martes, 18 de diciembre de 2012

THE ORIENT EXPRESS (1969). Psicodelia de la ruta de la seda


Esto era un belga, un francés y un iraní... Podría ser un chiste pero es la historia de un oscuro combo psicodélico, multinacional y multiétnico, mestizo como el rock mismo, que dejó grabada una hermosa perla sonora al final de la década de los 60. Se llamaban The Orient Express y grabaron un único LP en 1969 para el sello norteamericano Mainstream (¡irónico nombre!). El belga atendía al nombre Bruno Giet, el francés era Guy Duris  y el iraní se llamaba Farshid Golesorkhi y era un portento de percusionista que había sido condecorado por el Sha de Persia, nada menos. Quiso el destino que estos tres músicos coincidieran en Europa y de ahí hicieron las maletas a EE.UU., donde acabaron asentándose en San Francisco, todavía con el aroma de las flores impregnándolo todo.



En este disco la psicodelia en boga en occidente se mezcla con música folclórica asiática, que, como ya sabemos, era una de las influencias fundamentales del sonido "ácido" del rock. Hoy día a esto se le llamaría "fusión". De este modo podemos oír guitarras eléctricas junto con el laúd o el sitar (que es tañido muy hábilmente por Duris) a lo largo de 11 composiciones dinamizadas por el trepidante ritmo de los tambores étnicos de Golesorkhi. El disco cuenta con temas, muchos de ellos instrumentales, como "Fruit of The Desert", "Layla", "Caravan of Silk" o "Dance for Me" (que a pesar de su título en inglés está cantada en francés), muy cercanos al folklore de Oriente Medio, y otros, al de India ("Birds Of India", "Cobra Fever"), junto a temas de menos minutaje catalogables como rock psicodélico y cantados en inglés ("Train to Bombay", "A Little Star" o un torpedo sónico titulado "For A Moment", que, por cierto, aparece en el volumen 2 de la muy recomendable recopilación Electric Psychedelic Sitar Head Swirlers, de la que prometo ocuparme más adelante en este blog ).

Mención especial merece el tema "Impulse (42 Drums)", solo percusión, donde Golesorkhi hace echar humo a sus tambores durante casi 5 minutos. Qué bestia.