lunes, 13 de julio de 2015

NICKEL CREEK. "A DOTTED LINE" (2014). Newgrass deluxe


El virtuosismo siempre me ha dejado frío. Nunca me he comprado un disco porque en el tocara un instrumentista o cantante especialmente hábil. Nunca me ha interesado si Mark Knopfler tocaba la guitarra eléctrica con las uñas o Hendrix con los dientes. Los "guitar heroes" me aburren. ¿Por qué cuento esto? Porque me acerqué al disco que voy a comentar por el mandolinista que toca en él, Chris Thile, niño prodigio de la mandolina en EE.UU., pero esto no implica que hiciera con este LP una excepción: la pericia de Thile y de sus compañeros no fue lo que más me impresionó si no la fantástica colección de temas, unos que ponen al día el bluegrass hasta acercarlo al pop indie (sí, como lo oyen). Y esto no es exageración: Nickel Creek han llegado a versionear a Radiohed ("Morning Bell") o Pavement ("Spit on a Stranger") con mandolinas, banjos, acústicas y violines. Genial osadía.



El disco se abre con un delicioso gospel, "21st of May" con un exquisito rebozado de cuerda de mandolina (Chris Thile), violín (Sara Watkins), guiatarra acústica (Sean Watkins, hermano de la anterior) y contrabajo (Mark Schatz) y rematado por un inmaculado juego de voces. A pesar de lo "moderno" de los arreglos el gospel no deja de ser material tradicional para el bluegrass, sin embargo, en el siguiente tema, una balada imponente titulada "Christmas Eve" los Cripple Creek introducen elementos más novedosos procedentes del pop y del jazz. Y a partir de ahí es cuando el disco se pone de verdad interesante porque con "Destination" nos encontramos ante uno de los momentos álgidos del LP, un auténtico zambombazo hecho de soul y de pop, con el fantástico vozarrón de Sara y, los coros de su hermano y de Chris y los ritmos cortantes de la mandolina de éste que ponen en pie a un muerto. Por su parte "Elephant in the Corn" arroja poco de calma al conjunto y de paso los músicos ponen a prueba su virtuosismo. "Elsie", como el corte que le precede es instrumental, y en ella, junto a cierto clasicismo bluegrass conviven matices de jazz. 


Con todo, lo más transgresor del álbum es ese "Hayloft" un tema bailable más propio de Franz Ferdinand o de Blur que de un combo de bluegrass, tema que va acompañado de un divertido vídeo hecho a base de animación. Sin duda Bill Monroe, se estará revolviendo en su tumba. Después de tal estampida, los Nickel Creek se marcan otra balada, con cierto aire beateliano que pone los pelos del oyente como escarpias, "Love of Mine". Y en esto que llega la, para mí, mejor canción del disco: "Rest of My Life". Cantada por Chris Thile, las voces de inspiración soul/gospel, los cambios de ritmo, los silencios, los delicados arpegios de mandolina, las subidas y bajadas de volumen hacen de esta canción un auténtico prodigio sonoro. Y, ojo, que el foque existencial de la letra tampoco tiene desperdicio ("qué buena forma de empezar / el primer día del resto de mi vida").


No desmerece tampoco otra balada cantada por Sara, "Where Is Love Now", donde su voz se pone literalmente a punto de caramelo. Y para terminar Thile pone voz y mandolina a otro trallazo de pop jazzy llamado "You Don't Know What's Going On", que suena como The Zombies ensayando en una destilería de bourbon de los Apalaches. Con gente como Nickel Creek, la continuidad de ese venerable género llamado bluegrass está garantizada. Newgrass deluxe.