miércoles, 19 de diciembre de 2012

PHIL OCHS: LA VOZ Y EL MARTILLO

Manuel de la Fuente
ABC, 19/12/2012 



Hoy, el combativo músico texano, «el Dylan rojo», habría cumplido 72 años. Se suicidó en 1976

Phil Ochs tenía la lengua muy larga. Más que Dylan con el que siempre se le comparó. Y más afilada. Y más triperina. Dylan fue un cantante protesta, pero aquello solo fue una estación más en su camino. Apuntaba (y tiraba) hacia muchas más dianas que Phil, y no solo políticas. Sus canciones fueron himnos cuando Bob lo creyó necesario. Luego sus infinitas lecturas le harían tomar otros caminos. Inabarcables, generalmente. Hasta hoy mismo, que por ahí sigue con sus salmos, sus letanías, su literatura hecha rock and roll.

Phil Ochs se lo montó más a lo claro. Política hecha folk, como hicieran los maestros Woody Guthrie y Pete Seeger, que también, sobre todo el primero, lo había sido de Dylan. Ochs no cantaba metáforas, ni entonaba parábolas. Lo decía todo por las claras, y las respuestas no estaban «blowin in the wind» sino en la lucha.

Ochs era un texano de El Paso, donde nacía tal que un 19 de diciembre de 1940. No tuvo una buena infancia, ya que su señor padre había vuelto más que tarumba de la Segunda Guerra Mundial. De peque, los ídolos de Phil eran John Wayne y Audie Murphy, un héroe de guerra con todas las condecoraciones habidas y por haber que tras la contienda se fue a vivir a Hollywood.



Canciones como dardos

A finales de los años cincuenta, Ochs ya era moderadamente popular en los garitos de Greenwich Village, donde se cocía la música más vibrante del momento, y por donde también pasaría Dylan al poco de llegar Nueva York. Ochs no hacía muchos amigos cantando: la oligarquía, el poder, el imperialismo, la reacción y la Guerra del Vietnam desde que comenzó fueron las dianas sobre las que arrojó los dardos de sus canciones. Eran sencillas, escuetas, panfletos rimados y melódicos, decían mucho y además eran bonitas.

Ahí quedan títulos como «Ringing of revolution», «Ain't Marching Anymore», «What are you fighting for?» y «Remember me»: «Oh, i am the unknown soldier who died in world war two. / I didn't want to fight, it was the only thing to do. / I was the victim of a world that went insane / Will you show me that i didn't die in vain. / Remember me, when the crosses are a burnin' /. Remember me, when the racists come around. / Remember me, when the tides of peace are turnin / Remember me and please don't let me down».

El momento más reconocido de su carrera llegaría a finales de los años sesenta cuando fue, por ejemplo, uno de los protagonistas de los disturbios que tuvieron lugar a finales de agosto de 1968 durante la Convención Nacional Demócrata celebrada en Chicago.

Pero llegados los 70, la luz de Phil Ochs se fue apagando. Alcohólico y arrastrando un grave problema de trastorno bipolar, muchos cuentan que jamás superó el ser considerado menos imporante que Dylan. El 9 de abril de 1976 puso fin a sus penas ahorcándose.