domingo, 14 de febrero de 2016

ELLIOTT SMITH: TAN SOLO UN SEGUNDO

Mane Bz



Para quien no lo conozca o no lo haya escuchado diremos que ELLIOT SMITH era un tipo bastante anónimo en esto de la música, hasta que, en 1998, una de sus canciones, "Miss Misery", fue nominada al oscar , lo que, entre otras cosas, le hizo tener el dudoso honor de compartir escenario con la cursi de Celine Dion. Por supuesto fue ella quién ganó la estatuilla, pero verlo delante de todo el poderío de Hollywood tan solo con una guitarra acústica (y un traje blanco, malpensados) ya fue un triunfo para algunos de nosotros.

ELLIOT SMITH es un compositor de ínfulas clásicas , melodías claras, cristalinas y de una voz portentosa. Ha sido comparado con BEATLES, NICK DRAKE, BRIAN WILSON, TIM BUCKLEY, KINKS o BIG STAR, y alguien lo situó a caballo entre LOU BARLOW y RICHARD DAVIES. Nada desacertadas comparaciones cuando él cita como influencias a los BEATLES, sobre todo, los del "White Álbum" y "Magical Mistery Tour"; LEFT BANKE; ZOMBIES o los más punks SAINTS. Su actitud, sin embargo es muy de su tiempo, muy... "indie"; el que dejara de tocar "Miss Misery" después de los oscars lo dice todo. Sus canciones, muy melancólicas, hablan de dudas, autolamentación, rupturas, alienación y excesos autodestructivos. Es decir, temas universales ya tocados por infinidad de autores ¿Qué es lo que diferencia entonces a ELLIOT SMITH de los demás? Para entendernos, digamos que canta más bien al amor posible, aunque poco probable, al olvido fugaz y la soledad eterna, aunque sus canciones no son necesariamente tristes, sino que tienen ese sabor agridulce que destila el mejor pop. "Debe haber algo de tristeza en la música, para que la felicidad que alberga de verdad importe", dice. Nada que ver, por tanto con los miserabilistas que tanto gustan a algunos. La música, el arte en general, se hace para hacer más felices a las personas, para hacernos mejores, y no para frustrarnos aún más; vamos, digo yo.


Sus dos primeras grabaciones en solitario parecen una vía de escape a las frustraciones musicales que le ocasiona su grupo, HEATMISER. Sin embargo, su tercer disco solo, aún coincidiendo con la salida del también tercero de su grupo, todavía con vida, es un definitivo paso adelante y una ruptura con todo lo que había hecho hasta entonces. "Roman Candle" (Cavity Search 1994) es una grabación de folk/pop cercana al Lo-Fi que tan de moda estuvo a mediados de la década pasada, pero tratándose en este caso más bien de una falta de medios que de una producción intencionada, como se verá claramente más adelante. Consiste en una serie de estremecedores esbozos acústicos de los que yo destacaría sobre todo el quinto corte, "No Name # 3". "Elliott Smith" (Kill Rock Stars 1995) es una grabación más elaborada que consigue una mayor expresividad a base de rasgados y dibujos de guitarra acústica y, sobre todo con una técnica que ya no abandonará: superponiendo varias capas de una impresionante voz. "Coming up Roses" y sobre todo "The Biggest Lie" son canciones que consiguen poner los pelos de punta. En cualquier caso, estos dos primeros discos, aún tratándose de grabaciones estimables palidecen ante el esplendoroso "Either/or" (Kill Rock Stars 1997), su tercer disco. Se trata, además de su primera obra maestra, el CD más copiado de mi discoteca. Nunca antes un disco que yo hubiera prestado había despertado tanta pasión y ganas de difundirlo a su vez entre los prestatarios. Sin exagerar, creo que más de 30 personas lo han podido copiar en los últimos dos años, que yo sepa. Así que, ya sabes Elliott, yo te debo royalties y tu a mi popularidad; estamos empatados. Pero dejando a parte las anécdotas personales, "Either/or", marca un definitivo paso adelante en cuanto a calidad y planteamiento musical. Se trata de un claro acercamiento al pop, en comparación a los dos anteriores. Las canciones de este disco se alejan de las letanías que muy a menudo llenan las grabaciones acústicas, para deleitar al oyente con compactas estrofas y estribillos que se van quedando poco a poco en la memoria, llegando a veces a recordar al mismísimo Alex Chilton, como en la fantástica "Ballad of Big Nothing". Las canciones son de una proximidad pasmosa, a lo que quizá ayude la facilidad para manejar el idioma de su autor, que maneja las palabras como un pintor impresionista haría con sus pinceles (no en vano ELLIOT SMITH es licenciado en filosofía política, y no se sacó el título precisamente en una de esas universidades americanas donde dan los aprobados con las tapas de los yogures). Las melodías, por su parte, son gloriosas, y la voz, estremece, pellizca el alma contando esas historias de amor y duda, deseo y miedo, en las que cualquiera de nosotros puede proyectar sus sentimientos, y, que se van quedando poco a poco en nuestra memoria. A pesar de las cualidades que atesora, y de su "potencial comercial", "Either/or", pasó bastante desapercibido en Estados Unidos, llegando a Europa con cuentagotas. No fue hasta que Gus Van Sant, que lo conocía de la escena musical de Portland, le propusiera participar en la banda sonora de "Good Will Hunting" y la posterior nominación al óscar que su popularidad empezara a crecer, poco a poco, hasta llegar a convertirse en un autor de culto que apunta con dejar de serlo para llegar a lo más alto.



