Igor López
El País, 07/08/2023
La banda más popular del rock escandinavo vuelve a los escenarios españoles este octubre, publica nuevo disco esta semana y, sea el mes que sea, se niega a madurar
Y al undécimo año resucitó (discográficamente hablando) The Hives, la banda más popular de la escena garage/punk escandinava de los noventa. No habían vuelto a publicar un elepé desde el ya lejano Lex Hives (2012). Es este tiempo no dejaron de actuar en directo. También editaron un puñado de singles (Red Moon en 2015, I’m Alive y Good Samaritan en 2019) y un EP en directo, Live At Third Man Records (2020) en el sello fundado por Jack White, que iban alimentando los rumores de un inminente álbum. Hasta ahora. El 11 de agosto verá la luz The Death Of Randy Fitzsimmons, su sexto trabajo en tres décadas de vida.
Formado en 1993 en Fagersta, una pequeña población al norte de Estocolmo, The Hives fue la punta de lanza del revival rock del nuevo milenio gracias a su segundo disco, el tremendo Veni Vidi Vicious (2000). Hoy sigue manteniendo su reputación como una de las mejores bandas en vivo del planeta (en España actuará los días 4, 5 y 7 de octubre en Barcelona, Madrid y Santiago de Compostela), propulsada por su verboso vocalista y showman Howlin’ Pelle Almqvist, que atiende la entrevista por videollamada desde la capital sueca. En concreto, desde un parque cercano a su casa. Ataviado con una especie de batín blanco con ribetes negros, justifica el largo paréntesis por la súbita desaparición de su mentor, Randy Fitzsimmons, único compositor que aparece en los créditos de todas sus canciones. Aunque jamás ha sido confirmado por el grupo, tiene pinta de que el tal Fitzsimmons es un pseudónimo tras el cual (según algunos) se esconde todo el quinteto o (según otros) el guitarrista y hermano de Pelle, Niklas Almqvist.
Han pasado 11 años sin un nuevo elepé. ¿Por qué tanto tiempo? Es que no sabíamos dónde estaba Randy Fitzsimmons, porque se desvaneció en 2012 después de publicar Lex Hives. Normalmente, cuando grabamos un álbum y empezamos a tocar en directo, él desaparece en busca de inspiración o lo que coño haga cuando vamos de gira. Pero esta vez no volvió a aparecer, así que sin Randy Fitzsimmons no había nuevos temas. Ha sido terrible. Publicamos un par de singles para ver si eso le hacía abandonar la carpintería y volver a componer música, y en lugar de eso nos llegaron noticias de que había muerto. Nos pusimos a investigar para ver si era verdad, pero no le encontramos. Lo que sí hallamos fueron unas maquetas con estas canciones, de ahí el título.
¿Es The Death Of Randy Fitzsimmons un nuevo comienzo o una despedida? Pues tampoco lo sabemos. Lo único que podemos decir es que estamos realmente felices de que exista este álbum.
El elepé se grabó en Estocolmo, en el estudio propiedad de Benny Anderson, uno de los fundadores de ABBA. Supongo que cuando era niño creció con sus canciones… No (risas). Jamás escuché a ABBA. Quiero decir, lo escuché más tarde. Tanto Niklas como yo crecimos en una casa donde solo sonaba free jazz, blues y ritmos africanos. Nunca escuchamos mainstream en nuestro hogar. Ni ABBA, ni Ace of Base, ni nada de eso. Ni siquiera la radio, solo vinilos de blues antiguo y locuras de jazz atonal. Por eso, para nosotros, lo que hacemos es música normal. Pero les respeto muchísimo a nivel compositivo. Y sonaban mejor que cualquiera de sus contemporáneos. Me quito el sombrero ante ellos.
The Hives se formó en 1993, por lo que ahora cumple 30 años… Sí, creo que fue en el Año Nuevo de 1992 a 1993, aunque ninguno lo recordamos exactamente.
¿Y cuáles eran sus objetivos en aquel momento? En 1992, el rock no era importante. Nunca pensamos que fuéramos a gustarle a alguien, simplemente queríamos hacer lo que nos importaba a nosotros. Punto. Mucha de la música de entonces era terrible, así que pronto asumimos que, aunque éramos buenos, no íbamos a llegar a ningún lado. Pensamos: “Vamos a grabar algo y a conseguir unos cuantos conciertos, porque en breve tendremos que buscar trabajos de verdad”. Teníamos 13 o 14 años y no conocíamos el concepto de carrera. Solo queríamos hacer la clase de ruido que nos parecía divertida.
