El blues de verdad existe en España, viene de Úbeda (Jaén) y responde al nombre de Guadalupe Plata. La banda formada por Carlos Jimena (batería), Paco Luis Marto (bajo) y Perico de Dios (guitarra y voz), ha logrado ensuciar las orejas de los indies patrios gracias a las enseñanzas del folclore del Mississipi. Nunca un grupo tan visceral y monolítico había acaparado la atención de la prensa musical en conjunto. Nadie puede escapar al magnetismo que desprende sus directos. Hoy nos dejan sus 13 discos favoritos de blues -los 10 primeros escogidos por Perico de Dios, los 3 últimos a cargo de Toni Anguiano, mánager y parte inseparable de la banda- para adentrarse en un mundo difícil de explorar, en el que muchos entran pero pocos salen.
Guadalupe Plata. De izquierda a derecha: Carlos Jimena, Paco Luis Martos y Perico de Dios.
Doo Rag - Chuncked and Muddled
Este disco lo conozco por mi amigo Alfonso desde hace poco. Hacía tiempo que no escuchaba algo tan podrido. El sonido parece que lo hubieran sacado del interior de una orza, la batería a base de lata y bidón es espeluznante,. 18 canciones de lata y taladrora delta blues, muchas versiones de personajes tan ilustres como Mississippi Fred Mc Dowell o Muddy Waters a las que le dan ese saborcillo chatarrero y sucio que me pone. Según me han informado fuentes confidenciales, el guitarra montó años mas tarde el fabuloso one man band Bog log III.
Dock Boggs - Sugar Baby
Lo conocí a través de un recopilatorio de Robert Crumb (Some Cold Rainy Day). Suena a indio satanizado con banjo, es hipnótico y físicamente se parece a Buster Keaton. En canciones como Oh Dead! puede llegar a dar miedo del bueno. Acojonante
Canned Heat y John Lee Hooker - Hooker and Heat
Este disco lo conocí en mis años mozos a traves de Frank Pelaez uno de los mas iliustres personajes que he conocido en mi vida. Melómano a niveles indescriptibles, tenia cierta fijación con el grupo Canned Heat. En este disco acompañan las canciones de John Lee Hooker con maestria, sabiduría y respeto. Booguies de pata negra.
Junior Wells & Buddy Guy - Hoodoo Man Blues
Mas fino que la coral, elegante y con una contención que te lleva. Blues de Chicago como dios manda. Siempre me gusto mucho la guitarra y voz de Buddy Guy hasta que se puso la de lunares y le metió distorsión.
John Fahey - The Dance of death & Other Plantation Favorites
Este es un predicador de la guitarra antigua, instrumental sin más grupo que él y la guitarra, toca la palabra de Mississippi John Hurt y además tiene la osadía de mezclarlo con toques clásicos y le queda de muerte.
Mississippi Fred Mc Dowell - Mississippi Fred Mc Dowell
La primera vez que escuche a este tio me dio una emoción muy grande y me hice con este disco del que no me separo. La capacidad que tiene de mantener la tensíon sobre un bajo continuo y dos notas en slide es sublime.
Charley Patton - Electrically Recorded: Prayer Of Death
Antes que Tom Waits, Captain Beefheart o el mismisimo Howlin Wolf usaran sus respectivas voces corruptas, aqui tenemos al cantaor que hace gargaras con lejia por excelencia. Un auténtico borracho, pendenciero, anarquista con cargos de conciencia incluidos. No es un blues para todos los publicos pero si te coje te vas al infierno o a la gloria de cabeza. Prayer of death te coje de los huevos y no los suelta. El punk no es solo cosa de los 70.
Junior Kimbrought - You Better Run, the esential Junior Kimbroght
Impresionante que un tio de estos perdido en su pueblo, le graben un disco en los noventa y resulta que tenemos un estilo único, inconfundible y que de alguna manera aporta una nueva visión al genero, de igual manera que hicieron Muddy Waters, Lighnin Hopkins y otros en su momento. Me encanta ver como se puede hacer sonar una guitarra con chorus, al que siempre le he tenido cierto repelús de manera espectacular. Ninguna de las canciones de este disco tienen desperdicio.
Elmore James - Genius Blues
Aquí no hay remilgos, esto es pim pam pum y te la meto hasta las orejas. Sin más recursos que una guitarra acústica electrificada, unos toques distintivos y una voz poderosa. Crea un sonido de slide resumido, práctico e hiriente que me conmueve y no puedo dejar de escucharlo. Rozando el Rock & Roll.