Como resultado de la comentada nominación a la mejor canción, ELLIOT SMITH ve reeditados sus tres primeros trabajos en solitario (en Domino), y ficha para los siguientes por la todopoderosa Dreamworks de Spielberg, que pone a su disposición recursos jamas soñados por el cantautor punk que había sido hasta entonces. En lugar de perder la esencia que envuelve a su música, Smith aprovecha con creces las posibilidades que se le ofrecen y responde al reto de la fama con el que quizá sea su disco más "difícil". Coproducido por el propio autor junto a Tom Rothrock y Rob Schnapf, que repetirán a .los mandos en el siguiente, "XO" (Dreamworks 1998), es una grabación en la que ELLIOT SMITH da rienda suelta a sus fantasmas personales, a saber: amor, pérdida y arrepentimiento. El resultado, en mi opinión, es un disco de parecido ambiente al "Third/Sisters Lovers" de BIG STAR o al más contemporáneo "Summerteeth" de WILCO. Una obra visceral y atemporal, a la par que una especie de exorcismo personal. En ella, los habituales rasgueos de guitarra se mezclan con arreglos de piano a la manera de los BEATLES, y con secciones de viento y cuerda, que lejos de restarle emoción a las canciones, consiguen hacer el paisaje menos desolador ("Waltz # 2"; "Oh Well, OK"), poniendo de relieve que se trata de un autor especialmente dotado para la melancolía. A pesar de ello, sus canciones suenan más poderosas que nunca, casi desafiantes, en la tradición del mejor pop; de Ray Davies ("Amity") a Brian Wilson ("I Didn´t Understand", cantada a capella), pasando por los BEATLES ("Oh Well OK").

Dos años después de "XO" nos llega su segundo trabajo para una multinacional, "Figure 8" (Dreamworks 2000). Tras mucho escucharlo, he llegado a la conclusión de que el disco es una obra maestra, quizá su mejor álbum (a pesar de "Either/or"), y, apostaría, el disco que Smith venía buscando desde que, a mediados de los noventa, publicara sus primeras canciones. El nivel de las composiciones es altísimo. Me atrevería a decir que raya a un nivel que muy pocos pueden alcanzar ahora mismo (WILCO, GIANT SAND, PERNICE BROTHERS, STEVE WYNN y no muchos más). Por su parte, los arreglos y la producción siguen el camino abierto por su predecesor, no por casualidad repiten en labores de producción, junto al propio Smith, Tom Rothrok y Rob Schnapf. Se da un especial mimo a la voz y a las armonías, por encima de la instrumentación, característica que muy pocos grupos y artistas (TEENAGE FANCLUB o los POSIES son una excepción) tienen en cuenta en la actualidad. Los puntuales arreglos de cuerda o viento arropan al piano y a las guitarras acústicas, ya habituales, y eléctricas, que alcanzan un gran protagonismo en muchos momentos del disco. Este hecho se pudo comprobar en sus conciertos españoles de verano de 2000, todos en formato eléctrico, reforzado por una potente banda de acompañamiento, según cuentan los cronistas. Esta rara, por lo poco común, combinación de voces y arreglos recuerda a veces a los últimos BEATLES o al primer Harry Nilsson ("Stupidity Tries", "Wouldn´t Mama be Proud") y, otras, y más que nunca, en mi opinión, a BIG STAR ("Son of Sam", "LA"). En conclusión, "Figure 8" es un disco pluscuamperfecto, nada afectado, que nos toca el corazón en su justa medida, pero sobre todo, que confirma a ELLIOT SMITH como una de las grandes figuras de la música popular del momento. Pronto debería dejar los circuitos independientes y los conciertos en salas pequeñas para alcanzar otros objetivos más elevados; calidad y buen gusto le sobran. ¿Quién sabe a dónde puede llegar? Apostaría a que ni el mismo lo sabe.



Nota: seguramente, para cuando aparezcan publicadas estas líneas, esté a punto de aparecer el nuevo trabajo de ELLIOT SMITH, en cuya grabación han colaborado esta vez miembros de FLAMING LIPS y BEACHWOOD SPARKS.

Al final no podremos disfrutar del nuevo álbum de Elliott Simth, al menos en vida de éste. Alguien lo encontró en su casa, agonizante, y, aunque fue trasladado con rapidez a un hospital, nada se pudo hacer por salvar su vida. Suicidio. Tenía, tan solo, treinta y cuatro años.

Me pregunto que se le pasa a una persona por la cabeza en ese momento, ese segundo de tiempo que diferencia al suicida del resto de los mortales, porque, aunque la mayoría queramos quedarnos a ver como acaba esta película, a todos se nos ha pasado por la cabeza alguna vez si realmente merece la pena ver el final.



Elliott Smith era un personaje sensible, afable e inteligente; humano, y por esa misma razón complejo y contradictorio. Depresivo y reincidente en el tema de dejarnos, quizá, hizo caso a ese estribillo de la canción de M.A.S.H que en su día versionearan Parkinson D.C.: “suicide is painless”. Él lo decidió así, y no creo que haya que darle más vueltas.

Seguramente alguien terminará editando póstumamente el disco que grababa estos días, y recopilarán caras b´s directos y rarezas. Yo lo prefería vivo, regalándonos esas canciones pop, escritas con visceralidad punk que se iban metiendo poco a poco en la piel, como una astilla, y, que, contradictoriamente, nos ayudaban a vivir el día a día de esta vida con otra actitud. Quién demontre necesitaba otro Nick Drake, otro Kurt Cobain.

En cualquier caso, muchos lo echaremos de menos.

GOODBYE ELLIOTT.