Durante los noventa hubo una tremenda explosión de la escena rock en Escandinavia: Turbonegro, The Hellacopters, The (International) Noise Conspiracy, Gluecifer, Backyard Babies, The Soundtrack Of Our Lives, Diamond Dogs, Sahara Hotnights… ¿Qué sucedió? ¿Los gobiernos pusieron algo en el agua del grifo? Algunos de los que mencionas son de finales de los noventa y nosotros somos de principios. The Hellacopters son de nuestra generación. También Turbonegro, que son más antiguos, aunque ni siquiera los habíamos oído. Recuerdo que cuando The Hellacopters obtuvieron cierta notoriedad nos pusimos muy contentos. Pensamos: “Mira, a estos tíos también les gustan New Bomb Turks y todas esas cosas que nos encantan”. Algunos de sus miembros habían estado antes en conjuntos locales de death metal y por eso los conocíamos. De repente hubo un momento en el que si formabas un grupo era probable que fuera uno de rock. Empezó a haber más público y, a su vez, ese público descubrió que era posible montar una banda y pasarlo bien. Y eso dio paso a una especie de segunda ola. Muchos formaban parte de lo que llamábamos action rock, con un estilo cercano a The Hellacopters: tipos de pelo largo, fans del heavy metal, que tocaban rock & roll. The Hellacopters, Turbonegro o Gluecifer eran básicamente punk con solos de guitarra. Nosotros éramos diferentes. Por ejemplo, nunca hemos hecho solos de guitarra. Ni hemos llevado el pelo largo (risas).
¿Cómo han cambiado sus influencias en todos estos años? En su debut Barely Legal (1997), sonaban bastante hardcore y hoy en día tienden al rock. El hardcore, en realidad, se trata de rock tocado jodidamente rápido. Es curioso, porque algunos nos dicen que sonamos exactamente igual que al principio y otros son de tu misma opinión. No sé, probablemente la verdad esté en medio de los dos extremos. Seguimos escuchando música nueva, pero después de estar en una banda durante tanto tiempo, y más en una con una identidad tan marcada, tu grupo y lo que ha grabado anteriormente son tus propias influencias, aunque esto pueda sonar un poco extraño.
A diferencia de The (International) Noise Conspiracy, The Hives nunca han sido un conjunto político. ¿Son alérgicos a esas cuestiones? No, no somos alérgicos. Tenemos unas ideas políticas definidas que cualquiera se puede imaginar leyendo nuestras letras y viendo con quién nos juntamos. Pero la política nunca ha estado en un primer plano en lo que hacemos. Me encantan Refused, pero el punk para mí no es “nosotros contra ellos”. Eso sería hardcore. Punk significa “yo contra todo el mundo”. No es una cosa grupal, no existe ningún tipo de unión. Es una persona contra absolutamente todo, no importa si ganas o pierdes. La política va de bandos, de democracia. Y la democracia es por definición una mayoría oprimiendo al resto de minorías (risas). Cuando fuimos de gira con Refused, evidentemente no todos sus miembros tenían exactamente las mismas opiniones políticas, pero, al final, todos tenían que transmitir una misma idea.
En 2001, Main Offender fue elegida como banda sonora de un anuncio de lencería de Agent Provocateur, protagonizado por Kylie Minogue montando un toro mecánico. Resulta que un amigo nuestro era el director del anuncio y nos pidió poder usar la canción. Jamás pensamos que fuera a hacerse tan popular ni que iba a aparecer Kylie Minogue, ni el toro mecánico, ni nada de eso. ¡Además, Kylie es una persona jodidamente cool! Ya habíamos dicho que no a un montón de anuncios y en este caso aceptamos porque nos lo pidió nuestro amigo. En Gran Bretaña fue todo un éxito y eso nos hizo más grandes allí. Cuando la gente dejó de comprar discos y las radios de rock casi desaparecieron, decidimos ceder nuestra música para publicidad. Antes, en muchos casos, lo que estaban haciendo era revender nuestros temas y llevarse nuestro dinero. Después del anuncio de Kylie nos seguimos negando a ceder nuestras grabaciones hasta 2007. Cuando ese año publicamos The Black And White Album, en EE UU no existían radios de rock y necesitábamos que se nos escuchara, así que los anuncios nos parecieron la mejor opción. La verdad es que fue algo muy raro para nosotros viniendo de la escena punk.
De hecho, cuando el grupo se formó, Spotify no existía. Y hoy prácticamente todos los artistas están ahí, aunque muchos lo odian porque no reciben prácticamente nada por sus canciones. ¿Cuál es su opinión al respecto? Dicho de manera rápida, pagan muy poco. Me gusta el servicio que ofrece y funciona bien, pero pagan muy poco. O pagan a las personas equivocadas.