Hound Dog Taylor and The House Rockers - Hound Dog Taylor and The House Rockers
La primera vez que escuche a Hound Dog Taylor fue en casa de un amigo y me puso el She´s gone. Me quedé echo polvo, en el buen sentido, con el sonido de guitarra. El momento del solo fue revelador, una nota que parecia una rueca de pozo chillando. Era el slide de Elmore James satanizado, ensuciado y pervertido y ademas no habia bajo, era otra guitarra que no paraba de moverse pegado a una batería de puro swing; y nada de Gibsons, Fenders o guitarras caras, una guitarra Teisco, de esas que se hacen en Japón, haciéndola sonar como herrumbre a blues eléctrico de agárrate y no te menees. Este disco marca un antes y un después.
Garfield Adkers - Son House and other great Delta Blues
Un personaje del que sólo hay disponibles cuatro canciones que están dentro de este gran recopilatorio. Nunca había escuchado una guitarra "delta" tocada a este ritmo. Cuando empece a escucharlo pense que me había equivocado con las revoluciones del tocadiscos, pero ¡ni mucho menos! ¡¡Un autentico marciano del delta!!
Skip James - The Complete Early Recordings
Recuerdo que trabajaba en la verbena y en cualquier momento me podia volver loco. Si alguien me ayudó a llevarlo dignamente fué Skip James. Lo conocí por mi amigo Lelo a través de un documental que hizo Martin Scorserse sobre el blues. Me hizo agarrar la guitarra y no soltarla. Me conmovió, me recordó a un fantasma con cadenas cantando penas. Único en su especie.
Silvio Sacramento - Fantasia Occidental
En realidad he puesto éste pero podía ser cualquier otro. Quizás este disco no es blues en la manera mas estricta ya que toca diferentes palos, pero si hay alguien que reencarne esta actitud en lo que conozco a nivel Ibérico, ese es Silvio. La figura de Silvio es tan grande que seria difícil resumir en pocas palabras. Avanti con la Guaracha!!
Willie Dixon - Chess Box
Alguien debería viajar en el tiempo y ponerse a repartir cintas con ésto por una cara y los Nuggets por otra en la puertas de los institutos. Este país iría mucho mejor ahora.
Mississipi John Hurt - Blessed Be The Name
El sello italiano Monk Records está reeditando en vinilo mucho material de primeros de siglo, y no hay tienda de confianza que no lo incluya en su catálogo. Cuando presté atención a la letra original de Nobody's dirty business no me podía creer de la boca de ese buen hombre salieran amenazas de muerte hacia su chica. Ese contraste entre el bien y el mal, que tanto nos obsesiona, está mucho más latente en las grabaciones de los 20 y 30. Deberíamos volver a creer en la existencia del infierno. Eso sí sería un revival como Dios manda.
Junior Kimbrought - Sad days, lonely nights
Desde que empecé a vivir sólo en septiembre, éste debe de ser el disco que más ha sonado en mi casa, no sé por qué. Bueno, igual sí que lo sé.
Perico de Dios y Toni Anguiano* son guitarrista y vocalista, y mánager, respectivamente, de Guadalupe Plata.
Juanjo Abad El País, 21/05/2013 [Otra mala noticia.]
El músico, responsable del órgano de canciones como 'Light my fire' o 'The end', falleció ayer a los 74 años víctima de un cáncer
Para cientos de miles de aficionados era la banda del icónico Jim Morrison. Para algunos menos, The Doors no tendrían sentido sin los teclados de Ray Manzarek, fallecido ayer en un hospital de Rosenheim (Alemania) a los 74 años. Suyo era ese inconfundible sonido de órgano que hacía las veces de bajo eléctrico –sobre todo en directo– en una banda que solo contaba con guitarra, teclado y batería.
De sus manos salieron el reconocible solo de de Light my fire, el primer éxito del grupo, pese a sus siete minutos de duración en su versión original, publicada en 1967. O el oscuro acompañamiento de órgano en las lisérgicas Riders on the storm o The end, de 11 minutos. Él llevó al seno de la banda, que formó en 1965 cuando conoció a Jim Morrison en una escuela de cine californiana, su parte más jazzística. Su intención era crear un grupo en torno a la figura mística y poética de Morrison.
"Robby Krieger [guitarrista de la banda] trajo su guitarra flamenca, yo llevé un poco de música clásica con blues y jazz. Jim aportaba su poesía francesa simbolista y beatnik. Esa es la mezcla de The Doors mientras la civilización terminaba aquí en California. Nosotros estábamos ahí inventando un nuevo mundo a través de la psicodelia", decía hace años en una entrevista a la radio pública estadounidense.
Pese a que Jim Morrison, fallecido en 1971, era el vocalista de la banda, él se encargó de poner voz a algunos de los temas menos conocidos de The Doors. Él cantó en algunos descartes del grupo o en el blues de Willie Dixon (You need meat) Don't go no further, cara b del sencillo Love her madly. Tras su participación en un par de olvidados discos póstumos del grupo, produjo a la banda californiana de punk X.
