Fernando Navarro
El País, 03/10/2018
[Pues eso: ya era hora.]
El nuevo programa musical de TVE es un gran acierto al defender la música no enlatada en directo y reflexionada en entrevistas.
Justo antes de sentarse a charlar con Santiago Auserón, Maika Makovski dijo en La hora musa: “Voy a poner el chiringuito bien. Como si fuera el salón de casa”. Lo soltó de forma espontánea, mientras colocaba los cojines del sofá y Auserón se sentaba con su particular ritmo pausado y esa mueca de marinero en tierra que le sale al sonreír. Tras ellos, se veía un escenario con la banda del excomponente de Radio Futura y cada uno de los instrumentos. Cierto: fue como estar en el salón de casa. La música en directo, pero también la música hablada, reflexionada y compartida, estaba entrando al salón de casa después de tanto tiempo. Volvía un verdadero programa de música a la televisión española. Fue como ver regresar a Colón de las Américas.
Ya era hora. Qué largo se ha hecho, tanto que los escolares y los universitarios de hoy en día no concebían eso de un programa musical televisivo. Puede que con internet ya no conciban ni siquiera la televisión, tal y como varias generaciones al menos lo hicieron durante décadas, pero era como hablarles del siglo pasado. Y siempre ha sido paradójico: ahora, en estos tiempos, cuando más música se escucha y se comparte, cuando más jóvenes y mayores tienen al alcance tanta variedad de músicas, cuando más conciertos hay a la semana y más festivales al año porque ya no se venden discos, ahora, precisamente, no había un programa musical en televisión. Un espacio que trate la música con respeto, cariño y criterio. Que conciba la música como cultura. Por suerte, La hora musa resuelve este problema. El nuevo programa musical de TVE es una apuesta firme por la música como cultura. Música en mayúsculas. Música sin cotilleos ni pornografía sentimental. Música fuera de la pecera del show de Truman.
Fue un acierto destacable comenzar esta aventura televisiva con una entrevista a Auserón, refugiado artísticamente bajo el nombre de Juan Perro. Es patrimonio de la música popular española y una de las mentes más sabias para contextualizar y reflexionar sobre la creación musical. De hecho, fue glorioso que durante su charla con Maika Makovski, presentadora del programa, hablase de cultura, preguntase al público por qué era importante la cultura y les explicase de forma concisa a Makovski y al reportero Víctor Clares cómo funciona el negocio musical en España, un negocio conchabado y repleto de peajes cuya máxima representación es Operación Triunfo, lo que sucede dentro de esa academia pero también lo que sucede antes y después. “Ideas raras, nada. Lo que suene a jazz es maldito. Más allá del acorde de séptima dominante… prohibido en la radiofórmula. Esto es así, niñas y niños. Las leyes del mercado funcionan así”, dijo Auserón, que tocó Los inadaptados con su aire jazzy y la pegadiza Charla del pescado y acabó junto a Makovski con la oscura Annabel Lee, inspirada en un poema de Edgar Allan Poe. En OT lo hubiesen acribillado para gusto de la audiencia hambrienta de penas y alegrías ajenas en reality-shows.
Otro acierto es la elección de la cantante y actriz Maika Makovski como presentadora. Es natural y se desenvuelve con garbo estupendo en el plató, bien fuera para charlar con Auserón como si estuviese “en el salón de casa”, bien fuera para dirigirse a los espectadores con magnetismo. Makovski cogió buenas tablas como colaboradora del Oh! My LOL, el programa de humor de la cadena SER dirigido por El Mundo Today, y en el que también la música juega un papel significativo. Ahora, al frente de La hora musa, tiene carisma y, como cantante de largo recorrido en el rock español, entiende las claves de la música. Con ella, además, se demuestra algo necesario: no todo va a ser Alaska en televisión musical.
La hora musa mira al presente de la música. Es importante. El éxito de Cachitos convenía que la música sigue siendo fundamental en la vida de las personas, pero era insuficiente. Algunos directivos de RTVE habían dictaminado que la música era un producto solo apto para la nostalgia. Y no es verdad. Dentro del pop, el rock, el hip-hop, la electrónica, el flamenco y más estilos musicales hay cientos de artistas y bandas hoy en día que miran al presente —e incluso al futuro— con pasión y talento. Todo ello requería de un programa como La hora musa, que se dirige no solo a una industria competente y comprometida con la música sino también al mismo público que acude a los festivales y a las salas de conciertos de toda España. A un público inquieto y activo. En este sentido, se agradeció mucho el reportaje en Londres sobre las carátulas de discos famosas elaborado por Víctor Clares. La idea de estos reportajes en el programa es otro acierto, como la de incluir píldoras explicativas cuando Auserón nombró a Depedro en su entrevista.
Anoche, el presente de la música en directo pasó también por el concierto de los siempre efectivos y divertidos Franz Ferdinand, presentando canciones de su último disco, y por las actuaciones en la azotea de La Mala Rodríguez, que está a punto de sacar nuevo álbum. Más aciertos. Como las actuaciones en exteriores y en plató. Todo mezclado con ritmo y estilo. Hay mimo en el programa. Así, el escenario del plató transmite una atmósfera íntima y elegante. Se nota que han tenido en cuenta el concepto de las producciones televisivas británicas, especialmente del fabuloso programa Jools Holland. Da gusto ver una actuación con esa variedad de planos, sin playback e íntegra, sin cortes publicitarios, sin comentarios pisando las canciones, sin mezclas con otros contenidos. Eso que debería ser la norma se ha terminado convirtiendo en toda una odisea en este país donde manda la música enlatada. La hora musa, como admirablemente viene haciendo desde hace tiempo Late Motiv de Andreú Buenafuente en Movistar +, defiende la música en su esencia.
Solo cabe exclamar una cosa: ¡Por fin! Y añadir otra: “Que dure”.