larepublica.pe, 17/08/2015
Uno de los más influyentes guitarristas de Blues murió el último viernes a los 89 años.
El rey de las guitarras Gibson ha muerto. El cuerpo de Riley B. King dejó de funcionar la madrugada del viernes a los 89 años. Dejó huérfana a Lucille, su guitarra, a la que le dedicó una canción. B. B. King, como todos lo conocían, nació en medio de la nada, en una cabaña en Berclair, el 16 de septiembre de 1925. Ese mismo mes nacía en Alemania el octavo monarca de Tailandia, Ananda Mahidol. El mundo todavía no se recuperaba de la Primera Guerra Mundial. En Estados Unidos, los comunistas eran perseguidos. La entonces secretaria de Estado, Frank B. Kellogg, le negaba la entrada al país al político comunista británico Shapurji Saklatvala para que asista a un congreso de unión interparlamentaria. Eran tiempos complicados.
El gospel fue el primer acercamiento de B.B.King con la música. Cuando era pequeño estuvo en el coro de la iglesia baptista Elkhorn de Kilmichael.
"No recuerdo la primera vez que lo escuché porque era demasiado pequeño. Me di cuenta de que quería tocar la guitarra cuando vi al predicador de mi iglesia tocar. Quise ser como él. Aunque siempre quise ser un cantante de gospel, no de blues, pero con el gospel no me daban propinas en las esquinas y con el blues me daban unas muy buenas", declaró en 2010, en una entrevista con El País.
Y sí, King, con tan solo doce años, tuvo su primera guitarra. Aún no se sabe si lo compró por sus medios o si fue Bukka White, primo de su madre, quien se lo regaló.
Con 18 años, la leyenda del Blues empezó a forjarse en un oficio distinto: como constructor de tractores. A él le gustó siempre "pagar por su propio camino", que no había almuerzo gratis. La vida para alguien como él no iba a resultar fácil.
"Cuando la gente me da todas estas grandes elogios, les doy las gracias, pero todavía voy a mi habitación para practicar. Yo no estoy inventando cualquier cosa que se va a detener el cáncer o la distrofia muscular. Pero me gusta sentir que mi tiempo y talento siempre está ahí para la gente que más lo necesitan".
Fue así siempre. Desde 1943, cuando también empezó a tocar con el grupo Famous St. John's Quartet en Inverness. Primero en iglesias y luego en estaciones de radio.
King era un optimista. Creía que el mundo cambiaría. Cuando era joven, el tema racial en Estados Unidos era un punto de tensión. También fueron tiempos de guerra, en las que su país se convertiría primero en blanco de los japoneses, y luego en un aniquilador de ciudades. "Me encantaría vivir lo suficiente para ver cómo el mundo cambia y vive en paz", dijo en un momento.
Cinco años después de que se dé por finalizada la Segunda Guerra Mundial, B.B. King ya había conseguido estar entre los músicos más importantes del rhythm and blues. En 1960, "Sweet Sixteen", canción de Joe Turner, llegó a estar en la lista de los Billboard. Luego la ABC-Paramount Records lo ficha como uno de sus estrellas.
"Siempre he tratado de defender la idea de que el blues no tiene que ser cantada por una persona que viene de Mississippi, como lo hice", dijo en 1988.
Años antes, en 1969, "el rey del Blues" haría la interpretación definitiva de "The Thrill Is Gone", una canción de Roy Hawking que evoca el amor en tiempos de crisis, donde todo ha pasado, donde la emoción se va disecando con el tiempo.
Desde la década de los ochenta hasta finales de los noventa, la carrera de B.B. King cae en cuanto a producción de discos, pero llega a tener un éxito con las presentaciones. 300 por año.
En el año 2000 graba "Riding with the King" con su discípulo blanco: Eric Clapton. De esas doce canciones, una se iba a convertir en una especie de despedida: "Three O'clock Blues". La línea más emotiva fue cuando King, sumergido en esa voz portentosa y raspada, rompe con un "Goodbye, everybody. I believe this is the end" (Adiós, todo el mundo. Creo que este es el final).
Desde ese año, King iba a tener un descenso musical debido a su salud. No obstante, siguió haciendo presentaciones. Nunca se quiso retirar de los escenarios. No estaba en las cuerdas de su guitarra un ritmo que vaya con la jubilación.
"¿Jubilarme? Todo el mundo lo hace alguna vez. Yo solo lo haré cuando me llame el de arriba. Ya no toco tanto como antes, cuando hacía 300 conciertos al año, pero algún día todos tenemos que parar", sentenció.
B.B. King descansa por ahora. Todos saben que cuando suene cualquiera de sus canciones, estará sentado con Lucille para sentirse vivo, como siempre lo hizo.
Uno de los documentales más completos sobre la vida de B.B. King lo realizó la cadena BBC.