En los últimos años se dedicó a revisitar el legado de la banda. Publicó a finales de los noventa una autobiografía y, en 2002, puso en marcha la polémica refundación del grupo: The Doors of 21st Century, con el guitarrista Robby Krieger como único compañero del grupo. El batería original, John Densmore, se negó a participar y denunció a sus excompañeros, que dejaron de utilizar el nombre de la banda en los conciertos en los que contaban con Ian Astbury –vocalista de The Cult– en el papel de Jim Morrison.
Su compañero durante estos años Robby Krieger afirmó ayer que Manzarek "era una parte muy importante" de su vida. "Me alegro de haber escrito canciones con él en los últimos 10 años", afirmaba en su comunicado.
“Without you es la canción más increíble de todos los tiempos” (Paul McCartney)
“Tienes que contratar a un abogado y tienes que leerte todos esos contratos. Nosotros no nos leímos un contrato en nuestra vida” (Joey Molland, miembro superviviente de Badfinger)
“Eran unos chiquillos y estaban perplejos. Es una vergüenza que cosas como éstas sucedan en el negocio de la música” (Stan Poses, vicepresidente de Badfinger Enterprises)
Tres citas que resumen una biografía. Si William Shakespeare o León Tolstoi hubiesen escrito una novela sobre la ascensión y caída de un grupo musical, el resultado hubiese sido muy similar a la biografía de Badfinger. Lo que sucedió con aquel grupo es uno de los relatos más descorazonadores en la historia de la industria musical: cuatro veinteañeros que lo tenían todo para triunfar y que de hecho triunfaron… sólo una década después, dos de ellos se habían quitado la vida a causa de los problemas económicos. Precisamente los dos que escribieron una canción que convirtió en multimillonarios a Harry Nilsson y Mariah Carey. Badfinger fueron exprimidos por la maquinaria discográfica. Exprimidos, masticados, digeridos y regurgitados sin recompensa alguna.
Bueno, bonito, barato: Badfinger
Badfinger: pudieron ser los nuevos Beatles,
pero habían nacido para perder.
A finales de los sesenta, sin embargo, el futuro de estos muchachos galeses no podía parecer más brillante. Los cuatro Beatles, que rara vez se ponían de acuerdo en algo, sí coincidieron en quedar impresionados por el potencial de los jovencísimos Badfinger. No dudaron en contratarles y de hecho fue el primer grupo fichado por Apple Records, la discográfica de los “cuatro fabulosos” de Liverpool. Cuando los Beatles anunciaron su separación no mucho después, la gente y la prensa se apresuraron en señalar a Badfinger como los “próximos Beatles”. Incluso los propios ex-Beatles sostenían esa opinión.
Y eso eran los Badfinger, cuatro cándidos veinteañeros galeses que habitaban todos juntos en una modesta casa de Londres y que se vieron de repente viviendo el sueño de sus vidas. Durante un breve periodo todo pareció salirles sencillamente rodado. Tomemos aire y enumeremos sus logros: grabaron un primer disco con Apple, Magic Christian Music, y con él tuvieron su primer éxito gracias a una canción escrita expresamente para ellos por el mismísimo Paul McCartney. Después, para grabar el segundo álbum, los Beatles les dieron toda la libertad artística posible y acceso a todos los recursos y ellos devolvieron el favor pariendo lo que terminaría siendo su obra maestra: No dice. El disco estaba casi al nivel de que habían hecho los propios Beatles: durante la grabación, el productor del disco tenía que mirar continuamente para cerciorarse de que los Beatles no se habían colado en el estudo y estaban grabando las voces ellos mismos. Así de similares sonaban en algunas canciones. No dice fue otro éxito gracias al arrebatador single "No matter what", compuesto por Pete Ham, el líder de Badfinger y el miembro más brillante del grupo. Aquel extraordinario disco también contenía la desgarradora versión original —y también la mejor versión, por cierto— de la balada Without you.
El tercer LP del grupo, Straight up, obtuvo nuevos éxitos a ambos lados de Atlántico y Badfinger hicieron su primera gira por Estados Unidos. Por si todo esto fuese poco, George Harrison les contrató para ejercer como banda de acompañamiento en su primer disco en solitario, que terminó siendo nº1 en ventas, y John Lennon también invitó a algunos de sus miembros a la grabación del legendario disco Imagine. Además, Without you se convirtió en un superéxito mundial de dimensiones insospechadas cuando la reinterpretó el cantante Harry Nilsson; de hecho, Without You fue el mayor negocio jamás iniciado por Badfinger (como dijo George Harrison por entonces: “no se me ocurre una canción más famosa ahora mismo”). Así eran las cosas para Badfinger a principios de los setenta: el público les apreciaba, la prensa les quería, los ex-Beatles les mimaban, tenían varios éxitos a sus espaldas y una de sus canciones vendía millones. ¿Qué podía salir mal?
Cuando las cosas no cuadran
No dice, segundo disco y obra maestra de Badfinger.
