domingo, 4 de agosto de 2013

UNA TARDE CON BAND OF HORSES (Entrevista)

Andreu Cunill
Ruta 66, 24/02/2010


Cada vez entiendo menos de hypes, de modas y demás mandangas mercantilistas en el mundo de la música. Y el efecto Band Of Horses solo hace que alimentar ese enorme vacío que se está creando entre un servidor y lo que peta, lo que supuestamente está pegando fuerte y lo que se debe escuchar. No entiendo por qué ciertas bandas llenan las salas a rebosar y otras que creo que deberían hundir estadios, no se comen ni la habitación de mi comedor. Esto me sitúa en un lugar muy claro. Nunca seré promotor de conciertos. Y digo esto porque Band Of Horses venían con el cartel colgado de no hay entradas, y no es que me molestara en absoluto. Me gusta mucho la banda. Pero no entendía ese efecto.

Lo cierto es que después de la entrevista fallida de mi compañero Álvaro Fierro, era nuestro deber poder pillar a la banda en su cenit de popularidad y charlar sobre ese terremoto mediático que les rodea, en el que han pasado de ser el gran secreto de Pichfork, a llenar grandes arenas siendo teloneros de Pearl Jam en menos de lo que yo tardo en comerme un bocata de jamón serrano. Y me intrigaba saber cómo quedaba la salud mental de la banda, cuáles fueron los ánimos que rodearon la grabación de su última obra [más bien penúltima ya que en 2012 publicaron Mirage Rock], el magnífico Infinite Arms, y cuáles eran sus proyectos de futuro. Eso es lo que le preguntamos al bueno de Tyler Ramsey, un tímido y alto bonachón feliz de la vida de poder vivir esa experiencia con una gran banda. Tyler cuéntame…


Pocas veces me he encontrado con el nombre de una banda que refleje tan bien su sonido, ¿Cómo describirías vuestra música?

Me cuesta responder a esta pregunta. Podría decir que somos una banda de rock de guitarras. También podríamos decir que somos una banda indie de rock, pero tenemos demasiadas influencias del pasado como para considerarnos así. Nos consideramos una banda de rock clásico. Eso es lo que mejor encajaría en nuestro sonido.

De la misma forma, el título de vuestro último disco, Infinite Arms, es un pasillo que invita a escuchar ese sonido de amplitud sónica que habéis conseguido en vuestra última grabación. ¿De dónde salió este título?

Todo vino de Ben. La verdad es que encaja a la perfección. Y de alguna manera refleja nuestra amplitud de influencias y nuestra ambición de abarcarlas todas consiguiendo al mismo tiempo nuestro propio sonido.


En vuestra historia reciente habéis sufrido muchos cambios de formación, ¿es ahora Band of Horses una banda sólida o por el contrario es más un proyecto personal de Ben Bridwell?

Yo he sido el último miembro que entré y esto pasó hace más de tres años. Hemos girado muchísimo durante este tiempo y esto nos ha ayudado a consolidarnos como grupo humano y como formación musical. Al principio llevábamos otro guitarra de gira pero Ryan empezó a tocarla en las canciones que no hacían falta los teclados y vimos que podíamos sonar como queríamos con la formación que somos ahora. No sé si ésta es la formación definitiva, pero sí es una que consigue trasladar en directo toda la ambición sonora que se planteó en el estudio.

En los créditos del disco todos los miembros tocáis muchos instrumentos diferentes ¿Cómo componéis?

Cada uno escribe en casa. Todos vivimos muy lejos el uno del otro pero gracias a internet nos podemos mandar nuestra canciones y decidir cuáles queremos trabajar y cuales desechamos. Ben trabaja las letras en su casa también. Esta primera parte del proceso podríamos decir que es la etapa casera. Cuando tenemos suficiente material nos reunimos todos y lo trabajamos conjuntamente y allí es donde se convierte en una canción de la banda. Todos juntos en una habitación hacemos que acabe sonando a nosotros como colectivo y la despojamos de cualquier sabor individual. Así es como hemos trabajado en Infinite Arms. Los otros discos eran más un proyecto de Ben con los músicos que tenía en aquel momento.

¿Existe la democracia en un grupo de rock?

Yo siento que sí. Ben escribe la mayoría de las letras y yo me alegro porque comporta una gran responsabilidad que a mí personalmente no me apetece asumir. Pero Ben está muy abierto a todas las aportaciones que podamos hacer los miembros de la banda. Cualquier ingrediente es bueno siempre que aporte algo positivo al resultado final, venga de quien venga. Ben es un tío generoso en todos los aspectos; con la audiencia pero también con la banda, y eso crea una atmósfera relajante en la que todos sentimos que aportamos, y en la que, Ryan, por ejemplo, puede ser el cantante solista o yo también, si la canción lo requiere. Y no pasa absolutamente nada.

Yo creo que con Infinite Arms disteis un gran paso a nivel de arreglos, convirtiéndolo en un trabajo más ambicioso que los demás. ¿Teníais algún disco o algún grupo en mente mientras grababais?

No recuerdo ninguno que nos sirviera realmente de referencia para lo que estábamos grabando. Escuchábamos mucho a Kid Cudi para relajarnos de nuestra propia música.


¿Cuál es tu canción favorita del disco?

Cambia constantemente. Cada noche tengo una distinta.

Esta vez decidisteis produciros vosotros mismos, ¿no creíais en nadie para ayudaros en este disco?

