Txus Iglesias
Muzikalia, 25/06/2017
Para las bandas británicas actuales, lograr acercarse o igualar (harto complicado el superar) a sus compatriotas de las décadas de los 60 y 70 puede resultar una faraónica labor aunque meritoria. Una de esas escasas formaciones que, por fortuna, se aproxima mucho a esa aduana etérea son los sorprendentes y versátiles Belle And Sebastian, indudablemente, uno de los cinco combos pop-rock con más calidad de los últimos veinte años.
Liderados por un introvertido genio llamado Stuart Murdoch desde Glasgow, el nombre de la banda es tomado de una novela llamada “Belle et Sebastien” de la escritora francesa Cecilie Aubry. La voz cuidadosa, cándida y almibarada del propio Murdoch será uno de los signos más reconocibles de la banda. Será costumbre en el combo poner delante un filtro de color distinto para cada una de sus artísticas cubiertas y añadir poses de gente (casi siempre mujeres), todo ello muy al estilo retro de la corriente Nouvelle Vague francesa. Durante la primera parte de su carrera, de 1996 a 2002 la banda tejió su amable nevada de seda y fueron desfilando una colección de álbumes extraordinarios e inmortales de lo que podríamos denominar “melancolía con ritmo”.
De ese modo, sus primeros trabajos, se deslizan tan variados y eclécticos como el encantador Tigermilk(1996) , el aclamado y paradigmático If you’re feeling sinister (1996), el premiado The boy with the arab strap (1998), el infravalorado Fold your hand child, you walk like a peasant (2000) y o la Banda Sonora Storytelling (2002) son las pruebas de dicha exquisitez con sus desnudas y profundas nanas para adultos que no han crecido. También son importantísimos, en la primera parte de su carrera, sus diversos EPs entre 1997 y 1998 con pequeños grandes zafiros, que satisfacerán otra vez, sin duda, las ansias auditivas a los sedientos fans que cada vez quieren disfrutar, descubrir y extraer más y más de las diversas modalidades de emotivo oro negro que ofrecen estos “indies” escoceses; verdaderos “Braveheart del Rock and Roll”.
La metáfora con ellos podría ser que cuando algunas mundanales nubes de odio se preparan para descargar, Belle and Sebastian cambian el clima a mejor para envolver todo con una revivalista y plácida llovizna policromática. Stuart Murdoch, Sarah Martin, Stevie Jackson, Isobel Campbell, Mick Cooke, Suart David, Richard Colburn y Chris Geddes no homenajean la zona más rocosa e impía de las personas sino su lado más endeble y confuso.
En mi opinión, es a partir de 2003, cuando se produce la mayor explosión de su prodigiosa variabilidad; ya apuntada en anteriores trabajos más minimalistas. Por lo tanto, es entonces cuando potencian y evolucionan su increíble aclimatación sonora a algo todavía mejor dentro de los planteamientos de la banda. Es lógica dicha mutación tras ocho años de su nacimiento y, por ejemplo, los arreglos y combinaciones de voces serán cada vez más complicados. Además, con ayuda de cuarenta músicos adicionales y la producción de Trevor Horn (ex-Yes), Belle and Sebastian facturan una obra en la frontera de lo colosal, siempre, eso sí, sin extraviar su sello habitual e incluso aumentándolo como es Dear Catastrophe Waitress (2003).
Le sigue el que califico simplemente como uno de los 100 mejores discos pop de la Historia como es The Life Pursuit (2006), el cual resultará su conjuro más hipnotizante y ambicioso; conquistando ya al público de Estados Unidos. ¿Influencias? ¡Todas! ¿Variedad? Totalmente equilibrada.
Este Rob Roy del pop and roll que es Stuart Murdoch, consiguió su perfeccionista propósito: una producción más inmaculada y mejor que los álbumes de la parte inicial de su trayectoria.
¿Estaba, por entonces, definitivamente enamorando al mundo la imagen de Belle And Sebastian como músicos tímidos y novatos, recién salidos del conservatorio? El estrellato les grita a filas, por esa época, y las emisoras británicas repiten insaciablemente sus temas debido a la calidad que llevan demostrando progresivamente desde 1996. Al enlazar sublimes discos, uno tras otro, Belle And Sebastian se arrimaron, inexorablemente, al reino de la celebridad.
En 2005 había sucedió ya algo tan importante como que la revista The List les consideró como Mejor Banda Escocesa de la Historia por encima de míticas formaciones como Simple Minds, Franz Ferdinand, Jesus and Mary Chain, Proclaimers o Travis. Sus primeros y característicos Eps, se recopilarán ese mismo año en el CD Push barman to open old wounds.
Los relativos cambios de muy simétrica variabilidad desde 2003 con Waitress o Pursuit fueron para ir a todavía mucho mejor pero, por contra, la nueva vuelta de tuerca con Write about love (2010) hace que su sonido se resienta ligeramente, incluyendo la desacertada decisión de permitir que colaborara Norah Jones. Peor aún resultó la mutación Girls in Peacetime want to Dance (2015) que solo resultó afortunado a medias ni con una dirección global del todo nítida ni compacta; a pesar de que su mega-clase nunca la extravían.
Y es que con sus virtudes y defectos, la banda escocesa se ha hecho, merecidamente, un hueco histórico a la altura de los más grandes y siguen caminando hacia el “olimpop” de las deidades.