Durante el tour por Estados Unidos, uno de los miembros de Badfinger se enamoró de una chica americana y al terminar la gira se la llevó a vivir con él a Inglaterra. La chica, obviamente, esperaba encontrarse con una residencia lujosa y un estilo de vida desahogado: no en vano su nuevo novio se codeaba con los Beatles y había colado varios éxitos en las listas. Pero el asombro de la chica no conoció límites al ver que los Badfinger y sus respectivas parejas seguían viviendo juntos en la misma casa de siempre, en la que ni siquiera había televisión o nevera. Aquello no tenía ningún sentido: ¿unas estrellas del rock que no tienen dinero ni para cambiar de residencia? ¿Harry Nilsson se ha hecho millonario con Without you y ellos, que han escrito la canción, siguen viviendo de la misma manera que cuando no eran nadie? ¿Dónde estaban los derechos de autor de Without you y el resto de sus éxitos? De hecho, los Badfinger no tenían dinero. Incluso el comprar cuerdas nuevas para las guitarras suponía un problema. Pero eso no parecía importarles. Los cuatro músicos, en su infinita ingenuidad, pasaban el tiempo comportándose como niños y estaban tan encantados por poder grabar discos y salir de gira que ni siquiera se habían preocupado por las sustanciosas ganancias que ya deberían haber estado recibiendo.
Stan Polley (izq.) el manager que manipuló y robó a los ingenuos
Badfinger. La innecesaria muerte del genial Pete Ham recae sobre
sus espaldas.
Y eso significaba, por descontado, que alguien en su entorno sí se estaba preocupando por esas ganancias. Aquí es cuando entra en escena uno de los mayores desaprensivos en la historia de la industria musical: el manager de Badfinger, un estadounidense astuto y manipulador llamado Stan Polley. Aunque después se supo que tenía un pasado dudoso e incluso lazos con el crimen organizado, Polley era un tipo carismático y embaucador, y no tuvo problemas para conseguir que los inocentes miembros de Badfinger confiasen ciegamente en él. El manager creó Badfinger Enterprises para gestionar las finanzas del grupo y el resultado fue que ninguno de los músicos veía un céntimo. Pete Ham, el líder de la banda, era un individuo extraordinariamente confiado y las explicaciones que Polley le daba para justificar la falta de dinero le parecían convincentes, al menos al principio. El grupo llegó a renovar su contrato con Polley, a pesar de las advertencias de gente del entorno que contemplaba incrédula cómo los cuatro chavales se dejaban estafar impunemente. Pero ellos no tenían experiencia alguna de la vida, Badfinger había sido prácticamente su único mundo y eran felices sólo con el hecho de haber alcanzado la fama.
A Polley, mientras tanto, le molestaba la influencia que los ex-Beatles tenían sobre Badfinger. McCartney, Lennon y Harrison habían apadrinado al grupo y aunque no ejercían como managers sí constituían una colaboración importante y una guía de referencia. Pero Polley quería tener control total sobre el grupo y se las arregló para que Badfinger abandonasen Apple Records, lo cual hicieron a regañadientes porque trabajando para los Beatles recibían un trato artístico privilegiado y se sentían como en su casa. Sin embargo, embaucados una vez más por el carisma de Stan Polley y por el hecho de que en otros lugares les ofrecían más dinero (aunque luego no llegase a sus bolsillos), finalmente cedieron y se marcharon a Warner Brothers.
Crónica de una muerte no anunciada
Una vez el maquiavélico manager se hubo salido con la suya, le entraron la prisas por que Badfinger publicasen un nuevo disco… ya que así el grupo (es decir, él) podría recibir cuanto antes un suculento anticipo de la nueva discográfica, algo que poco después terminaría provocando un contencioso entre Polley y Warner. Las prisas resultaron contraproducentes: el nuevo disco, llamado sencillamente Badfinger, no resultó especialmente brillante y además coincidió en las tiendas con el último LP que habían grabado para Apple, titulado Ass. Con dos discos completamente diferentes en la calle compitiendo por un mismo público y confundiendo a los compradores, las ventas cayeron en picado. El grupo estaba disgustado y su líder Pete Ham anunció su intención de abandonar Badfinger. Pero Warner Brothers lo dejó claro: sin la presencia de Ham no seguirían trabajando con el grupo, así que para no dejar tirados a sus compañeros, Pete Ham decidió volver para grabar otro disco más. Tristemente, aquella decisión fue su sentencia de muerte.
La desesperación a causa de los problemas económicos pudo con
Pete Ham, autor de una de las canciones más rentables de
la historia.
