San Francisco siempre fue una ciudad abierta a los movimientos de vanguardia. Durante los años 40 y 50 del siglo pasado Frisco se convirtió en la meca de los beat y en los 60, con la explosión psicodélica, fue el centro del hippismo y de toda suerte de movimientos contestatarios (ahí están por ejemplo los Diggers y sus transgresoras performaces callejeras). Durante los 70 la ciudad del Golden Gate vio desarrollarse en su seno grupos de avant-garde como The Residents o Tuxedomoon. Pues bien, en la actualidad el enésimo relevo generacional viene de la mano de Lumerians.
Lumerians fue formado en 2006 por los músicos Tyler Green, Marc Melzer, Jason Miller y Chris Musgrave. Su música es un explosivo cóctel de psicodelia, krautrock, space rock y experimentalismo a raudales. Su puesta en escena es todo un espectáculo audiovisual con proyecciones multicolor, referencias a la ciencia ficción y, a veces, va acompañada de una extraña indumentaria que recuerda a la actitud sobre el escenario de los Residents (los músicos llevan el rostro oculto tras máscaras y visten lo que parecen hábitos de monje).
En 2011 Lumerians registraron el LP Transmalinnia, una extraña joya del rock experimental. Con títulos en los que hay guiños a la psicodelia, a la ciencia ficción, a lo onírico y al futurismo Lumerinas erigieron 9 colosales monumentos al space rock sobre maquinales ritmos kraut y ello aderezado con atmosféricos efectos de sonido y teclados y guitarras lisérgicas. Otra característica del álbum es que, como suele ser típico del género, predomina lo instrumental sobre lo vocal. Abre el LP el ritmo "motorik" de "Burning Mirrors" en el que se invocan a los fantasmas tanto de Neu! como de Suicide. El segundo tema, "Black Tusk", tiene un riff tribal e hipnótico que recuerda a Faust aunque también a sus paisanos de la costa este Oneida y The Liars, campeones del avant-garde neoyorquino. La siguiente pieza, cuyo nombre, "Xulux", posee inequívocas resonancias alienígenas, es enteramente instrumental, más larga y de estructura más compleja. Empieza con claras referancias al krautrock, a la repetición maquinal de la electrónica y a los efectos de sonidos del prog-rock. De repente un alarido marca una ruptura del ritmo digna de los Sonic Youth y un teclado lisérgico nos transporta a la gravedad cero propia del más estratosférico rock instrumental de finales de los 60. Es el culmen de la vena más específicamente space rock del LP.
Por su parte, "Atlanta Brook" se apoya más, no tanto en las influencias kraut/avant-garde de la banda, sino en las psicodélicas. Así, tenemos una clara influencia de los primeros Pink Floyd en los teclados, en el trabajo vocal y en los coros, especialmente en estos últimos, que parecen haber sido tomados prestados del colofón de aquel gran "Mathilda Mother" incluido en el primer álbum de los Floyd con Syd Barrett. Además un observador perspicaz no puede pasar por alto el parecido de la portada de este Transmalinnia y la del A Saucerful of Secret de Pink Floyd. En este caso estamos ante el momento álgido de la vertiente más lisérgica del álbum.
Con "Melting Space" retoma la banda los temas instrumentales y la influencia del rock cósmico alemán, especialmente de Faust. Centrado en la faceta más avant-garde del combo, el siguiente tema es otro instrumental, solo que más abrasivo y ruidista, que debe tanto a los primeros Kraftwerk (cuando aún no hacían tecno) como a Glenn Branca o a las bandas de la No Wave neoyorquina. También instrumental, "Hashashins", parece un híbrido entre Man or Astroman? y los Residents y tiene un toque retrofuturista sesentero y de banda sonora de ciencia ficción de serie B, toque que le quita pesadez al conjunto del álbum.
Por su parte, "Longwave" es una suite de drone music y vanguadismo industrial que puede remitir a experimentos sonoros más lejanos en el tiempo, como los ruidos de máquinas (motores, turbinas, sirenas de fábrica, etc.) grabados por músicos futuristas italianos como Luigi Russolo. Con mucho, es el tema más arriesgado y más largo (9 minutos) del LP, LP que cierra con broche de oro "Gaussian Castles", cuya base rítmica y ambiente tenebroso hace pensar a uno en el "Atmosphere" de Joy Division y en las voces como de ultratumba de Mayo Thompson en aquel "Hurricane Fighter Plane" del primer álbum de The Red Crayola. No hay que perder de vista, en definitiva, a esta nueva banda.
Por su parte, "Atlanta Brook" se apoya más, no tanto en las influencias kraut/avant-garde de la banda, sino en las psicodélicas. Así, tenemos una clara influencia de los primeros Pink Floyd en los teclados, en el trabajo vocal y en los coros, especialmente en estos últimos, que parecen haber sido tomados prestados del colofón de aquel gran "Mathilda Mother" incluido en el primer álbum de los Floyd con Syd Barrett. Además un observador perspicaz no puede pasar por alto el parecido de la portada de este Transmalinnia y la del A Saucerful of Secret de Pink Floyd. En este caso estamos ante el momento álgido de la vertiente más lisérgica del álbum.
Con "Melting Space" retoma la banda los temas instrumentales y la influencia del rock cósmico alemán, especialmente de Faust. Centrado en la faceta más avant-garde del combo, el siguiente tema es otro instrumental, solo que más abrasivo y ruidista, que debe tanto a los primeros Kraftwerk (cuando aún no hacían tecno) como a Glenn Branca o a las bandas de la No Wave neoyorquina. También instrumental, "Hashashins", parece un híbrido entre Man or Astroman? y los Residents y tiene un toque retrofuturista sesentero y de banda sonora de ciencia ficción de serie B, toque que le quita pesadez al conjunto del álbum.
Por su parte, "Longwave" es una suite de drone music y vanguadismo industrial que puede remitir a experimentos sonoros más lejanos en el tiempo, como los ruidos de máquinas (motores, turbinas, sirenas de fábrica, etc.) grabados por músicos futuristas italianos como Luigi Russolo. Con mucho, es el tema más arriesgado y más largo (9 minutos) del LP, LP que cierra con broche de oro "Gaussian Castles", cuya base rítmica y ambiente tenebroso hace pensar a uno en el "Atmosphere" de Joy Division y en las voces como de ultratumba de Mayo Thompson en aquel "Hurricane Fighter Plane" del primer álbum de The Red Crayola. No hay que perder de vista, en definitiva, a esta nueva banda.