¿Qué ha aprendido sobre el negocio musical en todo este tiempo? Muchas, muchas cosas. Es lo que hemos hecho en estos últimos 20 años: aprender cómo manejar esta mierda. Básicamente, todo es sencillo si tienes un éxito. Si no es así, tienes que trabajar más duro.
Y si no lo obtienes, ¿olvídate? No, puedes seguir haciendo música. Hay muchos artistas con largas carreras sin un solo éxito. Pero si lo consigues, cambia todo. Obtener ese éxito a principios de los 2000 significó que ahora podemos continuar aquí y ganar dinero. Nosotros seguimos vendiendo tantas entradas de conciertos, merchandising y demás como en esa época de los 2000 cuando la gente pensaba que éramos gigantes. El negocio musical ahora mismo se basa en las actuaciones. Spotify no paga y las discográficas no pagan, así que tienes que hacer un montón de conciertos. Por eso ahora mismo todo el mundo está de gira. Grupos como Black Flag o cualquier banda que haya existido están de gira, porque es la única manera de hacer dinero. Se ha convertido en un trabajo más, como un fontanero: aparece donde sea y véndete por horas.
Ustedes llegaron a telonear a The Rolling Stones en el Estadio Olímpico de Estocolmo en 2003. ¿Cómo recuerda aquello? Bueno, en realidad hicimos una pequeña gira, cuatro o cinco fechas. Estuvimos tomando algo con ellos un par de veces, sobre todo con Mick Jagger. En los conciertos estaban viéndonos desde un lado del escenario y dándonos apoyo. Fueron muy amables. Además, fue genial conocer a gente que ha triunfado durante tanto tiempo a ese nivel, en un momento en el que nosotros llevábamos tan solo unos pocos años. ¡Y son The Rolling Stones! ¡Los amo! Están The Rolling Stones e Iggy Pop, el resto somos humanos.
Recientemente afirmó que “el rock no puede crecer, es un perpetuo adolescente”. ¿The Hives son también perpetuos adolescentes? Sí, yo me siento como si fuera eternamente joven. Las personas a nuestro alrededor envejecen, pero nosotros somos una especie de espíritus viejos y sabios atrapados en cuerpos jóvenes y sexis.
¿Cree que el rock está muerto, como muchos aseguran? El rock siempre tiene que defenderse y demostrar que aún está vivo. Es el único género con el que pasa eso. Nadie dice que el jazz esté muerto o que la música de cámara esté muerta. Mira, acabamos de regresar de una gira con Arctic Monkeys y han llegado a vender 90.000 entradas para un solo concierto. Dicen que el rap es el sonido dominante hoy, pero ciertos artistas que están arriba en las listas de éxitos no venden entradas. Así que no, no está muerto. Es cierto que el rock que domina hoy las listas no me puede importar menos, pero es que el rock que me gusta nunca llegó a tener éxito.
Antes de publicar el nuevo álbum, declaró: “¿Quién necesita rock maduro?”. ¿Estaba pensando en alguien? No. Sí. Bueno, no sé… Me encantan Dire Straits, creo que son increíbles, pero son muy adultos. De alguna manera, cuando suenas tan adulto, dejas de ser rock. Las canciones que a mí me gustan son infantiles, inmaduras y dementes. El primer punk, los pioneros del rock, Ramones o Little Richard, no creo que encajen en la definición de maduro. Ese es mi tipo de música y por el que todos empezamos a tocar.
He leído que Tom Hanks es fan suyo. ¿Es cierto? Sí, sí. Es que en una entrevista en un periódico se dedicó a responder todas las preguntas mencionando a The Hives, como si fuera su banda favorita. No le he llegado a conocer, pero, según me han contado, desde entonces un montón de gente le ha preguntado por nosotros.
Por último, ¿cuál es el peor cumplido o el mejor insulto que ha recibido? Recuerdo a una chica heavy en la primera fila de un concierto, cuando teloneamos a AC/DC en Australia. En esa zona del recinto solo había público esperando ver a AC/DC, sin darle ni la más mínima oportunidad a los teloneros. Bueno, pues allí se encontraba esta metalera abucheándonos. Yo daba vueltas por el escenario como hago siempre, y en una de esas, cuando me subí a la barrera de separación, me agarró el pene. Cuando miré hacia abajo para ver qué pasaba, la vi haciendo un gesto con el pulgar y el índice, con un espacio realmente pequeño entre los dos dedos. Creo que ese es mi insulto favorito.