Pese a toda la mala suerte y todos los reveses, Badfinger aún tenían energía para seguir intentándolo y grabaron Wish you were here, que resultó siendo uno de sus mejores discos, casi tan bueno como No dice. Obtuvieron muy buenas críticas y parecía que el disco iba a ser bien recibido por el público… pero la discográfica Warner ya había demandado a Stan Polley a causa de sus malas prácticas y el resultado fue ¡que Wish you were here fue retirado de las tiendas cuando acababa de ser editado! Naturalmente, sin el disco en los puntos de venta la grabación fue un completo fracaso comercial. Aquello era el colmo. La situación se volvió insostenible. Stan Polley se volvió a Estados Unidos con cualquier excusa, no cogía el teléfono y de repente los Badfinger se dieron cuenta del agujero en que estaban metidos.
Pete Ham, especialmente, comenzó a venirse abajo. Vivía con su mujer en una modesta casa para la que había tenido que firmar una hipoteca. Tenían un niño pequeño y estaban esperando un segundo hijo. Para Ham la vida había dado un giro muy surrealista: Harry Nilsson se había hecho multimillonario gracias a una de sus canciones y él, con todo su talento y sus éxitos, no podía ni pagar su casa. Tampoco podía seguir trabajando para Warner a causa del contencioso con su manager y ni soñaba con ser capaz de pagarse un abogado. Día tras día esperaba una llamada de su manager anunciándole que había conseguido un nuevo disco o una nueva gira para Badfinger en los Estados Unidos, pero esa llamada no llegaba nunca. Ham estaba desesperado; de hecho sus compañeros de grupo llegaron a ver quemaduras en su piel cuando iban a visitarle… tal era su frustración que apagaba los cigarrillos sobre sus propios brazos. Finalmente, el único telefonazo que recibió fue para comunicarle que Stan Polley se había fugado con todas las ganancias y estaba ilocalizable. Aquella misma noche, mientras su mujer y su hijo dormían, Pete Ham —el hombre que escribió Without You, una de las canciones más bellas (y más rentables) de la historia— se ahorcaba en su garaje porque no podía hacer frente a la hipoteca. Era el 23 de abril de 1974, tres días antes de su cumpleaños. Dejó una nota de suicidio, que decía simplemente:
“Anne, te quiero. Blair, te quiero. Ya no puedo querer a todo el mundo y confiar en cualquiera. Esto es lo mejor. Pete. PS: Stan Polley es un cabrón desalmado. Me lo llevaré conmigo”
El suicido de Pete Ham no solamente dejó helado a todo el entorno de Badfinger, sino que sacó a la luz las miserias de la maquinaria del éxito. Supuso una intolerable vergüenza para la industria del disco. Ham había hecho ricos a otros pero siete años después de su debut discográfico nunca había tenido una libra en el bolsillo. Era el paradigma de artista romántico, un individuo sensible que vivía en su propio mundo y al que, aprovechándose de su inocencia, se había explotado sin piedad. Tras la muerte de Ham, el grupo se deshizo, dado que los restantes miembros estaban devastados y en aquel momento no parecía tener sentido continuar sin Pete. Sólo uno de ellos siguió ligado al negocio como anónimo músico de sesión en Gales. Los otros dos miembros supervivientes —incluido el baijsta Tom Evans, que había ayudado a componer Without you— se quedaron en Estados Unidos realizando trabajos tales como la instalación de moquetas.
Retorno, disputas, royalties y más tragedia
A final de los setenta, unos músicos y fans del grupo convencieron a Tom Evans y al guitarra Joey Molland para que reformaran Badfinger y volvieran a la carretera. Entre 1979 y 1981 grabaron un par de discos que no obtuvieron demasiado éxito pero les sirvieron para retornar a los escenarios. Pero la antigua camaradería se había esfumado: Evans y Holland terminaron discutiendo, se separaron, y cada uno de ellos formó su propia versión del grupo para seguir haciendo giras. Con lo cual, ¡había dos grupos llamados Badfinger haciendo conciertos al mismo tiempo! Las situaciones surrealistas relacionadas con Badfinger no tenían fin.
Como Pete Ham, Tom Evans también
sucumbió ante las dificultades financieras.
El conflicto fue resuelto por los tribunales: Joey Molland se salió con la suya y pudo seguir girando bajo el nombre Badfinger, mientras Tom Evans tuvo que resignarse y volverse a casa sin nada. Al menos había una buena noticia: Evans había empezado a recibir la parte de derechos de autor que le correspondían por Without you. Pero como era de esperar con un grupo cuyo nombre era ya sinónimo de mala suerte, la buena noticia duró poco. Durante los ingenuos años de gloria y hermandad, los miembros de Badfinger habían hecho un pacto verbal por el que todos ellos recibirían la misma cantidad de royalties hubiesen participado o no en la composición de las canciones. Un pacto entre amigos que no tuvo consecuencias mientras Stan Polley fue su manager y les robó todos esos derechos de autor: no había dinero que repartir, así que tampoco había disputas. Pero ahora Tom Evans sí estaba empezando a cobrar y sus antiguos compañeros, así como Bill Collins, el primer manager del grupo (quien por cierto se negó a ayudar a Pete Ham en su momento) querían su parte proporcional. En base al antiguo pacto verbal, llevaron el asunto a los tribunales. Las cosas, como resultado, se complicaron aún más: Evans había tenido que disolver su versión de Badfinger, pero con ello —y aunque cumplía mandato judicial— había dejado colgado a algún promotor con el que ya había firmado contratos. El promotor le demandó por varios cientos de miles de dólares… una cifra que Evans no podía afrontar —jugándose ir a la cárcel y que su casa fuese embargada— y menos ahora que los derechos de autor de Without you estaban también bajo disputa judicial.
