lunes, 6 de mayo de 2024

EL POST-PUNK NO ES SOLO COSA DE BLANCOS

Borja Abadie

Jot Down, mayo 2024

Han pasado más de cuarenta años desde su nacimiento oficial y sigue siendo una utopía definir qué es el punk. Todavía estamos debatiendo qué grupos son punk, quiénes no merecen esa etiqueta y qué define realmente el género. Para algunos es simplemente un tema de actitud mezclado con la metodología «Do it Yourself», pero otros creen que sin política no hay punk, que sin transgresión no hay punk, que sin baterías y riffs acelerados no hay punk o que, y esto es más común de lo que algunos puedan pensar, «solo es punk lo que yo digo que es punk».

Con semejante problema de base podría parecer que hablar de punk es demasiado complicado, pero eso no es nada comparado con intentar acotar los límites del post-punk. Una tarea solo destinada a eruditos y amantes de los imposibles. Piensa que a todo lo que hemos comentado del punk tienes que sumar una gran cantidad de influencias avant-garde que permiten mezclar muchos otros géneros dentro del post-punk. Pasa con todos los subgéneros, es verdad, pero el post-punk es tan difuso en su propia concepción que no se me ocurre tarea más titánica que intentar explicarlo en una frase para alguien que no sepa de qué va el asunto.

Si dices que es música hecha por chavales vestidos de negro con letras depresivas podrías definir (solo en parte) a The Cure, pero te dejarías fuera el estilo bailongo de New Order. Si dices que es música hecha por estudiosos a los que el punk les hacía tilín solo estarías hablando de bandas como Devo o Talking Heads, pero no de gente como Joy Division. Y es que hay veces que los grupos considerados post-punk parecen antagónicos y, aun así, los podemos unir bajo esta misma etiqueta.

Cuando alguien te habla de post-punk lo primero que se te viene a la cabeza son bandas como Joy Division, The Sound, Devo, The Chameleons, New Order, The Fall, Wire, Public Image Ltd, The Cure, Talking Heads, The Jesus and Mary Chain, Gang of Four o Television, por poner algunos ejemplos. ¿Qué tienen todos ellos en común más allá de un deseo de renovar el punk con propuestas más vanguardistas? Que son tremendamente blancos. Tirando a blanco nuclear. Y lo mismo sucede con el propio punk.

Entonces, ¿qué sucede? ¿no existen músicos negros en las bandas de punk y post punk de finales de los 70? Claro que sí, los artistas negros estuvieron ahí desde el principio. No vamos a entrar en debates que no importan sobre quién llegó antes, si The Stooges ya había sentado las bases de todo con «I Wanna Be Your Dog» o quién invento qué, pero está claro que bandas negras como Death, X-Ray Spex o Bad Brains son grandes baluartes y pioneros del punk. Sin embargo, nunca recibieron la notoriedad de sus colegas caucásicos y la mayoría de ellas terminaron su carrera de forma abrupta precisamente por ese motivo.

Podríamos seguir repasando la historia de los inicios del punk y la importancia que tuvieron los artistas negros para desarrollar un género predominantemente blanco visibilizando a artistas como ESG (Emmerald, Shapphire & Gold), A Certain Ratio o Glorious Din, pero en realidad queremos centrarnos en un fenómeno actual: el post-punk protagonizado por artistas negros que estamos viviendo en los últimos tiempos.

Uno de los puntos de inflexión más recientes lo tenemos en 2003 con el lanzamiento de Afro-Punk, un documental de James Spooner que habla precisamente de cómo la industria ha invisibilizado a estos grupos de punk y post-punk con músicos negros, pero sobre todo de lo complicado que resulta ser fan de este género para un chaval afroamericano, que se siente rechazado tanto por la mayoría de aficionados blancos de este tipo de música como por sus propios amigos negros. El éxito de este documental fue tan notable que Spooner celebró en 2005 el primer Afropunk Festival, un festival dedicado a la música alternativa creada por afroamericanos. Comenzó en Brooklyn, pero ya se han celebrado ediciones en París, Atlanta, Londres, Brasil, Miami y otras ciudades.