Empezamos a trabajar con Phil Ek, el productor del anterior disco, pero luego nos fuimos de gira y al volver fue imposible coordinar nuestras agendas para coincidir. Decidimos que lo podíamos hacer nosotros mismos. Bill Reynolds tuvo un estudio antes y tiene un gran conocimiento del proceso de grabación. Ben y Ryan también han aprendido mucho a lo largo de los años y cuando vimos que no podíamos contar con Phil, hacerlo nosotros se convirtió en un reto divertido. No tener nadie externo que decida sobre tu proceso creativo hace que las cosas fluyan mucho más rápido y te permite llegar donde quieres sin ninguna interferencia.

Bueno algunas veces un productor puede ser una interferencia pero otras un catalizador para lo que andabas buscando y no sabías cómo encontrarlo.

A mí no me importaba en absoluto tener a Phil en el estudio. Cuando hablaba de alguien hablaba en general. De hecho yo estaba excitado con la idea de trabajar con él, sobre todo si tienes en cuenta los grandes álbumes que ha hecho. Es increíble verle trabajar y es muy inspirador ver cómo consigue un determinado sonido de guitarra.

Tú decías que no tener productor te permite ir directo al corazón de las ideas sin demasiadas interrupciones, pero supongo que cuando en un grupo todo el mundo opina y toma decisiones también suele entorpecer bastante el proceso creativo. ¿Cómo os organizasteis?

No recuerdo ni una sola discusión mientras estábamos grabando. Todo lo contrario. Cuando alguien proponía una idea, por muy estúpida que pudiera parecer, siempre la probábamos y normalmente todos coincidíamos si al final podía encajar o no. Uno se da cuenta rápido si su idea ayuda a crecer la canción o si, por el contrario, no funciona para nada. No hace falta que se lo digan los demás. Sé que suena raro, y más en una banda de rock, pero no hubo ni un solo conflicto y todos gozamos de una libertad absoluta para proponer todas las locuras que se nos pasaban por la cabeza sin contar con ninguna censura por parte de los demás.

La fama de Band of Horses ha crecido exponencialmente en este último año, ¿Cómo está afectando a la banda ese salto a la popularidad?

No creo que nos afecte demasiado. Al menos yo no percibo nada, ni en mí ni en los demás. Fuimos los teloneros de la gira de Pearl Jam y esto nos abrió un mundo nuevo de grandes arenas con el que no estábamos familiarizados. Puede que aprender a tocar en sitios como éste ha sido el cambio más grande. En sitios grandes si quieres dar un gran show tienes que estar más organizado y ser más responsable, si no puede llegar a ser un desastre.

¿Qué prefieres, grandes arenas o pequeños clubes? Yo creo que nadie se atreve a reconocerlo en una entrevista pero todo artista aspira, al menos una vez, a tocar en un gran estadio con una gran audiencia.

Estoy totalmente de acuerdo. Poder tocar en grandes estadios y tener el calor de una gran audiencia disfrutando de tus canciones es una experiencia intensa, pero también debo decirte que una gran noche, una noche de éstas que te salta el corazón, no depende de que el lugar sea más grande o más pequeño, depende de esa comunión que a veces sucede; entre todos los músicos de la banda primero y entre éstos y su audiencia después, y esto lo puedes tener en un gran estadio o en un club con cincuenta personas.

¿Qué es lo que más te gusta de estar en una banda como Band Of Horses que no hubieras podido conseguir de ninguna otra forma?

Fácil. Poder tocar con mis mejores amigos cada noche. Poder viajar y compartir con ellos experiencias increíbles y poder tocar en sitios maravillosos como éste en el que estoy ahora. Como te comentaba antes, hace muchos años que vine de turista a Barcelona y te juro que ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar que algún día acabaría tocando aquí con mi banda.

Recientemente habéis editado un single a medias con la estrella de hip hop Cee Lo Green en la que él versiona vuestro tema «No One’s Gonna Love You» y vosotros hacéis su tema «Georgia», ¿Puedes contarme cómo sucedió?

Fue primero Cee Lo quien grabó su versión. Ben la oyó y le gustó mucho y nos propuso que hiciéramos una suya para devolverle el favor. Ben tiene familia en Atlanta y es un fanático de los Georgia Bulldogs, un equipo universitario de fútbol americano. Por eso decidimos grabar «Georgia».

Leí por ahí que conocisteis a Willie Nelson y tuvisteis la oportunidad de tocar con él. ¿Puedes contarme la experiencia?

Nos invitaron a abrir para él en un concierto de dimensiones reducidas en Maui, Hawai, que es donde él reside. De hecho tocamos en un club que estaba a diez minutos de su casa. El día del concierto ensayamos juntos porque teníamos que tocar «Mama Don’t Let Your Babies Grow Up To Be Cowboys» así que al acabar nos invitó a una partida de poker que se debía celebrar más tarde en su casa. Nosotros pensamos que sería algo familiar, que solo estaría él y nosotros y podríamos charlar tranquilamente. De todas formas, para que no nos cogiera desprevenidos, nos pasamos toda la tarde investigando en internet sobre el poker porque ninguno de nosotros sabíamos demasiado y nos ponía nerviosos llegar allí y hacer el ridículo. Cuando llegamos a su casa nos dimos cuenta que aquello no era un encuentro familiar y que se estaba celebrando una partida seria con mucha pasta encima de la mesa. Por su puesto no llegamos a participar y nos limitamos a observar todo el rato sin hablar demasiado.