Hundido, Tom Evans —que nunca había superado el suicidio de su amigo— comenzó a obsesionarse con Pete Ham, hablando de él cada vez más a menudo y diciendo que Pete estaba en “un lugar mejor”, al que también él preferiría ir. Cuanto más desesperada era su situación económica y más negro su futuro en los tribunales, más inestable se volvió su estado de ánimo. Llegó a llamar por teléfono a su ex-compañero Joey Molland para, con tono desquiciado y entre reproches, amenazar con quitarse la vida.Esa misma noche, tal como había sucedido con Pete Ham siete años antes, Tom Evans se ahorcó en un árbol de su jardín. El cuerpo fue descubierto por su hijo pequeño, que avisó a su madre diciendo “hay un señor colgado de un árbol y se parece a papá”. Por segunda vez la tragedia se cebaba con Badfinger. Aquel segundo suicidio resultaba todavía más chocante e inesperado. La gente cercana a Evans está aún convencida de que se ahorcó pensando que, si moría del mismo modo que Pete Ham, podría reunirse con él en alguna otra parte. Como Ham, Evans era un artista indefenso que no pudo sobrevivir a un negocio del que no comprendía nada.
La maldición de Badfinger
En los años 90, Mariah Carey volvió a convertir Without you en un éxito mundial… y la publicación de la canción coincidió con la muerte de Harry Nilsson (¿otro signo de mala suerte?). Aunque la versión de Carey es —desde mi punto de vista— bastante irritante y ella tampoco solía tener el detalle de citar a los autores de la canción, lo cierto es que su éxito sirvió para reivindicar, al menos a pequeña escala, la importancia de Badfinger. Pero ni eso podía salir bien: en una ceremonia en la que la industria discográfica premiaba a Without you como canción del año, todos los miembros de Badfinger fueron citados como autores de la canción, lo cual molestó muchísimo a los familiares de Pete Ham y Tom Evans, ambos fallecidos y ambos únicos compositores del tema. Ni siquiera una ceremonia de celebración nostálgica podía salirles como es debido.
Badfinger junto a George Harrison, en los
tiempos en que parecía que nada iba a torcerse.
Con los años, han vuelto a ser reconocidos y se les suele citar como pioneros del “power pop”, una definición bastante simplista —por no decir estúpida— cuando uno escucha discos como No dice. Lo cierto es que, a pesar de toda su mala suerte y todas sus desgracias, Badfinger sí consiguieron ser los nuevos Beatles. Basta escuchar I can’t take it, la canción que abría aquel No dice. Es difícil de entender cómo un tema así no se convirtió en un gran hit durante los setenta, pero es que además ningún otro grupo ha sonado tan próximo a los Beatles, nunca. Los juegos de voces, los arreglos, la estructura de la canción… a nadie le hubiese sorprendido encontrársela en mitad del Abbey Road o el White album. Lo realmente fascinante de Badinger es que, a diferencia de muchos imitadores de los Beatles (y lo siento por los fans de Oasis) no sólo tenían un inconmensurable talento sino que supieron captar la esencia de sus ídolos. Quizá no eran tan versátiles ni dominaban tantos registros com los Beatles, pero cuando querían sonar beatleianos no se trataba de una simple imitación, sino que lo llevaban en el ADN.
Pero todo esto también forma parte de su maldición y de su aura: ser recordados únicamente como “los pioneros del power pop” o ser ignorados por los millones de individuos que han escuchado las diferentes versiones de Without you hechas por otros artistas, todas inferiores e infieles al espíritu de la original. Cuando Pete Ham cantaba la estrofa inicial con voz tristona y Tom Evans berreaba con desesperación el estribillo… eso es algo que no pueden igualar los gorgoritos de Mariah Carey. Y lo peor es que a casi nadie le importa, e incluso hay gente que prefiere la versión de Nilsson ¡e incluso la de Carey! Hasta habrá quien prefiera la terrorífica carnicería perpetrada por Il Divo.
Por descontado, todo eso no tiene ningún sentido, pero si no hubiesen tenido tan mala suerte no hubieran sido Badfinger. Hay historias que, sencillamente, no podían terminar bien.
