantaba mejor que él, así que tratar de crear una banda parecía factible”, contaba Lux Interior.
Rumbo a Nueva York
Después de viajar con frecuencia desde Akron a Nueva York para asistir a los conciertos que programaba el CBGB y el Max’s Cansas City, Lux Interior y Poison Ivy se dieron cuenta de que, si querían montar un grupo de rock and roll, tenían que trasladarse allí donde estaba la acción. “Teníamos la misión de mudarnos a Nueva York y convertirnos en los nuevos New York Dolls. Estábamos influenciados por su glamur, el asalto de las dos guitarras y su firme comprensión del R&B, pero pensábamos que nadie —desde los primeros Stones o los Yardbirds, hasta los Dolls o T.Rex—, había incluido el ingrediente más letal de todos en sus canciones: el rockabilly”, explicaba Lux, que tampoco obviaba un detalle importante a la hora de abandonar una zona rural como Akron: “Si me hubiera quedado allí, habría acabado con un agujero en la cabeza. No puedo vivir en el Medio Oeste”.
A pesar de todo, Nueva York tampoco fue lo que ellos se esperaban: “Vinimos a Nueva York pensando en la imagen de que todo el mundo iba por ahí paseando vestidos como los New York Dolls. Y por supuesto nadie lo hacía; todo eran aburridos pantalones vaqueros”, comentaba Lux e Ivy añadía: “Descubrimos que los Dolls eran unos freaks, igual que Elvis lo había sido en el sur. En lugar de la intensa subcultura de rock’n’roll que nos esperábamos, lo que nos encontramos fue basura en las calles y gente que se había mudado allí para ser bailarines o actores. No parecía un buen caldo de cultivo para el rock’n’roll”.
Un nombre con gancho
Decididos a subirse a un escenario, Lux Interior y Poison Ivy buscaron un nombre para su banda que, por entonces, solo eran ella a la guitarra y él a la voz. “A Ivy se le ocurrió el nombre hace mucho tiempo, en el 74 más o menos. Quería tener una banda llamada The Cramps porque nos molaban The Kinks y nos parecía que Kinks significaba algo que está mal en la sociedad, algo de lo que la gente se quiere librar o que quieren poner en orden. Tratando de pensar en un nombre como ese, y cuál sería su equivalente americano, se nos ocurrió The Cramps”, recordaba Lux.
Ante los imprevistos, improvisa
The Cramps necesitaban un bajista. Cuando conocieron a Gregory Beckerleg, pensaron que lo habían encontrado. Sin embargo, los planes no salieron como estaban previstos. "Nos quedamos impresionados cuando al día siguiente ya se había comprado una guitarra Gianni en una tienda de empeños y le había grabado el nombre The Cramps en su funda", recordaba Ivy. Para no desilusionar a Greg, The Cramps decidieron prescindir del bajo y tener dos guitarras.
Una banda diferente
En plena eclosión del movimiento punk en Nueva York, lo que menos faltaban eran grupos. Para destacar entre tanta banda, era importante ser diferente y The Cramps lo eran tanto por su imagen como por su falta total de destreza con los instrumentos. “Como nadie sabía tocar en condiciones, era inútil tratar de hacer versiones fidedignas de cualquier canción que la gente conociera. La idea era hacer versiones originales de cosas desagradables, oscuras y con actitud en las que Ivy pudiera añadir una peligrosa frase de guitarra, en las que Bryan pudiera meter fuzz a saco, que yo pudiera aporrear la batería y que Lux verbalizara por encima con sus cuerdas vocales bien engrasadas y su picante imaginación, avivada por horas de programas nocturnos de monstruos en la televisión”, narraba la baterista Miriam Linna. Una reseña posterior de Charles Shaar Murray en New Musical Express confirmaba esa visión: “Nadie lo hace ni mejor ni peor; no lo hacen, y punto. No hay nada comparable a lo que hacen ellos en ninguna parte”.
Get a job!
A pesar de la buena a cogida de The Cramps, que fueron teloneros de Suicide y los Ramones en varias ocasiones, el grupo no era rentable, por lo que Ivy y Lux tuvieron que buscar empleos alternativos. Después de trabajar como camarera, Ivy comenzó a trabajar en The Victorian, un establecimiento del centro de la cuidad que ofrecía servicios de bondage y dominación a su clientela. “Estaba ganando mucho más dinero que cualquier otro en la banda. Era el trabajo apropiado para mí. No lo pasamos tan mal como lo habríamos pasado si hubiera seguido sirviendo mesas. Nos permitía ser independientes… yo estaba hecha para ese trabajo”. Por su parte, Lux consiguió trabajo en una tienda de discos a la que llegó para comprarle un regalo a Ivy. Cuando comenzó a charlar con el propietario y este comprobó el enciclopédico conocimiento que tenía sobre discos oscuros y raros de rock and roll, le ofreció el puesto.
Del escenario al estudio
Las experiencias de The Cramps con las discográficas no fueron precisamente buenas. Además de tardar más que el resto de los grupos de la escena neoyorquina en conseguir un contrato, los desencuentros con compañías, productores e ingenieros de sonido fueron frecuentes. Durante la grabación del que iba a ser el primer disco de la banda, por ejemplo, Ivy recuerda que, “el ingeniero nos hacía repetir las tomas muchas veces y no sabíamos lo que quería”. Al final, hartos de tanta repetición, Lux le espetó: “Si estás esperando a que toquemos bien, entonces espera sentado”.
Con ellos llegó el escándalo
The Cramps siempre tuvieron claro que un ingrediente esencial del rock and roll era el sexo y la provocación. Cuando se trasladaron de Nueva York a Los Ángeles siguiendo la nueva escena punk de los 90, Lux e Ivy decidieron visitar Disneyland con ningún éxito. “Cumplíamos con el código de vestuario, pero no nos dejaron entrar”, recordaba Ivy. “Yo llevaba un pendiente y nos pusieron como excusa que Ivy llevaba demasiado maquillaje. Imagino que ya tenían cubierta su cuota de gente loca para ese día”. A pesar de esos encontronazos con la sociedad más pacata, The Cramps no renunciaron a las provocación y el escándalo ni cuando empresas como MTV se interesaron por su música. El vídeo de Bikini Girls With Machine Guns, por ejemplo, tuvo que ser recortado porque los responsables de la cadena de televisión consideraron que la escena en la que a Poison Ivy se le caen las bragas mientras dispara una ametralladora no era adecuada. “Nos gustaba bastante la idea de tener una versión censurada”, reconocía Lux interior que, por otra parte, tenía claro que por muchos cortes que hicieran, “a no ser que les pagues 200.000 dólares, no van a poner tu video”.