Lamentablemente, la preciosa historia de Afro-Punk no está exenta de malos rollos y el festival ha perdido sus raíces. La realidad es que hace tiempo que el festival cuenta con artistas tan tremendamente conocidos y poco punks como Tyler The Creator, Vince Staples, Flying Lotus, Teyana Taylor, Joey Bada$$ o Baby Tate, que han sido las estrellas del evento en la edición de 2023. El rap y el R&B han devorado completamente la esencia de un festival que nació con el propósito de reunir a la comunidad negra aficionada al punk, el hardcore, el post-punk o la música alternativa en general. Un evento diseñado para inadaptados que lamentablemente ahora está dominado por artistas mainstream de los géneros que siempre se han considerado afroamericanos. Así es el mercado, amigos.

La historia del Afropunk Festival tiene más puntos oscuros, como amenazar con emprender acciones legales a un pequeño grupo de fans de un colectivo feminista de Texas que realizaron un homenaje al documental en un restaurante mejicano de San Antonio por utilizar el nombre Afropunk sin su consentimiento, puesto que es una marca registrada. Desde luego, no parece una actitud especialmente punk, ¿verdad? Supongo que, una vez más, todo se reduce a lo mismo: es el mercado, amigos.

No obstante, todas estas contradicciones no deben desviar la atención de la reciente proliferación del punk y el post-punk de artistas negros. Nuestro favorito es Ekkstacy, un artista canadiense de tan solo veintiún años que acaba de lanzar su tercer álbum hace solo unos días. Khyree Zienty, nombre real de este sensacional músico, se mueve entre el post-punk más clásico de principios de los 80 y canciones con un tono más dream pop, pero siempre predomina el tono melancólico en voz y melodías que nos hace creer que todo eso de los chavales depresivos cantando canciones de post-punk también es cosa de artistas negros.

Desgraciadamente, este nuevo álbum homónimo está lejos de alcanzar el nivel de excelencia que disfrutamos en su anterior trabajo de 2022, Misery. Canciones como «I Gave You Everything« o «im so happy» siguen resonando en nuestras listas de canciones favoritas de los últimos años dentro del género.

Además de bandas como Ekkstacy, que adoptan sin complejos un estilo que hasta ahora parecía exclusivo de los músicos blancos, también podemos ver artistas provenientes de otros géneros que no tienen ningún reparo en dejarse ver de vez en cuando por el universo post-punk. Es el caso de Jean Dawson. El cantante y compositor californiano es de lo mejor que ha dado la escena DIY en EE. UU. Un músico realmente ecléctico con influencias del hip-hop de los 90, pero también de bandas como The Pixies, New Order, de todo lo que huela a brit-pop, de grupos extraídos del universo skater y hasta del country. Combina géneros de una forma asombrosa, acertada y nos ha regalado una joya post-punk en 2023 con «Youth+», que tiene uno de los bajos más Peter Hook que hemos oído en muchísimo tiempo. No es la única canción que huele a post-punk en su repertorio, pero sí la más redonda.

Otro ejemplo parecido es el de Teezo Touchdown. El artista tejano no me parece especialmente talentoso. Ahora que lo pienso, me parece más bien lo contrario. Es un cantante muy talentoso que está demasiado obsesionado por convertirse en una versión moderna de Prince sin dejar de ser un rapero influencer en redes sociales. Después de varias colaboraciones con raperos ultrafamosos como Tyler The Creator o Drake, Teezo lanzó el año pasado su primer álbum mezclando géneros y referencias de forma vacía y superficial. Sin embargo, mi amor algunas veces irracional por el post-punk me ha hecho disfrutar muchísimo de «Impossible». Más allá de su calidad objetiva, es otro ejemplo más que demuestra que hay una nueva ola de artistas negros que no tienen reparos en abrazar el post-punk.

Y eso es lo único que en realidad me importa. Que el revival del post-punk, que quizás comenzó hace demasiados años, sume nuevas voces que provienen de géneros y tradiciones musicales radicalmente diferentes resulta realmente refrescante y me hace creer que el género tiene un futuro sorprendentemente prometedor.