Parecía que, en plena era digital, el blues estaba abocado a convertirse en pasto del revival y que el maridaje entre el rock más atrevido y este venerable género musical ya no daba para más. Pues no. Resulta que un trío de músicos kamikazes oriundos de Úbeda (Jaén) ha hecho que incluso el más sofisticado público indie se desgañite coreando estribillos salvajes y baile desenfrenado pogo al ritmo del blues más primitivo. ¿Cómo han conseguido semejante gesta Guadalupe Plata? Pues exhumando el blues rural más descarnado (especialmente el Hill country blues del norte de Mississippi, el más africano y rítmico) e inyectándole una potente dosis de punk (en el sentido más lato del término, por supuesto). Algo así como lo que hicieron, salvando las distancias, Gun Club en los 80 y Jon Spencer Blues Explosion en los 90. El resto del secreto del éxito de los Guadalupe es cosa de Radio 3 y su decidida promoción de estas tres bestias pardas.
Pedro (“Perico”) de Dios, Paco Luis Martos y Carlos Jimena perpetraron su primera grabación en 2008, un mini LP en el que se incluyen algunos temas que luego serían retomados en su segundo LP y algún clásico (como “The Devil Got My Woman” de Skip James), temas que, sorprendentemente, tienen un sonido mucho más limpio que sus grabaciones posteriores. Aun así, aquí ya están las líneas básicas del sonido de Guadalupe Plata: blues desenfrenado tocado a 1000 por hora mayormente con slide guitar y letras breves pero intensas. Un año después, en 2009, la banda andaluza graba un LP a medias con los granadinos Chin Yi que muy convenientemente es titulado Split. En el disco tenemos un anticipo de lo que será su primer gran LP y así nos encontramos con cañonazos como “Lorena”, “Como una serpiente”, “Gatito” o “Estoy roto”.
¿Qué se siente al matar una guitarra?
Y por fin, en 2011, llega el esperado primer LP, que no decepciona. Muy al contrario, el sonido se vuelve mucho más salvaje y primitivo de tal manera que no deja a ningún oyente (le guste o no el blues) indiferente. Garajera 100%, la grabación recuerda a la crudeza de los primeros discos de los Cramps o los Gun Club, no en vano una de las influencias más palpables de los Guadalupe, aparte del blues pantanoso, es el psychobilly. Ya desde su portada el LP advierte de su carácter maligno, con ese dibujo que parece sacado del show de Rasca y Pica. Abre el disco, un instrumental, “Serpiente negra”, que va ganando velocidad hasta desembocar en una atronadora orgía de slides. Además, no va a ser la primera vez que en el disco se invoque este símbolo sexual-fálico. Le sigue, "Lorena", una de las canciones más emblemáticas de Guadalupe Plata y también de las más originales, me explico: partiendo de las raíces blues de su música la banda se adentra en un territorio dominado por los acoples y la distorsión limítrofe con ese arriesgado noise-blues que practicaban Jon Spencer Blues Explosion en la década de lo 90. “Estoy roto”, es algo más clásico, con un riff típicamente blusero pero con un estribillo en el que Perico se desgañita en la más pura tradición garajera de los 60 y también tiene un final apoteósico repleto de punteos incandescentes. En cuanto a “Pollo Podrío” (curioso título para una canción cantada en inglés), los Guadalupe optan por el psychobilly de la vena Cramps/Gun Club. Con "Gatito" vuelven al blues a todo trapo que tan solo hace una pausa para que Pedro de Dios nos sobrecoja con una pregunta tan cruel como sus guitarrazos: “¿Qué se siente al matar un gatito?”. Algo más extraña es la canción que le sigue, “El tigre y la Yedra”, un inquietante instrumental en el que la guitarra acústica se mezcla con un siniestro teclado que al autor de este texto le recuerdan al Tom Waits más expresionista. También es un tema harto curioso “Esqueleto” porque en él el blues de los Guadalupe Plata no bebe de EE.UU. sino del Rhythm’n’Blues británico de los 60, en especial de los Yardbirds, con esa base rítmica que remite claramente a temas como “I’m A Man” o “Shapes of Things”. Por su parte, “Como una serpiente” invoca el espíritu de John Lee Hooker y su sinuoso boogie y además redunda en el símbolo sexual de la serpiente (de hecho, hay un vídeo del combo andaluz con una stripper que da un uso insólito a un collar de perlas). También en la línea del boogie a lo John Lee Hooker, están “Veneno” y “El boogie de la muerte”. “Rai” es un instrumental cercano a la slide guitar de Ry Cooder y “Satánica” es más psychobilly/cow punk pasado de revoluciones. Para terminar, “Habichuelas del Oeste” es un pausado instrumental de aires spaghetti western morriconiano que deja muy buen sabor de boca en el oyente.
Úbeda Blues Again
En 2012, el trío de músicos jiennenses tuvieron la buena idea de grabar un EP con el armonicista norteamericano Walter Daniels con el que hacen cuatro apocalípticas versiones: el “Ghost Rider” de (¡ahí es nada!) Suicide, el explosivo “Black Train” de los Gun Club y los algo más previsibles “She’s Gone” de Hound Dog Taylor (uno de los reyes de la slide guitar) y “Married Woman” del bluesman tejano Frankie Lee Sims. Ni que decir tiene que con semejante repertorio el resultado final es sencillamente brutal.
Pero vayamos a la última grabación hasta la fecha. El disco que los Guadalupe sacaron a principios del presente año y que como el primero no lleva título (estos chicos son parcos en palabras hasta para eso). Su portada, con un fantasmal galgo negro y una aparición mariana en un cielo nublado de un pueblo (¿andaluz? ¿mexicano?), parece anunciarnos que el trío de Úbeda ha acentuado el lado oscuro de su música. Grabado en Austin (Texas), cuenta con la colaboración de la armónica de Walter Daniels en algún tema y tiene un sonido aún más áspero que el primero si es que eso es posible. Ya lo advirtieron ellos mismos, “el carácter de la grabación es más oscuro y podrío (sic) que nunca”. El LP arranca con un lento instrumental (“Lamento”) a lo Ry Cooder que desemboca en el corte“Rezando”, un tema con una hipnótica base rítmica que suena muy parecida a la del “Break On Through” de los Doors y en el que Perico se explaya algo más de lo habitual con la letra. “Rata” es una perfecta declaración de odio para cantarle a nuestro peor enemigo a ritmo del más corrosivo Hill country blues. “Oh My Bey” que ya estaba incluida en el mini LP de 2008 es una apisonadora de blues selvático a lo Bo Diddley que hace a la gente bailar enfebrecido pogo en los conciertos. “Demasiado” es una de las piezas más africanas del disco, ya que no solo está cerca del blues del norte de Mississippi sino también de los griots de Mali y Senegal. Con “El funeral de John Fahey” el LP abandona momentáneamente el blues y hace una incursión en un oscuro voodoobilly próximo al que practicaban los 16 Horsepower, todo ello coloreado por un pedal de trémolo muy oportunamente incorporado al sonido de la banda. “Esclavo” es un boggie con un ritmo tan milimétrico que recuerda a los sintetizadores chatarreros de los Suicide del primer álbum; la canción que, por cierto, fue el primer single extraído de este segundo LP va acompañada de un excelente vídeo de estética futurista realizado por Beatriz Sánchez. Le sigue “El blues es mi amigo”, una estampida de cow-punk y blues desbocado que recuerda poderosamente a Gun Club (en especial a esa gloriosa versión del “Preaching The Blues” de Robert Johnson). Otra pieza de blues siniestro es “Voy Caminando”, que nos hace pensar que si el primer LP se centraba en el sexo este segundo se centra más en la muerte; y por cierto, el teclado de este tema literalmente hiela la sangre. Más boogie del bueno y con una letra encantadoramente paleta es “Milana” (sí, esa milana, la de los Santos Inocentes). Por su parte “Jesús está llorando” y “No me ama” son dos blues más clásicos (el primero de los cuales estaba incluido en el mini LP de 2008) y de ritmo más pausado. Y para terminar este disco de aires fúnebres qué mejor que un ritmo de Semana Santa, un título relacionado con ella (“Santo entierro”) y unos silbidos de spaghetti western. En definitiva, tanto el primer LP como el segundo hacen de Guadalupe Plata una cotizada rara avis en el panorama del rock español.
Plata fundida
Si los discos de Guadalupe Plata son demoledores es en los conciertos, como puede uno imaginarse, donde la música del trío alcanza su punto de fusión. Envueltos en una luz rojiza, el espectador tiene el privilegio de contemplar a tres músicos de lo más singular: Carlos, hace tiritar una ristra de cascabeles o golpea los tambores con maracas, Perico extrae acoples de su Fender Squier Jazzmasters armado con un cuello de botella y Paco Luis toca un bajo de fabricación casera, consistente en un barreño del revés del que sale una cuerda que es tensada por un palo de fregona. Precisamente, el autor de este texto pudo hablar con Paco Luis después de un concierto y encontró un tipo muy modesto, que minimizaba el impresionante concierto que acababa de sacudir los tímpanos del público y preguntaba si su barreño había sondado bien. Por supuesto que había sonado bien. Y además el espectáculo de ver a un músico esforzarse en hacer sonar tan rústico instrumento es impagable. Hablamos de Robert Johnson y de la afinación que usaba Perico. “Re mayor abierto”, me dijo. Claro, la afinación más clásica para tocar la slide guitar, la que usaba el propio Johnson en “Preaching The Blues.” En realidad, hablamos poco porque unas jovencitas le asediaban con copias en vinilo del último disco de Guadalupe Plata para que se las autografiara. Entonces comprendí que gracias a Guadalupe Plata la vigencia del blues está asegurada. Al menos por una generación más.